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Presente y futuro de la izquierda

Fuentes: Rebelión

Se acercan las elecciones europeas -el inicio de un nuevo ciclo electoral como se suele decir-. Todas las encuestas vaticinan un descenso tanto del PP como del PSOE y un importante ascenso de Izquierda Unida. Si el PP continúa con su política de recortes, algo que desde luego los capitalistas necesitan, el partido de Rajoy […]

Se acercan las elecciones europeas -el inicio de un nuevo ciclo electoral como se suele decir-. Todas las encuestas vaticinan un descenso tanto del PP como del PSOE y un importante ascenso de Izquierda Unida. Si el PP continúa con su política de recortes, algo que desde luego los capitalistas necesitan, el partido de Rajoy continuará perdiendo posiciones. El surgimiento de Vox es sintomático a ese respecto. En Génova confían en una hipotética y poco tangible recuperación económica para aguantar el tirón. El PSOE, por su parte, se limita a esperar y a aguantar. Se conforma con volver al poder sobre el desgaste del PP y no tanto por sus propios méritos, sin embargo sus dirigentes no tienen ninguna credibilidad ante las masas y sobre cualquier otra consideración están completamente comprometidos en sostener el actual régimen.

En esta situación Izquierda Unida emerge como una alternativa capaz de aglutinar el voto de izquierdas descontento con los recortes de unos y otros. Es posible que la coalición se encuentre ante la perspectiva de duplicar sus votos y escaños, pero a diferencia de Syriza con el PASOK, parece por el momento, lejos de sobrepasar a la socialdemocracia. No obstante, aunque Izquierda Unida aumenta y avanza electoralmente, no logra aglutinar todo el descontento de izquierdas existente ya que una buena parte del mismo sigue encuadrado en la abstención y en el rechazo a la política tradicional. E incluso, en los últimos años se vienen desarrollando movimientos políticos que, si bien social y políticamente gravitan en torno a Izquierda Unida, tienen un sello diferenciado, en cuanto a que se presentan como banderas limpias que parecen querer romper con todo lo anterior. El primero y más importante de estos movimientos fue sin duda el 15M.

El 15M y su impacto en la izquierda

El 15M marcó un antes y un después en la lucha de clases del Estado español. Es más, sabemos que se convirtió en un referente a escala mundial, como vimos en otros países. Lo cierto es que aquí supuso un verdadero soplo de aire fresco en un ambiente degradado por la crisis y la complicidad de la socialdemocracia. Las plazas y calles se llenaron como hacía décadas que no se veía y nada volvió a ser igual.

Ciertamente el movimiento tenía sus límites, para empezar por el carácter extremadamente universitario de muchos de sus promotores. Se hizo eco de peligrosos prejuicios apolíticos o mejor dicho, de anti-organización, que no hay ni izquierda ni derecha, el consenso, aquí cabemos todos, etc. Todo ello para gusto de El País y de todos esos medios de comunicación «progres» que tan flaco favor hacen a la izquierda.

Pero esa fue una cara de la moneda. La otra fue tremendamente más importante: supuso un despertar a la vida política de miles de, sobre todo, jóvenes oprimidos. Y toda esa gente dispuesta a participar lo hizo o, mejor dicho, lo quiso hacer sin que nadie le impusiera rígidas burocracias, con ganas de aprender, sí, de honrar la experiencia de las generaciones pasadas, pero con la frescura del que no acepta jota, caballo y rey. Es una impronta que ha quedado marcada en la calle y que choca con cualquier estructura burocrática y la política tradicional.

El 15M aceleró, sin duda, el proceso de descomposición de la «España de la transición». Este proceso que inevitablemente culminará en el final del régimen del 78, se había iniciado años antes con las movilizaciones contra el PP por la guerra de Iraq, pero sufrió un impulso tremendo en las plazas de tantas localidades de la península: Crisis de todos los partidos, descrédito de todas las instituciones, no sólo de la monarquía, también del parlamentarismo burgués y, sobre todo, un cada vez más profundo rechazo del orden capitalista.

