«Catalunya, sí que es pot», la lista de Podemos, ICV-EUiA y PC, defenderá una República catalana. Este es el titular de un artículo de Arturo Puente [1]. En él me baso para los siguientes comentarios (Un breve paréntesis inicial: los activistas de las PAH, con razón y razones, protestaron ayer tarde por el uso de […]
«Catalunya, sí que es pot», la lista de Podemos, ICV-EUiA y PC, defenderá una República catalana. Este es el titular de un artículo de Arturo Puente [1]. En él me baso para los siguientes comentarios (Un breve paréntesis inicial: los activistas de las PAH, con razón y razones, protestaron ayer tarde por el uso de su lema en el nombre de la coalición. Es deseable -y esperable- una rápida rectificación).
Esta confluencia de izquierdas, algunas de ellas marcadamente independentistas, apuesta en su manifiesto [2] fundacional por elaborar una Constitución fundamentada en la «plena soberanía de Catalunya no subordinada a ningún otro marco». Es decir, al resto de España. ¿Apuntan de paso a la UE por ejemplo? España, el «Estado español» en jerga nacionalista inmodificable compartida por algunas derechas e una gran parte de las izquierdas, el país de países de María Teresa León, Cernuda y Rosa Chacel, en el baúl de los recuerdos. Es pasado putrefacto. Los españoles son otra cosa, muy feos y faltones a veces y hablan todos -¿todos?- un idioma que aquí, en .Cat, no habla apenas nadie. Son para nosotros como bar-bar-bárbaros. Así, pues, la candidatura, en la que se integrarán Podemos, ICV, EUiA y Procés Constituent, se presentará a las elecciones catalanas del 27-S con el nombre «Catalunya, sí que es pot» (corregido) y defendiendo una República y Constitución catalanas, estrictamente catalanas, sin mezclas ni heterogeneidad, ni olor español (incluyendo el vasco, el gallego o el valenciano por ejemplo)
Las negociaciones para construir la propuesta electoral continúan en marcha, según se informa, y, según el borrador del manifiesto, la coalición electoral defenderá, como decíamos, la elaboración por el Parlamento catalán -tal vez tras la DUI, la declaración unilateral de independencia y palante- de una Constitución que dé como resultado, si hay fuerzas suficientes para ello se afirma, una República catalana. En el marco estricto de .Cat, sin incluir a los amigos-ciudadanos de Alcañiz o Fraga por ejemplo. Que ellos se lo monten como puedan. No podemos con todo.
Esta nueva república podría ser independiente, es decir, formar un Estado propio como Andorra, pongamos por caso, o federarse o confederarse con otras entidades soberanas, según defienden en el texto (¿convencidas?) las fuerzas de la confluencia. Ya veremos, ya se verá. No hay contornos definidos. Según parece, no se dice nada al respecto. El manifiesto no dice si la coalición quiere o aspira a A, B o C. Cada cual que lea lo que quiera. Primero: independencia, sin ejercicio de ningún dret a decidir, es pantalla superada. Segundo: nos constituimos en República catalana. Y luego, si se tercia, nos lo montamos solos o en compañía cercana o un poco lejana. ¿Cuál es la opción que defenderá «Catalunya, sí que es pot»? No sabe, no contesta. La imaginación es libre. A gusto de cada cual, sin compromisos hermenéuticos.
El manifiesto -titulado «Declaración por el cambio social y político en Catalunya»- es por el momento un documento en el que se continúa trabajando. Deberá ser ratificado por cada partido. La última versión cuenta a priori con consenso de todas las formaciones. ¿Y eso, lo consensuado, cómo se ha discutido? ¿Las direcciones políticas de las cuatro formaciones? ¿Son las nuevas formas de hacer política?
La confluencia, que tendrá la forma de una coalición electoral tipo ICV-EUiA o acaso «Barcelona en comú», defenderá, insisto de nuevo, iniciar un proceso constituyente en Catalunya, sólo en .Cat y nada más que en .Cat, un proceso que «no esté subordinado, ni sea subalterno, a ningún otro marco», es decir, al resto de España y supongo a la UE y a sus poderes troiko-fácticos. De la España desalmada y ricachona, de esa que tanto explota a Catalunya, no se quiere saber nada De entrada. ¿Y la UE, dónde queda la UE? ¡A por ellos!
