Recomiendo:
0

Política económica en Cuba: intento de un diálogo de invierno

Fuentes: El Estado como tal (Blog)

He leído con atención un texto publicado por el profesor Gerardo Gómez Moreno titulado «Sueño de una noche de verano» (1) en el que se comenta críticamente el programa de estabilización que publiqué el pasado 15 de noviembre (2). Se agradece la atención prestada por el profesor al programa. El sarcasmo del título del comentario […]

He leído con atención un texto publicado por el profesor Gerardo Gómez Moreno titulado «Sueño de una noche de verano» (1) en el que se comenta críticamente el programa de estabilización que publiqué el pasado 15 de noviembre (2). Se agradece la atención prestada por el profesor al programa.

El sarcasmo del título del comentario del profesor Gómez Moreno parece aludir a la supuesta naturaleza quimérica que aprecia el profesor en el programa. Dice también el profesor que el programa es lacónico, pragmático, sin referencias teóricas explícitas, y sin menciones a experiencias internacionales. También afirma que soy un enigma.

Respecto a esa última referencia personal no tiene sentido responder. Supongo que sea una de las etiquetas descalificadoras que tratan de engancharse en cualquier discusión que, desde el principio, es evidente que ni es seria ni es constructiva. Por esa razón, me ahorro un intercambio sobre el punto, así como también respecto a todo eso del «neoliberalismo» y la «tercera vía».

Me limitaré a tratar de dialogar sobre aspectos de contenido, específicamente tres de ellos: las falsedades, las simplezas, y las confusiones.

Las falsedades

He notado con curiosidad que parece estar convirtiéndose en un hábito la transfiguración del «programa de estabilidad económica» como paso previo para hacer comentarios acerca del mismo. Es decir, se acude a falsedades para intentar «reescribir» partes del programa de una manera tal que sea conveniente para hacer una crítica facilona y políticamente interesada. El problema es que el calibre de las falsedades a las que se acude hace visibles las costuras de la mala intención.

Repite el profesor Gómez Moreno algunas falsedades anteriormente emitidas por otros comentaristas y que continúan apareciendo, a pesar de haber sido previamente reveladas como invenciones.

Por esa razón, para ver si ahora queda más claro trataré de utilizar un sinónimo que quizás se entienda mejor: se trata de mentiras. No deberían ser repetidas, si lo que se intenta es debatir de manera razonada.

Falsedad # 1: En parte alguna del programa se propone que «la mayor parte» de las empresas estatales pasen al sector privado nacional y extranjero. Invito al profesor a que proporcione la cita exacta de esa conjeturada propuesta. Anoto, de pasada, que el «mérito» inicial por esta falsedad le corresponde al Dr. Carlos M. García Valdés. Supongo que es parte del «rigor» al que alude el profesor Gómez Moreno.

Falsedad # 2: En parte alguna del programa existe un planteamiento que «da por hecho la quiebra del sistema empresarial estatal al devaluarse el CUP«. ¿Pudiera el profesor citar exactamente ese pasaje del programa? Esta falsedad también fue lanzada anteriormente al vuelo por el Dr. Carlos M. García Valdés.

Falsedad # 3: En parte alguna del programa se propone que las modalidades empresariales privadas nacionales deben ser «una suerte de motor que impulsaría el desarrollo«. ¿Tendría la amabilidad el profesor de citar exactamente esa supuesta proposición?

Falsedad # 4: La idea expresada respecto a mí de que «su obsesión por la propiedad privada y su rechazo a la estatal tienen como testigos oculares sus artículos«, es falsa y para ello puede llamarse a «declarar» como «testigo ocular» al propio programa que el profesor está criticando. El programa expresa, textualmente, que «se necesita un programa de corto plazo que posibilite establecer las dos condiciones de partida indispensables de la reforma: una medición económica confiable y empresas estatales, privadas y cooperativas que puedan funcionar con eficiencia«. En otra parte se expresa que «La reforma de la empresa estatal y la expansión de un sistema empresarial cooperativo y privado son dos componentes compatibles e interrelacionados de la reforma del modelo económico y social de Cuba. En modo alguno son dos procesos antagonistas. Son las dos caras de una misma moneda«. Recomiendo que el profesor acuda a otros «testigos oculares». O que, si va a dedicarse a la crítica académica, que entonces trate de leer con más detenimiento.

