Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mucho antes de las 5.30 de la madrugada del 20 de junio unos 800 manifestantes caminaron la milla desde la estación del BART [tren de transporte rápido], cerca de San Francisco, en Oakland, hacia el Atracadero 57 de los muelles de Oakland. Los tempraneros estaban determinados a bloquear las puertas y disuadir a los estibadores para que no descargaran un barco de carga Zim. Zim es una compañía de navegación israelí.
Un segundo turno de más de 200 manifestantes también mantuvo las puertas cerradas para los equipos de trabajo de las 4.30 de la tarde.
Gloria La Riva organizó el servicio personal de vehículos que transportó ambas olas de manifestantes. Dijo: «Hay una provisión en su contrato que indica que los trabajadores no tienen que cruzar un piquete si su salud o seguridad están en peligro. El árbitro -que siempre está disponible para este tipo de situación- revisó dos veces las filas de manifestantes en la mañana. Aproximadamente a las 9:15 de la mañana decidió que no existía seguridad para los trabajadores. Consideramos una gran victoria que el árbitro haya decidido a favor del sindicato y que los hombres no hayan tenido que trabajar.»
En vista de que ya habían sido enviados a casa y el arbitraje les fue favorable los hombres recibirán su salario.
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Para La Riva fue otro día de servicio dedicado a su compromiso de toda una vida con la justicia… también con una cierta sensación de haberlo visto antes.
En junio de 1984, cuando San Francisco era todavía un muelle de contenedores comerciales, La Riva apoyó a los estibadores del Sindicato Internacional de Trabajadores de Puertos y Almacenes (ILWU) que emprendieron una acción oficial en el Muelle 80 y se negaron a descargar el barco Nedlloyd del Sudáfrica del apartheid. Los miembros del sindicato se mantuvieron firmes durante diez días -la más larga paralización política de carga en la historia de la Costa Oeste- a pesar de las multas multimillonarias en dólares que les fueron impuestas.
En aquel entonces, el régimen racista del apartheid sudafricano estaba bajo presión. Mientras sus fuerzas de seguridad reprimían cada vez con más brutalidad a sudafricanos negros, incluidos mujeres y niños, los ojos del mundo estaban fijos en imágenes de policías blancos que disparaban contra niños negros en los patios de escuelas y en distritos segregados empobrecidos.
Ahora Israel está bajo presión. El 31 de mayo, la armada de ese país abordó violentamente barcos en aguas internacionales y atacó a pasajeros que llevaban alimentos, materiales de construcción, y ayuda médica. Nueve pasajeros murieron y seis siguen desaparecidos.
Pero la indignación internacional ha estado a punto de estallar desde hace un cierto tiempo contra las acciones de Israel en Palestina. El bombardeo de Gaza durante la Navidad y el Año Nuevo de 2009 fue un acto de continua brutalidad que horrorizó al mundo. Desde entonces, es difícil no ver imágenes de palestinos desesperados. Incluyen a bebés y niños que viven en lo que algunos describen como «la mayor prisión al aire libre del mundo».
El bloqueo de Gaza por Israel se extiende más allá de sus fronteras en tierra. A los pescadores sólo se les permite llegar a 5,5 kilómetros de su propia costa. Algunos entran sin ser vistos a aguas egipcias, pero al hacerlo ponen en peligro sus vidas.
Responsables israelíes insisten en que no hay una crisis humanitaria. Trabajadores de la ayuda de las Naciones Unidas dentro de Gaza, sin embargo, hablan de que un 80% de la población depende de repartos de alimentos. Datos de la ONU configuran imágenes inquietantes: Un 14% de los niños sufren de crecimiento atrofiado debido a la desnutrición.
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En una de las tres puertas bloqueadas en los muelles, la manifestante Catherine Orozco baja su pancarta (dice «Dejen vivir a Gaza») y declara: «Visité Israel y Palestina en el año 2002. Fui a Yenín y vi los resultados de la masacre y la destrucción de edificios y casas. Fui a Jerusalén y vi a gente expulsada de sus casas de toda la vida. Estoy muy preocupada por el desastre que Israel está imponiendo al pueblo de Palestina. Aunque nosotros, los estadounidenses, tendemos a preocuparnos más por nuestros propios problemas como la economía y los vertidos de petróleo, los ojos de mucha gente se abren cuando ven que barcos pacíficos que llevan ayuda humanitaria son atacados en aguas internacionales y se mata a activistas por los derechos humanos.»
Mientras EE.UU. se hunde cada vez más en la deuda, el presidente Obama insiste en que Israel es un «verdadero amigo» cuya seguridad es una «máxima prioridad…sacrosanta… no negociable». El 4 de junio, menos de una semana después del acto de piratería de Israel en aguas internacionales, Obama declaró un «fuerte compromiso» para asegurar que «el vínculo entre EE.UU. e Israel sea inquebrantable hoy, inquebrantable mañana, inquebrantable eternamente». Luego autorizó otros 30.000 millones de dólares como ayuda para Israel durante la próxima década. (El presidente Bush autorizó 13.000 millones de dólares durante su presidencia.)
Estos días, la palabra «apartheid» es relacionada regularmente con Israel. Por cierto, los paralelos entre Israel y Sudáfrica del apartheid son obvios para todo el que haya visitado ambos lugares o estudiado esa forma de política.
Bajo la luz clara del sol que caía sobre los muelles de Oakland el 20 de junio, es evidente que cada vez más gente de todas las edades y formaciones toma nota de esta nueva versión del apartheid. Lo que ven les quita el temor ante la amenaza omnipresente de ser etiquetados como «antisemitas» o como «judíos que se odian a sí mismos.»
Si el gobierno israelí sigue la directiva de una sola señal evidente en este día -«Boicot de barcos y bienes israelíes»- consideraría exhaustivamente la historia del apartheid de Sudáfrica. Entonces dirigiría el barco de su Estado hacia una estrella diferente… y a toda v velocidad.
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Susan Galleymore es autora de Long Time Passing: Mothers Speak about War and Terror, presentadora de Raising Sand Radio de la Universidad Stanford, y antigua «madre militar» y Consejera de los Derechos de los Soldados. Nació en Sudáfrica del apartheid, vivió en Israel desde 1975 hasta 1977, y fue de nuevo de visita en 2005. Para contactos, escribidle a: