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¿Qué pasó con el partido laborista de Israel?

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

El partido solía dominar la política del país, pero ahora ha perdido su influencia, ¿puede una nueva izquierda israelí emerger en su reemplazo?

Si bien el Partido Laborista de Israel intentó dinamizar su base durante las últimas elecciones, incluso con un mitin en septiembre de 2019, ha perdido apoyo a lo largo de décadas (MEE / Daniel Hilton)

En agosto de 1969, dos años después de la guerra de 1967, Israel celebró elecciones generales. La primera ministra recién elegida, Golda Meir, condujo al partido laborista, en una alianza con el Mapam -más inclinado a la izquierda- a una victoria aplastante, ganando 56 de 120 escaños en el Parlamento de Israel, la Knéset.

Cincuenta años después, los laboristas se redujeron a tres escaños y ese número puede reducirse a dos, ya que una diputada, Merav Michaeli, amenazó con actuar en respuesta a la decisión del partido del domingo de unirse a la coalición gobernante liderada por el primer ministro de derecha Benjamin Netanyahu.

La caída en desgracia de los laboristas ha sido tan drástica que muchos comentaristas políticos israelíes, así como muchos veteranos del partido, dicen que el partido, una vez central en la historia del sionismo, ya no existe.

«El partido laborista, como un cuerpo político con cierta influencia, ha desaparecido», dijo al sitio de noticias israelí Local Call el ex ministro y diputado Uzi Baram.

¿Cómo «el partido que fundó Israel», como se le conoce comúnmente en la prensa israelí, el heredero político del primer ministro de Israel, David Ben-Gurion, se encuentra en el camino hacia la extinción?

Un lento declive

El proceso que condujo al declive continuo de los laboristas se arraigó incluso antes de que naciera el partido. En la década de 1950, el oficialismo del Mapai de Ben Gurion, constituido principalmente por ashkenazíes -judíos de origen europeo- maltrató a judíos de los países árabes que estaban emigrando al recién establecido Israel.

Mapai despreciaba abrumadoramente a estos judíos mizrajíes, rechazando su cultura «árabe», obligándolos a trabajar en trabajos manuales y vivir en barrios marginales improvisados ​​fuera de las grandes ciudades o en pueblos y aldeas lejanas construidas para «asegurar» los límites de Israel.

Cuando la segunda generación de inmigrantes mizrajíes alcanzó políticamente la mayoría de edad a principios de la década de 1970, la comunidad se volvió más franca sobre su resentimiento por tal discriminación.

Como resultado, se alejaron del partido laborista, que fue creado en 1968 cuando Mapai se fusionó con varios otros partidos de izquierda y se volvieron hacia sus opositores políticos, más a la derecha.

La guerra árabe-israelí de 1973 consolidó aún más ese cambio. Entusiasmada por la victoria de Israel en 1967, Golda Meir no creía que la guerra fuera inminente. Estaba segura de que los estados árabes no se atreverían a atacar a Israel, temiendo una derrota inevitable.

Pero el conflicto de 1973, también conocido como la Guerra de Yom Kippur, vio al ejército israelí perder importantes batallas por primera vez desde 1948 y costó la vida a más de 2.500 soldados israelíes. El conflicto destrozó la confianza de muchos israelíes en su Gobierno y en el movimiento político que había liderado a Israel desde su inicio, ahora representado por los laboristas.

La combinación de una nueva generación de mizrajíes y la ira general por la debacle de 1973 llevaron al laborismo a experimentar su primera derrota electoral en 1977, de la cual nunca se recuperaría realmente.

El laborismo aún gozaba de un apoyo sustancial, gracias a su control sobre el principal sindicato de trabajadores de Israel. La Histadrut era mucho más que un sindicato: la organización proporcionaba atención médica barata y tenía fábricas, bancos y compañías de seguros propios, lo que la convirtió en un momento en uno de los mayores empleadores del país.

Pero los laboristas se convirtieron en el partido de la clase media alta, se distanciaron lentamente de sus viejos eslóganes socialdemócratas y socialistas y finalmente cortaron los lazos con la Histadrut en 1994.

Después de perder su base sindical y socialdemócrata, los laboristas se quedaron con un pilar principal: liderar el «campo de paz» israelí en busca de una solución negociada con el liderazgo palestino.

Sobre la base de esta plataforma, los laboristas pudieron volver al poder en 1992 con Yitzhak Rabin a la cabeza. Bajo Rabin, Israel firmó los Acuerdos de Oslo, su primer y hasta ahora único acuerdo con representantes del pueblo palestino.

A Labor party supporter holds a poster of slain former Israeli Premier Yitzhak Rabin on 29 May 1996 in Tel Aviv as she awaits electoral results (AFP)

Una partidaria del partido laborista sostiene un cartel del asesinado ex primer ministro israelí Yitzhak Rabin el 29 de mayo de 1996 en Tel Aviv mientras espera los resultados electorales (AFP)

A pesar del asesinato de Rabin en 1995 a manos de un ultranacionalista israelí, los laboristas pudieron volver al poder en 1999 con la promesa de alcanzar un acuerdo de paz definitivo con los palestinos.

Pero el líder laborista y entonces primer ministro Ehud Barak arruinó la plataforma diplomática del partido cuando declaró, tras el colapso de las conversaciones de Camp David en julio de 2000, que «no hay un socio palestino» para la paz.

