Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
La historia moderna de Palestina es única, no solo debido a la Nakba (esto es, la catástrofe) de 1948 y a la expulsión de su tierra de 750.000 personas refugiadas, sino porque esta historia ha sido objeto sistemáticamente de ocultación, distorsión y robo. Después de la Nakba Israel trató de poner un aura a los crímenes que había cometido contra el pueblo palestino. Como parte de ese aura y con el fin de justificar esos crímenes Israel no solo trató de distorsionar la historia sino que se apropió de toneladas de documentos y los encerró durante décadas en sus archivos y sólo permitió que los consultaran los israelíes. Esto me recuerda lo que escribió Edward Said:
“¿Según qué criterio moral o político se espera que dejemos de lado nuestras reivindicaciones de nuestra existencia nacional, de nuestra tierra y de nuestros derechos humanos? ¿En qué mundo no hay argumentos cuando se le dice a todo un pueblo que jurídicamente está ausente, incluso cuando se dirigen ejércitos contra él, se emprenden campañas contra él hasta en su nombre y se cambia la historia para ‘demostrar’ su no existencia?”.
Durante décadas el deporte fue un espejo que reflejaba la realidad palestina y a lo largo de diferentes momentos históricos retrató esta realidad con todo detalle. A menudo el desarrollo del deporte ha sido paralelo a los acontecimientos políticos y ha coincidido con ellos. Antes de la Nakba en Palestina había unos 65 clubes deportivos y unos 55 de ellos eran miembros de la Federación Deportiva Palestina (PSF, por sus siglas en inglés, fundada en 1931 y vuelta a fundar en 1944). Los palestinos siempre buscaron a través del deporte un sentido de identidad nacional, de independencia y de reconocimiento mundial. Cuando después de la Nakba el mundo no reconocía al pueblo palestino el deporte fue uno de los medios más importantes para demostrar su existencia y mantener su identidad.
Al leer las obras sionistas sobre la historia de Palestina y la historia del deporte en Palestina se puede tener la impresión de que Palestina estaba vacía de palestinos. Si estas obras mencionan a los palestinos, invariablemente tratan de describirlos como carentes de todo aspecto cultural, social o deportivo. Parecen afirmar que los sionistas poblaron la zona y la honraron con la civilización y la modernización, esto es, que trajeron el deporte y la cultura a ese pueblo primitivo que hasta entonces no sabía nada de esos refinamientos. Intentos como estos de distorsionar la realidad y volver a escribir la historia no son nuevos. De hecho, los dirigentes deportivos sionistas se esforzaron para marginar a los palestinos en el sector deportivo.
Y, aunque mencionen a los árabes, afirman que mezclan deporte y política, y que se niegan a cooperar con los sionistas en el deporte; los describen como rebeldes ingratos contra las autoridades del Mandato que los liberaron del yugo de los otomanos y les aportaron la modernidad y la civilización.
Desgraciadamente, hace poco descubrí algunas informaciones erróneas en algunas páginas web palestinas (en árabe e inglés) acerca del deporte en la Palestina del Mandato, especialmente que la Asociación de Fútbol de Palestina se fundó en 1928 y estaba dominada por los sionistas, que Palestina participó en los torneos de la Copa del Mundo de 1934 (con Egipto) y de 1938 (con Grecia). Estas informaciones erróneas suelen provenir de personas que no están familiarizadas con la historia del deporte en Palestina y se deben corregir.
Además, Wikipedia en árabe no menciona ningún hecho histórico anterior a 1948, excepto en dos líneas de información sobre la actual Asociación de Fútbol de Palestina: se fundó en 1962, se incorporó a la FIFA en 1998 y a la Federación Asiática de Fútbol en 1998.
En la actualidad Israel se jacta de haber participado en los torneos de la Copa del Mundo de 1934 y 1938, de que “Israel” o “Eretz Israel” (La Tierra de Israel) – por supuesto, no Palestina – había jugado cinco partidos internacionales antes de 1948. Esta información no incluye el hecho de que en el equipo estrella de aquel momento no había ningún jugador árabe.
De hecho, el deporte árabe iba a la zaga del deporte judío. Los dirigentes sionistas eran más conscientes que los árabes de los beneficios del deporte. Los judíos vinieron a Palestina procedentes de sociedades industriales desarrolladas y sin lugar a dudas trajeron consigo su cultura física, el deporte, y una cultura de planificación y organización administrativa. Con todo, esta “superioridad” no justifica su exclusividad y dominio del deporte ni su negación de la existencia de Palestina.
El ingreso de la Asociación de Fútbol de Palestina en la FIFA en 1929 fue una valiosa oportunidad para destacar la identidad sionista y representar a Palestina en el ámbito internacional. Con la cooperación y el apoyo de los británicos los sionistas pudieron representar a “Palestina” en el ámbito internacional en las Copas del Mundo de 1934 y de 1938. El lector debe saber que la Palestina “árabe” no compitió con Egipto en 1934, sino que fueron los sionistas. Querían representar a Palestina (en todas las competiciones regionales e internacionales) y que apareciera como “sionista” ante el mundo. Llevaban camisetas con el nombre de “Eretz Israel”, la Tierra de Israel. En esas competiciones se utilizó la bandera sionista como símbolo para inspirar el sentimiento nacional. Esa bandera estaba formada por dos franjas horizontales iguales blancas y azules que tenían en el centro el llamado “Magen David hebreo”, la Estrella de David.
Es probable que la euforia de la victoria, que los eruditos israelíes disfrutaron durante años después de 1948, les llevara a escribir la historia desde el puno de vista del vencedor. Como afirmaba Edward Said, “estos éxitos del sionismo, todos juntos, han producido un punto de vista preponderante de la cuestión de Palestina que favorece casi totalmente al vencedor y apenas tiene en cuenta a la víctima”.
