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Pinochet, Ley de Memoria Histórica y comparecencia

Fuentes: Gara

«Para el que dio la orden de agonía, pido castigo/ Para los que defendieron este crimen, pido castigo/ No quiero que me den la mano empapada de nuestra sangre, pido castigo/ No los quiero de embajadores, tampoco en sus casas tranquilos/ Los quiero ver aquí juzgados. En esta plaza, en este sitio/ Quiero castigo». Pablo […]


«Para el que dio la orden de agonía, pido castigo/ Para los que defendieron este crimen, pido castigo/ No quiero que me den la mano empapada de nuestra sangre, pido castigo/ No los quiero de embajadores, tampoco en sus casas tranquilos/ Los quiero ver aquí juzgados. En esta plaza, en este sitio/ Quiero castigo».
Pablo Neruda. Poeta chileno

Cuando el jueves salimos de la comparecencia a la que nos había convocado la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco no sabiamos exactamente qué valoración hacer: en la comisión todas las fuerzas políticas ­a excepción del PP, que se marchó antes de terminar la misma­ expresaron su apoyo a nuestra labor y su ánimo a que la continuemos, haciéndose incluso autocrítica por no habernos llamado antes ni siquiera para una primera toma de contacto. Otras ­EA e IU­ nos expresaron su coincidencia con nuestros planteamientos y lectura en torno a las demandas de las víctimas del franquismo y a la comúnmente denominada Ley de Memoria Histórica presentada por el Gobierno español y a la que ese mismo día le eran enfrentadas en el Congreso enmiendas a la totalidad de ERC, IU y PP.

En la comparecencia planteamos nuestra crítica a la política del tripartito en relación a las víctimas del franquismo: mantenimiento en el Departamento de Asuntos Sociales de todo lo relativo a nuestras reivindicaciones, intentando eliminar así todo valor político de las mismas, al convertirnos en un problema exclusivamente «de ayuda social»; implementación desde ese punto de vista del llamado «Decreto Madrazo» que deja fuera a centenares de represaliados en función de unos plazos y exigencias de documentación adoptadas de forma totalmente unilateral y que el propio Ararteko ha criticado; pervivencia importante de simbología franquista; no relación con las asociaciones de víctimas del franquismo y nula receptividad a nuestra demanda de creación de una Comisión donde también estemos representadas. Esto son las cuestiones cuya solución sólo depende de la voluntad de los partidos del tripartito, cuyos representantes estaban allí presentes. Esas cuestiones y otra más que también les exigimos: votar negativamente a la Ley de Memoria Histórica propuesta por el Ejecutivo español y que ­según refleja la prensa­ todos ellos critican «contundentemente». Ese voto negativo y sin ambages de PNV, EA y NAbai puede ayudar, y mucho, a frenar esta ley de punto final e impunidad para los crímenes del franquismo.

En medio de todo ello también les hicimos una reflexión crítica ante la sucesión de homenajes institucionales pomposos pero vacíos que han jalonado este 2006 y también su actitud de mirar para otro lado frente a hechos como la publicación el pasado 15 de noviembre de un escrito-manifiesto (www.elotrodiario.com) firmado por más de un centenar de ex militares retirados y alguno en activo y familiares de militares cercanos a la Fundación Francisco Franco, organismo financiado con dinero público dedicada a ensalzar la figura del general golpista. Todos los presentes en la Comisión parecían conocer dicho escrito y su carácter de apología y reivindicación del régimen franquista en todas sus expresiones, pero ninguno de ellos ha presentado querella alguna para su investigación por parte de la Fiscalía. Fue aquí cuando les transmitimos nuestra sorpresa ante esa actitud e impunidad en un momento en que parece haber una especial sensibilidad desde medios judiciales ante los delitos de opinión como lo demuestra la condena de doce años y medio de cárcel impuesta al preso político vasco Iñaki de Juana por dos delitos opinión, cuando los representantes del PP se levantaron y se fueron por haber catalogado a De Juana como preso político vasco.

