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Fondo Centroamericano para Mujeres

Para que las mujeres jóvenes construyan movimiento

Fuentes: Diagonal

El Fondo Centroamericano para Mujeres (FCM) es una iniciativa destinada a mujeres jóvenes de la región para promover sus derechos en un contexto de pobreza y discriminación económica.

Ana Criquillón dirige el Fondo Centroamericano para Mujeres (FCM), la primera fundación dedicada a incentivar a grupos de mujeres jóvenes que promueven sus derechos económicos, sociales, culturales y políticos en una región donde el 70% de la población tiene de 16 a 30 años. Criquillón asistió en Madrid a una tertulia organizada por la Asamblea Feminista y ACSUR-Las Segovias en la que habló de la situación del feminismo en Nicaragua.

Francesa emigrada a Nicaragua hace más de 30 años, Criquillón ha vivido la evolución del movimiento desde la creación en 1970 de la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE), vinculada al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y que formuló las primeras reivindicaciones de los derechos de la mujer. Tras la Revolución Sandinista de 1979, hallaron serias dificultades para integrar el feminismo en el FSLN, que se limitó a crear la Oficina de la Mujer, controlada por AMNLAE, fiel seguidora de sus directrices. En 1987, a propuesta de mujeres vinculadas a la Asociación de Trabajadoras del Campo, que agrupaba las obreras agrícolas del país, surgieron Secretarías de la Mujer en varias organizaciones de masas, espacios «más radicales en sus demandas feministas, que reivindicaban que se reconociera el liderazgo y la agenda de las obreras» y, en los ’90, grupos descentralizados al margen del liderazgo de AMNLAE. Pese a heredar «una cultura política militar y conspirativa y cierta nostalgia del centralismo democrático, el movimiento es popular y diverso, desde las mujeres de los sindicatos a las obreras e indígenas, pero dejamos al margen temas como las diferencias de clase, el indigenismo o la realidad de las afrocaribeñas. Hablábamos por todas sin saber qué vivían las de la Costa Oeste y se sentían discriminadas con razón».

También emerge «un movimiento lésbico, gay, trans y bisexual (LGTB) que va creciendo y fortaleciéndose: hay ocho o nueve grupos de lesbianas en toda la región, aunque dependen de organizaciones mixtas donde viven discriminación y los grupos feministas aún no las reconocen, y ha surgido una organización intermunicipal de transexuales con 400 integrantes, algo muy positivo, porque viven una discriminación económica total».

Influencia de partidos

Además, se da una «división cíclica del movimiento por los procesos electorales». En noviembre de 2006, el FSLN volvió al Gobierno con el apoyo de la derecha liberal a cambio de contrapartidas como derogar el aborto terapéutico (AT), previsto en los casos en que peligre la vida de la madre, tras una campaña de desinformación: «Ibas al supermercado y encontrabas mantitas con la leyenda «Mamá, no me matés»; hablabas con mujeres que llamaban asesinas a las partidarias del AT, les preguntabas si reconocían el derecho a abortar en caso de que la mujer pueda morir y te decían que sí. ¡Y el AT es precisamente eso!». El alineamiento con los partidos condicionó la respuesta: algunas mujeres de AMNLAE eran contrarias al AT; el Movimiento Autónomo de Mujeres, una de las voces homogéneas del feminismo nicaragüense, se identificó con el Movimiento de Renovación Sandinista (MSN), escindido del FSLN, porque también estaba contra el pacto entre FSLN y liberales y acabó aliándose con él, lo que provocó una fuerte oposición interna y una escisión en el movimiento.

Ante tal división, la campaña contra la derogación del AT se perdió». Entretanto, 45 mujeres han muerto desde noviembre al no poder recurrir al AT.

Que las jóvenes participen

Una prioridad del FCM son los derechos sexuales y reproductivos, ya que «la Iglesia católica considera Centroamérica el último bastión en temas como el aborto» y el VIH-Sida está repuntando en Nicaragua y Honduras, «sobre todo en mujeres jóvenes casadas que no pueden negociar relaciones sexuales seguras». Además, luchan contra la discriminación laboral «formal y la de la economía sumergida, en el trabajo doméstico, y apoyamos la promoción de derechos de trabajadoras sexuales».

Con Semillas (Fondo de Mujeres de México) quieren apoyar la red de solidaridad con las maquiladoras y grupos como el Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas María Elena Cuadra de Nicaragua o el Comité de América Latina y el Caribe para los Derechos de la Mujer (CLADEM), alentando una mayor participación de las jóvenes. Y, más allá de que los grupos «se vayan construyendo», buscan «la interrelación entre las organizaciones de jóvenes y adultas para romper la brecha generacional».

Definiendo la agenda desde abajo

La filosofía del FCM es recaudar y redistribuir fondos privados para el interés público, a partir de las necesidades que identifican las mujeres de las propias comunidades. Según Criquillón, «el aporte de la cooperación internacional es determinante para el feminismo nicaragüense, porque no había recursos propios. Eso nos permitió crear instituciones y ONG feministas, pero a la vez la cooperación internacional presionaba cada vez más nuestra agenda y se criticaba la ‘oenegeización’ del movimiento. El problema no es tanto la institucionalización sino la autonomía financiera.

En 2000 retiraron los fondos a las ONG y al Gobierno y entramos en una profunda crisis. «El Fondo, creado en 2003 con un capital inicial de 20.000 dólares, apoya a unos 56 grupos y quiere llegar a los 120 en 2010. Prioriza a las «mujeres jóvenes rurales, indígenas, trabajadoras sexuales, que aborden el sida… Puede haber hombres o adultas, pero las jóvenes deben ser mayoría» La selección de los proyectos es colectiva: cogen las propuestas aceptadas con el resumen básico del proyecto sin el nombre de la organización demandante y mandan los textos a todas las organizaciones que optan a la subvención para que escojan la que les parezcan mejor. Ningún grupo puede votarse a sí mismo. Luego se organiza un taller para planificar el proyecto. Criquillón explica que, además de coherente, la selección de abajo a arriba es efectiva y acorde con las demandas más urgentes.