Aunque en los últimos años creció el salario promedio, este indicador sigue desconectado de su función esencial que es permitir al trabajador cubrir sus necesidades.
Edelmira Santos considera positiva la elevación de la cuantía mínima de la seguridad social en Cuba, pero su situación sigue sin cambios: los 285 pesos que recibe por concepto de jubilación se le esfuman de las manos antes de finalizar el mes.
«Sobrevivo gracias a la ayuda de mis tres hijos, quienes a pesar de tener sus familias siempre me dan algo de dinero, productos alimenticios y de aseo», comenta la anciana de 78 años, residente en el municipio capitalino de Centro Habana.
En noviembre, el gobierno elevó a 242 pesos cubanos (CUP, equivalentes a 9,70 dólares o pesos convertibles (CUC), la pensión mínima por concepto de jubilación.
Según las autoridades, la medida beneficia a 445.748 personas jubiladas protegidas por el régimen general de seguridad social. Con anterioridad, la cuantía mínima de las jubilaciones era de 200 CUP.
Desde hacía una década el gobierno no aumentaba la tasa mínima de los retiros. En 2008 el entonces presidente Raúl Castro decretó un aumento de un 20 por ciento de las pensiones de jubilación y asistencia social. En aquel momento, el monto correspondiente a las prestaciones más bajas de este tipo era de 164 CUP.
Santos, que vive sola y quedó al margen de los incrementos, explicó que con parte de su mensualidad adquiere la cuota mensual de alimentos subsidiados y racionados por la libreta de abastecimiento, pero que apenas satisfacen las necesidades de dos semanas.
«El resto del mes hay que hacer «magia» para comprar en los mercados agropecuarios», deprimidos por la escasez de viandas, hortalizas y frutas y un alza en los precios, «así como en las shopping», como se conoce popularmente a las tiendas recaudadoras de divisas donde el gobierno oferta productos a precios elevados, comentó.
«Un kilogramo de leche en polvo me cuesta 5,20 CUC o 130 CUP, una botella de aceite 50 CUP, un kilogramo de muslos de pollo 45 CUP y el puré de tomate 33 CUP», contó la mujer, que si bien se beneficia de la gratuidad del sistema cubano de salud, debe comprar sus medicamentos para la hipertensión y diabetes que sufre, además de los gastos de electricidad, agua, gas y teléfono.
Esos servicios son subsidiados por el estado, pero suman, en promedio, alrededor de 25 pesos en la factura mensual de Santos, que consideró «una suerte» que la atención médica y hospitalaria sea gratuita.
Igual ocurre a Clotilde Santiesteban y Aníbal Vázquez, un matrimonio de exprofesores jubilados residentes en la ciudad de Holguín, a unos 750 kilómetros al este de La Habana.
Ambos confirmaron a la redacción IPS Cuba vía correo electrónico que reciben pensiones de 270 y 305 CUP, respectivamente, que «apenas alcanzan para pagar las cuentas de la casa, comprar medicinas y los víveres de la libreta racionada de abastecimiento».
Santiesteban, diabética, hipertensa y con padecimientos del corazón, dijo que emplea de 140 a 150 CUP en medicinas.
Ambos poseen dieta médica y deben consumir productos como frutas, pollo, malanga o leche «que compramos gracias al dinero (unos 100 CUC) que cada tres meses más o menos nos envía nuestra hija residente en España. No imaginamos como lo hacen quienes no tengan algún familiar o amigo que les envíe alguna remesa», comentaron.
Al anunciar el incremento a las pensiones mínimas, la viceministra de Trabajo y Seguridad Social, Yusimí Campos, dijo en conferencia de prensa que «la medida aplicada constituye un anticipo parcial a la que se debe realizar para organizar los salarios, las pensiones y las prestaciones de la asistencia social en el país».
«Estos incrementos, que tienen un costo anual para el Presupuesto del Estado de 224 millones de pesos, están dirigidos a mejorar modestamente el ingreso de las personas y núcleos familiares de menor poder adquisitivo y son un anticipo parcial de las medidas que se adoptarán para ordenar la situación de los salarios, pensiones, prestaciones de la asistencia social, subsidios y gratuidades», explicó, a su vez, el presidente Miguel Diaz-Canel, en su discurso de cierre del último periodo de sesiones del parlamento cubano, el 22 de diciembre.
