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Por qué ha rechazado Arabia Saudí su nombramiento en el Consejo de Seguridad de la ONU

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

El viernes, 18 de octubre, Arabia Saudí rechazó un puesto [de miembro] no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas alegando razones políticas. Se trata, claro está, del mismo reino que no escatimó esfuerzo alguno hace 15 años para obtener el nombramiento. Incluso hace cuatro años circularon rumores de que Arabia Saudí pretendía […]

El viernes, 18 de octubre, Arabia Saudí rechazó un puesto [de miembro] no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas alegando razones políticas. Se trata, claro está, del mismo reino que no escatimó esfuerzo alguno hace 15 años para obtener el nombramiento. Incluso hace cuatro años circularon rumores de que Arabia Saudí pretendía «comprar» a Líbano el puesto que ocupaba en el Consejo de Seguridad en aquel momento.

La razón aducida para el desaire, según un comunicado difundido por la Agencia de Prensa Saudí, reside en el fracaso del Consejo de Seguridad para llevar a cabo sus funciones, por ejemplo, para alcanzar una solución justa respecto a la causa palestina y para poner fin a las matanzas del régimen sirio a su pueblo.

Pero esto no es más que la punta del iceberg. Las contradictorias posiciones saudíes reflejan profundas divisiones internas en el reino y confusión entre los centros de toma de decisiones de Riyad.

La política de Riad se ha vuelto tan errática que responsables occidentales, entre ellos Jeffrey Feltman, vienen criticando lo que denominan el reino «demente». Pero lo que Riad se negó a decir sobre la verdadera razón de su rechazo a ser miembro del CS, lo ofreció con muy buena disposición Francia a través de su enviado a Naciones Unidas, Gerard Araud. El viernes, poco antes de entrar en la sala del Consejo de Seguridad, afirmaba que Francia entiende la frustración de Arabia Saudí al respecto de que el Consejo de Seguridad haya sido incapaz de actuar durante más de dos años. Araud agregó que al Consejo de Seguridad no se le ha permitido funcionar debido al uso reiterado del derecho de veto por parte de dos miembros permanentes concretos del Consejo de Seguridad, y agregó que la frustración saudí refleja la de gran parte de la comunidad internacional.

Pero lo cierto es que, quizá por primera vez en más de diez años, la armonía reina en el Consejo de Seguridad, tanto entre sus miembros como entre éstos y el secretario general de Naciones Unidas. Por ejemplo, la Resolución 2118 que llamaba a la destrucción de las armas químicas de Siria fue aprobada por unanimidad.

No son solo los saudíes los que consideran que su papel político ha disminuido como consecuencia del conflicto sirio. Los franceses, que pensaron por momentos que Arabia Saudí los respaldaría en el Consejo tal y como han venido apoyando económicamente a Francia durante décadas, lo perciben de igual modo.

Demasiados cocineros

Nadie está muy seguro ya de quién es el que manda en Riad. Y lo que resulta igualmente extraño del ardid saudí es que Riad conocía bien la dinámica dominante del Consejo de Seguridad mucho antes de la sesión de la Asamblea General de la ONU del jueves en la que Arabia Saudí recibió 167 votos a favor de su nombramiento como miembro y por los que fue elegida como uno de los 10 miembros no permanentes del Consejo de Seguridad por un período de dos años.

De hecho, la norma llamaba a que este asiento fuese a una nación árabe, elegida de forma rotativa desde Asia y el norte de África. Así que, ¿qué ha provocado el rechazo de Arabia Saudí?

Para entenderlo, tal vez se deba retroceder a los hechos ocurridos en las últimas semanas. En primer lugar, la 68ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas a finales de septiembre coincidió con el acuerdo ruso-estadounidense sobre el futuro de Siria y posiblemente sobre otros asuntos también.

Ciertamente, lo que pasó después no fue mucho más allá de las formalidades. El presidente estadounidense Barack Obama tuvo la tan traída y llevada conversación telefónica con el presidente de Irán, Hasan Ruhani. Sin embargo, estas formalidades tuvieron mucho significado. Ahora Washington se ha dado cuenta de que sus representantes en Oriente Próximo ya no tienen la capacidad de resolver los conflictos en su favor -ni a favor de Estados Unidos. Está claro que Arabia Saudí puede utilizar sus activos para enviar coches bomba, montar ataques terroristas de diversos tipos, y reclutar, financiar y desplegar combatientes en Iraq y Siria, pero no puede ganar ninguna guerra.