Todos los fenómenos posteriores a la primavera de 2011 no se pueden entender sin el 15M. La PAH (aunque es anterior, no hay duda que se alimentó del 15M), las Mareas, los iaioflautas e incluso movimientos políticos como el Proces Constituient o las CUP -por supuesto muy vinculado al recrudecimiento de la cuestión nacional catalana- o más recientemente, Podemos, le deben mucho al 15M. Todas estas opciones recogen o buscan recoger su legado: una bandera limpia, no ensuciada por la política tradicional, basadas supuestamente en el asamblearismo y con un discurso anticapitalista…

¿Hacia dónde vamos?

Con la llegada al gobierno del PP la lucha en la calle se recrudeció. Nadie lo puede negar. Los dos primeros años de Rajoy han sido una escuela para cientos de activistas. Por un lado, ha quedado muy claro que hay que luchar en la calle. Pero también que una respuesta limitada, véase, una manifestación aislada, o una huelga de un solo día es insuficiente. Sobre todo tras la última huelga general convocada por CCOO y UGT han proliferado convocatorias en empresas y sectores en lucha donde los propios trabajadores impulsaban huelgas mucho más durar, mucho más combativas, en más de un caso en contra del criterio de las cúpulas sindicales: los mineros, la sanidad pública madrileña, los estudiantes de secundaria, los trabajadores de limpieza de Madrid y aún en lucha, con más de cien días de huelga -la huelga más larga desde la muerte de Franco-, los trabajadores de Panrico en Santa Perpetua. Para tumbar a Rajoy y sus políticas hace falta más contundencia, más fuerza. Pero los que podrían imprimir de manera organizada, ese carácter a la lucha, las cúpulas de CCOO y UGT por el momento, lejos de dar un paso adelante, están comprometidos con Rajoy en mantener la paz social, aislar las luchas e impedir que confluyan.

Ese bloqueo sindical, paradójicamente, está ayudando a que miles de activistas saquen la conclusión de que la lucha es necesariamente política y que, por tanto, son necesarias herramientas políticas y alternativas al sistema. Esa necesidad genera un debate, una reflexión, y en ese momento es en el que creo que precisamente estamos: Estamos en un período de lucha, defensiva sí, pero la defensa está obligando a los luchadores y activistas a sacar tremendas conclusiones políticas, muy avanzadas y ofensivas: la defensa de un puesto de trabajo, o un derecho que tratan de arrebatárnoslo se convierte, bruscamente, en lucha contra el capitalismo. Si bien la lucha en la calle no sigue una línea recta ascendente e ininterrumpida -eso no se dará nunca-, todas esas experiencias están alimentando ese proceso de reflexión que se está dando en la cabeza de cientos y miles de activistas, trabajadores y jóvenes. Y además, sus conclusiones están siendo, en general, mucho más avanzadas que el programa político más avanzado que pueda existir hoy en día: Todas las organizaciones que se reclaman de izquierdas han ido a la zaga en este proceso, actualizando sus consignas y reivindicaciones al calor de lo que la calle demandaba y exigía. Lenin decía que las masas están más a la izquierda que sus partidos, y sus partidos más a la izquierda que sus dirigentes… y es esto precisamente lo que hemos visto entre los activistas y luchadores que han tomado una y otra vez las calles estos últimos años. Ahora, ese proceso de reflexión conduce hacia la participación política, no sólo en la calle, también en la política y eso significa que se está preparando un nuevo salto, tanto en la participación como en la propia la lucha.