Acabada la comparecencia teníamos convocada una rueda de prensa con EHAK conjuntamente, por ser el único partido que se había prestado a escucharnos hasta ese día y el que había solicitado nuestra presencia en la comisión de Derechos Humanos. Nuestra idea era comenzarla sumándonos a la alegría del pueblo chileno por la muerte de Pinochet y lamentando que se haya muerto tan tranquilo como Franco sin haber sido procesado por la Justicia. También queríamos hacer una referencia a la actitud de los políticos que expresan públicamente aquí esa misma opinión y dicen que a pesar de la desaparición del dictador hay que hacer justicia con otros responsables de su régimen. Queríamos interpelarles a ver cómo es posible que planteen eso para Chile y no lo planteen en el Estado español, que hablen de «crímenes contra la Humanidad» y de «llevar la Justicia hasta el final» en Chile y aquí esten apoyando o planteándose apoyar la Ley de Memoria Histórica del Gobierno español. Para subrayar esta reflexión habíamos llevado varias fotos donde aparecían junto con los rostros de Franco y de Pinochet imágenes de una fosa común en Pisagua (Chile) y de otra en Andaya (Burgos), de una madre de un desaparecido chileno y de una madre de un desaparecido de aquí denunciando la aparición de sus respectivos hijos y unas preguntas claras: ¿Dónde esta la diferencia? ¿Por qué en Chile sí y no en el Estado español? Tampoco podíamos dejar de preguntar al otrora ministro franquista, fundador y figura emblemática del PP y actual senador de este partido, Manuel Fraga, que esta misma semana valoró la figura de Pinochet como «un hombre que había encontrado muy mal a Chile, que pudo haber cometido algunos excesos pero que dejó el país mejor de lo que lo había encontrado» si es esto lo mismo que piensa del golpista Franco, de su dictadura y de su propia labor como hombre del régimen franquista aquellos días de principios de marzo de 1976 cuando tambien él dio las órdenes precisas para dejar Vitoria «mejor de lo que estaba».

Todo esto dijimos en la rueda de prensa ante una decena de medios de comunicación, entre los que también se encontraban los medios de EITB. Al salir, satisfechos de poder transmitir a la sociedad vasca nuestras reflexiones que creemos totalmente justas, alguien nos dice que ETB no ha grabado porque «han recibido órdenes de arriba de no grabarnos, pues no interesa». Y esto en el momento en que se debaten en Madrid unas enmiendas a la Ley de Memoria Histórica, a las que las víctimas del franquismo vascas también han hecho aportaciones, tras la comparecencia de una asociación de víctimas del franquismo en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento en representación de otras doce… Luego alguien nos comentó que era «una cuestión de protocolo», que no nos grabaron porque «no se pueden sacar fotos en las ruedas de prensa en el Parlamento», otros que era «por el veto» de ese medio ­público por cierto­ a EHAK… como si eso fuera más aceptable. Que cada uno elija la razón que más le convenga, aunque cualquiera de ellas pone claramente en tela de juicio la sinceridad de las palabras que oímos de los grupos políticos que conforman la Comisión de Derechos Humanos ante la que comparecimos, ya que son dichos grupos los que gestionan «desde arriba» la política informativa de EITB y quienes ese día decidieron silenciar la rueda de prensa de las víctimas del franquismo.

Por ello, cuando el jueves salimos de la comparecencia a la que nos había convocado la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco no sabíamos exactamente qué valoración hacer, aunque sí teníamos muy claro que todo proceso de impunidad necesita invariablemente de complicidad y que es gracias a esa complicidad en grados diferentes que Franco, Pinochet y tantos responsables de los crímenes cometidos en sus dictaduras han muerto en su cama satisfechos de la labor cumplida y sin ser juzgados por ello, mientras sus miles y miles de víctimas siguen, seguimos, sin Justicia. Quizás ni reparen en ello, pero con esta forma de actuar muchos políticos e instituciones de estas democracias ejemplares que dicen que tenemos parecen estar empeñados en dejar un único modelo de Justicia como referente real para estos casos: el que tuvo el dictador nicaraguense Anastasio Somoza un día de septiembre de 1980 en una calle de Asunción en Paraguay.

* Marcelo Alvarez es miembro de la Asociación Ahaztuak 1936-1977