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Posada Carriles, un asilo que quema (II)

Fuentes: Rebelión

«Todos los Estados deberán abstenerse de suministrar cualquier tipo de apoyo, activo o pasivo, a entidades implicadas en actos terroristas» – Resolución 1373 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a iniciativa de Estados Unidos (28 de septiembre de 2001). El lunes 13 de junio las autoridades de Migración de Estados Unidos definirán el […]

«Todos los Estados deberán abstenerse de suministrar cualquier tipo de apoyo, activo o pasivo, a entidades implicadas en actos terroristas» – Resolución 1373 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a iniciativa de Estados Unidos (28 de septiembre de 2001).

El lunes 13 de junio las autoridades de Migración de Estados Unidos definirán el status de Luis Posada Carriles, terrorista que se encuentra detenido en El Paso, Texas, no muy lejos del rancho del presidente Bush. Lejos o no, lo cierto es que éste acaba de tener un encuentro cercano del segundo tipo con el ponebombas al entrevistarse con uno de sus amigos íntimos, el médico Alberto Hernández, en ocasión de la Asamblea General de la OEA. Hernández fue médico de la «contra» nicaragüense, según él «por razones humanitarias» (¿serán las mismas de Mireya Moscoso?), mercenarios que fueron calificados por la Corte Internacional de Justicia como terroristas.

Dicho contacto augura negros nubarrones: Bush pudiera quedarse con Posada Carriles echando mano de algún pretexto cínico, y Venezuela quedaría «vestida y alborotada» clamando por su extradición. Bush es tan bueno liberando a terroristas como sentenciando a muerte a menores y personas con discapacidad: ya antes había indultado «por razones humanitarias» a los terroristas José Dionisio Suárez y Virgilio Paz, que participaron en el complot que produjo la muerte por bomba de Orlando Letelier, ex canciller de Salvador Allende, y de su secretaria Ronni Moffit en Washington. Suárez participó en la guerra sucia en Centroamérica, en el asesinato de monseñor Romero y en la operación «Irán-Contras», que intercambió armas por drogas. Razones suficientes y «humanitarias» que le llaman, para condecorarlos con la libertad. ¡Nada raro para quien asesina pueblos en nombre de la humanidad!

El nuevo César tan solo es víctima de una fatalidad genética (nada puede hacerse contra los genes recesivos) pues su padre, el expresidente George H. W. Bush (director de la CIA cuando destruyeron el avión cubano en 1976), había indultado «por razones humanitarias» en 1990 a Orlando Bosch, principal responsable (el otro fue Posada Carriles) de ese atentado que mató a 73 personas. Bosch se pavonea por Miami y, al igual que Posada Carriles, ahora se dedica a las «artes plásticas» (aclaro: el arte de manejar el explosivo plástico C-4, como el que pensaban detonar en el Paraninfo de nuestra Universidad conmigo adentro). Ahora entiendo por qué Mireya Moscoso indultó «por razones humanitarias» a Posada y sus secuaces: es que los genes son transferibles y se adecúan a cada circunstancia.

Pero si Bush se queda con Posada, ¿en qué queda la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU, redactada por Estados Unidos, que exhorta a no apoyar a los terroristas y que no discrimina entre terroristas «buenos» y terroristas «malos»? ¿En qué quedan los Artículos 11, 12 y 13 de la Convención Interamericana contra el Terrorismo, promovida por Estados Unidos, que prohíbe otorgar asilo, refugio o protección a terroristas e impide adjudicarle carácter político a los actos terroristas para negarle impunidad al crimen? ¿En qué queda la obligación de extraditar a los terroristas según el Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil (Montreal, 23 de septiembre de 1971), del cual el gobierno de Estados Unidos no solamente fue promotor sino uno de sus tres depositarios? ¿En qué quedarán las palabras del presidente Bush cuando dijo: «Si alguien protege a un terrorista; si alguien apoya a un terrorista; si alguien alimenta a un terrorista, es también culpable como los terroristas (26 agosto 2003)»?

La CIA y el FBI admiten hoy que Posada Carriles participó en el atentado contra el avión cubano en 1976 y que Washington conocía de antemano tales planes sin hacer nada para evitarlos; que Posada Carriles fue agente de la CIA, utilizado para llevar a cabo actos terroristas contra Cuba, así como para eliminar a líderes, intelectuales y personalidades de la izquierda en Latinoamérica en el marco de la Operación Cóndor.

Si Estados Unidos quiere de verdad combatir el terrorismo, sólo tiene que hurgar en sus archivos y en las toneladas de documentos que destaparon la Operación Cóndor, conocidos como el «Archivo del Horror», divulgado en el «Encuentro Internacional contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia», llevado a cabo en La Habana del 1 al 4 de junio de 2005, al cual asistí y del cual salí, más que horrorizado, ¡enfurecido!

Humanidad, humanidad: ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!