La Autoridad Palestina (AP) está ayudando otra vez a Israel en su ocupación militar. Según el alto representante de la AP Hussein al Sheij, la decisión se ha tomado tras recibir de Israel el compromiso de que respetará los acuerdos anteriores.
¿Por qué se ha revocado la decisión de detener la “cooperación en materia de seguridad” y otras relaciones con Israel adoptada hace seis meses? Un factor importante es que la vida se ha vuelto cada vez más difícil para los y las palestinas. Como consecuencia de esa decisión la AP dejó de recibir los derechos arancelarios y otros ingresos fiscales palestinos que recauda Israel. Constituyen aproximadamente dos tercios del presupuesto de la AP. Sin ellos no se ha podido pagar a los funcionarios públicos palestinos desde entonces.
Otro factor es la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. La AP espera que después dela oposición de Donald Trump, Biden les sea menos hostil. The New York Times yaha informado que la AP está dispuesta a hacer concesiones para poder entrar de nuevo en negociaciones con Israel con el patrocinio estadounidense. De ser cierto, la AP estaría dispuesta a modificar su legislación sobre asistencia a los presos y presas palestinas. Con ello, la AP capitularía ante la exigencia israelí de que deje de proporcionar subsidios a muchos prisioneros. Aunque esas ayudas son esenciales para garantizar la supervivencia de los presos y presas y de sus familias, Israel y su red de lobby las definen desde hace tiempo como recompensas por “terrorismo”, que es el término que utiliza Israel para describir muchas de las acciones de resistencia contra la ocupación y contra el sistema de apartheid que impone a los y las palestinas.
También se apunta que la AP estaría dispuesta a dejar de ser miembro de organismos internacionales o de firmar acuerdos internacionales. Otra medida posible es que modifique los libros de texto escolares para complacer a Israel y a sus grupos de presión, que alegan que la educación de los niños y niñas palestinas promueve la incitación al odio.
Puede que la AP quiera presentar estas medidas ante Biden y la administración que está formando estos días como gestos de “buena voluntad”. Pero los y las palestinos las considerarán como una vejación más de la AP para aplacar a quien nos oprime, Israel.
La decisión de la AP de reanudar la ayuda a Israel demuestra que no cuenta con ningún medio de presión real. La única opción que le queda es decidir si acepta o si se niega a cooperar con Israel.
Se le han adelantado
Mohammed Shtayeh, primer ministro de la AP, ha insistido en que independientemente de los acuerdos que Israel alcance con terceros, a los israelíes solo les “confortará” la paz con los palestinos. Se refería a que desde que la AP anunció el cese de su cooperación, EAU, Sudán y Bahrein han normalizado las relaciones con Israel.
Este mensaje revela qué hay realmente detrás de la decisión de volver a ayudar a Israel. A la AP le inquieta que los Estados árabes se le hayan adelantado y le hayan dejado atrás. No parece que la normalización le cree ninguna objeción de principios. Más bien critica que se haya producido a sus espaldas.
Es cierto que la AP se despachó con un comunicado de indignación ante el despliegue de normalizaciones. Y hasta tomó alguna acción simbólica al llamar a los embajadores de la AP en EAU y Bahrein. Pero la indignación no le duró mucho. Al mismo tiempo que anunciaba que reanudaba la cooperación con Israel envió de nuevo a sus embajadores a Bahrein y a EAU.
Desde su creación en 1994 la AP ha trabajado estrechamente con los gobiernos árabes. Es cierto que ha habido excepciones. La más notable durante los primeros años de este siglo, cuando Yaser Arafat era presidente de la AP y fue blanco directo del ejército israelí al bombardear su complejo presidencial de la ciudad de Ramala, en Cisjordania. Estados Unidos apoyó la brutalidad de Israel pero los dirigentes árabes no mostraron oposición alguna. Habían marginado a Arafat.
Cuando el entonces presidente estadounidense George W. Bush, pidió la destitución de Arafat en 2002, los gobiernos árabes respondieron con una defensa simbólica de su liderazgo. Sus relaciones con Arafat siguieron siendo tensas hasta que murió (muy probablemente envenenado) en 2004.
El segundo desacuerdo notable entre la AP y los países árabes se produjo a raíz de la conferencia que la administración Trump celebró en Bahrein el año pasado, en la que se lanzó una nueva iniciativa para impulsar la economía palestina. En realidad se diseñó como un proyecto pro-israelí en el que se dejaba fuera los derechos palestinos. Aunque la AP boicoteó la conferencia fueron varios los gobiernos árabes que asistieron.
Antes de que Trump se convirtiera en presidente, y a pesar de que el stablishment de Washington está claramente a favor de Israel, los anteriores gobiernos de Estados Unidos al menos transmitían la impresión de tratar a la AP como un actor relevante.
Trump cambió eso. Durante su presidencia Estados Unidos ignoró a la AP. Intentó reforzar los vínculos ya estrechos entre Israel y algunos gobiernos árabes sin que Israel se viera por ello obligado a hacer ninguna concesión en pro de la justicia para los y las palestinas.
La AP se ha sentido cada vez más marginada en los últimos cuatro años. Sus dirigentes probablemente han temido incluso que se estuvieran discutiendo alternativas a su existencia.
