Quisiera comenzar complementando el perfil de Iroel Sánchez ya que, desde mi punto de vista, la obra de cualquier escritor, artista e incluso periodista debería de ir acompañada no sólo de un perfil profesional sino del ideológico, solo así podemos contextualizar y valorar su significado preciso, su alcance. En el caso de Iroel nos encontramos […]
Quisiera comenzar complementando el perfil de Iroel Sánchez ya que, desde mi punto de vista, la obra de cualquier escritor, artista e incluso periodista debería de ir acompañada no sólo de un perfil profesional sino del ideológico, solo así podemos contextualizar y valorar su significado preciso, su alcance. En el caso de Iroel nos encontramos con dos rasgos definitorios: su coherencia personal y su constancia. Se trata de una persona coherente en su trabajo y en su vida personal, lugares ambos a los que traslada un profundo sentido de la justicia, de la equidad, de la solidaridad.. todos ellos valores de la Revolución cubana. Es un trabajador infatigable, sistemático, cuya tarea de seguimiento y denuncia de la tergiversación y de la manipulación mediática resulta, sin duda, fundamental en la defensa de la revolución cubana pero también de los ideales y la forma de pensar de quienes defendemos que otro mundo es posible y que ese otro mundo posible sólo puede ser socialista. Ambas son cualidades imprescindibles en todo compañero de viaje.
Esta caracterización de Iroel puede ser ilustrada mejor con sus propias palabras en el libro que hoy presentamos. Se trata de una crónica de la Agencia estadounidense AP con motivo del encuentro de blogueros en Cuba. Dicha agencia le hizo una entrevista cuyas respuestas no publicó sino en forma de dos oraciones y con un titular así de tendencioso «Decenas de blogueros progubernamentales se reúnen en Cuba». Iroel incorpora a en su libro las respuestas que dio a la Agencia y que ésta no publicó y de esta forma realiza un ejercicio de contrainformación, de denuncia de la manipulación del acontecimiento a la vez que de posicionamiento personal como bloguero revolucionario, nos dice:
«Más que un «simpatizante gubernamental» soy un revolucionario cubano, y eso significa lealtad a unas ideas y unos valores, más que a un gobierno. Aunque estoy identificado con nuestro gobierno, porque creo que encarna las aspiraciones de justicia e independencia de nuestro pueblo y lucha en circunstancias muy difíciles […] Pienso que la condición crítica es inseparable de la vocación revolucionaria»
Este libro no sólo nos permite ver cómo es y cómo piensa su autor sino que indirectamente se convierte en una denuncia de la esquizofrenia de muchos otros ensayistas, literatos o periodistas que son encumbrados por los medios europeos como grandes autores cuando mienten y atacan a la Revolución cubana.
Creo que los contenidos de este libro como mejor se presentan es a través del título elegido que, desde mi punto de vista es muy adecuado ya que no sólo se ajusta a lo que vamos a encontrar en el interior sino que lanza un mensaje claro e inequívoco, importante para todos aquellos que trabajamos por el desvelamiento de la manipulación mediática: «Sospechas y disidencias».
Hace unos años N. Chopmsky señalaba en la obra que ya es un clásico «Los guardianes de la libertad» en la que documentaba y denunciaba el poder de los medios de comunicación que la única forma que tenemos de defendernos de ese poder era poner a los medios bajo sospecha permanente. Muchos años después analizaba la intervención de los medios en la agresión a Yugoslavia (1999) en «El nuevo humanismo militar. Lecciones de Kosovo» y llegaba a una conclusión parecida. Nos decía que la retórica de EEUU, su lenguaje de defensa de los valores humanos y la democracia era una forma de clasificar a las víctimas a unas como dignas y a otras como indignas, es más nos dicen quienes son las víctimas y quienes los verdugos. En la guerra mediática contra Cuba se actúa de forma muy parecida y no hay empresa mediática que no esté implicada en esta guerra ya que como sabemos, junto con las empresas de armas, son las que más dinero mueven en el mundo. Iroel aborda su tarea como bloguero defensor de la Revolución cubana desde una perspectiva chomskyana, la perspectiva de la sospecha y el desvelamiento.
Iroel pone en entredicho la que nos suministran los medios de comunicación masiva como «versión oficial» de los hechos. Pero no nos engañemos la versión oficial no es la del gobierno cubano sino la de los medios mains tream, la de los hacedores de opinión en este mundo globalizado, la de los que establecen la agenda, lo que ha de decirse, lo que se omite, lo que será noticia y de qué forma será noticia. El autor de Sospechas y disidencias cuestiona lo que nos venden como noticias y muestra que se trata de meras opiniones; y para hacerlo investiga esas informaciones hasta dar con la clave que nos hace entender que se trata de opiniones. Este desvelamiento no se puede realizar señalando las mentiras, se necesita indagar los motivos, el origen, es decir fundamentar el enmascaramiento. En esta tarea, a lo largo del libro Iroel nos señala, los olvidos, por ejemplo, cuando los corresponsales de los grandes medios desplazados a Cuba dejan de hablar del informe sobre los peligros del ejercicio del periodismo en AL ya que en dicho informe la isla no figura. Si se diera esta información entraría en contradicción con la construcción mediática que señala a Cuba como un país sin libertades, por tanto, no es una información relevante.
