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Entrevista a Hedy Epstein, superviviente del nazismo

«¿Qué lección hay que aprender del Holocausto?»

Fuentes: www.silviacattori.net

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

Hedy Epstein es una superviviente del Holocausto judía alemana, nacida en 1924 y cuyos padres fueron enviados a Auschwitz en 1942, donde murieron. En 1948 Hedy Epstein se fue a vivir a Estados Unidos. En 2003 decidió viajar a Palestina. Impresionada por la opresión que el gobierno israelí está imponiendo a los palestinos,desde entonces se ha dedicado a darlo a conocer al mundo. En la entrevista que concedió a la periodista suiza Silvia Cattori, Hedy Epstein habla, con su voz dulce y suave, de su último viaje a Palestina después de una conmovedora visita a uno de los varios campos de concentración a los que fueron deportados sus padres. Y afirmó:»Quisiera dedicar esta entrevista a los niños de Gaza, cuyos padres no pueden protegerlos o enviarlos fuera a un lugar seguro, como hicieron mis padres cuando me enviaron a Inglaterra en mayo de 1939 en un Kindertransport» (1) Silvia Cattori: En 2004, tras los humillantes y deshumanizantes malos tratos que tuvo que sufrir en el aeropuerto de Tel Aviv, donde se tuvo que desnudar y soportar un registro corporal, como me explicó en nuestra primera conversación (2), estaba muy enfadada y declaró: «No volveré nunca a Israel». Pero desde entonces ha vuelto cuatro veces. El verano pasado fue otra vez. ¿Cómo es posible?

Hedy Epstein: Nunca me he sentido tan enfadada como después de lo que nos pasó a una amiga y a mí en el aeropuerto Ben Gurion en enero de 2004.

Cuando ya estaba en el avión, escribí en cada página de las revistas que daban en el avión: «Soy una superviviente del Holocausto y ‘nunca jamás’ volveré a Israel». A veces apreté tan fuerte el bolígrafo contra el papel que rompí la página. Fue una manera humilde de quitarme el enfado.

Cuando volví a casa, todavía muy enfadada, traumatizada, decidí buscar consejo, lo que me ayudó a trabajar contra mi enfado y me permitió planear mi siguiente viaje a Cisjordania sólo unos meses después, en verano de 2004. Desde entonces he vuelto cada año, cinco veces en total desde 2003. He vuelto porque es lo que tengo que hacer; ser testigo y hacer saber a los palestinos que hay algunas personas lo suficientemente preocupadas como para volver y estar a su lado en la lucha contra la ocupación israelí. Los palestinos me han pedido que cuando vuelva a casa le cuente al pueblo estadounidense lo que he visto y experimentado, porque el pueblo estadounidense no sabe lo que está ocurriendo debido a que los medios de comunicación no les informan. Me comprometí a hacerlo y he aprovechado todas las oportunidades que he tenido de honrar este compromiso. Silvia Cattori: ¿Cómo interpretó el hecho de que el oficial israelí la tratara de esa manera tan brutal ?

Hedy Epstein: Trató de intimidarme, de silenciarme, con la esperanza de que no volviera nunca. Aunque momentáneamente puede que lo consiguiera, en última instancia no lo logró. Citando al general McArthur, un general del ejército estadounidense, que dijo «Volveré», he vuelto cuatro veces desde enero de 2004, incluso al aeropuerto de Tel Aviv, cuando volvía de los territorios ocupados por Israel, y continuaré yendo. No podrán detenerme. Y también estoy planeado llegar por mar a Gaza en unos meses.

Silvia Cattori: ¿No fue demasiado traumático para una persona sensible como usted volver a Cisjordania y ver a los soldados israelíes humillar, amenazar, matar y destruir las vidas y las propiedades de los palestinos?