Sin embargo, por otra parte, Christopher King afirma lo siguiente en su artículo “Palestinians Write Your History” [Palestinos, escribid vuestra historia]:
“Se suele decir que en la guerra la historia la escriben los vencedores. Como muchos aforismos, es erróneo. La historia la escriben aquellos que la escriben. Afortunadamente, con historiadores como Rashid Khalidi, Edward Said y muchos otros que han emprendido la tarea de recuperar la historia palestina, los propios palestinos pueden ser pronto vencedores”.
Nadie puede borrar la historia de ninguna nación. Palestina y los palestinos son un hecho histórico que no se puede borrar y es difícil de trascender. Hay millones de documentos y hechos que demuestran su historia. Y ni siquiera los necesitamos porque nuestra propia existencia es una prueba.
No se puede lograr un conocimiento completo de la historia de Palestina sin integrar todos sus aspectos: político, económico, social y cultural (que debe incluir el deporte). Al mismo tiempo la historia del deporte podría ayudar a percibir aspectos políticos y culturales sionistas. Es bien sabido que el deporte desempeñó un papel fundamental en la realización del sueño del hogar nacional judío en Palestina.
Rashid Khalidi escribió que en parte es una función de la tendencia de larga data de los historiadores del Oriente Próximo centrarse en la historia política en detrimento de la historia económica, social, cultural e intelectual, y centrarse más en las élites que en otros segmentos de la sociedad.
Resulta difícil comprender muchos aspectos de la sociedad palestina moderna sin entender el estatus del deporte, que se ha convertido en una cultura aparte dentro de la cultura palestina. Para entender muchos aspectos de la historia palestina hay que examinar el proceso del deporte palestino durante casi cien años. Desgraciadamente, esto no lo entendieron muchos historiadores e intelectuales palestinos, que consideraron y siguen considerando el deporte como una actividad de entretenimiento abstracta e ignoran sus aspectos nacionales, sociales, educativos, morales y referentes a la salud.
A lo largo de todas las etapas históricas hubo entrega y sacrificios. Estos sacrificios no sólo estaban representados por esfuerzos y abnegación, sino también por la lucha y el combate por la causa de Palestina. En 1948 miembros de los clubes deportivos sacrificaron su vida por su patria. El famoso atleta Zaki al-Darhali, que jugaba en la selección nacional en la banda izquierda, y su colega Said Shunneir, secretario del comité regional de Jaffa de la Federación de Deportes Palestina, murieron en el bombardeo del centro de servicios sociales, el edificio Al-Saraya Building de Jaffa, que llevaron a cabo organizaciones militares sionistas.
Después de 1948 se destruyó totalmente la infraestructura deportiva. 750.000 personas refugiadas se dispersaron por la Diáspora y entre estas personas había decenas de funcionarios de deportes y de atletas. Entre la década de 1950 y la de 1990 se fundaron en Líbano unos 120 clubes sociales y deportivos en los campos de refugiados. Los deportes en Gaza conocieron un notable auge bajo la administración egipcia. En 1962 se creó la Asociación de Fútbol de Palestina y muchas federaciones de diferentes deportes se hicieron miembros de federaciones internacionales. Después de 1967 los clubes deportivos y sociales de Cisjordania y Gaza se convirtieron en faros de libertad y de resistencia a la ocupación israelí. A pesar de las trabas impuestas por la repugnante ocupación israelí, el deporte palestino dio un salto cualitativo en todos los ámbitos (local, regional e internacional) cuando se unió al Comité Olímpico Internacional y a la Federación Internacional de Fútbol en la década de 1990.
Por medio del deporte los palestinos no solo luchan por la libertad y por un Estado independiente, también tratan de participar en la civilización mundial avanzada. Preservar la historia es uno de los indicadores de civilización, puesto que la civilización es el resultado de los esfuerzos acumulados de comunidades y personas que trabajan responsable e incansablemente para promover el progreso y el cambio.
En 1946 el profesor de educación física egipcio Hussein Husni, que trabajó en Palestina unos quince años, escribió en Filastin:
“Todo palestino debe saber que cada centavo que paga para fomentar el renacimiento del deporte no compra sino gloria para su patria. ¡Oh, qué preciosa es la gloria!”.
Uno de los objetivos de escribir la historia del deporte es quitar la gruesa capa de polvo de tiempos que nuestra negligencia ha ocultado. Desgraciadamente, lo que lleva a nuestros oponentes a desacreditar nuestra reputación deportiva y a escribir nuestro deporte y nuestra historia del deporte según sus caprichos y objetivos es nuestra inacción y negligencia.
Nada puede prohibirnos escribir nuestra propia historia del deporte. Lo que necesitamos es concienciarnos profundamente del lugar que el deporte ocupa en nuestra sociedad y del papel moral, educativo, saludable y nacional que desempeña en la educación de nuestras generaciones y su contribución al cambio y al progreso social. Debemos informar al mundo de las dificultades por las que pasó el deporte palestino y de los obstáculos que Israel le puso. Y también es hora de que hagamos frente a los instrumentos de la propaganda israelí contra el deporte palestino (como la tristemente célebre web Palestine Media Watch).
Issam Khalidi es un estudioso independiente que vive en Monterey, California, autor de History of Sports in Palestine 1900-1948 (Historia del deporte en Palestina 1900-1948, en árabe), One Hundred Years of Football in Palestine (Cien años de fútbol en Palestina, en árabe e inglés), coeditor de Soccer in the Middle East [Fútbol en Oriente Próximo] (Rutledge.), y también de artículos y ensayos sobre deportes publicados en la web www.hpalestinesports.net
Fuente: https://www.palestinechronicle.com/why-should-palestinians-write-their-sports-history/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.