Se parte, pues, del reconocimiento de la plena soberanía del pueblo catalán, categoría que no se define -¿quién forma parte de ese pueblo?- al que se reconoce como un «sujeto colectivo» con capacidad de autodeterminación pero apuntando de hecho, fácticamente, el ejercicio de esa autodeterminación: la independencia… y luego ya veremos.. ¿Por qué sujeto colectivo es el «pueblo catalán», sea cual sea el referente de la compleja categoría, y no los ciudadanos de Barcelona y alrededores por ejemplo? ¿Porque estos no son nación y, en cambio, la nación global, toda nación que se precie debe tener un Estado propio y así hasta donde sea y un poco más allá? ¿El pueblo catalán incluye los ciudadanos madrileños que viven en Vic y, en cambio, no los catalanes que viven en Badajoz por ejemplo? ¿Se han explicado bien lo que implican y significan estas categorías tras décadas de hegemonía político-cultural nacionalista tipo «llueve en el Estado español», el «flamenco es cosa de andaluces» y «La Catalunya productiva subsidia a la España subsidiada»?
En el ámbito del posicionamento social, «Catalunya sí que es pot» aboga por un «plan de rescate ciudadano», mediante el que se aborde el problema del paro, la renta garantizada, los desahucios, la pobreza energética y la infantil. Vale, de acuerdo. ¿Quién puede oponerse? Pero ¿esto no es música y más música si no hay concreción y realista y duro enfrentamiento directo con el poder UE? ¿Dónde están las fuerzas para el combate? ¿Grecia enseña o no nos enseña?
También «Cat sí se puede» se propone realizar una auditoria ciudadana de la deuda, revertir la política de privatizaciones de servicios públicos (privatizaciones que algunas de estas fuerzas, ICV por ejemplo, impulsaron en su momento, cuando tenían poder municipal e iban de posmodernos y eficaces) y acabar con la precariedad laboral, entre otros puntos. De acuerdo, acabar con la precariedad incluso entre las y los trabajadores de CCOO por ejemplo. ¿Y eso cómo se consigue?
Se realizará, se dice, un proceso de primarias con listas en bloque, es decir, creo entender bien, sin poder elegir de aquí y de allí, a la que las cuatro formaciones participantes presentarán una candidatura de consenso, encabezada por un independiente. Es decir, primarias-comedia. ¿Qué independiente? No se sabe hasta el momento. ¿No son estas las viejas, muy viejas, formas de hacer política en asuntos de procedimiento? Todo por los alturas, entre élites politicas y luego el pueblo vota. O lo tomas… o lo tomas.
El pacto, dicen, también se reproducirá para las próximas elecciones generales. ICV-EUiA acudirá junto a Podemos en las circunscripciones catalanas. ¿Pero no dijo PI hace unas semanas que los de IU eran todos unos cenizos de mucho cuidado? Ah, claro, los de EUiA son otra cosa, son gente guay del Paraguay. Como don Nuet por ejemplo.
Una de las cuestiones que, según cuentan, más ha costado resolver es la persona que encabezará la lista del 27-S. Cada uno de los partidos presentó su candidato: Albano Dante Fachin por Podemos, Joan Coscubiela por ICV, Joan Josep Nuet por EUiA y Teresa Forcades por Procés Constituent. Ninguno tuvo suficientes apoyos. ¡Mecachis en la ambición y el poder! Pero, se añade, según fuentes conocedoras de las negociaciones, «el pacto por el candidato estaría también a punto de cerrarse, aunque por el momento no han trascendido nombre.» Esperamos ansiosos. ¿Otro Raül Romeva? Es broma, es broma
Los cuatro nombres citados, los cuatro dirigentes señalados, son todos independentistas o se queman. Matizo: Dante lo es (aquí en España, en .Cat, no en Argentina por supuesto). Forcades sin ninguna duda, tan convencida de ello como en el asunto de las vacunas. Nuet también lo tiene claro: se emociona, hay fotografías de ello, escuchando a Carme Forcadell por ejemplo. Coscubiela lo es también pero algunas noches y tres días por mes es un pelín federalista-confederalista. Tal vez ha podido comprobar que en Madrid hay gente cercana durante su etapa de diputado.
La pregunta que se impone: ¿qué hacemos los ciudadanos y ciudadanas no nacionalistas contrarios al neoliberalismo? ¿Votamos una candidatura que se dice «soberanista» (con el permiso de la UE) trufada de arriba a abajo de independentistas que quieren romper, de momento, con el resto de España y formar una República catalana, aquí a casa nostra, només a casa nostra? ¿Este es el programa solidario y transformador de la izquierda catalana de nuestra hora? ¡Pues menudo panorama! ¿Hay mucha pero que mucha diferencia con las finalidades y objetivos básicos de la CUP? ¿En el asunto de los Países? Vale, será eso.