Asumo que el profesor entienda que no facilita la comunicación la distorsión burda del contenido expuesto por el interlocutor con el que intenta discutir un texto. Sencillamente eso no es serio.

Las simplezas

El profesor enuncia una serie de puntos que parecen expresan un razonamiento simplista sobre una serie de temas.

Simpleza # 1: Creo entender que el profesor equipara las transformaciones económicas y sociales exitosas que han hecho otros países al término de reformas «imposibles», supongo que más en el sentido de formidables, que es el término que utiliza para referirse a las reformas de China y Vietnam. Sin embargo, ello se explicaría por «circunstancias histórico concretas muy diferentes» que, al ser distintas a las de Cuba, afectarían la «batalla económica» de la isla. Aquí hay por lo menos dos notables simplificaciones. En primer lugar, eso de la «batalla económica» tiende a descarriar la discusión. En ese plano, la «batalla» es muy concreta: el desarrollo. Si en el discurso se hace nebuloso ese aspecto, pudiera olvidarse o minimizarse la dimensión y la naturaleza del reto. Es el tipo de simpleza que lleva a asumir que Cuba pudiera avanzar hacia el desarrollo con una tasa de inversión baja y con una moneda nacional sobrevaluada. Eso no se resuelve hablando de la «batalla económica» ni diciendo que se reconoce el problema en algún documento. En segundo lugar, a pesar de los diferentes contextos, respecto a otros países que han hecho reformas, es posible extraer lecciones analíticas útiles de esas experiencias para la reforma de la economía cubana. Aquí estaríamos ubicados en la famosa, pero insuficientemente discutida cuestión de los «modelos» (la discusión es insuficiente en Cuba, no en otras partes).

Simpleza # 2: Al colocar «la contradicción cautela-urgencia en que se encuentra nuestra patria» en el plano de «las relaciones económicas y políticas internacionales» y remitirla a la complejidad de los procesos de la reforma, se incurre de nuevo en dos simplezas. Primero, se soslaya la dimensión política interna de la llamada» cautela» del proceso, algo que se ubica en el plano de la política nacional y de los intereses de grupos. En segundo lugar, lo complejo no requiere necesariamente un enfoque cauteloso para poder ser resuelto. La dinámica de los procesos sociales complejos y sus «soluciones» generalmente siguen patrones impredecibles. A veces la solución pasa por la modificación incremental y otras veces es una solución súbita.

Simpleza # 3: Una afirmación como «lo que están haciendo formidablemente los chinos y vietnamitas» tiende a dejar fuera del análisis el hecho de que esas reformas también incluyen procesos contradictorios. Por cierto, no es lo mismo decir, como afirma el profesor refiriéndose a mí, que «rechaza tener influencia de la reforma y apertura en China«, que decir -como afirmo yo- que debe estudiarse la reforma en China (y la de Vietnam) para sacar las lecciones que pudieran ser útiles para Cuba. Son dos cosas bien distintas.

Simpleza # 4: Se ha comentado antes la expresión de que «el favoritismo de este economista por los empresarios privados no es nuevo, lo viene manifestando y argumentando desde hace tiempo. Su obsesión por la propiedad privada y su rechazo a la estatal«. Se hizo referencia a ella como una falsedad, pero también revela una simpleza. Da la impresión de que el profesor solamente mira hacia donde le conviene, para tratar de descalificar políticamente a quien está criticando. Para ser coherente con esa lógica, la opinión que tiene el profesor sobre las actividad privada debería llevarlo a hacerse preguntas como las siguientes: ¿Cómo es posible que el gobierno cubano haya traspasado a la propiedad privada la mayor parte de la producción nacional de dos alimentos esenciales como el arroz (77,6%) y los frijoles (71,2%)?, ¿Cómo es posible que el gobierno cubano haya eliminado más de 600 mil empleos netos en el sector estatal, desde que se aprobaron los Lineamientos en 2011?, ¿Cómo es posible que se haya exonerado de una buena parte de los impuestos al capital transnacional que invierte en el país?, pero en su crítica a la actividad privada, el profesor prefiere mirar para otra parte.

