Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
«En caso de que nadie se hubiera dado cuenta, la administración Obama acaba de regalarle el Líbano a Irán. Washington le ha obsequiado con anterioridad con Iraq, Afganistán, el Golfo y Pakistán. ¿Podría estar más claro que la mejor baza estratégica de Irán es el sometimiento de Estados Unidos a Israel? Para Irán, el estrangulamiento que Israel ejerce sobre el gobierno estadounidense es el regalo que no cesa de recibir.» Con su comentario, mi vecino, el Embajador libanés por los Derechos Humanos Ali Jalil, declaraba que la hegemonía estadounidense en la región se deslizaba velozmente cuesta abajo y que la maniobra política de ayer en el Líbano podía acelerar la retirada estadounidense.
Parecía que mis otros vecinos del sur de Beirut se habían ido pronto a la cama la noche anterior tras los acontecimientos del día que tuvo que soportar el desbordado gobierno del Líbano que EEUU, Israel y Arabia Saudí apoyan. Algunos, como mis compañeros de cuarto estadounidenses y libaneses estaban preparando rápidas evacuaciones para el caso de que nuestros chicos de Hizbulá que vigilan el barrio tocaran con su especial llamada a nuestra puerta. Dos golpes rápidos y el grito de «¡Yala!» (¡Vamos!), y sería el momento de dirigirnos hacia el norte a toda velocidad sin mirar atrás. La causa que motivaría esos hechos sería porque, como mucha gente aquí, algunos de mis vecinos temen que Israel pueda utilizar esta última crisis de gobierno para invadir de nuevo el Líbano.
Ayer, tuvimos la electricidad (e Internet) del «gobierno» cortada desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde y, de nuevo, desde las seis de la tarde hasta medianoche. Al menos diez horas de cortes diarios de electricidad es la norma al sur y al norte del distrito «chic» pro-estadounidense y saudí de Hamra, donde sólo sufren cortes de luz de tres horas, o menos, de duración al día. El hecho de pasar montones de horas a la luz de las velas consiguió probablemente que los rumores sonaran aún más inquietantes. «Las fuerzas armadas del Líbano, Hizbulá y sus aliados, Turquía, Siria, Jordania, Israel e Irán están en alerta militar. ¡Los estadounidenses pueden enviar batallones desde Iraq!», cuchicheó el joven que trabaja en la tienda de telefonía cercana a mi piso. No pude dejar de anotar que algunos de los jóvenes que normalmente pasan el tiempo sobre nuestro capó se habían evaporado. Incluso el chico de la tienda de telefonía se impacientó conmigo cuando quise recargar mi teléfono, «Por favor, dese prisa», dijo, «tengo una cita y necesito cerrar la tienda».
El asesinato del Primer Ministro Rafik Hariri
La actual crisis del gobierno libanés tiene sus orígenes en el 14 de febrero de 2005, Día de San Valentín, fecha del asesinato del primer ministro del Líbano Rafic Hariri y veinte personas más. La administración Bush declaró que Siria era responsable del mismo y vio en ello una oportunidad para forzar al régimen de Asad a retirar su amistad al enemigo de Washington en la región, Irán, y para poner fin a su apoyo a la Resistencia Nacional Libanesa dirigida por Hizbulá.
Uno de los abogados del Departamento de la Secretaria de Estado Condoleeza Rice apareció con la idea de utilizar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para constituir un Tribunal Especial para el Líbano (STL, por sus siglas en inglés) para juzgar a los asesinos de Hariri y machacar a Siria hasta que se mostrara mejor dispuesta hacia los planes de Israel y EEUU para la región.
Lo que no se tuvo en cuenta en ese momento, aunque más tarde se convirtió en un regalo del cielo desde los puntos de vista de Israel y la administración Bush, fue que el Tribunal pudiera filtrar información en la que se afirmaba que miembros de Hizbulá podrían estar implicados también en el asesinato. Casi sin poder creer que tuvieran tanta buena suerte, Israel y EEUU cambiaron bruscamente de dirección y decidieron utilizar el recién formado Tribunal Especial para el Líbano para deshacerse de Hizbulá de una vez por todas, así como para corregir la conducta de Siria, en la creencia que también el gobierno sirio aparecería involucrado.
