Traducido del inglés para Rebelión por J.M.
Una estudiante estadounidense de ascendencia palestina detenida en el aeropuerto de Israel durante casi una quincena se ha convertido en una causa inesperada. A Lara Alqasem se le negó la entrada conforme a la legislación aprobada el año pasado contra activistas del boicot y los tribunales israelíes ahora están decidiendo si permitirle estudiar derechos humanos en una universidad israelí amenaza el orden público.
Por lo general, los detenidos en la frontera son deportados rápidamente, pero Lara Alqasem apeló contra la decisión, convirtiéndose en el proceso en una improbable «presa de conciencia» por la causa del boicot.
El Gobierno israelí, inducido por el ministro de Asuntos Estratégicos, Gilad Erdan, afirma que la joven de 22 años es una líder del creciente movimiento internacional de boicot, desinversión y sanciones (BDS). Activistas como Alqasem -argumenta- demonizan a Israel.
Dos tribunales inferiores ya han dictaminado en contra de la estudiante. La Corte Suprema de Israel pospuso su deportación hasta el miércoles, mientras reconsidera las pruebas. Pero al negarse a irse en silencio, Lara Alqasem está atrayendo cada vez más atención internacional a su situación.
Hasta ahora, los funcionarios israelíes solo han demostrado que la joven palestina perteneció alguna vez a un pequeño grupo de solidaridad palestino que apoyó el boicot a una compañía de hummus por sus donaciones al ejército israelí en una universidad de Florida.
Bajo presión, Lara Alqasem rechazó un boicot de Israel, citando como prueba su decisión de inscribirse en un programa de maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Dada la hostilidad generalizada en Israel al movimiento de boicot, Alqasem ha encontrado una sorprendente variedad de aliados en su lucha legal.
Miembros del pequeño partido Meretz de la izquierda sionista la visitaron y exigieron que se le permitiera asistir al curso, que comenzó el domingo.
Ami Ayalon, un jefe retirado del Shin Bet -la policía secreta que supervisa los controles de seguridad en las fronteras de Israel- advirtió de que el organismo ahora era «un problema para la democracia» al negar repetidamente la entrada de extranjeros.
Los vicerrectores de ocho universidades israelíes enviaron una carta de protesta al gobierno y 500 académicos de la Universidad Hebrea presentaron una petición en la que denunciaban el encarcelamiento de Alqasem.
La solidaridad ha sido sin precedentes y sorprendente.
Los funcionarios israelíes controlan la entrada no solo a Israel sino también a los territorios palestinos ocupados. Durante décadas, los extranjeros con nombres que suenan a árabe, como el de Lara Alqasem, han sido acosados o rechazados de forma rutinaria en las fronteras, con apenas una mirada furtiva de la mayoría de la izquierda israelí.
Y durante el mismo período, Israel ha despojado a muchos miles de palestinos de los territorios ocupados del derecho a regresar a su tierra natal después de vivir en el extranjero. Tampoco estos abusos han perturbado las conciencias en Israel.
Entonces, ¿Cuál es la diferencia en el caso de Alqasem? La respuesta confiere poco crédito a los israelíes liberales.
Las universidades de Israel están preocupadas de que el boicot académico haya puesto de relieve su complicidad de largo plazo en la ocupación de Israel y esté erosionando gradualmente su posición internacional. Los proyectos de investigación conjunta con universidades extranjeras están en peligro, al igual que sus lucrativos ingresos de los programas que desean expandir para los estudiantes extranjeros.
Las universidades quieren cooptar a Lara Alqasem como publicista de la libertad académica en Israel. Esperan que brinde cobertura a su secreta culpabilidad de haber apoyado o ayudado activamente, mientras Israel se burlaba de la libertad académica de los palestinos bajo ocupación. Las investigaciones muestran que las universidades de Israel tienen fuertes lazos con los militares de la nación, que regularmente atacan los lugares de aprendizaje de los palestinos y limitan la libertad de estudiar de los palestinos mediante la aplicación de estrictas restricciones de movimiento.
Mientras tanto, los liberales judíos en Israel y los Estados Unidos están preocupados por el atrincheramiento del Gobierno de la extrema derecha israelí. En las últimas semanas, una ola de activistas judíos israelíes y estadounidenses ha sido detenidos e interrogados en la frontera sobre su política.
Esos liberales necesitan desesperadamente trazar una línea roja para detener la expansión de los perfiles raciales a perfiles políticos que socavan su propio estatus. Si los tribunales defienden los derechos fundamentales de Lara Alqasem, sus propios derechos también estarán más seguros.
Esa fue la razón por la cual los líderes judíos progresistas en los Estados Unidos agregaron sus propias voces la semana pasada, firmando una petición para que se permitiera a la joven palestina estudiar en Israel.
Pero el caso ha arrojado una luz no solo sobre el oportunismo egoísta de los liberales israelíes, sino también sobre la hipocresía de los líderes de las comunidades judías estadounidenses progresistas.
Lara Alqasem fue identificada como activista de boicot a través de un sitio web macartista llamado Canary Mission, que tiene vínculos turbios con el Gobierno israelí.
Desde su lanzamiento en 2014 bajo el lema «Si eres racista, el mundo debería saberlo», el sitio ha creado una base de datos en internet donde cita a miles de académicos y estudiantes de EE.UU., judíos incluidos, que critican a Israel.
Su objetivo es atemorizar a la academia estadounidense para que guarde silencio sobre Israel. El sitio amenaza explícitamente con enviar cartas a posibles empleadores denunciando los ataques de aquellos que muestran solidaridad con los palestinos, de ser antisemitas.
Hasta hace poco, esta lista negra había pasado en gran medida sin resaltar fuera de los círculos propalestinos. Pero desde que pasó a ayudar a los funcionarios israelíes a excluir a activistas judíos y no judíos se hizo evidente, el interés en su procedencia ha crecido.
Este mes Forward, una publicación judía estadounidense, desenmascaró a varios de los principales donantes de Canary Mission. Incluyen los fondos comunales de las federaciones judías que representan a las comunidades liberales en San Francisco y Los Ángeles.
El camino lleva de vuelta a una organización caritativa registrada en Israel llamada Megamot Shalom, que tiene como objetivo «proteger la imagen del Estado de Israel».
Simone Zimmerman, una activista judía estadounidense por la paz, que fue detenida en la frontera por funcionarios israelíes en agosto, lamentó que el apoyo secreto del oficialismo judío estadounidense a Canary Mission «apesta a hipocresía y traición».
Las supuestamente liberales instituciones judías en Israel y los Estados Unidos desean que se las vea luchando contra el racismo y ayudando a las buenas causas, incluidos los derechos de una estudiante palestina-estadounidense después de que ella se negó a un boicot a Israel.
Pero de manera encubierta, apoyan y financian proyectos destinados a silenciar las críticas a Israel y hacer cumplir la opresión de los palestinos a quienes dicen que quieren ayudar.
Lara Alqasem se ha convertido en un peón en la lucha entre los liberales judíos y los ultranacionalistas israelíes. Las continuas violaciones por parte de Israel de los derechos más amplios de los palestinos, para ingresar y moverse libremente por su tierra natal y recibir una educación, simplemente no son parte de la discusión.