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Estado de excepción

Policía en Sol

Fuentes: Educacion.barriodelpilar

La tarde de ayer estaba lluviosa, pero sobre las 19 h. dejó de caer agua y decidí dar un paseo por el centro de Madrid. Al llegar a Sol, me llamó la atención el número de furgones azules de la Policía Antidisturbios. Conté doce, me parecían muchos, y al recontar, vi que había olvidado tres […]

La tarde de ayer estaba lluviosa, pero sobre las 19 h. dejó de caer agua y decidí dar un paseo por el centro de Madrid. Al llegar a Sol, me llamó la atención el número de furgones azules de la Policía Antidisturbios. Conté doce, me parecían muchos, y al recontar, vi que había olvidado tres o cuatro más, situados frente a la nueva boca de Metro central. Me dirigí hacia allí y pude ver junto a esa boca a unas treinta personas, quietas y en silencio.

Extrañado, le pregunté a un chaval que estaba liando un pitillo si sabía lo que pasaba. Me contestó que la Policía estaba allí para amedrentar a la gente. No lo creí, y le pregunté que por qué decía eso: «porque aquí hay una protesta contra las detenciones de unos acusados de parar el Metro parado en las estaciones».

No conocía al muchacho, ni a nadie de los que por allí estaban, así que me puse a pensar que, aunque esa pudiera ser una razón para protestar, yo tenía un buen puñado de otras, sin más que pasar revista a «la que nos está cayendo». Al cabo de uno o dos minutos (serían las 20:15 h.) de pronto comienzan los policías a hacerse señas y en menos que canta un gallo, unos veinte o treinta nos rodean y comienzan a pedirnos que nos identifiquemos. Yo le entrego a uno de ellos mi DNI pensando que me lo devolvería en cuanto comprobase que estaba todo en regla, pero no: saca un libretilla de papel cuadriculado, y comienza una minuciosa anotación de mis datos (pude ver que apuntó hasta los nombres de mis difuntos padres). Le pido un papel para apuntar yo su número, y me dice que no me puede dar una hojita, que me lo apunte en la mano, y me señala amablemente su miniplaca numerada. Cuando termina sus anotaciones, me entrega el carné, y aprovecho para preguntarle por qué me ha tomado nota, contestándome textualmente «porque está concentrado». Le digo que «lo único que estoy, es en la calle», pero, marchándose ya, no me responde.

Me quedo perplejo… ¿Qué significa todo aquello?

Al instante una guapa muchacha con un micro en la mano me pide que le conteste a una pregunta. Al preguntar yo de qué cadena era, me responde que, si me lo dice, no voy a querer contestarla. Insisto yo en que si tengo algo en la cara para que piense así, que yo siempre respondo a quien me pregunta (aunque sea por deformación profesional, tras más de 30 años dando clases en la Universidad). Al decirme que es de Intereconomía, la digo que le dé recuerdos de Fernando Moreno a Ramón Pi, a quien hace tiempo que no veo, me contesta que se los dará, pero se va sin haberme preguntado nada…

Detrás de ella estaban una chica con micro y un cámara de TV-13 que también me pidieron unas palabras. Respondí que creía tener razones sobradas para protestar por todos los recortes que permitían a los ladrones de arriba, vaciar los bolsillos a los de abajo. Me preguntaron si pertenecía al 15 M o a algún sindicato u otro movimiento, a lo que, con el mismo tono de broma, contesté que no pertenecía a nada, ni siquiera en mis años mozos al Movimiento Nacional-Sindicalista. No les debió gustar mucho mi respuesta, pues tras enfocar a una octavilla caída en el suelo que decía algo respecto a los detenidos, se marcharon sin decir ni adiós.

Yo seguía sin comprender qué estaba pasando. Hasta ese momento, todo el mundo estaba callado y quieto. Pero me tranquilizaba saber que el número que me «atendió» fue totalmente correcto: un episodio similar, hace treinta o cuarenta años, me hubiera costado un disgusto, cuando menos rodar por el suelo, tener que buscar las gafas… ¡qué se yo!

Pero no podía evitar que se me agolpasen los recuerdos de los últimos treinta o cuarenta años, como un torbellino llegaban y se iban imágenes que creía olvidadas para siempre: los Grises a caballo en la Avenida Complutense, los coches celulares, los botijos, la Dirección General de Seguridad, H-20, Z-40, carreras, incertidumbre, inseguridad, represión de la libertad…

¿Tendría razón el muchacho que liaba su pitillo, y la Policía estaba allí para dar miedo?

¿Sería posible que hoy en España fuera delito protestar (estar concentrado, dijo el agente)?

¿De nuevo no podríamos reunirnos más de cuatro o cinco personas sin que la policía nos dijese aquello de ¡disúelvanse!, teniendo que salir cada uno por su lado?

¿Para esto treinta años de Democracia, de diálogos, consensos y paz social?

¿En qué hemos fracasado como Sociedad para haber llegado a esta situación?

Qué pena me da pensar que algo de esto pueda ser cierto, ahora que con la vida laboral ya terminada, cumplidos los 65 años y a punto de jubilarme y disfrutar de una vejez tranquila, tenga que asistir de nuevo a estos espectáculos que había borrado el tiempo. Y en la Puerta del Sol, donde late el corazón de España.

Cuando pocos minutos después, cabizbajo, entraba en el Metro para volver, asqueado, a casa, oí algunos gritos: ¡Detenidos Libertad!… ¡Lo llaman Democracia y no lo es!…

En fin, para no extenderme más, tal vez tuviera razón Groucho Marx cuando decía que «Partiendo de la Nada, hemos alcanzado las cotas más altas de la Miseria».

Vivir para ver.

Fernando Moreno Sanz, Profesor de Geografía Física en la Universidad de Alcalá