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Que no nos representan, que no; que no nos representan…

Fuentes: Rebelión

¿Nos acordamos de aquella magnífica consigna, a la altura de las mejores del Mayo de 68, del 15M, consigna que hicieron también suya las gentes del 22M? Pues eso: que no nos representan, que no; que no nos representan, que no. ¿Exagero? En absoluto. Sin exageración y por demostración more geométrico, como quería Baruch de […]


¿Nos acordamos de aquella magnífica consigna, a la altura de las mejores del Mayo de 68, del 15M, consigna que hicieron también suya las gentes del 22M? Pues eso: que no nos representan, que no; que no nos representan, que no.

¿Exagero? En absoluto. Sin exageración y por demostración more geométrico, como quería Baruch de Spinoza.

Congreso de Diputados, 11 de junio, se discute la ley que recoge la abdicación del máximo responsable de la corona borbónica, el suegrísimo del yernísimo, el padre de la infanta Cristina (¿imputada finalmente?): porcentaje de diputados/as que votaron a favor de la ley: el 85%. El PSOE en pleno, casi como un solo hombre-mujer del sistema. Odón Elorza se abstuvo, eso sí, y dos diputados «socialistas», uno del PSC, abandonaron el hemiciclo para no verse en el compromiso de votar. ¡El coraje por encima de todo!

Votaron a favor de la ley borbónica cinco grupos políticos: PP, PSOE, Foro de Asturias, UPyD y UPN. Se abstuvieron tres: CiU, PNV y Coalición Canaria (cuatro si separamos CiU en CDC y UDC). Votaron en contra 6 (nueve si diseccionamos Izquierda Plural en IU, ICV y Chunta y Compromís en sus dos nudos): Izquierda Plural, ERC, BNG, Compromís-Equo, Nueva Canaria y Geroa Bai.

Una de las mejores declaraciones-reflexiones de la tarde-noche. Doña Rosa Díez al habla, con el micrófono del Congreso: «La forma de Estado no importa. Lo importante es la calidad de la democracia, la ciudadanía democrática, no la forma institucional del régimen que la garantiza.» Remarco: régimen, según caracterización de doña Rosa. Un régimen no democrático (en sí y para sí) que garantiza una democracia con procedimientos no democráticos. ¡Menudo lío! Como los trabalenguas russellianos sobre el conjunto, normal o no, de todos los conjuntos normales o el argumento asociado a aquel puente donde regía la horca para quienes osaran decir mentiras de la segunda parte de El Quijote.

Lo apuntado por Cayo Lara es otra cosa: «Va a heredar la Corona como si fuera una propiedad privada. Es un proceso de sucesión gestado de forma oscura. Es sangre nueva para una dinastía decrépita.» Esto suena mejor, a Extremoduro, un grupo que gustaba mucho a Francisco Fernández Buey a quien, desde luego, hubieran alegrado mucho las palabras de Lara.

Así, pues, un 85% a favor, un 7,5% de abstenciones y un 6,5% en contra (contando sin precisión estos dos últimos porcentajes).

¿Y que pasaría si se consultara a la ciudadanía, al pueblo, a quienes supuestamente detentamos la mil veces esgrimida «soberanía popular»? ¿Alguien que no viva en un anillo saturniano o no se haya inyectado polvos borbónicos en vena durante 39 años puede pensar que un 85% ciudadanía estaría a favor de seguir el proceso de restauración borbónica como el que toma satisfecho un helado de mango cubano en una tarde de calor asfixiante? ¿Sólo un 7% de la ciudadanía estaría en contra? ¿Un 85% estaría a favor? Ni agotados de escuchar durante quince horas seguidas los últimos éxitos de don Rafael y don Julio Iglesias, podríamos pensar en una cosa así. Una consciencia humana puede obnubilarse desde luego… pero ¿tanto?

Luego, entonces, como en los buenos argumentos, ¿a quiénes representan realmente nuestros supuestos representantes? ¿O acaso no nos representan y lo que parece democráticamente exigible, lo que parece colegirse more geometrico de la situación, es una ruptura con el régimen, el defendido por doña Rosa Díez?

Por lo tanto, como en los viejos tiempos y con la misma tenacidad y mayor éxito (que no nos engañen ni amenacen): no a la reforma, que apenas reforma y que poco o nada cambia, y sí a la ruptura con el régimen BB (Botín-Borbones).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.