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París refugio de criminales de guerra

Fuentes:

El día viernes, 4 de marzo, el periódico israelí Yehdot Ahranot publica en su suplemento semanal, una entrevista a Robert Hatemi, conocido con el apodo «Cobra», el ofidio está tatuado en su brazo izquierdo. Él goza del estatus de exilado político temporal en Francia. Las autoridades no llegaron a otorgarle el estatus completo debido a […]

El día viernes, 4 de marzo, el periódico israelí Yehdot Ahranot publica en su suplemento semanal, una entrevista a Robert Hatemi, conocido con el apodo «Cobra», el ofidio está tatuado en su brazo izquierdo. Él goza del estatus de exilado político temporal en Francia. Las autoridades no llegaron a otorgarle el estatus completo debido a su largo historial de asesinatos individuales como colectivos que realizó en El Líbano. Veamos un resumen de sus confesiones en la mencionada entrevista.

Ha estado al lado de Ely Hubaiqa durante dos décadas como jefe de su cuerpo de seguridad. Como tal fue reclutado por el Mosad israelí. Hubaiqa fue el jefe de la Inteligencia de la Falange libanesa durante la Guerra Civil en el país levantino.

Sobre los cuatro diplomáticos iraníes secuestrados durante la Guerra Civil Hatem afirma que fueron asesinados; «hay una gran probabilidad de que yo haya disparado contra uno de los cuatro diplomáticos iraníes, el que se llamaba Metuslian. Los cuatro diplomáticos murieron, esto es un hecho seguro. Sus cuerpos fueron arrojados en cuatro pozos de cal cercanos al Cuartel General de los falangistas. Al mes de enterrarlos, Hubaiqa ordenó la inmediata limpieza de estos pozos. Cuatro camiones se encargan de trasladar el contenido de los cuatro pozos, incluidos los cuatro cadáveres al monte Scantah, en el norte del país, todo el contenido fue arrojado en un profundo valle, que desde entonces le dimos el nombre del Valle de las Calaveras».

Robert Hatem es muy jactancioso, alega que con sus propias manos mató a alrededor de 400 personas, pero junto con otros de su organización los ejecutados fueron alrededor de tres mil. Esto incluye a sirios, palestinos y oficiales del ejército libanés que fueron detenidos y se le encargó interrogarles. Según Hatem ninguno salió con vida. Hatem añade que cuando las cárceles de La Falange se llenaron de miles de detenidos y se deseaba efectuar una limpieza, no dudó en realizarla personalmente. Hatem explica que se sentía cierto placer al contemplar a sus víctimas llorando y suplicando que les dejara con vida. Añade que la suplica era inútil, ya que él, con su mágnum le era suficiente darle a cada uno un solo disparo que le abría un amplio agujero en la espalda o en la cabeza.

«Cobra» se afilió a La Falange en 1975, no tardó mucho en integrarse a la Unidad 104, una unidad secreta de La Falange que tuvo su entrenamiento militar en Israel y el Sur libanés. Él mismo visitó Israel más de una veintena de veces. Era persistente en el envío de sus hombres a Israel para su entrenamiento a manos de los oficiales del Shabak (el cuerpo de seguridad israelí). Según Robert Hatem, él mismo participaba en la protección personal a Ariel Sharon cada vez que llegaba a El Líbano y alega que el personaje israelí no se sentía seguro más que teniéndole a su lado. Cuando se le pregunta sobre la masacre de miles de palestinos en Sabra y Chatila, no duda en exteriorizar su orgullo de haber participado en la matanza.

Otra de sus jactancias es el haber servido a su jefe en el secuestro de una cantidad indefinida de jovencitas y mujeres que le gustaban a Ely Hubaiqa. Pero cuando sintió miedo de que los sirios le puedan pedir cuentas, aprovechó sus relaciones con la inteligencia francesa y se refugió, en 1997, en París. Las autoridades francesas, conociendo su largo historial de crímenes de guerra se negaron a otorgarle un exilio político permanente pero alegando el Convenio de Ginebra que pide la no devolución de ninguna persona a un país donde puede enfrentar la pena de muerte ¡le otorgaron un exilio político temporal!

El presidente francés junto con el de EE.UU. presionaron al Consejo de Seguridad de las NNUU para emitir la resolución 1559 que exige la retirada siria del país de los cedros. Para tal efecto alegaron el deseo de salvar la democracia libanesa, la protección de los Derechos Humanos, etc. de modo tal que nuestra «democrática y humanista figura» pudo participar en la manifestación realizada en la capital francesa, frente a la Embajada siria exigiendo la inmediata aplicación de la resolución 1559.