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Pensar en la jubilación…

Fuentes: La Guerrilla Comunicacional

¿Cuándo y cómo puedo jubilarme?

El cuándo y el cómo nos podemos jubilar está recogido en la ley de pensiones del 2013, que continua en vigor sin modificación alguna, y que pretende ajustar diversos parámetros para determinar  si tenemos el derecho, o no, a nuestra pensión de jubilación. Estos ajustes se deben a los cambios progresivos que esta norma establece de forma gradual cada año, incrementando los años trabajados para determinar la edad de jubilación. El estudio para determinar la posibilidad de una pensión, en su modalidad y en su cuantía, se asemeja a hacer un traje a medida, en muchos casos sin una materia prima adecuada que garantice una pensión para permitirnos vivir dignamente. Comentaros que las pensiones más bajas son las correspondientes a la mujer, porque a pesar de haber trabajado en las diferentes tareas que le han sido asignadas a lo largo de su vida, solo se recogen en su vida laboral los trabajos realizados para empresas o bien por cuenta propia que son la minoría. Y cuando lo han hecho por cuenta propia, casi siempre ha sido al lado del cónyuge titular del negocio pasando a ser un «familiar colaborador», tal y como se le define laboralmente. En definitiva, dicha norma lo que pretende es alargar la edad ordinaria de jubilación de 65 a 67 años, como todos sabemos, y sobre todo minorizar el importe resultante de la pensión.

En estos meses he  atendido a muchas personas con edades próximas a la de jubilación, supongo que fruto de la situación social actual que ha tocado fondo para ellos, como los paros y cierres de empresa, la disminución de actividad y la suspensión de empleo por expediente de regulación temporal, sin saber exactamente dónde y cuándo llegaremos al final del túnel. Estas personas trabajadoras, especialmente entre  los 60 y 65 años, manifiestan una necesidad imperante de abandonar su trabajo después de una larga carrera laboral, o corta,  es indiferente. A la gran mayoría se les ve envueltos en unos estados de ánimo demoledores, reflejando actitudes de inquietud, dudas, prisas y desasosiegos en poder acceder a esa pensión de jubilación que tanto desean, ya que a sus 60 años o más, ya no ven otra opción a la de seguir trabajando. Esa necesidad de abandonar  la vida laboral, en algunas de ellas viene determinada por tener unas condiciones laborales en las que después de años ocupando el mismo lugar de trabajo, y creyendo que conocían su trabajo al dedillo, dándoles una seguridad antes no vivida, de pronto se han visto alterados por la entrada de las nuevas tecnologías informáticas, y de la mecanización del trabajo, modificando sus formas de trabajar y que a la gran mayoría les son difíciles de afrontar. O bien, porque sus puestos de trabajo se llevan bajo condiciones físicas duras de afrontar, o también por su alto nivel de concentración y precisión en procesos de producción.

Según información obtenida a mediados de enero de este nuevo año, en una formación específica en pensiones a cargo de un director provincial de Catalunya del Instituto Nacional de la Seguridad Social, este manifestó que las previsiones del estado español frente a las pensiones de jubilación actuales, y las que vendrán, son poco prometedoras para garantizar unas prestaciones que nos permitan cubrir nuestras necesidades básicas una vez pasemos el plano de inactividad laboral.

El escenario actual de la sociedad española contempla una esperanza de vida cada vez mayor. Según datos extraídos del I.N.S.S  en los años 60 los hombres tenían una esperanza de vida de 60 años y las mujeres de 72 años; en 1990 estos datos pasan a ser de 73 años los hombres y 80 años las mujeres, y actualmente 80 años los hombres y 85 las mujeres. En segundo lugar, hace años que el índice de natalidad ha ido disminuyendo continuamente convirtiéndonos en una población envejecida: en el año 2008 el número de nacimientos fue de 518.000, en el año 2013 fueron 424.000 y en 2018 fue de 370.000. Siendo mayoritariamente la población inmigrante quien ha aportado más nacimientos para que estos datos no fueran disminuyendo aún más, pero no lo suficiente para mantener una población joven.

