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¿Pero vas a celebrar el Día de la Independencia de Israel?

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Nes Ammim rechazó el pedido de una pareja árabe israelí que quería unirse a la comunidad que se describe a sí misma como abierta, tolerante, multicultural, porque respondieron a la pregunta en forma equivocada.

«¿Qué vas a hacer si la comunidad te invita a una barbacoa el Día de la Independencia?», preguntó uno de los seis miembros del comité de selección de la comunidad Nes Ammim. Hizo la pregunta en inglés, en beneficio de dos de sus compañeros holandeses, miembros del comité. Nes Ammim es una comunidad cristiana que se estableció entre Acre y Nahariya en 1963.

En 2012 la comunidad cambió su denominación original y comenzó a liberar las tierras agrícolas para ampliar el área de viviendas como parte del proceso de convertirse en una comunidad «multicultural». A pesar de esto ninguno de los cuatro israelíes presentes era árabe. Ellos no se presentan por sus nombres completos a los entrevistados y dos de los miembros del comité ni siquiera vivían en la comunidad en el momento de las entrevistas.

Los dos candidatos que comparecían ante el comité estaban un tanto perplejos, aunque no totalmente sorprendidos por la pregunta. Se trataba de la abogada de derechos humanos Abeer Baker y Ala Hlehel, escritor, traductor y editor. No les sorprendió la pregunta, porque es precisamente el tipo de pregunta que los ciudadanos palestinos de Israel a menudo escuchan en la calle y que revela la ignorancia, la insensibilidad o el deseo de irritar. Pero allí sí los sorprendió, ya que no esperaban oírla en un comité de selección para ingresar en una «comunidad única, de alta calidad basada en los principios de apertura a todas las religiones, la tolerancia y la aceptación del otro», como reza la web de la comunidad. También se sorprendieron porque pensaban que en una entrevista para el ingreso en este tipo de comunidad la regla y los horizontes para medir la aceptación del otro serían más extensos con vistas a una vida en común.

Baker y Hlehel, padres de Shada de cinco años y de Mohammed de uno, sorprendieron a algunos de sus amigos cuando decidieron mudarse a una comunidad judía-árabe de reciente aparición. Para los dos, sin embargo, fue una decisión natural, compatible con su visión de un Estado laico, democrático para dos naciones en las que la condición básica para su establecimiento es el diálogo con los judíos de Israel, afirma Hlehel.

A mediados de 2014, cuando la iniciativa Nes Ammim estaba en su segundo año de prueba, Baker y Hlehel se enteraron de que no se habían registrado suficientes árabes y que una persona árabe experta en mercado había sido empleada para abordar esta cuestión. Hlehel estaba familiarizado con la piscina en Nes Ammim desde su infancia, ya que los árabes nadaban allí sin obstáculos. Sabía que los fundadores cristianos de la comunidad querían vivir entre los judíos como una forma de buscar la expiación después del Holocausto. La definición de la comunidad le pareció una forma de articulación que los atrajo a él y a su esposa.

También sabían que la comunidad de Galilea occidental se construyó en un terreno que fue legal y libremente vendido por un residente de la ciudad árabe de Abu Snan y no en un terreno del que sus propietarios palestinos habían sido expulsados ​​en 1948 y luego expropiado por la Autoridad Nacional de la Tierra. Como resultado de ello, pensaron que no tendrían que enfrentarse cada mañana a inoportunas preguntas, como por ejemplo sobre los verdaderos y legítimos dueños de la tierra, ¿dónde están ahora? ¿Tal vez en el asediado campamento de refugiados de Yarmouk en Siria? ¿Y qué otras tragedias les ocurrieron después de la primera? Y sí, la idea de una casa con un jardín también los atrajo, un sueño pequeñoburgués al alcance de la mano. «Burgués» es un dardo autodirigido utilizado por Hlehel. El precio era de 1.600.000 shekels (405.000 dólares).

Es importante para ellos que hay un parque infantil seguro para los niños y, por supuesto, que «los valores con los que los educamos encontrarán expresión natural en su entorno, lo que no estará en disonancia entre los valores que aprenden en casa y su entorno inmediato», explica Baker.

