Y hoy, a la distancia de más de un siglo, teniendo presente a la realidad de Latinoamérica, se puede afirmar también que un indio que sabe leer puede ser Evo Morales, y por demás, un buen y extraordinario presidente de Bolivia. El Congreso Internacional Pedagogía 2013 se desarrolla en Cuba con más de 3 000 […]
Y hoy, a la distancia de más de un siglo, teniendo presente a la realidad de Latinoamérica, se puede afirmar también que un indio que sabe leer puede ser Evo Morales, y por demás, un buen y extraordinario presidente de Bolivia.
El Congreso Internacional Pedagogía 2013 se desarrolla en Cuba con más de 3 000 delegados de más de 30 países, según anuncian las noticias sobre este evento. Los participantes se reúnen en La Habana estimulados en aportar e intercambiar experiencias sobre la educación actual y futura de sus naciones. El abordaje integral de la problemática contemporánea de la educación concita intereses personales y nacionales y se mezclan motivaciones profesionales de los educadores y estrategias políticas institucionales y gubernamentales.
Saldo y provecho fecundo son esperables, como en otras tantas ediciones pasadas de este foro prestigioso, porque Cuba abre sus puertas como una inmensa universidad, popular a la vez que con alto nivel académico, para mostrar desde la teoría y la praxis todo lo que se puede conseguir en el campo de la educación y, por lo tanto, en los ámbitos de la cultura, la política y la formación, liberación y libertad de los hombres y los pueblos.
En el contexto de este Congreso es significativa, como parte de una estrategia multinacional, la reunión de los Ministros de Educación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Este foro puede dar inicio a una concertación de todos los países para llevar a la práctica planes y programas que permitan acabar con el analfabetismo y alcanzar superiores metas en la educación desde la preescolar hasta la universitaria, y que incluya a los adultos subescolarizados. Se trata de algo inaplazable y posible si se juntan objetivos, acciones y recursos, e impera la solidaridad entre las naciones.
Resulta alentador que todos los esfuerzos por lograr una educación universal, gratuita y accesible para todos, coincida con el 160 aniversario del natalicio de José Martí, quien expresara las ideas más avanzadas de su tiempo en torno a la educación y su papel liberador. Y es que Martí concebía la educación como el instrumento de la liberación del hombre de las coyundas que lo empequeñecen y oprimen, y como la fuerza capaz de levantarlo hasta su condición superior y le permita ser dueño de sus destinos. La concibe como la transformación que opera el cambio maravilloso desde la animalidad elemental del hombre hasta la hombría del ser social superior, del ciudadano que forma parte de un pueblo libre. Es elevarlo, según su decir, desde el proceso aniquilador de su deshombramiento hasta el proceso creativo de su ahombramiento. En fin, es el ascenso desde la esclavitud hasta la libertad.
Y está claro que existe una conexión íntima entre educación y política y el ejercicio de una verdadera democracia y ética en lo social. Cuando Martí expresa la idea de «ser cultos para ser libres», sintetiza en ella todo lo que la educación y la cultura aportan a la libertad plena del hombre. Y por eso mismo argumenta que «el hombre ignorante no ha empezado a ser hombre». Sin dudas, su incultura e ignorancia le hacen un ser humano incompleto, alguien artificialmente desvalido por falta de los conocimientos necesarios e imprescindibles para su vida plena.
Y al igual que a los hombres, lo mismo pasa a los pueblos. Por eso Martí reflexiona que la democracia debe que tener como basamento a hombres libres y cultos, pues «a un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacerlo servil. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de dioses y un pueblo de bestias.»
Y Martí expresa, a modo de un código referente al tema, que «los hombres crecen, crecen físicamente, de manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien.» Y alrededor de este crecimiento humano, de esa nueva forma de apoderamiento y conquista de derechos y libertades, para ejercitarlos de la mejor manera, Martí considera que «el mejor modo de defender nuestros derechos es conocerlos bien: así se tiene fe y fuerza; toda nación será infeliz en tanto no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar la ignorancia.»
El pensamiento martiano es mucho más rico en lo que se refiere a la educación como instrumento de salvación de los hombres y los pueblos. Por eso sostiene que «toda idea se sanciona por sus buenos resultados. Cuando todos los hombres sepan leer, todos los hombres sabrán votar, y como la ignorancia es la garantía de los extravíos políticos, la conciencia propia y el orgullo de la independencia garantiza el buen ejercicio de la libertad. Un indio que sabe leer puede ser Benito Juárez…»
Y hoy, a la distancia de más de un siglo, teniendo presente la realidad de Latinoamérica, se puede afirmar también que un indio que sabe leer puede ser Evo Morales, y por demás, un buen y extraordinario presidente de Bolivia.
En fin, existen ideas suficientes de antes y de hoy que permiten ver con claridad los caminos que deben recorrer los pueblos para alcanzar su plena liberación mediante la educación y la cultura inmanente. Tengamos esperanzas y fe suficientes, -para soñar y trabajar, para desear y luchar, – en que las metas educacionales pueden ser alcanzables si se unen voluntades y propósitos en estos tiempos de cambios de principios del siglo XXI.