La Segunda Intifada estalló unos meses después, levantando efectivamente el último pilar laborista en la sociedad israelí.

Desde 2000, los laboristas nunca han recuperado el poder, ganando menos de 20 escaños en la mayoría de las elecciones desde entonces. Sus votantes de clase media y media alta pasaron a partidos centristas y neoliberales como Kadima (Adelante) de Ariel Sharon y más tarde a Yesh Atid de Yair Lapid (Hay futuro).

El surgimiento del partido Azul y Blanco en 2019, liderado por exgenerales del ejército cuya promesa principal era devolver a Israel a la «normalidad» y salvarlo de los ataques de Netanyahu contra las instituciones del país, principalmente el poder judicial y el ejército, dieron un golpe final al laborismo.

Mientras Israel se ha sometido a tres elecciones legislativas en el lapso de un año y mientras Netanyahu y Benny Gantz -de Azul y Blanco- lucharon por una clara mayoría, los laboristas vieron disminuir su número de escaños de seis en la votación de abril de 2019 a tres en marzo.

Después de su decisión de unirse al Gobierno de Netanyahu a principios de esta semana, se espera que lo que quede del laborismo se fusione con el centrista Azul y Blanco de Gantz. En el contexto actual las dudas se ciernen sobre si los laboristas se presentarán independientemente en las próximas elecciones.

¿Qué izquierda queda en Israel?

Para los izquierdistas judíos israelíes más radicales y para muchos activistas políticos dentro de la comunidad palestina de Israel, la caída de los laboristas no es una noticia tan desastrosa.

En efecto, para los palestinos no es difícil lamentarse por el final del partido directamente responsable de la Nakba, que llevó al desplazamiento de cientos de miles de palestinos en 1948.

Quizás sea apropiado que el mismo partido que implementó la ley de Propiedad del Ausente, expropiando a innumerables palestinos y allanando el camino a las colonias en el territorio palestino ocupado después de 1967, ahora se está uniendo a un Gobierno que ha anunciado oficialmente la anexión en su agenda.

Dejando a un lado la historia más lejana, el laborismo ha sido percibido por muchos como un obstáculo para la creación de una izquierda más genuina y progresista en Israel.

Sus posiciones neoliberales en muchos asuntos, su desprecio hacia los judíos mizrajíes y su cultura, su apoyo casi sistemático a las operaciones militares israelíes y su negativa a ver a los ciudadanos palestinos de Israel como socios políticos iguales -aparte del breve tiempo de Rabin en el poder- ha llevado a muchos creer que hay pocas esperanzas de un cambio real en Israel mientras permanezca este dinosaurio político.

Pero ahora que el dinosaurio se ha convertido en un gatito, las perspectivas para la centroizquierda de Israel siguen siendo sombrías.

Durante tres elecciones, Azul y Blanco logró evitar que Netanyahu fuera reelegido, incluso obteniendo suficientes parlamentarios para que se encarguen de formar un gobierno reuniendo una extraña coalición que abarca desde la Lista Conjunta, que representa a los ciudadanos palestinos de Israel, hasta el partido Israel Beiteinu abiertamente antipalestino.

Pero la coalición se separó después de que Gantz firmó un acuerdo con Netanyahu a principios de este mes para formar un gobierno de unidad. Después de un año durante el cual Gantz se había posicionado como la alternativa más viable de Israel para Netanyahu y su partido del Likud, su desenfreno ha provocado la animosidad de sus antiguos socios de la coalición, haciendo improbable la cooperación entre ellos en el futuro cercano.

Con los laboristas en su punto más bajo, Meretz, el descendiente del partido Mapam, también ha sido gravemente golpeado y ha perdido su confianza, ya que también obtuvo solo tres escaños en las últimas elecciones.

La única fuerza estable que queda en la izquierda israelí es la Lista Conjunta. A pesar del revés que experimentó después de acordar unir fuerzas con Gantz, solo para verlo abandonarlos sin pensarlo dos veces, parece que los votantes palestinos continúan apoyando a la coalición política.

El apoyo a la Lista Conjunta entre los votantes judíos también está en aumento, ya que el líder de la Lista Conjunta, Ayman Odeh, ha sido acogido con beneplácito en las manifestaciones realizadas por activistas judíos de centro izquierda que se oponen con vehemencia a la «rendición» de Gantz a Netanyahu.

Sin embargo, la Lista Conjunta es y seguirá siendo una fuerza política predominantemente palestina en el futuro previsible. Por lo tanto, la izquierda progresista de Israel sigue enfrentada al desafío político crucial de formar algún tipo de coalición política popular de amplio alcance que comprenda tanto fuerzas judías como palestinas dentro de Israel.

Por muchas razones, esta es una tarea difícil, ya que es necesario cerrar muchas brechas. Por ejemplo, la definición de Israel como un «Estado judío y democrático» es un hecho para muchos israelíes judíos, incluso en la izquierda, mientras que para los ciudadanos palestinos de Israel tal declaración no es un comienzo de algo conjunto.

Pero desde el momento en que ingresó a la política nacional en 2015, Odeh ha repetido a menudo que la comunidad palestina en Israel «no puede hacerlo sola, sin nosotros no es posible».

Queda por ver si el colapso del Partido Laborista, el líder histórico del centro izquierda judío, se convertirá en una oportunidad para el surgimiento de una verdadera izquierda progresista en Israel.

Fuente: https://www.middleeasteye.net/news/israel-politics-labor-party-what-happened

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.