Traducido para Rebelión por LB
Munther Fahmi es conocido como «el librero de Jerusalén». Entre sus clientes se cuentan Tony Blair, Kofi Annan, Jimmy Carter y la actriz de Hollywood Uma Thurman. En una ciudad dividida por las tensiones políticas y sociales la librería del señor Fahmi constituye un oasis de diálogo entre palestinos e israelíes al que conocidos escritores y académicos de ambos lados de la barrera son invitados regularmente para dar conferencias y hablar de su trabajo.
Sin embargo, a pesar de sus conexiones de alto nivel, todo parece indicar que los días de señor Fahmi en su ciudad natal están contados.
Las autoridades israelíes le han comunicado que tras 16 años consecutivos regentando su librería en el recinto del emblemático hotel de Jerusalén Oriental American Colony ya no puede entrar ni a Israel ni a Jerusalén.
Hace dos meses agotó sus opciones legales cuando la corte Suprema de Israel se negó a revocar su orden de su deportación. Su única esperanza reside en un comité gubernamental al que ha apelado argumentando razones humanitarias.
El señor Fahmi, de 57 años de edad, dista mucho de ser optimista. «Mi abogado me dice que las solicitudes que hacen los palestinos casi nunca son aceptadas».
Titular desde hace muchos años de un pasaporte estadounidense, el señor Fahmi dijo que residía [en Jerusalén] con una visa de turista que expiró el 3 de abril. «Si el comité rechaza mi caso me meterán en un avión y me expulsarán en breve».
El señor Fahmi es uno de los miles de palestinos que en las últimas cuatro décadas han sido víctimas de una política israelí que los despoja de su derecho a vivir en Jerusalén, dijo Dalia Kerstein, directora de Hamoked, un grupo israelí de derechos humanos.
Aunque Israel se anexionó Jerusalén Oriental en 1967 violando el derecho internacional, la mayoría de sus habitantes palestinos recibieron solamente permisos de residencia israelíes, no la ciudadanía.
Según cifras israelíes, desde entonces los israelíes han revocado el permiso de residencia de más de 13.000 palestinos de los 260.000 con que cuenta hoy Jerusalén Este.
La señora Kerstein dijo que el número de revocaciones ha aumentado drásticamente en los últimos años, ya que más de 4.500 palestinos perdieron su permiso de residencia tan sólo en el año 2008, el último año del que existen disponibles cifras completas.
La ley israelí estipula que los palestinos de Jerusalén pueden ser despojados de su permiso de residencia si residen al menos durante siete años en el extranjero -el cual incluye los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Gaza- o si adquieren un pasaporte extranjero.
Desde que en 1988 se dictara una sentencia de prueba, los tribunales israelíes han ratificado la revocación [del permiso de residencia] en los casos en los que las autoridades sostienen que los palestinos han trasladado su «centro de vida» a otros lugares.
«Es evidente que existe una política para expulsar a los palestinos de Jerusalén e Israel y reducir lo que aquí se llama «la amenaza demográfica palestina», dijo la señora Kerstein. «Se trata realmente un caso de limpieza étnica».
La semana pasada Hamoked y otro grupo de derechos humanos, la Asociación de Derechos Civiles de Israel (ACRI), solicitaron a la Corte Suprema de Israel que revocara la política [de anulación de permisos de residencia], argumentando que supone una vulneración del derecho internacional.
Oded Feller, abogado de ACRI, dijo que los palestinos de Jerusalén Oriental son de hecho «prisioneros» a los que Israel castiga si participan de un mundo más globalizado.
«El problema para la gente como Munther es que el gobierno y los tribunales israelíes los tratan como si fueran inmigrantes, ignorando el hecho de que en su calidad de habitantes nativos de la ciudad les asiste el derecho inalienable a vivir en ella», dijo la señora Kerstein.
Al igual que la mayoría de los palestinos de Jerusalén Este, la familia del señor Fahmi rechazó la ciudadanía israelí en 1967. «Somos palestinos y estamos ocupados por Israel. ¿A santo de qué deberíamos aceptar su ciudadanía y legitimar su ocupación?».
Pero esa decisión le dejó a él y a otros palestinos de Jerusalén en una situación precaria.