Salarios en espera de novedades
En las conversaciones del ciudadano cubano común, redes sociales y hasta en foros académicos, afloran de manera asidua preocupaciones por la cíclica escasez de productos de primera necesidad y el alza en los precios de los alimentos y servicios en este país caribeño de 11,2 millones de habitantes.
Algunos foristas reclaman análisis serios en los medios de prensa nacionales sobre la creciente brecha entre las personas según sus ingresos, así como del real poder adquisitivo del salario.
Asimismo, se percibe en la ciudadanía la incertidumbre con respecto al momento en que los dividendos por concepto del trabajo o la jubilación sirvan para sufragar gastos más allá de los alimentarios, y permitan satisfacer otras necesidades que garanticen una vida más plena y digna.
Desde 2010, diversas decisiones gubernamentales han favorecido la expansión del sector cooperativo y privado donde tienen empleo alrededor de 1,3 millones de trabajadores, quienes han experimentado mejoras en sus ingresos.
No obstante, aún son empleados del Estado dos tercios de las 4.474.800 personas que integran la población económicamente activa, según datos del ministerio de Trabajo.
De acuerdo con el más reciente informe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), al cierre de 2017 el salario medio en el país era de 767 CUP.
Lo anterior ratifica una tendencia al alza de este indicador, desde los 471 CUP en 2013 hasta los 740 CUP registrados en 2016.
Camagüey y las provincias orientales -a excepción de Holguín-, continúan siendo los territorios con los salarios medios más bajos del país, inferiores a los 685 CUP.
Guantánamo, con 624 CUP, decreció en nueve pesos los ingresos con respecto al año anterior y se encuentra incluso por debajo del municipio especial Isla de la Juventud (683 CUP).
En 12 meses, el salario aumentó uno o dos pesos en provincias como Santiago de Cuba (659 CUP), Granma (677 CUP), Camagüey (680 CUP), Las Tunas (688 CUP) y Holguín (731 CUP).
Ello contrasta con la situación de la capital, el territorio donde se localiza el mayor salario del país (848 CUP) y donde más creció (72 CUP) con respecto al año anterior.
La Habana superó a las provincias de Ciego de Ávila, Matanzas y Villa Clara, donde en 2016 se localizaron los salarios más altos, pero que ahora registraron avances casi nulos en el indicador. En el caso de Matanzas, el salario promedio decreció de 806 a 780 CUP.
Sobrepasan la media nacional, además de La Habana: Ciego de Ávila (818 CUP), Pinar del Río (813 CUP), Villa Clara (808 CUP), Artemisa (782 CUP) y Matanzas (780 CUP).
Por sectores, sobresalen la Industria azucarera (1.236 CUP, 10 menos que el año anterior) y Explotación de minas y canteras (1 219 CUP), apenas un peso más.
A la zaga se mantienen los Servicios comunales (532 CUP), Cultura y deporte (531 CUP), Hoteles y restaurantes (546 CUP, 10 menos que el año anterior), Administración pública, defensa, seguridad social (549 CUP) y Educación (533 CUP), similar al año pasado.
Aunque Salud pública y asistencia social se ubican por encima de la media (833 CUP), la cifra sigue por debajo de los 850 CUP registrados en 2015.
Especialistas advierten de la incapacidad actual de un salario de nivel medio para cubrir las necesidades básicas de quienes trabajan y sus familias. Se requiere mucho más que un ingreso salarial para poder hacer frente a esas necesidades.
Varios economistas estiman que el salario mensual medio debería aumentar al menos hasta los 2.800 pesos para complementar la canasta básica con productos agrícolas y los que ofertan las tiendas en divisas, donde el CUC equivale a 24 CUP.
Los investigadores reconocen que el asunto se hace más complejo por los bajos ritmos de crecimiento de la economía, la poca productividad, el envejecimiento poblacional, el elevado monto para la importación de alimentos y la dualidad monetaria con varias tasas de cambio que distorsionan el sistema de precios, entre otros factores.