La Universidad Católica de Ávila constituyó un escándalo desde su creación; si esta universidad se pudo crear lo hizo al amparo de los acuerdos con la Santa Sede ya que no se constituyó -en un principio- como una universidad privada común, sino que se erigió como una universidad canónica.
En realidad, fue una estratagema para evadir los requisitos que entonces se exigían para aprobar la creación de universidades; en este primer pecado original colaboraron el Ayuntamiento de Ávila- Ángel Acebes era su alcalde -la Caja de Ávila y el Obispado, donde Cañizares era entonces titular y principal impulsor de la Universidad Santa Teresa de Ávila, después denominada Universidad católica.
La universidad católica de Ávila se creó, además, con recursos financieros y facilidades tanto de la Caja de Ávila como del Ayuntamiento. El Obispado fue incapaz de impulsar este proyecto de universidad católica por sí solo, pero, en el año 2007, el logra salvar, con la Ayuda del Ayuntamiento de Ávila, la universidad católica celebrando un acuerdo con la extraña Fundación Tellamar, instrumento del aún más extraño «Instituto secular de las cruzadas de Santa María» para que gestionen esta Universidad a punto de extinguirse.
Después de diversas restructuraciones y despidos de una parte de la plantilla, esta universidad fue beneficiada por la puesta en marcha de los estudios on line y la cesión en uso de las instalaciones del antiguo colegio de huérfanos ferroviarios por 40 años, del cual es propietario la Diputación de Ávila. En la actualidad este chiringuito universitario imparte una docena de grados y tiene cerca de 8000 alumnos la mayoría de los cuales lo hacen on line aunque ya a tiene cerca de 1500 alumnos presenciales.
La Universidad Católica de Ávila, por la que nadie daba un duro y de la mano de las infatigables Cruzadas de Santa María avanzan en la captación de alumnos on line al tiempo que firman multitud de convenios con instituciones varias y acarician grandes expectativas para su universidad presencial; estas Cruzadas de Santa María están presentes en diecinueve diócesis de España y en más de 15 países en todo el mundo, y tienen decenas de residencias de estudiantes, ONGS y proyectos apostólicos diversos, todos ellos ultra reaccionarios; en el año 2024 han culminado otro pelotazo urbanístico de la mano de la Diputación de Ávila ya que, a finales del mes diciembre, han adjudicado más de 130.000 metros cuadrados a esta Universidad además de uno de los edificios mastodónticos más característicos de la ciudad, el Colegio de huérfanos ferroviarios, de 12000 metros cuadrados, mediante un procedimiento de licitación pública hecho a la medida de las Cruzadas y sin apenas protesta de unos políticos que han medio regalado por 15 millones de euros lo que podría alcanzar un valor tres veces superior.
También en Ávila y también en el año 2024 han adquirido, por un precio no conocido, el emblemático edificio central administrativo que perteneció a la extinta Caja de Ávila “La Calera” de casi 6000 metros cuadrados y que estaba anunciado por un precio de 12 millones de euros; para Lydia Jiménez, directora general del Instituto Secular Cruzadas de Santa María, «muchos de nuestros jóvenes tienen trastornos mentales, falta de adaptación, falta de sentido, no es que sean enfermos mentales, sino que tienen alguna falta de adaptación en el ambiente por el bombardeo de ideologías o la caída de algunas ideologías que durante tiempo les han fascinado«; también estas Cruzadas están comprando varios conventos para transformarlos en residencias, como el histórico monasterio de Gracia que las Agustinas les han cedido por 50 años y han emprendido obras de reforma para abrir un centro de espiritualidad.
Estas cruzadas se están convirtiendo en toda una fuerza económica en Ávila y el diario principal de la ciudad, el “Diario de Ávila” parece postrado a sus pies ya que, en palabras de su director, las Cruzadas están dando otra vida a la ciudad y servirán para “la reconstrucción de los valores de la sociedad desde la juventud y la institución familiar”
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