Aliviar las cargas de Israel
Y los temores no parecen infundados. Israel, después de todo, ha formalizado las relaciones con EAU. El asesor de los emiratíes en los últimos años ha sido Muhammad Dahlan, “hombre fuerte” palestino, como se le llama, conocido por su disposición a comportarse violentamente con su propio pueblo con tal de complacer a Occidente. Dahlan se ha convertido en el mayor adversario de Mahmud Abbas.
Para entender correctamente la conducta de la AP es necesario examinar las circunstancias de su establecimiento. Se creó en el marco de los Acuerdos de Oslo firmados entre Israel y la OLP en la década de 1990. Es el producto de un acuerdo que ha permitido a Israel seguir robando impunemente las tierras palestinas.
La AP carece de base política, económica o popular para enfrentarse a Israel. No en vano la consecuencia de la “coordinación en materia de seguridad” ha sido que la AP ha reprimido a las y los palestinos que se enfrentan directamente a Israel. La AP nunca ha podido ejercer una verdadera soberanía sobre ninguna parte de Palestina. Por lo tanto, no ha podido establecer un Estado viable. Las afirmaciones de sus diplomáticos de que representan al “Estado de Palestina” son engañosas.
Subordinado
En virtud de los Acuerdos de Oslo la AP se ha encargado de administrar el 18% de Cisjordania ocupada. Lo que significa que su autoridad se extiende únicamente sobre el 4% de la Palestina histórica. En teoría, la AP está a cargo de las cuestiones de seguridad en algunas ciudades y pueblos de Cisjordania. La realidad es que la AP siempre ha estado subordinada a Israel.
Los palestinos que viven en la zona donde la AP es supuestamente responsable de la seguridad suelen ser testigos de incursiones sistemáticas de las fuerzas israelíes. Por otra parte, al poner bajo la jurisdicción de la AP zonas densamente pobladas de Cisjordania, Israel salió beneficiado porque pudo desembarazarse de la carga de tener que administrar directamente las necesidades de los palestinos.
A Israel se le permitió retener el control total de alrededor del 60% de Cisjordania. La construcción de asentamientos –todos ellos ilegales según el derecho internacional– se ha intensificado en esa zona.
Aunque Israel ha otorgado a la AP un control muy limitado de recursos naturales y de tierras de cultivo ha mantenido el control sobre los cruces fronterizos.
En el Protocolo [Económico] de París de 1994 se estableció que Israel recaudara los derechos de aduana e impuestos sobre las mercancías importadas a Cisjordania y Gaza a través de Israel. Esos ingresos se transfieren luego a la AP, que depende mucho de ellos. El resultado es que la economía palestina ha seguido siendo rehén de la ocupación israelí. Israel, por extensión, ha podido explotar a la AP para obtener beneficios políticos.
Los acuerdos de cooperación en materia de seguridad fueron un regalo muy valioso para Israel. En virtud de ellos la AP pasa información a Israel sobre los palestinos que resisten a la ocupación. Las fuerzas de la AP se han jactado del gran número de operaciones contra Israel que se han frustrado gracias a su cooperación. Los organizadores de esas operaciones han sido encarcelados.
Es importante subrayar asimismo que la “cooperación en materia de seguridad” no se detuvo realmente hace seis meses. Tan pronto como la AP anunció que suspendía formalmente esa cooperación envió señales que constataban que la cooperación continuaría.
Tras el establecimiento de la AP muchas de sus figuras más relevantes empezaron a tener negocios. Cobraban sueldos muy altos e Israel además les daba un trato especial, por ejemplo, concediéndoles permisos de viaje sin dilaciones. En los primeros años de este siglo, se desató un gran escándalo en el que participaron figuras de alto nivel de la AP involucradas en la importación de cemento de Egipto para que Israel pudiera utilizarlo mientras construía su enorme muro de separación en Cisjordania.
La propia familia de Mahmud Abbas ha aprovechado la oportunidad para enriquecerse. Dos de sus hijos dirigen empresas muy rentables que operan en Cisjordania y en varios países árabes.
Vinculada a una élite palestina muy beneficiada de sus relaciones con Israel, la AP ha dado muestras de su afán por mantener cierta estabilidad para que se preserven los intereses de la élite. Como resultado, ha disminuido el margen de la AP para decir “no” a Israel.
La dominación política, militar y económica de Israel, junto con los deseos de la AP de proteger los intereses de una élite, han librado a la AP de la mínima fuerza revolucionaria que pudiera haber tenido en el pasado.
La estructura de la AP ha ayudado a que Israel mantenga la ocupación y la construcción y expansión de asentamientos. Ha abandonado cuestiones centrales relacionadas con los derechos de los y las palestinas, como el derecho al retorno de los refugiados y el estatuto de Jerusalén.
Durante la primera Intifada, Israel se encontró con una resistencia popular generalizada en Cisjordania. Mediante la “cooperación en materia de seguridad” la AP vuelve a unirse a Israel para suprimir la resistencia.
En comparación con los últimos años 80 y principios de los 90, Israel está disfrutando de una edad de oro. La AP contribuye a que sus costos por la ocupación sean mínimos.
Ahmed Abu Artema es escritor e investigador del Centro de Estudios Políticos y de Desarrollo. Forma parte de la organización de la Gran Marcha del Retorno. Vive en Gaza.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.