Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens
Mientras que el sionismo supremacista sigue emulando a sus mentores nazis con obscenos asesinatos en masa de palestinos apátridas e indefensos, la denominada Autoridad «Nacional» Palestina se regodea en su impotencia y sigue haciéndose morbosas ilusiones sobre «conversaciones de paz» con Israel.
Y ello a pesar de la intensa campaña militar que el Estado judío está llevando a cabo en la Franja de Gaza y de la igualmente criminal política de reducción de los horizontes palestinos en Cisjordania, donde unos medios de comunicación occidentales escandalosamente falsos repiten hasta la náusea que «Abbas controla la situación».
El pasado sábado, 1 de marzo, el propio líder de la Autoridad Palestina calificó con razón los horrendos crímenes de Israel en Gaza de «implícito holocausto» y de «atrocidades similares a las de los nazis». También ha ordenado la suspensión de las «conversaciones de paz» con Israel hasta que se acabe la «agresión».
Una madre palestina con el cuerpo sin vida de su hija de 21 meses, asesinada por un misil israelí
Pero, ¿realmente cree Abbas que una vez terminada la agresión Ehud Olmert, Ehud Barak y el resto de la elite judeonazi se transformarán de improviso y milagrosamente en palomas de la paz?
Si lo cree es más que ingenuo y, si no, ¿por qué atormenta a su pueblo con esta peligrosa ilusión?
El asunto está más claro que el agua y no hace falta ser un gran experto en política para saber que Israel está más interesado en despedazar a los palestinos que en alcanzar una paz digna y genuina con ellos.
Juzguemos a Israel por su comportamiento, no por sus hipócritas alegaciones sobre la búsqueda de la paz con los palestinos. Al fin y al cabo, incluso Adolf Hitler y sus colegas afirmaban buscar una paz genuina en Europa y el mundo. Todos sabemos cómo terminó aquella historia.
Por eso, a fin de cuentas lo importante no es lo que dice Israel, sino lo que hace. Y lo que hace demuestra sin la menor duda que la paz ocupa el último lugar en su lista de preocupaciones. Veamos algunas de las conductas de Israel en los últimos meses, sobre todo desde la desventurada conferencia de Annapolis en diciembre.
En Cisjordania, y a pesar de la casi absoluta sumisión de la Autoridad Palestina ante Israel, el gobierno israelí ha insistido en tratar a la Autoridad Palestina y a sus llamadas «fuerzas de seguridad» como un ente colaboracionista, como indignos rehabilitados que no sólo informan sobre su pueblo, sino que también lo reprimen, lo torturan e incluso lo asesinan, y todo ello con el fin de demostrar su compromiso con la paz y de recibir un certificado de buena conducta de los amos imperiales.
Hace unos días, un joven y frustrado policía palestino se me quejó de que Israel «Nos trata mucho peor que los alemanes trataron a los Judenrat -dijo esto en referencia a los consejos judíos nombrados por los nazis para vigilar los asuntos internos de las comunidades judías en Europa durante la Segunda Guerra Mundial-. Cada vez que vienen los israelíes, y lo hacen casi todas las noches, tenemos que regresar de inmediato a nuestro gallinero, como hacen las gallinas al final del día. Es como si dijeran beiti beiti beiti» -concluyó. Para quienes no lo sepan, beiti es la palabra que utilizan las palestinas en el campo para que las gallinas se metan en el gallinero a la puesta del sol.
Pregúntenle a cualquier taxista o estudiante o trabajador palestino que transite estos días por Cisjordania si él o ella piensan que el tratamiento general que los palestinos reciben de los israelíes en las carreteras es mejor o peor desde la conferencia de Annapolis: no dudarán en decirles que es mucho peor que antes. Lo repito, esto sucede a pesar de la abyecta docilidad de la Autoridad Palestina y de sus «fuerzas armadas» ante cada capricho y exigencia de Israel.
Esta relación amo-esclavo entre Israel y la Autoridad Palestina obligó recientemente a Ibrahim al-Abrashi, el ministro palestino de Cultura, a presentar su dimisión al presidente Abbas. El ahora ex ministro se quejó de «Una crisis nacional absoluta que abarca todos los aspectos de nuestra vida como pueblo. El país se está desmoronando, la causa nacional se está desmoronando, la brecha nacional está destruyendo la unidad y el futuro de nuestro pueblo. En pocas palabras, lo que hemos venido construyendo desde hace cincuenta años está siendo destruido ante nuestros propios ojos.»
Al-Abrahsi podría haber dicho mucho más en su carta de dimisión. Podría haber añadido que Israel ha incrementado su bloqueo gestapoide en las carreteras de Cisjordania, que ha duplicado o incluso triplicado sus robos de tierra palestina, que está expandiendo sin cesar las colonias judías en Cisjordania, mientras que todos, incluida Condoleezza Rice y su jefe, miran para otro lado y repiten las mismas aburridas trivialidades sobre «la necesidad de no hacer nada que socave el proceso de paz». Por desgracia, en vez de mostrar su responsabilidad nacional retirándose de este vergonzoso «proceso de paz», que tiene forma pero no sustancia, Abbas ha elegido vivir en su propio mundo, un mundo artificial donde el ininteligible disco rayado y las falsas promesas de Rice, junto con las engañosas tácticas de Olmert, son más importantes que la horrible realidad en las calles y callejuelas de Palestina.
De hecho, cuando uno escucha las declaraciones de Abbas tiene la impresión de que el contragolpe de Estado de Hamas en Gaza hace veinte meses ha sido el responsable de todos los problemas palestinos por su traicionera «coordinación de la seguridad» con Israel para continuar la expansión de los asentamientos judíos en Jerusalén.
Abbas es el líder perfecto según el modelo yanqui. Los dos Ehud esperan que sea él quien imponga a su pueblo unos acuerdos de paz «realistas». Y, por supuesto, todos sabemos lo que significa la palabra «realista» en el léxico israelí.
¿Acaso no es esa la razón por la que las fuerzas de Abbas han sido reforzadas? ¿No es esa la razón por la que Keith Dayton y Elliot Abrams y Rice están continuamente pidiéndole al Congreso que asigne más fondos para fortalecer a Abbas?
Como muchos palestinos, yo espero que el movimiento nacional palestino tome por fin la tan esperada decisión de desmantelar y disolver esta impotente Autoridad que carece prácticamente de autoridad, una Autoridad que hace ya mucho tiempo se convirtió en un grave obstáculo para la verdaderamente heroica lucha palestina en pos de la libertad y la liberación de la ocupación nazi-israelí.
Esta Autoridad tolera que líderes judeonazis como Olmert y Barak puedan afirmar que están asesinando niños palestinos en aras de la paz, que nos están matando por nuestros propios intereses… que sólo tendremos nuestro Estado una vez que la mitad de nuestra población haya sido incinerada en un «holocausto mucho mayor», mientras que la otra mitad serán esclavos o acarreadores de agua o leña.
Así que, ¡por el amor de Dios, disuelvan esta criatura deforme, esta entidad mal parida, pero ahora mismo, ya! ¡Y no permitan que Israel la utilice como brazo ejecutor para aniquilar a nuestro pueblo y liquidar nuestra justa causa!
Fuente: http://peacepalestine.blogspot.com/2008/03/khalid-amayreh-for-gods-sake-dissolve.html
Esta traducción también en Cubadebate: http://www.cubadebate.cu/index.php?tpl=design/especiales.tpl.html&newsid_obj_id=10973 y en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=4742&lg=es