Los saudíes deben ser conscientes de ello pero quizá aún no han sido capaces de ajustar todas esas variables, y mucho menos de analizarlas y asimilarlas. Sin embargo, no les debe caber ninguna duda al respecto de que ahora están fuera de juego -desplazándose desde el centro a la periferia, y aún más, a la irrelevancia.

La amenaza del norte

Un mes después de los atentados del 11 de septiembre, Arabia Saudí identificó las amenazas a las que hacía frente el reino en un estudio presentado por el príncipe Nayif bin Ahmed al-Saud, un coronel de la fuerza aérea saudí. El estudio, publicado en Estados Unidos afirmaba que las amenazas a Arabia Saudí procedían principalmente del norte, y declaraba «Mirando al Golfo Pérsico en las últimas décadas, es evidente que la fuente de la amenaza procede de dos países, a saber, Irán e Iraq».

Nayif bin Ahmed también escribía que la amenaza se derivaba del hecho de que estos dos países podían competir con la influencia saudí en la región. De modo que naturalmente la amenaza se agrava si Irán, Iraq, Siria y Hizbolá en Líbano operan juntos en una estrategia unificada.

El experto militar saudí no mencionaba ni a Israel ni a Palestina en absoluto en su exhaustivo estudio. Parecen no figurar en los cálculos saudíes. El estudio destacaba asimismo la necesidad de fortalecer la propia potencia militar del reino debido a que una gran mayoría de saudíes se oponían a las bases militares estadounidenses ubicadas en Arabia Saudí.

Las relaciones de Estados Unidos y Arabia Saudí

Cuando Saud al-Faisal llegó a Nueva York el mes pasado, se encontró con que los estadounidenses estaban absortos por el ministro de Exteriores iraní, Muhammad Javad Zarif. El ministro de Exteriores saudí, quizá por primera vez en la historia de las reuniones de la Asamblea General de la ONU, eludió totalmente a los medios de comunicación.

Sus encuentros con responsables occidentales fueron muy limitados y no hizo declaración alguna. De hecho, parecía nervioso desde que entró por la puerta a la sede de la ONU, y en una ocasión, su guardaespaldas tuvo que sostenerlo para que no se cayera.

Luego salió de Nueva York sin pronunciar su discurso ante la Asamblea General, y ni siquiera pedirle al enviado saudí a Naciones Unidas que lo leyera en su nombre. El espectáculo tuvo que ver con algo más que la torpeza derivada de la vejez.

Petróleo: los buenos tiempos se han acabado

Arabia Saudí se enfrenta a su crisis más grave, incluso más grave que después del 11-S, cuando Washington la consideró como el epicentro del terrorismo. Hoy en día, Estados Unidos depende mucho menos del petróleo de Oriente Próximo que hace 40 años, cuando Arabia Saudí amenazaba con usar su crudo como arma política.

Gracias a la revolución del petróleo de esquisto bituminoso y del gas, Estados Unidos está pasando de ser un importador neto a exportador de hidrocarburos. Ya no existe la necesidad de luchar por petróleo, pues el foco de los intereses estadounidenses se traslada hacia el Pacífico. Mientras tanto, todo el mundo quiere vender su petróleo.

Faisal debe haber percibido que la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudí estaba en peligro al darse cuenta de que el jefe no suele consultar con su subalterno su destino al final del día. Es cierto que la prensa israelí hablaba de importantes reuniones celebradas por las potencias del Golfo en Nueva York, pero no se puede concebir que ni Israel ni Arabia Saudí pudieran tener éxito allí donde Estados Unidos ha fracasado.

Demencia política

En estos momentos se están llevando a cabo nuevas iniciativas en Naciones Unidas para encontrar un reemplazo a Arabia Saudí en el Consejo de Seguridad. Algunos señalaban que Emiratos Árabes Unidos es el más próximo a Arabia Saudí por orden alfabético entre los países árabes de Asia. Cuando se haya elegido un país tendrá que haber otra sesión de votación.

Mientras tanto, casi todo el mundo se ha quedado sorprendido por este movimiento saudí que parece haber expuesto la «demencia política» del reino y que ha molestado a sus amigos más que a sus enemigos.

El viernes, el secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-Moon, anunció que Arabia Saudí no había notificado oficialmente a la ONU el rechazo de su nombramiento en el Consejo de Seguridad. En declaraciones a la prensa en Nueva York, sostuvo que la sustitución de Arabia Saudí en el Consejo dependía de los Estados miembros.

Entretanto, Rusia ha criticado el movimiento saudí. En una declaración del viernes, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso señalaba que «los argumentos del reino suscitan desconcierto, y la crítica al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el contexto del conflicto de Siria resulta particularmente extraña».

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/why-did-riyadh-turn-down-un-seat