Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
Cuando el príncipe heredero Abdulá bin Abdulasis fue a visitar uno de los muchos barrios pobres de Riad en noviembre de 2002, expertos y gente de a pie por igual supusieron que la visita era el comienzo del fin de la pobreza en Arabia Saudí. Después de todo, era la primera y única visita de un miembro de alto rango de la familia reinante saudí, por no decir que se trataba de un príncipe heredero que, de paso, era además uno de los hombres más ricos del mundo. En aquel momento, el príncipe heredero afirmó que quería visualizar cómo era la pobreza saudí, pues, como explicó, «ver no es lo mismo que oír». Por primera vez en la historia del país, la opinión pública saudí vio también en la TV nacional y por satélite cómo la pobreza afecta a ciudadanos saudíes y no sólo a los refugiados palestinos, a los trabajadores migrantes, o a los Bidun Yinsiyya [1]. En todo Arabia Saudí la gente contempló cómo su próximo rey caminaba por estrechas y decrépitas callejuelas sin la escolta de sus guardias de seguridad y entraba en una humilde casa tras otra. Vieron como saludaba con afecto a niños y niñas y cómo consolaba a sus desconcertados padres en salas de estar y en cocinas sin acceso a la electricidad ni al agua corriente. Y ellos se alegraron cuando «el rey de la humanidad», como más tarde lo apodarían, se comprometió a aliviar el sufrimiento material de aquellos a los que conoció y a «erradicar la pobreza» en Arabia Saudí.
La visita del príncipe de la Corona, orquestada como estaba, situó por sí misma de manera súbita el problema de la pobreza en el centro de la atención saudí. El gobierno de Arabia Saudí había negado hasta ese momento que existiera pobreza en un reino rico en petróleo negando igualmente con ello cualquier necesidad de intervención gubernamental o de políticas proteccionistas. Desde que se creó el Estado de Arabia Saudí en 1932, y sobre todo con la afluencia de los petrodólares en la década de 1980, el gobierno saudí ha invertido mucho en proyectar tanto en el interior como en el extranjero la imagen de una Arabia Saudí altamente desarrollada y «civilizada». En el proceso, consiguió que la gente de todas partes siguiera ciega ante la existencia de millones de ciudadanos saudíes marginados económica y socialmente. Esta idealización se materializó (y se materializa) sobre el terreno en los planes de desarrollo urbano de las grandes ciudades con los que los barrios de clase baja y los marginales quedaron (y siguen estando) separados físicamente y aislados de las principales autopistas, carreteras, centros comerciales, destinos turísticos y áreas económicas centrales. Los pobres de Arabia Saudí que viven en las afueras de todas las ciudades o en lo más profundo de ellas son invisibles. El promedio de ciudadano de clase media saudí podría vivir toda su vida en Riad o en Yedda sin conocer o cruzar un barrio de clase baja saudí. Pero las miopes políticas económicas y sociales saudíes no han tenido en cuenta los muchos acontecimientos que han desafiado al Estado saudí desde el cambio de siglo. Las cada vez más asombrosas tasas de desempleo, el crecimiento demográfico, el aumento del coste de la vivienda y la inflación han hecho que sea extremadamente difícil para el gobierno ignorar a quienes sufren el peso de una desigualdad económica excesiva. Al final, «los pobres» se han convertido en un problema en Arabia Saudí.
A pesar de la gran atención (aunque poco duradera) que siguió a la visita real, existen muy pocos datos sobre los empobrecidos de Arabia Saudí quienes aún tienen que ser objeto de una necesaria investigación por parte del Estado. Pocos estudios se han llevado a cabo en los últimos ocho años y los datos estadísticos, si existen, son más bien conservadores y en su mayor parte ambiguos. El gobierno estima que el 1,63% de la población saudí, que establece en quince millones, o treinta y cinco mil familias [2] viven en la pobreza extrema, es decir, con menos de 453 dólares al mes [3]. Las cifras no oficiales varían y también son muy controvertidas. Las más conservadoras sitúan el número de empobrecidos de Arabia Saudí en torno a dos millones, o el 10% de la población nativa total, que estiman en veinte millones [4]. De ellos, se cree que aproximadamente 100.000 familias viven con 320 dólares al mes, la línea de pobreza no oficial. El salario mínimo no oficial en Arabia Saudí es de 400 dólares en el sector privado. Un ingreso de 425 dólares al mes se considera el mínimo indispensable extraoficialmente [5]. Ninguna cifra representa el coste de la vivienda, cuyo promedio para las rentas de ingresos bajos oscila en torno a 4.200 dólares al año, aunque la mayoría de la gente en Arabia Saudí no es propietaria de las viviendas. Existe un consenso de opinión más amplio, no obstante, acerca de que los pobres constituyen de hecho el 20% de la población total, lo que elevaría su número a cuatro millones en el país [5]. Las cifras más conservadoras quedan, pues, muy lejos de las de aquellos con los que el príncipe de la Corona Abdulá se encontró durante su histórica visita y a quienes se presentó como «los pobres» del país.