Ellos no se preocupan por ser diferentes. Por ejemplo Shada a menudo escucha que los padres dicen que no creen en Alá, algo que no escuchan a menudo en su entorno. «Quién sabe, tal vez en sus años rebeldes llevará un velo», dice Hlehel, sarcástico como siempre. Hace unas semanas, cuando Baker murmuró «Con la ayuda de Alá», la pequeña Shada la miró con regaño y dijo: «Pero no hay Dios». Hlehel sabe que tendrían las cosas más fáciles si le dicen a su hija que Dios existe. Pero si ellos estuvieran buscando una vida más fácil tal vez la entrevista en Nes Ammim habría salido de otra manera.

Cuando les preguntaron acerca de la barbacoa del Día de la Independencia, Baker dijo a los entrevistadores que rechazaría la invitación. Hlehel añadió: «Vivimos en Acre y hay fuegos artificiales en ese día. La gente baila en las calles y nosotros nos quedamos en casa». Otra opción que podrían adoptar es que, mientras sus vecinos judíos celebran su independencia con una barbacoa ellos participan en una marcha en la conmemoración de la destrucción de una de las aldeas palestinas por parte de Israel en 1948.

«Mi filosofía es no poner un freno a la alegría de nadie, sino en insistir en tener mi propio espacio», explica Baker». Tengo derecho a vivir ese día como yo quiera. [Sin embargo] esto no se nos concede debido a la negativa del Otro a aceptar mi espacio, debido a la dificultad del Otro para comprender que, como es lógico -en esencia y en principio- no puedes preguntarme si voy a venir y unirme a las celebraciones del Día de la Independencia».

Ambos son hijos de refugiados «internos», los ciudadanos de Israel cuyas tierras fueron confiscadas y sus casas destruidas por Israel después de 1948. El padre de Baker era del pueblo de Safuriyya (ahora Tzippori, cerca de Tiberíades). El padre de Hlehel es de Kadita, que ahora es una comunidad judía de estilo alternativo en la Galilea construida junto a cisternas y casas de piedra, entre ellas una que era propiedad de su familia. A menudo pasan cerca de estos sorprendentemente bellos lugares, en los que podrían haber estado viviendo sin el filtro de un comité de selección. Estos lugares están fuera de sus posibilidades y de su imaginación.

Hasta la primera entrevista en 2014, Baker y Hlehel tenían la impresión de que la fase del comité era simplemente un tecnicismo. Les alentaron a firmar un contrato antes de que la entrevista se llevara a cabo para elegir una parcela para su casa y un anticipo de 25.000 shekels. «No se nos ocurrió que podríamos no ser aceptados», admite Baker. Ella creía que de todas las comunidades ésta reconocía que hay diferentes tipos de árabes. Y que hay entre ellos diversas actividades políticas y múltiples puntos de vista.

Preguntaron a la pareja por qué había elegido Nes Ammim. Baker respondió que se sentía frustrada por la vida contemporánea en Acre. Nació y se crió en esa ciudad y recuerda haber vivido en un auténtico barrio mixto y las niñas judías (de Georgia) eran sus amigas. Ese podía percibirse como un lugar binacional y multicultural, sin el ocultamiento de las diferencias pero sin obstáculos para la amistad. «Expliqué en la entrevista que hoy no hay encuentros sociales mixtos espontáneos entre los niños y que esto es peligroso», recuerda. «Y entonces uno de los entrevistadores judíos interrumpió y señaló que su madre vive en Acre y todavía pide y recibe azúcar de sus vecinos árabes. Entendí que según su idea decir «buenos días» a un árabe en el ascensor es suficiente para indicar que hay allí una vida comunal judía-árabe».