Acabo con una duda. Mas no es tonto, lo contrario es mucho más verdadero. Su ambición de poder es ilimitada y sus cálculos (con sus numerosos asesores trabajando día y noche) son incesantes Raül Romeva encabeza su lista no-unitaria. Para su presidencia, para la presidencia de un político profesional, ex empresario, fuerte y destacadamente neoliberal. ¿Por qué don RR? ¿Por ser de izquierdas, por transversalidad? Por favor… Seamos serios. Habría que haberles oído en las reuniones secretas que han tenido.
Escenario no imposible: el 27S la lista masista-junqueriana no tiene diputados suficientes para hacerse con la presidencia. La CUP se resiste, no le dan apoyo (¡esperemos!). RR, primero de la lista, tiene, sigue teniendo, excelentes relaciones con cuadros y dirigentes de ICV. Lo han dicho públicamente por si teníamos alguna duda. Algunos, algunas de ellas serán entonces diputados o seguirán siéndolo en algún caso. ¿Y si les convence para que apoyen a Mas? ¿Y si esa es una de sus tareas? Les puede apuntar que el hijo político del molt ex honorable va a proclamar la República catalana y que la tal República .Cat está en su programa, en el programa de «Cat, sí que es pot». Luego, por tanto… ¿Por qué no van a votar a un presidente que hará historia y construirá una Catalunya con Estado propio, tan rica, social y pletórica como Austria, Finlandia, Holanda o Dinamarca?
¿Que no es posible, que no puede ser? Veremos. Espero equivocarme en todo. Recordemos las prácticas de ICV y de EUiA en estos tres últimos años… y procuremos no asustarnos demasiado.
¿Podemos o no podemos votar la ciudadanía federalista a «Catalunya, sí que es pot» o denominación afín?
PS. Como Dolors Camats habló el pasado jueves de los cambios de opinión, para justificar el cambio de posición de su amigo RR me permito recordar este artículo del ex secretario general de CC.OO (perdón, perdón, de la CONC quería decir) y ex profesor de ESADE: «Un paso más hacia la Europa social». Se publicó en La Vanguardia el 20 de noviembre de 2004 (20 de novembre! Però quin mal gust!) Entre nosotros: ¡que mal ha generado el eurocomunismo y el nacionalismo agazapado en las filas de la izquierda catalana! A los críticos de la Constitución europea, nos llamaban, despectiva, despreciativamente, anguitistas, dogmáticos y, por supuesto, antieuropeos (con alguna cita de Negri para la ocasión).
Las cursivas del texto son mías:
«La globalización está acelerando el proceso de construcción de grandes áreas de libre comercio en el mundo (Nafta, Mercosur, Asean-China). En este proceso la UE es hoy por hoy el único proyecto político que no se limita a la liberalización de las relaciones económicas, sino que pretende construir un espacio social y político compartido por 450 millones de personas. El proceso de construcción europea esta lleno de pequeños pasos y no pocas contradicciones. Durante estos años hemos asistido a un continuado conflicto entre quienes pretenden limitar Europa a un mercado único y los que apostamos por construirla social y políticamente. Aunque los mayores obstáculos provienen de la resistencia de los estados a ceder soberanía en favor de la UE. A pesar de estos conflictos y obstáculos, los avances de los últimos años desde el acta única europea de 1986 son muy importantes.
Ahora, después del éxito político y económico de la implantación del euro y la culminación de la ampliación a 25 países, estamos ante otro momento trascendente, la aprobación de la Constitución europea. En este proceso constituyente el sindicalismo europeo representado por la CES ha jugado un papel activo, presentando propuestas a la Convención europea y movilizándonos en Niza, Barcelona y Laeken en favor del reconocimiento constitucional de la Carta de Derechos Fundamentales, que al final hemos conseguido. CC.OO. hemos decidido apoyar el texto constitucional. Lo hacemos sin papanatismos, no sin debate interno ni contradicciones, pero convencidos de que Europa es hoy el escenario en el que el sindicalismo puede reconstruir su fuerza y ejercer en condiciones el conflicto social que representamos. Y convencidos también de que la Constitución es un nuevo peldaño en la construcción social y política de Europa. Por primera vez no estamos solo ante un tratado entre Estados, si no que tenemos la oportunidad de dotarnos de una Constitución común para toda la ciudadanía que define el modelo social europeo. Se reconocen unos valores que dotan a Europa de una identidad colectiva, frente a otros modelos que menosprecian los derechos sociales, la libertad o la democracia. Y frente a los que desde dentro de la UE han intentado y no han conseguido la identificación exclusiva de Europa con una religión, el cristianismo.
