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Palestina, hacia una gran victoria moral

Fuentes: La Jornada/Rebelión

Se acerca la fecha en la que Palestina recibirá en la Asamblea General (AG) de la ONU el reconocimiento que le corresponde como Estado independiente y soberano miembro de la organización con más de las dos terceras partes de los votos necesarios. No menos de 130 y probablemente entre 140 y 150 de los 193 […]

Se acerca la fecha en la que Palestina recibirá en la Asamblea General (AG) de la ONU el reconocimiento que le corresponde como Estado independiente y soberano miembro de la organización con más de las dos terceras partes de los votos necesarios. No menos de 130 y probablemente entre 140 y 150 de los 193 países que la integran.

Sabiendo que este desenlace es inevitable, Obama y la señora Clinton han hecho cuanto ha estado a su alcance para disuadir a la Autoridad Nacional Palestina(ANP) de presentar la propuesta, incluyendo la amenaza de ejercer el veto si el tema se trasladara al Consejo de Seguridad (CS). Pero altos funcionarios estadunidenses confiesan en privado que la Casa Blanca quiere «evitar hacer campaña a favor del veto pues podría dejar solo a Estados Unidos en el intento». En todo caso, la superpotencia y su ahijado sionista van a quedar en una inocultable posición de aislamiento internacional cuando el tema se discuta en la AG. Es muy gráfico un cable enviado a Tel Aviv por Ron Prosor, embajador de Israel en la ONU: «Lo máximo que podemos esperar conseguir es un grupo de Estados que se abstendrán o que estarán ausentes durante la votación». «Sólo unos pocos países votarán en contra de la iniciativa palestina», añade.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) se ha visto ante la única alternativa de llevar esta cuestión a la AG, aunque ha dejado muy claro que no abandona las negociaciones patrocinadas por el cuarteto (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y la ONU). Y es que 17 años después de los Acuerdos de Oslo la ANP no ha logrado una sola concesión del sionismo en la mesa de negociaciones.

Al contrario, su territorio continúa ocupado por Israel, que incumple sistemáticamente las obligaciones de potencia ocupante, continúa aumentando constantemente la ilegal construcción de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, al extremo que del mermado territorio que conservaba Palestina antes de la guerra de 1967 apenas quedan jirones. Israel mantiene a miles de palestinos, entre ellos niños y mujeres, en sus prisiones por reclamar los derechos de su pueblo. Sin contar el genocida bloqueo a Gaza, las operaciones de castigo estilo nazi como «Plomo Fundido» y los asesinatos, maltratos y despojos de sus bienes de que son objeto niños, mujeres, ancianos -toda la población civil palestina- por las fuerzas armadas israelíes, en un derroche de la tecnología militar más moderna proporcionada gratuitamente por Estados Unidos ser usada contra una población indefensa.

Es una broma de mal gusto que a estas alturas Obama se apresure a circular un proyecto para que por enésima vez palestinos e israelíes se sienten a conversar con tal de impedir que la ANP presente a la AG la propuesta de reconocimiento del Estado palestino. Sólo un enajenado no se daría cuenta de que si Israel ha podido burlarse hasta ahora de las resoluciones de la AG y el CS sobre Palestina y simular que negocia la paz mientras profundiza y amplía su política colonial y de agresión contra los pueblos árabes, es gracias al apoyo incondicional de Washington. Esto incluye, desde luego, el uso del antidemocrático veto en el CS para impedir la más leve medida contra la entidad sionista.

En nada cambiará la amarga situación del pueblo palestino la próxima votación en la AG, pero significará la reivindicación en ese cuerpo del derecho palestino a la libre determinación, también que la ANP tendrá un mayor acceso a las instancias de la ONU y el derecho a presentar temas ante el Tribunal Internacional de La Haya. Será también una victoria y un reconocimiento moral muy merecido para uno de los pueblos más ejemplares y tenaces de la lucha de liberación nacional.

Pero los vientos no soplan a favor de Washington y Tel Aviv en Medio Oriente, sino de los pueblos, como demuestran las rebeliones árabes. Israel ya no tiene un aliado fiel en Egipto como en tiempos de Mubarak. Se acabó el amigo con el que contaba en Ankara, que poco menos que ha roto sus relaciones con Tel Aviv debido, entre otras razones al asesinato de sus ciudadanos en la Flotilla de la Dignidad y la arrogancia posterior de Netanyahu. América Latina, por su parte, demostrará en la votación de la AG el grado de independencia de la política exterior de Washington a la que han llegado la inmensa mayoría de sus países. Solo Colombia ha anunciado su voto en contra. Se espera a México, que no ha revelado su postura.

rCR