En principio estos cambios van a beneficiar a Izquierda Unida, primero electoralmente, pero también en cuanto a afiliación y participación. Esto es inevitable porque aunque IU está vinculada a la política tradicional y está gestionando el sistema en numerosas administraciones, para amplias capas de las masas la coalición es la única alternativa posible a la izquierda del PSOE. Esto es así sobre todo para la base electoral tradicional del PSOE, situada en los barrios obreros. Lo cual no excluye que surjan nuevas experiencias y reagrupamientos, de hecho se puede decir que, en general, está habiendo una nueva recomposición de la izquierda. Este proceso, por ejemplo, está más acelerado en Catalunya donde precisamente la debacle de la socialdemocracia es mayor y donde IU, sobre todo por su socio ICV, tiene un perfil más socialdemócrata y ha participado muy recientemente en la dolorosa experiencia del Tripartit.

Estos próximos dos años van a ser decisivos en cuanto hacia dónde va la izquierda. La burguesía sostiene la mayoría absoluta del PP porque no tiene ninguna otra alternativa. Aguantar y resistir cuando los dirigentes de CCOO y UGT no están planteando una oposición más contundente se presenta como la mejor elección antes que dimisiones ministeriales o un adelanto electoral que pudieran ser interpretadas por los activistas como una victoria. Así que tratan de ganar tiempo y aprovechan ese tiempo para continuar con las políticas exigidas por los capitalistas. Pero el PP puede estallar en cualquier momento y la autoridad del PSOE está por los suelos, así que en el 2015 podemos encontrarnos con una situación muy ingobernable para la burguesía. ¿Una mayoría absoluta? Completamente descartado. ¿Un gobierno de minoría, del PP o del PSOE, apoyado por CiU u otras fuerzas burguesas? Posible, pero probablemente sería muy complicado que sumaran los escaños suficientes. No podemos olvidar el propio declive que sufre CiU. En todo caso sería un escenario muy inestable. ¿Apoyado por UPyD? Posible también, pero también inestable aunque así quizás nos llevaríamos a Rosa Diez por delante. ¿Unidad nacional entre PP y PSOE? También posible, dependiendo de la aritmética quizás la única opción posible para dar algo de estabilidad al gobierno, pero supondría el suicidio del PSOE. ¿Gobierno PSOE-IU? ¡Cuidado! Podría ser una trampa para IU, para implicarla en un gobierno servil con la burguesía. En todo caso, abriría otro escenario porque tampoco sería una opción deseada a priori por la dirección del PSOE o por la propia burguesía. Eso ya lo veríamos. En todo caso lo que suceda hasta entonces marcará las tendencias de lo que nos podamos encontrar.

Lo único claro es que el futuro es más inestabilidad y más lucha. Y lo más importante, está completamente implícita la posibilidad de que el régimen del 78 se venga abajo. Es lo más probable, es hacia donde nos dirigimos. De hecho, si aún no ha abdicado Juan Carlos de Borbón, si está cerrada por el momento cualquier reforma «federal» de la constitucional, es precisamente por el pánico que tiene la burguesía de tocar algo y que eso provoque una marea para cambiarlo todo. No obstante, a medida que la situación se convulsione aún más, surgirán divisiones en la clase dominante, y unos querrán evitar reformas, y otros (muy probablemente encuadrados en la dirección del PSOE) defenderán pequeñas reformas por arriba para tratar de no cambiar nada. Como siempre ha sucedido, ambos sectores tendrán razón y estarán equivocados pero lo más importante es que señalarán el inicio de un proceso revolucionario.

La organización de la izquierda

Lo más importante de cómo la izquierda abordará estos acontecimientos estriba en la manera en que los activistas de los movimientos sociales van a abordar su inevitable paso a la lucha política. Y es muy importante porque los activistas reconocidos por el movimiento como dirigentes naturales de la lucha han conquistado en la calle una autoridad capaz de arrastrar a más gente hacia una u otra posición política. La necesidad de luchar políticamente necesitará, inevitablemente, expresarse de alguna manera. En este proceso, esos valores del 15M que señale más arriba estarán muy presentes: frescura, ruptura con las lacras del parlamentarismo burgués, participación, democracia interna, dinamismo en la calle y un programa avanzado y combativo sin pelos en la lengua, dispuesto a romper con el capitalismo y luchar por transformar la sociedad… La opción política que inscriba estos valores en su bandera y los lleve adelante consecuentemente se desarrollará. La opción política que utilice estos elementos de manera oportunista para luego desentenderse, primero se inflará para luego desinflarse o romperse en pedazos.