Hedy Epstein: Como estadounidense, soy una privilegiada. Soy muy consciente de ello y no me siento cómoda de llevar esa capa, especialmente cuando estoy en Palestina, consciente de que puedo ir ahí y marcharme cuando yo quiera, un privilegio que se les niega a los palestinos. Ellos tienen enormes dificultades para moverse de un sitio a otro, están restringidos por controles de carretera, check points, el encarcelador muro de 8 metros de altura, se lo impiden jóvenes soldados israelíes que deciden quién puede pasar y quién no; quién puede ir al hospital, a trabajar, a visitar a la familia y a los amigos.

He visto enormes colas de palestinos en el checkpoint de Belén. Hablé con un hombre de 41 años que me dijo que trabajaba tres días a la semana; para llegar a tiempo al trabajo, se levanta a las 2:30 A.M. y llega al checkpoint a las 3:15 A.M. para esperar en cola, una larga cola, junto con muchos otros a que el checkpoint abra sobre las 5:30 A.M. Tienen que llegar tan pronto porque hay mucha gente haciendo cola. A veces los soldados israelíes no dejan pasar a nadie. Le gustaría trabajar a tiempo completo, pero no hay trabajo en Belén.

En cada una de mis cinco visitas estuve un tiempo en Jerusalén. He sido dolorosamente consciente de cómo sus dimensiones y sus límites tienen que ver cada vez menos con los parámetros de la ciudad histórica; sólo los asentamientos de Israel, como Har Homa y Gilo, son denominados barrios de Jerusalén. Jerusalén este está salteado de banderas israelíes que ondean en las casas de las que han sido «sacados» los palestinos, con lo que la zona de judaiza cada vez más. Durante mi última visita en agosto de 2007 sólo tuve tiempo para una breve visita a mi querida amiga palestina y su marido en Ramala. En visitas anteriores yo y algunos de los estadounidenses que viajaban conmigo fuimos sus huéspedes durante varios días y disfrutamos de su hospitalidad, típica hospitalidad palestina, que es diferente de cuantas he experimentado en mi vida. La mujer, muy alegre en el pasado, parecía abatida, aunque no se quejaba; simplemente decía: «La vida es más difícil desde que mi marido no trabaja». En una conversación posterior en la que no estaba presente su marido, afirmó que había dejado su trabajo para ir a estudiar. Ambas cosas son verdad, pero los comentarios del marido reflejan un esfuerzo para salvaguardar y mantener algo de su dignidad.

También visité y me quedé una noche con mis amigos palestinos y sus hijos en Belén. En un momento dado la tele, que siempre está encendida, atrajo nuestra atención. Había una noticia sobre los judíos de todo el mundo que inmigraban a Israel. Había muchas banderitas israelíes que daban la bienvenida a los nuevos ciudadanos de Israel que llegaban al aeropuerto Ben Gurion en Tel Aviv. Había una gran pancarta en segundo plano en hebreo e inglés «Bienvenidos a casa». Mientras seguía la noticia, todos mirábamos la tele en silencio. Entonces uno de nosotros, no recuerdo quién, rompió el silencio sin preguntar a nadie en particular: «¿Qué hay del retorno de los palestinos?».

En la manifestación no-violenta semanal en Bi’lin, mientras los jóvenes soldados israelíes nos lanzaban gases lacrimógenos y todos corríamos para huir de ahí, oí una conversación entre dos chicos palestinos; uno decía al otro: «No quiero morir»; «Yo tampoco», dijo el otro. Este temor suyo me ha acompañado. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Qué futuro tienen?

Y, sin embargo, a pesar de la situación de casi desesperanza que puede que no cambie nunca, el pueblo palestino es increíblemente fuerte. A pesar de que continúa la opresión israelí y empeora con nuevos tipos de opresión militar, los palestinos no se han rendido; siguen viviendo ahí.