También se nos muestran las censuras como las de los cables de wikileaks que evidencian la política de EEUU en relación a la isla y a la llamada «disidencia», lo que ha de saberse y lo que no orientado por la forma en que se publicaron dichos cables. El texto de Iroel nos permite entender por qué grandes periódicos como El País publicaron esos cables que aparentemente eran críticos con el gobierno de EEUU pero en realidad se trataba de meras apariencias que suministraban al periódico una pátina de legitimidad y pluralidad entre los sectores progresistas. Se trata de una estrategia habitual cuando una noticia que afecta negativamente a EEUU o a España no se puede silenciar hay que ponerla en circulación pero de la forma adecuada tratando de contrarrestar sus efectos, es decir, metiendo en el cauce adecuado la crítica.
Encontramos asimismo lo que podríamos llamar distracciones de los medios masivos que se olvidan de dar determinadas informaciones que pueden contradecir la imagen que ellos han ido construyendo, por ejemplo, en el caso de las votaciones en NNUU contra el bloqueo a Cuba, o el hecho de los médicos cubanos en Haití. Iroel demuestra que existen líneas editoriales que deciden que «de eso no se habla» mucho más a menudo que las veces que señalan de qué hay que hablar.
Otro elemento importante de este libro es el de la contrainformación que no es sólo significa desenmascarar a los medios masivos, desvelar lo que esconde el lenguaje en el que se nos atrapa, -no es negar sin más aunque también-, implica comunicación alternativa. Alternativo tiene su raíz etimológica en alter: el otro, lo opuesto, lo contrario; emparentado con alteratio, cambio y altercatio, altercado, debate, discusión. El significado de la contra-información: no significa decir lo contrario, pero también significa decir lo contrario porque si por casualidad nos encontramos repitiendo los mismos discursos, los mismos argumentos que las empresas mediáticas entonces debemos comenzar a plantearnos qué estamos haciendo mal para que nuestras informaciones puedan ser utilizadas por los mismos que generan los conflictos.
La contrainformación es la guerrilla contra el poder de los medios masivos y en este sentido no cabe duda de que hay que tomar partido. Algo que hace este libro en su sentido más profundo ya que, como decía al principio de esta presentación, no se trata sólo de un autor que toma partido por la revolución cubana sino por los valores de la revolución y esto le lleva a contrainformar no sólo en relación a Cuba sino sobre temas generales de la guerra imperial contra todo país, movimiento, e incluso argumento de película que se salga del carril. De ahí que encontremos en Sospechas y disidencias textos sobre el 15M en España, sobre la política internacional de EEUU, sobre Internet, sobre la intervención en Libia o sobre la película de Polanski «The ghost writer».
La contrainformación es también denuncia pero para que ésta sea eficaz ha de ser sistemática y no puede dejar indiferente al lector. Por eso encontramos en el texto de Iroel preguntas incómodas en las que se interpela al lector, por ejemplo, cuando recoge los comentarios de un amigo en relación a si en Cuba no se usan camisetas pues Guillermo Fariñas, en huelga de hambre aparecía en todos los medios de comunicación sin ella. Algunas de estas preguntas serían suficientes para desmontar cualquier edificio de propaganda estadounidense y me permito citar una de ellas que me pareció especialmente relevante, nos dice Iroel:
«Si el 83% de los norteamericanos apoya las aspiraciones ecologistas, el 86% está de acuerdo con el movimiento por los derechos civiles, el 94% respalda el control de armas, el 80% cree que todos deben tener igual derecho a los servicios de salud y el 88% desconfía de los ejecutivos de las corporaciones…, la pregunta obvia es por qué las transnacionales pueden gobernar EEUU y decidir los destinos del mundo sin dejar de llamar a su sistema de dominación «una democracia» .
Estas preguntas incómodas se las dirige también a todos estos personajes contrarrevolucionarios y anticubanos que viajan por el mundo financiados y arropados mediáticamente y cuya principal función es diseminar propaganda anticubana. Se pregunta, nos pregunta, de dónde sale ese dinero que manejan, qué motiva la concesión constante de premios remunerados, por qué salen y entran de Cuba para hablar mal de su gobierno y no temen volver, etc.
Quisiera acabar con el segundo término del título del libro: Disentir proviene del latín disentiré que significa ser de una opinión diferente, sentire significa al mismo tiempo sentir y pensar, propiamente percibir por los sentidos todos los matices de una realidad y obtener una reflexión y juicio fundamentados. Pero curiosamente disentir y discrepar tienen el mismo significado y están emparentados con el verbo crujir, crepitar ¿Cuál puede ser la relación entre disentir de otra persona y el sonido de la leña de un buen fuego invernal? Pues, quien discrepa está ‘disonando, sonando diferente’. Tanto discrepar como crepitar se derivan del latín crepare, que significa ‘crujir, dar un chasquido’. No se puede considerar que hay una información que discrepe si está en el mismo canal, en la misma frecuencia que los medios oficiales, que los medios masivos. Si los textos no crujen, no discrepan hay que sospechar de ellos. Por eso este texto es por encima de todo un crujido, un crepitar de la conciencia que rompe, que resquebraja los discursos de los medios masivos utilizando un canal, el blog de la Pupila insomne, que emite en la frecuencia de los revolucionarios, la frecuencia que hay que sintonizar para oír el parte de guerra.
Finalmente un apunte, este libro explica y demuestra de forma fehaciente que la guerra mediática contra Cuba no es un invento conspiranoico, no hay que novelar o inventar nada, basta con tener la pupila abierta. Existen cuatro elementos que corroboran esta afirmación: existe intencionalidad y estrategia de guerra, existen recursos a disposición de esta estrategia y un lenguaje que la avala, el lenguaje mediático.
La utilidad de este texto tiene que ver con la posibilidad de disponer de instrumentos para resistir la guerra que nos hacen los medios y es que la guerra de los medios es como el dicho gallego: «Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas» («Yo no creo en las meigas, pero haberlas, las hay»)
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