“El problema no es el islam en sí mismo, sino el marco a través del cual Occidente decide interpretarlo…” Edwar Said.
La realidad social y política de Medio Oriente ha sido presentada históricamente como un espectáculo en el cuál la distancia no es sólo física, también cultural, y esto ha jugado a favor de las potencias occidentales que desean controlar la región, partiendo de un principio: no es lo mismo ver caer bombas sobre París, que ver caer bombas sobre Beit Lahia o Bait Hanoun, localidades ubicadas en el norte de Gaza.
En tal sentido, cada vez que se habla de Medio Oriente, parece hablarse de los exóticos escenarios de las mil y una noches, convirtiéndose todo en un discurso estereotípico, estableciendo una idea respecto a lo que es y no es aquel territorio distante. En esta misma línea, pareciese existir un marco a partir del cual los medios hegemónicos describen lo que ocurre, lenguaje neutral e imágenes que atraen más por el morbo y violencia explícita que por su capacidad informativa.
Así, se puede afirmar que Medio Oriente se ha convertido en un área de experimentación, donde la aparente existencia de una línea eterna de violencia legitima cualquier tipo de acción bélica.
7 de octubre de 2023
Esta fecha representa una nueva temporalidad en el historial del cubrimiento periodístico en Medio Oriente, los primeros titulares al respecto señalaban un sangriento enemigo, HAMAS, cuando se habla de esta región parece ser más fácil utilizar siglas que confunden al público para evitar el uso de nombres que podrían tener una connotación política mayor, en este caso, se habla del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMÁS) que se enfrentaba a un humilde estado, Israel.
Los medios hegemónicos ya tenían clara la configuración “malo” y “bueno”, tal vez les faltaba identificar al feo. La BBC publicó el 8 de octubre “Israel intensifica su contraofensiva en Gaza y lanza ataques de artillería en Líbano”, la imagen cabecera de la nota muestra una bola de fuego en un paisaje indescifrable y como pie de foto añaden: “Fuerzas israelíes bombardean Gaza en respuesta al ataque de Hamás. Es evidente que quién había causado todo era HAMÁS, las acciones hacían parte de una contra-ofensiva, una respuesta al salvaje accionar palestino, en adelante se mencionan algunos datos y se centra la visión en las victimas israelíes, en ningún momento se habla sobre las acciones que Israel ha llevado a cabo contra el pueblo palestino en los últimos 77 años.
Al realizar un recorrido por los medios más consultados en occidente, se encontrarán posturas similares y, dentro de estos medios “neutrales”, no podrían faltar los principales medios colombianos, por ejemplo, Revista Semana: “Es la más violenta, la más sangrienta y la que tomará más tiempo”: excanciller Julio Londoño analiza en Semana la guerra entre Israel y Palestina”. Evidentemente se da una consideración clara de ubicar por encima del pueblo palestino al israelí, aclarando inclusive que existieron “fallas protuberantes en la inteligencia israelí” para que se pudieran realizar dichos ataques.
La falta de neutralidad es evidente, de hecho, en noviembre de 2023 el Relator Especial de la ONU, Michael Lynk, describió el proceso como un genocidio. Sin embargo, este término parece estar resguardado ideológicamente para otro tipo de enemigos, no para israelíes que asesinan a civiles palestinos. Así mismo, la llamada “comunidad internacional”, ha preferido hacer caso omiso a cualquier tipo de declaración contraria a decir que HAMAS es el malo e Israel es el Bueno.
Intervencionismo, las potencias en acción
Según datos publicados por Euronews, el presupuesto anual de HAMÁS se estima en 1.000 millones de dólares al año, dinero que debe distribuirse entre los gastos de la Franja de Gaza y las operaciones militares. Por su parte, Israel cuenta con un presupuesto en defensa aproximado a los 23.400 millones de dólares. Si se basa un análisis únicamente en la perspectiva económica se podría afirmar que el enfrentamiento se da entre una fuerza veintitrés veces mayor que todas las posibilidades económicas de HAMÁS, lo que debería estructurar un discurso diferenciador, sin embargo, esto no ocurre.
Potencias como Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido, quienes ideológicamente se autodenominan defensores de los derechos humanos, cuentan con acuerdos militares que posibilitan a Israel el uso militar de millones de dólares, elemento que ha sido criticado, generado multitudinarias manifestaciones. Por su parte, el apoyo militar con el que cuenta HAMÁS se reduce al financiamiento y suministro de armas de Irán y Líbano, países que no cuentan con una alta incidencia global.
El experimento
Se demuestra, una vez más, que la lucha por el consenso de las masas se da de manera constante, los conglomerados mediáticos como la Warner Bros, dueña de CNN o Paramount Global, dueña de la CBS e inclusive el Estado de Reino Unido que posee la BBC, han dictado de antemano la posición occidental sobre el genocidio en Gaza y las agencias de prensa como EFE y AP, han mantenido dicho discurso.
Este accionar no sólo ha establecido un silencio global ante las violaciones de derechos humanos vistas en Palestina, también han reforzado una estructura de distanciamiento entre la población occidental y la población no occidental, pues pareciera que viven y han vivido en un estado de guerra constante y allí ya es “costumbre” morir bajo las bombas de alguna potencia extranjera. Pareciera que las imágenes que surgen del conflicto no son más que piezas cinematográficas planeadas con cautela para generar las emociones correctas, nunca tristeza o empatía con el pueblo palestino.
Allí radica el experimento, los medios con la más alta audiencia, reproducen y fortalecen un mensaje que ha sido enviado desde las cruzadas cristianas en los siglos XI y XIII hasta nuestros días; no es algo nuevo, al contrario, se ha visto fortalecido históricamente y ha beneficiado y promovido el racismo y junto a ello, la legitimación de la exterminación del pueblo palestino.
Juan Sebastian Sabogal Parra, miembro del Colectivo de Maestros Leonardo Posada Pedraza – William Agudelo.
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