Son un pueblo increíble, resistente. Nunca se rendirán. Los israelíes pueden matar a muchos de ellos, destruir sus casas, destruir sus vidas, pero nunca serán capaces de destruir su esperanza de una manera diferente de existencia, de una manera mejor de vivir juntos. No importa lo que hagan los israelíes, no pueden quitar las esperanzas y la dignidad del pueblo palestino. Los israelíes tienen el poder, los palestinos tienen dignidad y a pesar de tenerlo todo en contra, todavía tienen esperanza. Los israelíes tienen aviones desde los que tiran bombas sobre Gaza, tienen bulldozers hechos aquí en Estados Unidos, no lejos de mi casa; pueden hacer todas esas cosas pero, a pesar de la falta de equilibrio de poder, los israelíes nunca podrán destruir la esperanza y la dignidad de los palestinos.

Silvia Cattori: ¿No es algo poco usual y emocionante para los palestinos de Hebrón o Nablus ver a una superviviente del Holocausto viajando en unas condiciones tan precarias para expresarles su amor y su solidaridad?

Hedy Epstein: Creo que es importante para los palestinos, a los que no se permite dejar Palestina, que viven bajo la ocupación militar israelí en condiciones tan horribles, saber que hay personas en otras partes del mundo que condenan la opresión israelí, a las que les preocupan lo suficiente como para venir aquí y compartir sus dificultades y sufrimientos, aunque sea durante poco tiempo. Un y otra vez me impresiona ver que los palestinos conocen muy bien lo que está ocurriendo en el mundo. Está mejor informados que el pueblo estadounidense.

La mayoría de los palestinos a los que conocí me pidieron que le contara al pueblo estadounidense lo que había visto y experimentado, porque el pueblo estadounidense no lo sabe debido a que los medios de comunicación no les informan. Me comprometí a hacerlo. He dado charlas en institutos, universidades, iglesias, grupos de la comunidad, tanto en Estados Unidos como en Alemania (en alemán). Insto a la gente a que vaya a Palestina para ver y experimentar la vida allí. Es una experiencia que cambia la vida de uno. Volverán personas diferentes, más conscientes, mas sensibles y con el desafío de hacer algo para influenciar a los demás.

Aunque no soy una judía religiosa (me considero una humanista laica), conozco un poco la tradición judía que enseña que: «No nos está permitido ni abandonar la esperanza ni abandonar el trabajo que hemos empezado, incluso si no podemos completar nosotros mismos la tarea». La situación es tan espantosa, especialmente en Gaza, que creo que debo seguir siendo una voz moral, creo que tengo que seguir teniendo valor de adoptar una postura pública contra los crímenes israelíes contra la humanidad y las manipulaciones de los medios de comunicación. Israel no podría llevar a cabo sus crímenes contra la humanidad si Estados Unidos, el mundo, no les permitiera hacerlo y sin los medios de comunicación que, salvo pocas excepciones, deshumanizan a los palestinos e inculcan miedo, ignorancia y aversión hacia ellos y su cultura.

Habiendo conocido a los palestinos, experimentado su hospitalidad, su calor, su dignidad e, incluso, su humor, a mí me corresponde llevar sus voces, sus experiencias a quien quiera oírme, dar testimonio del Muro, de las confiscaciones de tierras, de las demoliciones de casas, de la violación de sus derechos, de las restricciones de libertad de movimientos. No se puede esperar pasivamente el futuro de la paz sino que más bien hay que hacerlo con compromisos y luchas por la justicia. Sin justicia no hay paz.

Nadav Tamir, el cónsul general israelí en Boston, escribió en el periódico Boston Globe en noviembre de 2007: «No se trata ya de una cuestión de ser pro-palestino o pro-israelí sino de una confrontación entre aquellos que prefieren la paz y aquellos que prefieren el derramamiento de sangre. Es el momento de elegir el bando». Silvia Cattori: ¿Ha dicho que planea llegar a Gaza en barco dentro de unos meses (3)?

Hedy Epstein: Sí, desde luego. No hay nada que pueda pararme. Estoy decidida a ir y voy a aprender a nadar, por si acaso. Por diferentes razones el barco «Free Gaza» no pudo ir el verano pasado. Creo que para todas las personas que están invitadas al barco es importante aprovechar esta oportunidad de demostrar al mundo lo que Israel está haciendo realmente en Gaza y expresar su intención de romper el asedio ilegal.

