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Palestina, Mahatma Ghandi y Desmond Tutu

Fuentes: La Nueva España

En 1947, por intereses e imposición británica, estadounidense y de los lobbies judíos, Naciones Unidas aprobaba el plan de partición de Palestina dividiendo sus 27.000 Km. cuadrados en dos mitades, una para los palestinos y otra para los judíos sionistas y, así se inventaba el artificial Estado de Israel en contra de la letra y […]

En 1947, por intereses e imposición británica, estadounidense y de los lobbies judíos, Naciones Unidas aprobaba el plan de partición de Palestina dividiendo sus 27.000 Km. cuadrados en dos mitades, una para los palestinos y otra para los judíos sionistas y, así se inventaba el artificial Estado de Israel en contra de la letra y del espíritu de la Carta de Naciones Unidas. El relevo imperial hacía que la colonia palestina pasara de británicos a estadounidenses. Desde 1918 las masacres de decenas de miles de palestinos a manos de los británicos, como respuesta a sus continuas sublevaciones, fueron la tónica de aquel periodo y, con todo ello, la necesidad del imperio de una renovación de las pautas coloniales en toda la zona, que determinaron el cambio del modelo tradicional de colonización caduco e imposible ya de mantener.

Durante todo el pasado siglo, las confrontaciones alcanzaron un nivel de virulencia en todo el mundo, que apenas hubo país donde las víctimas no se contaran por millones, pocos se libraron de la barbarie y no se escatimaron víctimas, civiles o no. La población de numerosos países ha sido mártir y no cabe hacer parcelas de exclusividad y protagonismo donde tantos países y pueblos sufrieron lo mucho que a cada uno les tocó. Los holocaustos fueron cientos y continúan aún. Pretender su exclusividad no es ni serio ni histórico y mucho menos justificado el repetirlo, como el gobierno israelí está haciendo.

Volviendo a finales de1947, la comunidad judío sionista solo poseía un 5,5% del territorio palestino, incluidas las concesiones británicas. La mayoría eran palestinos árabes de diversas etnias y confesiones religiosas, incluida la minoría judía, pero con una forzada e importante inmigración de judíos planeada por el mandato británico norteamericano de ocupar las entrañas de Oriente Medio en el corazón del mundo árabe, que constituía y constituye la mayor población y cultura semita existente. El hebreo y su población judía parlante, casi inexistente entonces, apenas llaga actualmente a los cinco millones.

En 1948 se produce lo que los palestinos han denominado como «Al Naksba» (El Desastre) a manos de la invasión sionista. Dos tercios de la población, 804.787 palestinos, son desterrados de sus casas y tierras, o asesinados y, 531 pueblos o aldeas son destruidas, con lo que se apoderan del 78% de Palestina. Los ocupantes, a todo esto y sin ningún rubor, lo han llamado la guerra «árabe israelí». Así se inicia el éxodo a los campos de refugiados y que hoy Naciones Unidas contabiliza en 4,2 millones, repartidos en los países limítrofes de Líbano, Jordania, Siria y en la mitad del 22% inicial de lo que era Gaza y Cisjordania, cercadas y sitiadas militarmente por los israelíes.

Desde entonces, las cosas han ido a peor (pseudo-elecciones aparte). El gobierno israelí continúa burlando a Naciones Unidas y a los tribunales internacionales, amparado y financiado siempre por el Bush de turno.

Cuando el obispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, visitó Jerusalén, comparó la situación de los palestinos con el aparheid que él mismo había vivido en Sudáfrica y, esto sin hacer referencia a Gaza ni otros campamentos de refugiados palestinos.

Mahatma Ghandi, ya en 1946, reprueba a los dirigentes israelíes y comenta que él pensaba que la adversidad sufrida, podría haberles enseñado lecciones de paz y se pregunta que cómo es que ellos que dependen de los dólares norteamericanos y de las armas inglesas para forzar su entrada en una tierra en la que no son bien recibidos y, termina: «¿Por qué deben [los judíos] recurrir al terrorismo para hacer posible la expropiación de Palestina?»

La Agencia de Naciones Unidas UNRWA, creada en 1950, para los refugiados palestinos, habla de «refugiados, de campos, y de concentrados». Inconscientemente, ¿No estarán diciendo? «palestinos en campos de concentración» ya que de hecho así es la realidad. Después de 56 años de atropellos, con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, art. 5, los crímenes: de genocidio, lesa humanidad y de guerra, definen bien la situación y, con ocho millones de palestinos en condiciones inhumanas y de humillación, queremos -quieren- construir la paz y que además se callen ¿Será posible el silencio y la paz? ¿La de ellos y la muestra? Seguramente no, desde luego la nuestra no, al menos la de nuestras conciencias.