En la segunda entrevista, que tuvo lugar en enero pasado, los israelíes judíos se quedaron en silencio y los holandeses hicieron preguntas. La mujer del comité dijo a Hlehel que lo había buscado en google y encontré una entrevista en la que compaba la Knesset con un vertedero de basura. Hlehel explicó que sabe lo que está pasando allí ya que había trabajado como asistente parlamentario durante medio año. Para su sorpresa el comité nunca preguntó sobre su obra literaria y sólo se centró en el estilo abierto de los artículos de opinión que escribe. «Les dije que como miembro de una minoría no tengo acceso a un micrófono, como lo tiene la población mayoritaria, por lo que de vez en cuando tengo que gritar». Baker, sigue la reconstrucción de la entrevista: «El holandés dijo que es malo gritar, que es de mala educación». Hlehel entendió que esa persona echó a perder su metáfora.

Y luego, dice Baker, vino el comentario que hizo volar todo. «El holandés dijo que pensaban que éramos una pareja muy interesante e inteligente, pero que tenían miedo de que fomentásemos enfrentamientos en la comunidad». Hlehel respondió: «¿Quieres decirme que las personas en esta sala son menos inteligentes que nosotros y que esa es la razón por la que los seleccionaron como miembros de la comunidad?» Dos de ellos explicaron que no estaban buscando confrontaciones y que no estaban preocupados por las diferencias ideológicas. Baker explicó que a medida que pasan los años uno se da cuenta de que es posible mantener un diálogo incluso con los «enemigos», acompañando las dos últimas palabras con un gesto de los dedos que indica comillas. Uno de los hombres se levantó de un salto y preguntó en inglés: «¿Quiénes son sus enemigos» Baker explicó en hebreo que se refería a «rivales».

No pasó mucho tiempo hasta que llegó la carta de rechazo. El depósito se devolvió. Los dos trataron de apelar el veredicto. «La comunidad no está aún completamente poblada y la vida comunal aún no ha sido puesta a una prueba real», escribieron. «Por lo tanto descalificar a alguien de antemano podría derivar en prejuicios por parte de las personas que nunca han experimentado la vida comunitaria en sí. Es muy dudoso que los miembros del comité que todavía no han vivido en la comunidad y que aún no han interiorizado sus principios de forma práctica puedan juzgar nuestra idoneidad. Nuestra sensación es que vuestra descalificación surgió de su deseo de no mantener un diálogo con alguien que pueda expresar opiniones legítimas que pueden no ser aceptables por algunos de los miembros de la comunidad».

El comité de selección respondió: «Rechazamos enfáticamente la afirmación de que la decisión de rechazar su solicitud se basa en la discriminación y la falta de voluntad de diálogo. Nes Ammim es una comunidad mixta de judíos y árabes, musulmanes y cristianos. Se defiende la convivencia y la tolerancia entre religiones. Actualmente contamos con miembros de todas las religiones y (sic) ambos candidatos ‘árabes’ fueron aceptados tanto antes como después de la desestimación de su candidatura».

La oficina de Nes Ammim no respondió a la pregunta de Haaretz de por qué la palabra árabe se puso entre comillas, ni a otras como: por qué no hay un miembro árabe en el comité, por qué los miembros de la comisión no dieron su nombre completo, cuántos árabes habían solicitado y cuántos fueron aceptados, y por qué no nos dieron las razones del rechazo por escrito, como exige la ley. El comité sólo respondió diciendo que la comunidad se construye en terrenos privados, por lo que el comité no está sujeto a la ley de admisión (que regula los criterios por los cuales las comunidades establecidas en tierras del Estado pueden seleccionar o rechazar posibles miembros).

Una solicitud del periódico Haaretz para reunirse con funcionarios de Nes Ammim quedó sin respuesta. En una carta firmada por el comité, la comunidad se vuelve a definir como una «comunidad tolerante y permisiva, abierta a todas las religiones y nacionalidades». La carta afirma que por «la preocupación por la privacidad» las razones para rechazar a Baker y Hlehel no se dan en detalle. El Comité da cuenta de que ellos aceptaron «familias de diferentes religiones y nacionalidades y cualquier intento de sugerir que su rechazo se deriva de su pertenencia a una minoría es erróneo, superficial y carente de fundamento».

Fuente: http://www.haaretz.com/news/features/.premium-1.653316