Foto: Manifestantes protestan contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a la puerta de su residencia en Jerusalén, 18 de julio de 2020. (Olivier Fitoussi / Flash90)
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Solo ahora los israelíes judíos están despertando a la negligencia y el racismo que han definido nuestra realidad durante mucho tiempo.
El martes pasado viajé a Jerusalén con un amigo para la última de una serie de manifestaciones contra el primer ministro Benjamin Netanyahu, el Gobierno y el sistema económico. Junto a miles de manifestantes que representaban una variedad de agendas, caminamos desde la Knéset hasta la residencia del primer ministro en la calle Balfour. Sin embargo, entre todos los diferentes grupos sociales presentes, no vi a ningún ciudadano palestino entre los manifestantes aparte de mí, el periodista de la Corporación de Radiodifusión Pública Israelí Suleiman Maswadeh y el jefe de la Lista Conjunta Ayman Odeh.
En una situación diferente esperaríamos ver una mayor participación del público palestino en Israel en una protesta contra la respuesta fallida del Gobierno a la crisis del coronavirus. Después de todo nuestra sociedad se ha visto gravemente afectada por el brote. Según los datos publicados por el Servicio de Empleo de Israel, los ciudadanos palestinos, que representan alrededor del 20 por ciento de los aproximadamente 1 millón de ciudadanos que solicitaron el desempleo en marzo y abril, se han visto muy afectados por las consecuencias económicas de la pandemia.
¿Entonces por qué una lucha contra la injusticia institucional, emprendida por una coalición de grupos, no atrae a aquellos que históricamente han sido perjudicados por esas mismas instituciones? La respuesta está en la lucha existencial de la comunidad palestina como minoría nacional marginada y discriminada.
Los palestinos en Israel están en un punto de partida diferente de la mayoría de las personas que participan en las protestas actuales. Desde nuestra perspectiva, esta es una lucha por el cambio que no nos incluye y por lo tanto tenemos poco interés. Como resultado, a pesar de que tenemos un claro interés en expulsar a Netanyahu, nuestro entusiasmo y esperanza por lo que sucederá después es muy bajo y somos indiferentes a la identidad de quién liderará el próximo Gobierno.
La historia nos ha enseñado que nadie realmente quiere ciudadanos palestinos en la mesa de toma de decisiones. Las conversaciones muertas entre Benny Gantz, el líder del partido Azul y Blanco, y el dirigente de la Lista Conjunta para formar una coalición gobernante en lugar de Netanyahu, demuestra que nuestro estatus en la sociedad israelí aún no ha variado y que no somos parte de este juego político.
¿Hay alguna posibilidad de que las cosas puedan ser diferentes? Odeh, de la Lista Conjunta, transmitió videos de la protesta del martes e invitó a ciudadanos palestinos a participar. Pero dudo de que eso marque la diferencia, el cambio solo llegará una vez que haya un cambio radical en las reglas del juego y cuando el resto del público judío israelí reconozca que la sociedad palestina tiene sus propias aflicciones y necesidades. La solución debe basarse en la comprensión y la buena voluntad.
Nosotros somos un público lastimado. Las políticas gubernamentales han destrozado nuestra sociedad desde hace muchas décadas, desde la fundación del Estado. Nos dirigimos a un colapso debido a la negligencia, el racismo y la discriminación que definieron nuestra realidad mucho antes de que el público judío se diera cuenta de que el oficialismo está engañando a todos y jugando con el futuro de todos.
Tres hombres palestinos fueron asesinados a tiros en el lapso de 12 horas entre el sábado y el domingo,uno en Kufr Qasim, otro en KufrIbtin y el tercero en Tira. Otras dos personas también fueron asesinadas por disparos el martes. La violencia armada se ha convertido en normal y corriente.
El líder de la Lista Conjunta, Ayman Odeh, en la protesta frente a la Knéset, Jerusalén, 21 de julio de 2020. (Oren Ziv)
El creciente uso de armas está fuera de control a nuestro alrededor sin un final a la vista. El establishment político, que nos abandonó hace mucho tiempo, no está haciendo lo suficiente para enfrentar esta violencia paralizante y mejorar la infraestructura, la economía y la educación en la sociedad palestina. A menudo oímos hablar de operaciones policiales para confiscar armas y drogas, pero estos informes son seguidos inevitablemente de otro asesinato, otro tiroteo y más violencia, especialmente contra las mujeres.
Necesitamos un oído atento y un esfuerzo de colaboración que aborde los problemas a corto y largo plazo. Necesitamos un pensamiento compartido que prevea un futuro para las próximas generaciones. Pero ya sabemos que nadie en el establishment está priorizando a la población palestina, sobre todo debido a la pandemia. ¿Quién tiene tiempo para hablar sobre igualdad cívica y derechos humanos?
Y sin embargo el público judío tiene un claro interés en el desarrollo de la sociedad palestina. Los ciudadanos de Umm al-Fahem deben recibir los mismos derechos y oportunidades que los ciudadanos de Herzliya. La productividad y la prosperidad dependen de la diversidad, no de la diferenciación.
Si los manifestantes de hoy realmente piensan a largo plazo, entonces es posible un esfuerzo conjunto. Cualquier cambio debe extenderse más allá del liderazgo del país y colocar a las personas en el centro, estableciendo un sistema que no excluya a los ciudadanos palestinos.
Y quién sabe, quizás las protestas de Balfour podrían ser el comienzo de algo nuevo.
Una versión de este artículo se publicó por primera vez en hebreo en Local Call. Léalo aquí.
Yaser Abu Areesha es escritor palestino en Local Call.
Fuente: https://www.972mag.com/palestinian-citizens-anti-netanyahu-protests/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.