Las confusiones

Hay varios comentarios del profesor que parecen indicar que no ha captado algunos aspectos centrales de la propuesta. En otros casos, emite criterios que expresan un razonamiento incompleto.

Confusión # 1: El programa no se ha propuesto -como dice el profesor- para «acelerar«, en 24 meses, «los profundos y complejos procesos la Actualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista«. Los objetivos especificos del programa, su contenido concreto y el alcance limitado de sus acciones están bien delimitados en la sección del programa titulada «Lo primero es lo primero». Se aclara que el programa «No debe tratar de proveer, por sí mismo, soluciones de largo plazo, sino concentrarse en establecer -en plazos inmediatos- las condiciones iniciales que facilitarían el funcionamiento de otras acciones de política económica y social, con efectos a más largo plazo«. ¿Dónde se habrá confundido el profesor con eso de la «aceleración»?

Confusión # 2: Afirmar, como hace el profesor, que «en su programa de estabilidad económica, con matices, todo parece transcurrir idealmente, perfecto, previsto y sobre todo preservando y garantizando la esfera social«, parece indicar que o bien se hizo una lectura superficial y sesgada de la propuesta, o bien el comentarista tiene una gran confusión acerca de cómo funcionan las políticas públicas. El texto del programa aclara, también en la sección titulada «Lo primero es lo primero», que «es preferible trazar una serie de programas modestos, con objetivos y plazos precisos, que puedan adaptarse -sobre la marcha- a la compleja, cambiante, e impredecible realidad que debe ser transformada«. ¿De dónde ha inferido el profesor eso de que el programa se propone «transcurrir idealmente, perfecto, previsto«? De repente me queda la duda sobre si el profesor leyó el programa.

Confusión # 3: La idea de que un programa de política económica, sobre todo uno de alcance limitado como el propuesto, debe hacer explicitas «las fuentes teóricas en las que se inspiran estas proposiciones» revela un embrollo intelectual acerca de la manera en que se diseñan y se presentan ese tipo de propuestas.

Confusión # 4: Tratar de vaticinar de manera libresca el eventual efecto político que pudieran tener los cambios «en la estructura de propiedad de la sociedad cubana» es una lamentable confusión. Acudir a una frase manida como esa de que «cuando los cambios cuantitativos rebasan la medida producen cambios cualitativos, incluso el sistema socioeconómico» no es la forma de abordar un análisis económico, ni social, ni político. Si se desea hacer un estudio sobre la importante dimensión política de la reforma económica, deberá acudirse a datos de la realidad sobre los grupos sociales y el poder. Habrá que utilizar la sociología, la psicología política y la Economía Política. Pero con una abstracción como esa de lo cuantitativo y lo cualitativo no se llega muy lejos. Eso pudiera tener otro «público», pero no funciona entre analistas.

Confusión # 5: Asumir que puede hacerse pasar como un ejercicio de prospectiva una pieza oratoria ideológica como la que dice que «la sociedad cubana, por este infernal camino, no alcanzaría el anhelado y buscado desarrollo económico y social, ni sería soberana, independiente, socialista, próspera y sostenible. Se convertiría en un apéndice, anexado a EE.UU. y por supuesto las monedas nacionales desaparecerían para dar paso al dólar estadounidense«, pudiera expresar no solamente una confusión sino una pérdida total de la «medida» de lo que es aceptable y de lo que no es aceptable en un análisis. Haber dejado eso del dólar como último punto, en el contexto de la discusión de un programa que se propone esencialmente con vistas a acometer la unificación monetaria y cambiaria, pudiera ser interpretado como un intento de «golpe bajo», pero es -sobre todo- una cursilería.

Una acotación final

Además de las falsedades, las simplezas y las confusiones, hay un factor adicional que dificulta el diálogo: la práctica del comentarista de escudarse tras una conjeturada capacidad de previsión plasmada en determinados documentos donde «la transformación esta prevista» y una medida como la unificación monetaria y cambiaria «es algo previsto».