Las presiones contra Hizbulá hicieron que el partido condenara lo que afirma son testimonios de falsos testigos e instara firmemente al gobierno libanés a abrir un caso contra esos testigos y a no permitir que el STL, que él y otros pensaban se había fatalmente politizado, precipitara una sentencia con la cooperación del gobierno libanés. Los adversarios de Hizbulá elogiaron al Tribunal sin importarles que la estabilidad del Líbano se viera en peligro. Después de casi catorce meses intentando conseguir que el gobierno de Saad Hariri reconsiderara seriamente sus posiciones sobre el STL, la oposición dirigida por Hizbulá dio un ultimátum a la mayoría: o se convocaba una reunión el 12 de enero de 2011 para discutir la actuación del STL o los miembros en el gabinete de la oposición dimitirían. Lo que Hizbulá y sus aliados querían era que el Primer Ministro Hariri convocara una sesión del gabinete para considerar si se suspendía el pago de la cuota libanesa de un 49% en la financiación del STL, se retiraban los jueces libaneses del Tribunal, considerando terminada toda la cooperación con el STL, y se enjuiciaba a los «falsos testigos» vinculados con la investigación de las Naciones Unidas sobre el asesinato de Rafik Hariri.
Bajos enormes presiones de Washington, París y Riad, Saad se negó a convocarla. La oposición dimitió rápidamente. En virtud del artículo 69 de la Constitución Libanesa, la dimisión de la tercera parte más uno de los miembros del gabinete provoca automáticamente la caída de los 30 integrantes del gobierno. Era la primera vez, en la turbulenta historia política del Líbano, que un gobierno se derrumbaba bajo la presión de las dimisiones de una tercera parte más uno de sus miembros.
Para asegurar la dimisión del onceavo gabinete, además de los diez de Hizbulá, y derrocar al gobierno pro-estadounidense, Hussein Jalil, brazo derecho del Secretario General de Hizbulá Hasan Nasrallah, llamó a la persona designada en el gabinete del Presidente Suleiman, Sayyed Hussein. Al parecer Jalil le trasmitió los saludos de Nasrallah y la esperanza en que Hussein tomara las decisiones en virtud de su conciencia. Hussein dimitió a continuación y el Premier Hariri terminó sentado con el Presidente Obama en la Casa Blanca.
¿Qué implica a corto plazo el derrocamiento del gobierno de Hariri?
Los actores regionales reaccionaron más o menos de forma predecible, EEUU acusó a Irán, Siria y Hizbulá de «chantaje», los franceses advirtieron a Siria que se la haría responsable si se producía violencia en Líbano y los británicos avisaron de peligros a largo plazo. El Secretario del Foreign Office británico William Hague dijo en un comunicado: «Este es un desarrollo extremadamente serio que podría tener graves implicaciones para el Líbano y la estabilidad regional». Un diplomático británico añadió a última hora esta tarde: «¡Cielo Santo! ¿Cómo vamos a poder resolver un problema así a corto plazo?»
Los funcionarios del Ministerio de Exteriores israelí dijeron que «estaban siguiendo cuidadosamente los acontecimientos» en el Líbano tras las dimisiones y que «los libaneses comprendían que un intento de los extremistas para alterar la paz podía resultar una apuesta arriesgada», según el Canal 10 de la televisión israelí. A Israel le están acusando en estos momentos en el Líbano de intentar provocar el enfrentamiento y sacar provecho de la crisis de gobierno. Ayer, tras secuestrar a Sharbel Joury, un pastor de cerca de Rmeish (fue liberado 24 horas después), la marina israelí penetró en aguas libanesas a lo largo de la costa. Esta tarde (13.1.11), los aviones de combate israelíes sobrevolaron Baalbek, Nabatiyeh y Marjayoun. Estas incursiones constituyen las 7.269 y la 7.270 vez que se violaba la soberanía territorial del Líbano desde que en agosto de 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 1701 ordenando que salieran del Líbano. Diversas protestas por parte de UNIFIL y las Naciones Unidas no tuvieron efecto sobre Israel mientras Washington continúa en estado de total mudez sobre la cuestión de las violaciones israelíes de la soberanía libanesa.