En cualquier caso, además de la ruptura con la política tradicional, otro factor político también está muy presente en los activistas y luchadores de los movimientos sociales: la unidad, la unidad que se plasma en la lucha donde coinciden activistas procedentes de distintos movimientos políticos o sindicales, la unidad demandada para hacer frente a los capitalistas y sus secuaces. La búsqueda de la unidad será un elemento muy a tener en cuenta, una unidad que, por supuesto, debería basarse y cimentarse en el rechazo de la política de recortes y ataques, y en la búsqueda de una alternativa que rompa con el capitalismo. Si una opción con estas características se fraguara, si la izquierda política lograra organizar un Frente de Izquierdas contra los recortes y en defensa de los derechos de los trabajadores, su propia conformación sería un referente eficaz contra el desencanto y la abstención que animaría la participación y la afiliación. Un horror para la burguesía que, por lo tanto, utilizará todos los medios a su disposición para evitarlo, empezando por los medios de comunicación «progres».

Para precisamente organizar a los activistas del movimiento y construir este verdadero frente político de la izquierda contraria al capitalismo, defiendo la necesidad de que los distintos movimientos políticos, sindicales y sociales, empezando por Izquierda Unida, pero no sólo, impulsaran y organizaran un Congresos de activistas sociales, sindicales y políticos. Un Congreso en defensa de los trabajadores y contra el capitalismo y la explotación. Primero, a escala local, de barrio, etc. donde se discutiera tanto el programa común a defender como la estrategia de lucha a seguir y se eligieran democráticamente delegados para Congresos de rango superior, hasta un Congreso Estatal de activistas. En estos Congresos las distintas fuerzas políticas de izquierdas, movimientos, activistas etc. podrían exponer libremente sus puntos de vista y tras un debate democrático votar y tomar decisiones. Estos Congresos supondrían un tremendo impulso a la participación y asestarían un tremendo golpe a la democracia burguesa representativa. Para un Frente de Izquierdas surgido de un proceso de estas características, su objetivo no sería avanzar en uno o dos escaños su representación, sino que aspiraría a hacerse con el poder y terminar con el régimen del 78 y con el capitalismo. Estaríamos a las puertas de una Revolución.

Y por último una reflexión sobre los llamados «procesos constituyentes». Creo que debemos de diferenciar entre la aspiración de ruptura a la que aspiran los activistas y luchadores y el contenido real que podría suponer un «proceso constituyente» desligado de la lucha contra el capitalismo. Una ruptura real con el actual orden que pudiera suponer un cambio trascendental en la vida de los oprimidos pasa inevitablemente por romper con el dominio del capital financiero. Pero dado el poder absoluto que detentan bancos y multinacionales, inevitablemente estamos hablando de romper con el capitalismo. La única «democracia real, ya» posible, es terminando con la dictadura de los mercados y del capital financiero.

Proceso constituyente puede ser entendido como la demanda de una Asamblea Constituyente (con más o menos epítetos revolucionarios) donde los «depositarios de la soberanía nacional» elijan una nueva ley electoral, si queremos monarquía o república, el derecho a decidir, etc. Todo esto puede ser muy importante, pero si no se sitúa de manera explícita como objetivo la expropiación de los grandes capitalistas y banqueros y por tanto la lucha por el socialismo, el sistema y sus lugartenientes socialdemócratas encontrarán la manera de domesticar consignas aparentemente muy radicales para, utilizando determinadas reformas, apaciguar el descontento y perpetuar la dominación capitalista… y si no, aprendamos precisamente de lo que pasó en la Transición: ¿cambiar las formas para no tocar nada? ¡No! ¡Es el momento de cambiarlo todo!

Jaume Garcia. Activista político y afiliado de EUiA y CCOO

Blog del autor: http://comunaobrera.blogspot.com.es/

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