Los medios de comunicación están tan controlados -probablemente también por Israel- que, esté el poder en Estados Unidos o en Europa, nunca transmitirán lo que realmente está ocurriendo cada día sobre el terreno; cuánto sufrimiento está causando la opresión extrema, lo que le está ocurriendo a la gente, no sólo a la de Gaza, sino también a la de Cisjordania, quizá en un menor grado. El mundo necesita saber y si podemos ser ese medio para que el mundo pueda saber finalmente lo que está ocurriendo, entonces es importante que desempeñemos este papel. Silvia Cattori: Mientras que la mayoría de los países están aislando a las autoridades de Hamas en Gaza y cortándoles la ayuda humanitaria más esencial,¿la toma de poder por parte de Hamas no representa un obstáculo para que ustedes lleguen allí?

Hedy Epstein: No. Hamas fue elegido democráticamente; hubo observadores neutrales y no encontraron problema alguno en las elecciones. Han sido elegidos democráticamente. Como usted sabe, Estados Unidos quería que hubiera estas elecciones, pero esperaban un resultado diferente. No les gustó el hecho de que ganara Hamas. Por eso atacan a Hamas y no quieren reconocerlo, y están llevando a cabo una especie de castigo colectivo contra un millón y medio de personas en Gaza. Hay una enorme crisis humanitaria. El ejército israelí controla todos los puntos de salida desde Gaza a Israel, a Jordania, a Egipto. De hecho, controla aire, tierra y mar.

Prácticamente no se permite que entre nada ni tampoco se permite que salga nada. Gaza es esencialmente una comunidad agrícola. Los agricultores de Gaza que, por ejemplo, cultivan flores, tomates y fresas gastan mucho tiempo y energía en cultivar estos productos ¡y no pueden venderlos! Y así las flores se marchitan y las fresas y los tomates se pudren.

El gobierno israelí pretende que ya no ocupa Gaza, pero es mentira. Silvia Cattori: Su voz es extremadamente importante para aquellas personas que no saben, o que no quieren saber lo que está haciendo realmente el gobierno israelí. Es más, ¡es muy raro encontrar a una persona como usted, que puede dar testimonio de la opresión de los nazis y acerca de la actual opresión del sionismo, capaz de encarar los hechos con un espíritu muy honesto!

Hedy Epstein: No comparo la opresión nazi con la sionista, sin embargo, se me ha acusado de hacerlo. En vez de ello, hablo de las lecciones aprendidas del Holocausto. Acredito mis experiencias como superviviente del Holocausto como la influencia que dirige mis esfuerzos para promover los derechos humanos y la justicia. Para mí, «no basta con recordar «, que es el título de mi autobiografía, publicada en alemán en Alemania en 1999 con el título de «Erinnern ist nicht genug.» (4) Recordar también tienen que tener una perspectiva presente y futura.

¿Qué lección hay que aprender del Holocausto? Yo sé lo que es estar oprimida. Nadie puede hacer todo, pero creo que a mí me incumbe hacer todo lo que pueda, hacer lo correcto que, en este caso, es estar de parte de los palestinos en su lucha contra la opresión israelí, bajo la que existen y luchan cada día y cada noche.

¿Por qué sobreviví? ¿Para sentarme y decir, sí, las cosas están mal, alguien debería hacer algo? Creo firmemente que todos y cada uno de nosotros, incluida yo misma, tiene que ser ese alguien que trate de mejorar la situación.

Y esto no quiere decir que los sufrimientos de los palestinos sean más o menos importantes que los de otras personas en otros lugares. Pero yo sólo tengo una cantidad de energía y de tiempo al día. En vez de dispersar mi energía por acá y por allá, decidí concentrarme en la cuestión israelí y palestina.

