La respuesta del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a los llamamientos a anticipar las elecciones el pasado mes de noviembre fue «un error histórico». Unas semanas después habló con excesiva confianza del acuerdo «unánime» de su coalición de derecha de celebrar elecciones anticipadas en abril. Entonces, ¿a qué se debe el cambio de opinión?
Puede que Netanyahu no sea un buen líder, pero no cabe duda de que es un político astuto. El hecho de que esté preparando un quinto mandato al frente del conflictivo escenario político israelí dice mucho de su habilidad para sobrevivir contra todo pronóstico.
Pero no todo es Netanyahu y sus maneras inteligentes. La política israelí es verdaderamente desalentadora. La izquierda, si es que alguna vez se ha ganado este título, es marginal, si no totalmente irrelevante. El centro carece de una verdadera identidad política o de un discurso inteligible respecto, por ejemplo, a la política exterior o a un verdadero programa para la paz y la coexistencia. La derecha, que ahora define a la sociedad israelí en su conjunto, se ha inclinado aún más a la derecha y rebosa de celo religioso y ultranacionalismo, mientras parte de ella flirtea con un fascismo descarado.
Por extraño que resulte, Netanyahu no es el más extremo en comparación con el ministro de Educación Naftali Bennett, el ministro de Justicia Ayelet Shaked y el recientemente dimitido ministro de Defensa Avigdor Lieberman.
De hecho, según la política orweliana de Israel, nada es lo que parece.
Netanyahu está pagando ahora el precio de su exceso de confianza. La criatura de derecha que ha creado tan diligentemente para aplastar a sus enemigos se ha vuelto tan poderosa y desquiciada que ni siquiera el propio primer ministro puede controlar ya los resultados políticos.
El que fuera líder indiscutido israelí está demasiado cómodo con el poder. También su familia se ha acostumbrado demasiado a la buena vida. Su mujer esta siendo juzgada ahora por corrupción y malversación de fondos públicos. A principios de diciembre la policía recomendó, y por tercera vez, acusar a Netanyahu de fraude, aceptar sobornos y abuso de confianza. Entre la implicación directa en el caso de corrupción generalizada de su mandato y los negocios sucios de su propio círculo de asesores y especuladores, el líder israelí ya no es intocable.
La sensación de seguridad de Netanyahu siempre ha estado respaldada por su buena posición en las encuestas de opinión. Incluso ahora, sus cifras siguen siendo relativamente buenas. Si las elecciones se celebraran hoy su partido Likud seguiría ganando cómodamente (30 de los 120 escaños del Knesset [parlamento]). De hecho, esa es precisamente la razón por la que Netanyahu cambió de opinión y sucumbió a la presión cada vez más fuerte de Bennett, entre otros miembros insatisfechos de la derecha.
Tiene la manos atadas en Siria gracias a que Rusia rechaza tajantemente el incesante bombardeo por parte de Israel de este país destrozado por la guerra. También ha disminuido su capacidad de maniobra en Gaza debido al
chapucero ataque a la bloqueada Franja el 11 de noviembre.
Gaza era un lugar en el que los políticos israelíes podían exhibir músculo libremente, castigar a la atrapada población de esta diminuta zona ya fuera con una guerra habitual o con un bombardeo rutinario. Pero Netanyahu también ha fracasado en este frente donde la resistencia gazí repelió recientemente el ataque de un comando israelí y obligó al gobierno israelí a aceptar una tregua auspiciada por Egipto. Apenas 48 después Lieberman dimitió en señal de protesta, lo que contribuyó a aumentar aún más el estigma entre los oficiales israelíes de todos los partidos de que su líder es «débil» y fue
«derrotado » por Hamas. Con todo, su coalición sobrevivió, aunque no por mucho tiempo. Una
mayoría muy exigua de un solo miembro del Knesset mantiene viva en el Parlamento a la antaño poderosa coalición.
De pronto Bennett y otros tuvieron la llave de la supervivencia de la coalición dirigida por el Likud y del propio destino político de Netanyahu, de modo que este optó por unas
elecciones anticipadas con la esperanza de una victoria fácil y de formar otra coalición de derecha en la que tendría mayor capacidad de maniobra e infundiría mayor respeto.
Dado que los partidos de centro e izquierda ya han demostrado no valer nada, Netanyahu cuenta ahora con la permanente incapacidad de estos para atraer a la sociedad israelí. Las elecciones se celebrarán el 9 de abril, tal como anunció el 24 de diciembre el portavoz del Knesset, Yuli-Yoel Edelstein;
casi nueve meses antes de lo previsto inicialmente.
Teniendo en cuenta las cada vez mayores desgracias de Netanyahu ocho meses podrían ser demasiado tiempo para mantener su capacidad de ser elegido. De hecho, la mayoría de los israelíes ya lo
consideran un líder corrupto. Según esos mismos cálculos, si se celebran elecciones anticipadas en abril no hay tiempo suficiente para que emerja un aspirante competente ni de la derecha ni de los restos políticos del centro y la izquierda para, finalmente, destronar al rey de Israel. No obstante, también esto podría resultar ser lo que uno querría que sucediera.
Pocos días después del anuncio de Edelstein, Bennett y Shaked anunciaron la
formación de su propio partido. Los líderes de [el partido] Hogar Judío son ahora los líderes de «Nueva Derecha». Aunque esto se ha considerado un importante desafío a Netanyahu desde su electorado de derecha, también es una de las primeras señales de la fragmentación de la propia derecha.
Pero eso no es todo. Otro Benjamin – Benjamin «Benny» Gantz – espera cambiar totalmente el paradigma político israelí. Este exgeneral ha servido en varias guerras contra Gaza, en el frente Israel-Siria y fue el vigésimo Jefe de Estado Mayor del país. Con un punto de vista político poco claro y, por lo tanto, sin mancha, y un sangriento historial de guerra, a Netanyahuy le resultaría difícil mellar la reputación de Gantz entre los israelíes. En Israel «
matar árabes» siembre es un incentivo en las elecciones. Aunque se considera que este hombre del ejército convertido en político es de centro izquierda, él claramente quiere empezar de nuevo.
El 27 de diciembre Gantz lanzó su propio partido político, Hosen Yisrael [Resiliencia de Israel]. Con poca o ninguna campaña política el nuevo partido
obtendría 15 escaños en el Knesset si las elecciones se celebraran hoy, lo que dice mucho de la falta de fe de los israelíes en las élites políticas de centro izquierda existentes, pero también acerca del importante desafío al que la derecha, con todas sus ramificaciones, se debería enfrentar si el péndulo sigue oscilando.
Por ahora es probable que la estrategia de Netanyahu se centre en obtener todo el capital político posible arriesgándose lo menos posible. Pero con sus enemigos ganando fuerza, las investigaciones policiales cada vez más cerca, la fractura de la derecha y el auge de un candidato de centro que podría resultar elegido, el superviviente Netanyahu podría convertirse en un lastre para su propio partido, lo que podría suponer, por fin, el fin de su carrera política.
Ramzy Baroud es periodista, escritor y director de The Palestine Chronicle. Su último libro es The Last Earth: A Palestinian Story (Pluto Press, Londres, 2018). Baroud es doctor en Estudios Palestinos por la Universidad de Exeter y profesor no residente del Orfalea Center for Global and International Studies, Universidad de Santa Barbara, California.
Fuente: https://www.middleeastmonitor.com/20190102-early-elections-who-will-dethrone-the-king-of-israel/
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