Jebran Basil, miembro del Movimiento Patriótico Libre (MPL) y partidario de Hizbulá, que era hasta ayer Ministro de Energía, culpó a Washington del hecho de que los esfuerzos sirios y saudíes para impedir las dimisiones hubieran llegado a un punto muerto. «La otra parte se inclinó ante las presiones externas, sobre todo de EEUU, haciendo caso omiso de los deseos y consejos de las partes saudí y siria», dijo Basil.
Por su parte, el dirigente del Partido Socialista Progresista (PSP), Walid Jumblatt, parecía estar de acuerdo con el MPL y atribuyó el fracaso de los esfuerzos de mediación de Siria y Arabia Saudí a las «fuerzas oscuras», aludiendo a las principales potencias occidentales. «Parece que las fuerzas oscuras se han involucrado y frustrado una iniciativa sirio-saudí que habría bloqueado las consecuencias negativas de la sentencia del STL».
El líder de las Fuerzas Libanesas Samir Geagea acusó al rival campo del 8 de Marzo de buscar lo que denominó poderes «de estilo estalinista», acusándoles de «intentar apropiarse de las prerrogativas del presidente y del primer ministro».
¿Qué le espera ahora a Hizbulá?
La oposición dirigida por Hizbulá, como consecuencia de las últimas elecciones, tiene una mayoría de 128 miembros en el Parlamento, lo que le permite nombrar un candidato propio para primer ministro durante las consultas parlamentarias vinculantes que el presidente anunciará pronto. El mediodía del 13.1.11, el líder del bloque de Hizbulá, Mohammed Raad, anunció que la oposición nombrará a «una personalidad con una historia de resistencia nacional para encabezar el nuevo gobierno». Algunos están especulando en que Hizbulá podría proponer al viejo líder sunní Omar Karami, un dirigente moderado y modesto que cuenta con firme apoyo popular, de los progresistas y de Siria.
Cualquiera que sea lo que decida hacer Hizbulá, bien puede tomarse su tiempo mientras considera las principales responsabilidades que podría asumir el movimiento de la resistencia si decide gobernar el Líbano. Algunos de sus partidarios están instando a Hizbulá a que acepte el inmenso desafío y ponga en marcha su Manifesto de 2009 y el contenido de sus recientes plataformas políticas y ponga fin a la corrupción mafiosa existente entre algunos de los dirigentes políticos del Líbano. Varias ONG de la sociedad civil libanesa están pidiéndole a Hizbulá que se interese más por el cada vez más frágil medio ambiente libanés, que arregle de una vez por todas los graves problemas de agua, electricidad e infraestructuras que sufre el Líbano y que permita que el pueblo libanés decida si Hizbulá es fiel a su causa y garantice su futuro apoyo electoral.
Hay otros que también continúan presionando al partido para que ponga fin de inmediato a una de las mayores vergüenzas árabes y libanesas y garantice a los refugiados palestinos el mandato internacional de derechos civiles básicos, entre ellos el derecho al trabajo y a poder tener la propiedad de una casa. Si Hizbulá lidera el gobierno, las perspectivas palestinas de conseguir esos derechos elementales serán mucho más luminosas.
Franklin Lamb es autor de «The Price We Pay: A Quarter Century of Israel’s use of American Weapon’s against Lebanon» (1978-2006), disponible en Amazon.com.uk, y de «Hizbollah: A Brief Guide for Beginners». Puede contactarse con él en: [email protected]
Fuente: http://counterpunch.org/
rCR