Los israelíes revocaron el permiso de residencia del señor Fahmi -sin su conocimiento- a raíz de una larga estancia en los Estados Unidos que inició en 1975, cuando se fue a EEUU a estudiar. Allí obtuvo un pasaporte estadounidense tras casarse y formar una familia.
En 1995, tras la firma de los acuerdos de Oslo, decidió volver a instalarse en Jerusalén. «Vi a Yasser Arafat y a Yitzhak Rabin darse la mano frente a la Casa Blanca e ingenuamente pensé que aquello era el comienzo de una nueva era de reconciliación».
Durante los últimos 16 años se ha visto obligado a salir y entrar en el país cada pocos meses con una visa de turista.
Pero el señor Fahmi conoció el verdadero significado de la pérdida de su residencia hace 18 meses, cuando los funcionarios del Ministerio del Interior israelí le dijeron que, en aplicación de una nueva política, ya no le renovarían automáticamente la visa de turista.
Ahora le han dicho que solo puede permanecer tres meses al año en Israel, incluyendo Jerusalén. En su apelación ante la comisión humanitaria ha dicho que necesita estar en Jerusalén para cuidar de su madre, de 76 años de edad.
«¿Hay en el mundo algún otro país en el que la población nativa sea tratada de esta forma en su propio país?», dijo.
La señora Kerstein explicó que la política de negar visas de turista a los palestinos con pasaporte extranjero ha sido aplicada de forma irregular debido a las objeciones presentadas por EEUU y por embajadas europeas.
La elección del señor Fahmi [como blanco de esta medida restrictiva] parece a primera vista un tanto extraña en vista de los influentes apoyos con los que cuenta. Una petición ha logrado reunir más de 2.000 firmas, incluidas las del novelista británico Ian McEwan, ganador este año del Premio Jerusalén de literatura, la del historiador Eric Hobsbawn y la de Simon Sebag Montefiore, cuyo libro Jerusalén: La biografía ha sido un éxito de ventas.
El señor Fahmi confía en que el apoyo de muchos israelíes y judíos de la diáspora, entre ellos los de Amos Oz y David Grossman, dos de los novelistas más célebres de Israel, conseguirá impedir su expulsión.
El señor Grossman dijo a la agencia de noticias Reuters la semana pasada que las acciones del gobierno israelí eran «un escándalo». Rashid Khalidi, profesor de historia del Oriente Medio en la Universidad de Columbia en Nueva York, que también ha firmado la petición, dijo que el caso del señor Fahmi ha puesto de relieve la determinación de Israel de mantener una mayoría judía en Jerusalén.
Una fórmula ideada por un comité gubernamental israelí en 1973 fijó [como objetivo] para Jerusalén [alcanzar] un ratio de población de 73 judíos contra 27 palestinos. A pesar de una agresiva política de asentamiento de judíos en Jerusalén Oriental, la tasa de natalidad más elevada de los palestinos ha hecho que su proporción haya aumentado hasta superar un tercio de la población total de la ciudad.
«No conozco a ninguna familia de Jerusalén Este que no tenga a algún miembro afectado por esta política de revocación [de permisos de residencia]», dijo el profesor Khalidi. «Es algo sistemático».
El año pasado Israel pareció ampliar su política cuando revocó el permiso de residencia a cuatro miembros de Hamas pertenecientes al consejo legislativo palestino que viven en Jerusalén Este.
A principios de este año Israel también prohibió entrar a Jerusalén a Adnan Gheith, un destacado activista político palestino que se ha opuesto a la campaña de colonización judía del barrio [árabe] de Silwan, situado en Jerusalén Este. Los israelíes le ordenaron permanecer fuera de la ciudad durante cuatro meses.
Informaciones publicadas en los medios de comunicación israelíes indican que los servicios de seguridad israelíes han elaborado una lista de varios cientos de activistas de Jerusalén contra los que pretenden dictar órdenes de expulsión.
En lo que constituye un indicio del miedo que se extiende entre los palestinos jerusalemitas cuyos derechos de residencia se encuentran amenazados, en los últimos cinco años los funcionarios israelíes han observado entre la población palestina [de Jerusalén] un marcado incremento del número de solicitudes de ciudadanía israelí.
Las cifras dadas a conocer este año por el Ministerio del Interior israelí revelan que unos 13.000 palestinos de Jerusalén, es decir, el 5% de la población, son ahora ciudadanos israelíes.