Desde que asumiera el trono en 2005, el régimen del rey Abdalá adoptó varias estrategias y enfoques en la lucha contra la pobreza. Primero vino la construcción de dos grandes complejos residenciales para albergar a los residentes del barrio que el rey había visitado en 2002. Después, el ministro de Asuntos Sociales fue el encargado de dirigir un equipo que elaboraría una Estrategia Nacional de Lucha contra la Pobreza. En coordinación con los Ministerios de Asuntos Sociales, Trabajo, Salud, Finanzas y Educación, el equipo tiene la tarea de llevar a cabo investigaciones sobre la pobreza en todo el reino, identificar sus principales causas y efectos, y proponer diversas soluciones. Finalmente, el gobierno también estableció el Fondo Nacional de Caridad al que asignó un presupuesto anual de 80 millones de dólares para apoyar a los necesitados a través de la formación educativa y laboral, de pequeños créditos para empresas sin intereses, y coordinación laboral. El Fondo depende en buena medida de las donaciones privadas de individuos y empresas. Como su nombre indica, el Fondo Nacional de Caridad, a pesar de las afirmaciones en sentido contrario, parece promover aún más la profundamente arraigada cultura de la caridad en Arabia Saudí. Como la mayoría de organizaciones de caridad del país, a menudo acaba haciendo donaciones financieras y materiales para (algunos de) los que lo necesitan en lugar de dotarles de capacidad para superar su dependencia económica a través de programas serios de formación a largo plazo que garanticen su preparación para la actividad laboral y para su continuidad en ella. Por otra parte, los programas contra la pobreza tienen que abordar aún cambios estructurales muy necesarios en los sistemas económico y social. Las vidas de la mayoría de los empobrecidos de Arabia Saudí siguen sin cambiar, si es que sus condiciones no han empeorado, ocho años después de que el entonces príncipe heredero Abdulá se comprometiera a erradicar la pobreza del rico reino petrolífero. La multitud de retos con los que el gobierno se ha topado al planificar y aplicar su política contra la pobreza, si bien son característicos, sugieren que la depauperización es un problema mayor de lo que se admite y que está lejos de estar bajo control en Arabia Saudí.
El Estado saudí proporciona a alrededor de 1,5 millones de sus ciudadanos, (especialmente a mujeres solteras o divorciadas, desempleados, enfermos y ancianos) un subsidio de 215 dólares mensuales que suponen al gobierno 231 millones de dólares al año. La mayoría de las personas de familias de bajos ingresos siguen dependiendo de donaciones de caridad de las ONG, de individuos ricos y de miembros de la familia real, especialmente durante el Ramadán. Algunas, sin embargo, con frecuencia no tienen acceso a tales iniciativas de ayudas o de asistencia debido a la falta de transporte público y/o de bajo coste, en particular, las mujeres. A pesar de las iniciativas del gobierno, cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas saudíes siguen viviendo en la pobreza extrema, sin acceso a agua potable, electricidad, educación, servicios de salud y seguridad. En algunos enclaves urbanos de extrema pobreza, sobre todo en Riad y Yedda, pero también en las ciudades fronterizas del norte y del sur, hay una ausencia total de instituciones de gobierno, desde comisarías de policía y departamentos de bomberos a escuelas y centros de salud. Algunas áreas están en peor situación que otras. Un ejemplo extremo es el de un barrio poco conocido de los suburbios del este de Riad al que los representantes de las instituciones gubernamentales deben ser escoltados por la Guardia Nacional, vestidos con equipos antidisturbios dentro de tanques blindados para llevar a cabo las tareas normales y cotidianas de la seguridad y del mantenimiento de las infraestructuras [7]. Según relatos de primera mano, el nivel de pobreza es tan extremo que hombres, mujeres y niños que no tienen parentesco entre sí viven bajo el mismo techo; los niños no reciben educación formal, la prostitución es rampante y las drogas ilegales se encuentran en todas partes. Este barrio saudí está a cuarenta y cinco minutos de mi casa en Riad. Sin embargo, la pobreza no solo existe en la forma de esta imagen extrema sino que invade la vida cotidiana de los guardias de seguridad, los bibliotecarios, los maestros, los taxistas y los empleados de los museos, todos los cuales viven entre nosotros aunque no puedan llegar a fin de mes y sólo puedan sufrir en silencio.
La histórica visita del príncipe heredero Abdulá situó el problema de la pobreza en el primer plano de la vida pública saudí durante un breve periodo. Pero al mismo tiempo excluyó la posibilidad de un cambio real, estructural, pues mostró ese barrio pobre saudí que visitó en Riad como si fuera uno entre pocos de todo el país. Al ayudar a esos pocos, se le exhibió como si estuviera ayudando a casi todos. Si anteriormente el promedio de los saudíes negaban que existieran ciudadanos saudíes pobres, en la actualidad ese mismo promedio reconoce el problema de la pobreza sólo para señalar que el rey Abdulá lo resolvió en el año 2002.
Pueden verse videos cortos sobre la pobreza en Arabia saudí en:
اسرة سعودية تسكن الجبال من الفقر (Una familia saudí vive en las montañas debido a la pobreza).
Notas:
[1] Nacionales saudíes sin ciudadanía o sin reconocimiento legal, a menudo considerados sin Estado.
[2] El tamaño medio de la familia en Arabia Saudí es de 6 individuos, excluidos amigos y sirvientes.
[3] http://arabnews.com/saudiarabia/article122854.ece
[4] El último censo en Arabia Saudí se realizó en 2004 y establecía la población nacional saudí en 16.5 millones. Véase: http://www.saudigazette.com.sa/index.cfm?method=home.regconHYPERLINK «http://www.saudigazette.com.sa/index.cfm?method=home.regcon&contentID=2010042069914″&HYPERLINK «http://www.saudigazette.com.sa/index.cfm?method=home.regcon&contentID=2010042069914″contentID=2010042069914
[5] El nivel mínimo de ingresos que se considera indispensable para alcanzar un nivel de vida adecuado en un país.
[6] Algunos dirigentes de la oposición afirman que se eleva hasta el 60%.
[7] Estos barrios de ingresos muy bajos y de muy marginados difieren y no deben confundirse con otras aéreas alejadas sobre las que el gobierno sostiene que son caldo de cultivo para actividades terroristas.
Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/202/poverty-in-the-oil-kingdom_an-introduction