No podemos minusvalorar que la Constitución hable de valores comunes y de derechos universales. Son estos valores comunes, como la igualdad y la no discriminación, los que han permitido al Parlamento europeo bloquear la propuesta de comisión Barroso, en un claro ejemplo de consolidación institucional y separación de poderes. Y no olvidemos que la constitucionalización de los derechos individuales y colectivos -incluidos los sindicales- que podrán ejercer-y exigir- ante las instituciones estatales y europeas más de 450 millones de personas son el mejor antídoto y contrapeso frente a una globalización que los ultraliberales pretenden sin derechos ni reglas. La Constitución es un paso más en el reforzamiento democrático e institucional, especialmente del Parlamento europeo, que amplía sus competencias compartidas con el Consejo Europeo. Sin duda el proyecto tiene limitaciones, sombras y algún agujero negro. Los Estados continúan reacios a ceder competencias en materia fiscal y social como expresión de las reacciones conservadoras de sus sociedades y porque la cesión de soberanía monetaria con el euro es muy reciente. Los estados con plurinacionalidad no asumida como el español han trasladado a la UE sus propias contradicciones. De ahí que no se reconozca suficientemente la diversidad nacional europea, que es más amplia que la de sus Estados.
La parte III de la Constitución -heredada de los tratados y decisiones anteriores- ratifica políticas económicas que han sido combatidas por los sindicatos y que continuamos rechazando. Somos conscientes de estas limitaciones, pero sería ingenuo creer que la creación de una realidad política compleja como la UE construida a partir del desmantelamiento ordenado de los Estados nacionales se puede culminar en poco tiempo y sin contradicciones. Hoy, después de los resultados electorales de EE.UU., necesitamos aún más reforzar el proyecto europeo con la aprobación de la Constitución. En estos trances, cuando se trata de tomar decisiones complicadas, los sindicalistas hemos adquirido una cultura. Analizar si la propuesta nos permite avanzar en nuestros objetivos y pensar en cómo nos quedaríamos y qué alternativa tenemos en caso de rechazarla. Ante la Constitución europea la respuesta es clara. El texto aprobado contiene avances significativos que nos permiten subir otro peldaño en la construcción de Europa. La no aprobación de la Constitución europea supondría mantener la aplicación del tratado de Niza -hoy vigente-, que además de no recoger los avances de la Constitución, como la Carta de Derechos Fundamentales, mantendría los aspectos más negativos desde una perspectiva social y nacional. Y no parece que la heterogeneidad de razones de los votantes del no permita aglutinar un movimiento coherente en favor de una renegociación más progresista de la Constitución.»
En resumen, concluía el entonces secretario general, «desde CC.OO. queremos expresar nuestro compromiso activo con la Constitución europea, no como el destino final, sino como un nuevo paso para continuar avanzando y no retroceder».
Para mirar desde otra atalaya: del informe reservado, es un documento de WikiLeaks, del Bilderberg Group, Buxton Conference, 13-15 septiembre 1958 [3]. Remarco: de 1958.
«Uno de los mayores obstáculos con que tropieza la Comunidad Económica Europea es el de la coordinación de las políticas monetarias. Como ha puntualizado uno de los participantes, la integración de los Seis requiere coordinación en todos los campos de las políticas económicas […] Esta es, se mire como se mire, la mayor debilidad del Tratado. La política monetaria está estrechamente relacionada con los presupuestos nacionales, y la disciplina presupuestaria es notoriamente difícil de alcanzar. Los ministros de Hacienda suelen ser más razonables y en ocasiones podrían aceptar presiones externas, pero es mucho más difícil convencer a los parlamentos nacionales. El que habla duda de que a lago plazo pueda resolverse el problema sin un mecanismo institucional apropiado. Otro participante también aborda este aspecto y propone una moneda común como solución definitiva«.
En 1958. Moneda común, resistencia de los parlamentos nacionales, sumisión de los ministros de Hacienda, etc etc. ¡La UE que ya entonces tenían en mente los intelectuales orgánicos de la elite capitalista mundial!
Notas:
[2] DOCUMENTO Borrador del manifiesto de confluencia de «Catalunya, sí que es pot»
[3] Tomado de Domenico Moro, Bilderberg. La elite del poder mundial. Barcelona, El Viejo Top, 2015, p. 55 (traducción de Juan Vivanco)
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