No deja de ser cierto que los gobernantes anteriores y los actuales no hacen más que recordarnos la situación catastrófica en el tema de los fondos públicos destinados a las pensiones, también es cierto que la realidad que tenemos actualmente es de una elevada esperanza de vida, y una baja tasa de natalidad, y sin olvidar una crisis sistémica que arrastramos desde el año 2008. Y si nos pareció poco, parió la abuela para ser cuatro al aparecer el pasado marzo la crisis sanitaria fruto de la pandemia elevando un poquito más el gasto público.

Por mi experiencia práctica, sin grandes teorías y partiendo de un razonamiento lógico, si tenemos actualmente un 40’09% de la población joven de menos de 25 años sin empleo y por otra parte un elevado sector de la población en edad de jubilación, la solución al problema de unas y otras es tan sencillo como facilitar la salida del mundo laboral a este colectivo de trabajadores antes de alcanzar los 65 años y en su lugar emplear a estos jóvenes desempleados.

Pero tenemos un apunte interesante e importante cuando se habla de que la situación de desempleo que sufre el estado español es estructural porque «se mantiene constante a lo largo del tiempo y al que no se ha logrado hacer frente a través de las medidas de promoción de empleo. Se caracteriza porque sigue existiendo aunque se produzca una inflación de salarios o de precios constantes, (…) Muchos de los afectados son jóvenes que no tienen una formación adecuada, lo que les impide acceder a determinados puestos de trabajo» Decir que es estructural me preocupa porque entiendo que ha quedado ahí, y que probablemente ya sea algo intrínseco a nuestra sociedad, y por otro lado, me cuestiono de qué sirven los cursos de formación del SEPE dirigidos a las personas desempleadas y qué garantía les dan. Claramente ninguna… si realmente hubieran sido efectivos estos cursos para garantizar la ocupación seguramente no estaríamos hablando del elevado paro juvenil. Pero solo hay que escuchar a los respectivos gobiernos que nos hacen creer que han tratado de crear las medidas para solucionar este problema no reconociendo que sus acciones no han tenido los resultados esperados. Otra de las causas estructurales del desempleo juvenil dicen que es el abandono de los estudios, y yo me pregunto, ¿no será  porque no todo el mundo tiene la necesidad o el deseo de emprender una carrera universitaria sino iniciar una carrera laboral? Otra realidad es que las empresas continuamente desean reducir los costes laborales de sus trabajadores, por lo que celebran la pérdida de trabajadores que pasan a ser pensionistas porque su trabajo será asumido por el resto de la plantilla sin necesidad de ocupar otro nuevo lugar de trabajo.

Las perspectivas no son alentadoras. En este primer trimestre del año se van a determinar nuevas medidas que van a endurecer el acceso a las pensiones anticipadas, porque sin lógica alguna quieren promover alargar la edad de jubilación con prometedores incentivos, es decir unos incentivos que no podremos seguramente tener porque apurar nuestros días de vida trabajando el siguiente salto será pasar a otra mejor vida: la muerte, por asfixia laboral.

No podemos permitir que se nos vulnere este derecho a vivir libres de ataduras laborales en la última etapa de nuestras vidas. Nuestros antepasados fueron esclavos de su amo y nosotros seguimos siendo sumisos esclavos del nuevo amo del máximo rendimiento, de la competitividad, de los beneficios y la rentabilidad. Y nuestros descendientes serán oprimidos con otros modelos de amos, siempre bajo el control del capital dominante, perpetuándose la esclavitud entre la raza humana de camino a la miseria y a la pobreza, si no avanzamos hacia otra nueva sociedad.

Fuente: https://miraicrida.org/miraicrida/es/2021/02/02/pensar-en-la-jubilacion/