Silvia Cattori: Camino de iba a Palestina, fue primero a Francia a visitar los campos de concentración a los que fueron deportados sus padres, ¿fue su primera visita?

Hedy Epstein: Déjeme que le aclare las cosas. El 22 de octubre de 1940 todos los judíos de la zona sudeste de Alemania, de donde yo procedía, fueron deportados al campo de concentración de Gurs, situado al pie de los Pirineos en lo que entonces era la Francia de Vichy, que colaboró con los alemanes. Hombres y mujeres estaban separados por alambre de espino. A finales de marzo de 1941 mi padre fue transferido al campo de Milles, cerca de Marsella. En julio de 1942 mi madre fue transferida al campo de Rivesaltes, cerca de Perpignan.

En septiembre de 1980 visité el campo de Gurs, el campo de concentración de Dachau (mi padre estuvo en él cuatro semanas tras la Noche de Cristal o Noche de los Cristales Rotos en 1938) y Auschwitz. En 1990 visité el campo de Milles donde estuvo mi padre hasta que fue deportado a Auschwitz vía Drancy (un campo de tránsito cerca de París).

Hasta agosto de 2007 no pude visitar el campo de Rivesaltes, donde estuvo mi madre cerca de dos meses en 1942, hasta su deportación vía Drancy a Auschwitz. Y el verano pasado visité con unos amigos el campo de Rivesaltes por primera vez.

En una carta fechada el 9 de agosto de 1942 mi padre me dijo: «Mañana me van a deportar a un destino desconocido. Puede que pase mucho tiempo antes de que vuelvas a saber de mí …» En otra carta del 1 de septiembre de 1942 mi madre me dijo exactamente lo mismo. Y entonces recibí otra postal de mi madre fechada el 4 de septiembre de 1942 en la que me escribía: «Estoy viajando al este y te mando mi último adiós ..» Esta fue la última vez que me comuniqué con mis padres.

Sólo cuando en 1956 supe que mis padres habían sido enviados al campo de concentración de Auschwitz en Polonia pude asumir que después de haber pasado casi dos años en campos de concentración en Francia estaban en muy malas condiciones físicas y que probablemente los enviaron directamente a la cámara de gas cuando llegaron allí. Silvia Cattori: ¿Cuáles fueron sus sentimientos?

Hedy Epstein: Me sorprendieron las dimensiones del campo, que podía albergar a 30.000 personas, y sus deplorables condiciones. Algunas de las barracas ya no existían, otras se habían derrumbado, les faltaba el techo, se habían derrumbado las paredes y la maleza lo invadía todo. Había desolación por todas partes. Turbinas de viento se levantaban cerca como centinelas, vigilando la desaparición del lugar donde un día vivieron personas desafortunadas, donde un día vivió mi madre.

Por la correspondencia de mi madre cuando estuvo allí yo sabía en qué barracas había estado. Nunca encontré una de las barracas, probablemente ya no exista. La otra, la barraca número 21, la pude encontrar.

La entrada a las barracas está alta, lo que hace que sea difícil entrar. Pero a la entrada de la barraca 21 había un tablón de madera como invitándome a entrar. Con ayuda de mis amigos pude mantener el equilibrio mientras entraba de puntillas, como una bailarina. Toqué las paredes quizá donde mi madre las había tocado, recogí alguno de los escombros para llevármelos a casa, traté de imaginar cómo había sido la vida de mi madre allí. Después salí de la barraca por el lado opuesto, salté fuera a una zona llena de maleza en la que me quedé atrapada. Uno de mis amigos señaló de manera dolorosa:»El edificio no quiere que te vayas».