Una cosa es que existan determinados anhelos de política económica u objetivos generales -reflejados en documentos políticos-, y otra cosa bien distinta es que se disponga de planes y de programas específicos para llevarlos a cabo.

Si estamos discutiendo hoy sobre una unificación cambiaria y monetaria, es precisamente porque parece no existir un plan concreto para llevarla a vías de hecho, a pesar de que durante años ha parecido que «ahora sí viene el lobo», pero este no acaba de aparecerse.

Si todavía se piensa que los problemas de la planificación nacional se resuelven con «sopas de letras» (OSDE, UEB), o reduciendo algunos indicadores directivos, pero no acaba de acometerse una reforma empresarial sustancial -incluyendo una ley de empresas que se anunció hace años, pero de la cual ya ni si habla- eso pudiera indicar que en realidad lo «previsto» no parece marchar muy bien.

Si la transformación estuviese prevista, ¿por qué se mantiene como un puntal del sistema de empresas estatales la existencia de monumentales subsidios empresariales a la «actividad empresarial» de 14 465 millones de pesos, muy superiores al presupuesto de salud pública y asistencia social (10 206,2 millones) y al de educación (8 278,4 millones)?

¿Debe tomarse como parte de lo «previsto» las marchas y las contra-marchas con el sector del trabajo por cuenta propia (TCP)? ¿Qué tipo de «transformación prevista» va a resultar de unificar en una misma licencia a la «peluquera» con la «maquillista»? ¿En qué tipo de trayectoria de desarrollo -exactamente- coloca al país la «revisión y reordenamiento» del TCP contenida en la Gaceta Oficial Extraordinaria No.31?

Agradezco el comentario del profesor Gómez Moreno porque, tal vez, ofrece la oportunidad de contribuir a esclarecer lo que el profesor parece considerar un misterio.

La lógica del programa de estabilidad económica no es nada misteriosa: la adopción de una tasa de cambio única, acompañada por una devaluación de la moneda nacional, modificaría un precio relativo crucial (tasa de cambio) que pudiera cambiar las condiciones de rentabilidad de todas unidades económicas del país, con independencia del sector de propiedad y de forma de gestión.

Las actuales condiciones de partida no favorecen la asimilación de una devaluación de la moneda nacional: existe un sector empresarial estatal con serias limitaciones para hacer funcionar con eficiencia y efectividad los activos que gestiona, se tiene un sector cooperativo débil, y hay un sector privado nacional sin empresas legalizadas y donde predominan actividades de baja productividad y poca complejidad que desaprovechan el potencial de los trabajadores.

Una opción posible es la de preparar mejores condiciones asumiendo una transformación del funcionamiento de la economía real, con una perspectiva integral de las unidades económicas. Esa es, esencialmente, la visión de la propuesta.

No es la única perspectiva posible. Hay otras. Nadie puede reclamar convincentemente a priori la superioridad «técnica» de una propuesta sobre otra. Precisamente el debate es útil por el potencial de aprendizaje colectivo que implica. No obstante, el requerimiento principal es que debe ser un debate serio.

Las soluciones no van a salir directamente de «fuentes teóricas», ni van a aparecer porque se repitan como un mantra algunos términos como «construcción del socialismo» o «transición socialista». Si alguien desea pensar que la transformación social ocurre de esa manera, está en su derecho de hacerlo, pero supongo que pierde su tiempo.

La decisión acerca de cómo se resolverá la unificación monetaria y cambiaria no es un problema «técnico», es una decisión política que debería involucrar a la ciudadanía y no solamente a los expertos y a los profesionales de la política.

Notas

  1. Ver «Sueño de una noche de verano» https://cubaeconomista.blogspot.fr/2018/01/sueno-de-una-noche-de-verano.html
  2. Ver «Un programa de estabilidad económica para Cuba» https://elestadocomotal.com/2017/11/15/un-programa-de-estabilidad-economica-para-cuba-2/

Fuente: http://elestadocomotal.com/2018/01/26/politica-economica-en-cuba-intento-de-un-dialogo-de-invierno/