Silvia Cattori: ¿Le resultó beneficiosa su visita al campo de Rivesaltes al hacerle sentir más cerca del alma de su querida madre? Hedy Epstein: Me sentí muy cerca de mi madre mientras estuve allí; me imaginé cómo se movía por el campo, cómo era aquello para ella. Estuvo allí desde julio a septiembre de 1942, una época en la que hace mucho calor. Recuerdo que mi madre sufría del calor cuando todavía vivíamos juntos en Kippenheim. Hacía mucho calor cuando visité el campo. Como muchas veces a lo largo de mi vida recordé la vida «de un inmerecido privilegio» que he disfrutado. Gracias al enorme y no egoísta amor de mis padres yo escapé de lo que ellos tuvieron que sufrir. Enviándome a Inglaterra en el Kindertransport en mayo de 1939, mis padres literalmente me dieron la vida por segunda vez.

Silvia Cattori: Debió de ser una visita muy emotiva para usted, una vuelta a un periodo muy triste de su vida, lejos de sus padres. Hedy Epstein: Antes de dejar Alemania e ir a Inglaterra en el Kindertransport mis padres me dieron muchos consejos, que fuera buena, que fuera honesta, y siempre acababan diciendo «nos veremos enseguida». Yo sí creía que nos íbamos a ver pronto, pero nunca sabré si mis padres también lo creían. Mis padres y yo nos escribimos cartas directamente hasta que Inglaterra declaró la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939. A partir de entonces ya no fue posible escribirnos directamente. En vez de ello intercambiamos 25 mensajes a través de la Cruz Roja.

Después de que mis padres fueran enviados a los campos de Vichy en Francia pudimos volver a escribirnos directamente. Sin embargo, a mis padres sólo se les autorizaba a escribir una página por persona a la semana. Yo podía escribir todo lo que quisiera cuantas veces quisiera. Mis padres nunca me escribían sobre las horribles condiciones a las que estaban obligados a «existir»; yo sólo lo supe cuando acabó la guerra.

Pensando retrospectivamente en la época en la que estuve en Inglaterra, yo era una niña muy triste y no me permitía a mí misma entrar realmente en contacto con mis sentimientos y temores. Como le he dicho, mi padre y mi madre, cada uno de ellos, me escribió en sus últimas cartas antes de su última deportación (a Auschwitz): «Probablemente pasará mucho tiempo antes de que vuelvas a saber de mí» ¿Cuánto tiempo es mucho tiempo? ¿Una semana, un mes, un año, diez años? Desde entonces deseaba con todas mis fuerzas volver a estar con mis padres y no paraba de decirme a mí misma: «Todavía no ha pasado mucho tiempo, tengo que esperar un poco más». Negaba los hechos. Era incapaz de aceptar lo inevitable, el fallecimiento de mis padres. Estuve jugando este juego psicológico durante mucho tiempo; para mí era una manera de sobrevivir, un mecanismo de auto-conservación. No pude aceptar el hecho de que mis padres y otros miembros de mi familia no sobrevivieron hasta septiembre de 1980, cuando visité Auschwitz y permanecí en el lugar llamado «Die Rampe» (la rampa), adonde llegaban los vagones de ganado en los cuarenta, se obligaba a la gente a salir de ellos y el Dr. Mengele y sus cohortes seleccionaban a quienes iban a vivir y a quieres morirían (en la cámara de gas). Es mucho tiempo para negar un hecho. Quizá esa negativa sustituyó el proceso de duelo habitual. Silvia Cattori: Gracias por esta emocionante entrevista.

1) http://www.kindertransport.org/history.html N. de la t: Se refiere a una asociación británica que entre 1933 y 1939 pudo llevar a Inglaterra a 10.000 niños judíos de hasta 17 años, la mayoría de los cuales fueron acogidos en familias británicas y otros en orfanatos.

2) Sobre los abusos de los agentes de seguridad israelíes contra Hedy Epstein: http://www.jkcook.net/Articles2/0165.htm http://www.palestinechronicle.com/story-06140794938.htm

3) http://www.counterpunch.org/cattori06072007.html http://www.voltairenet.org/article150755.html 4) http://www.unrast-verlag.de/unrast,2,18,5.html

Enlace con el original: http://www.silviacattori.net/article358.html