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¿Quién habla por los musulmanes? ¿Saudies, turcos o alemanes?

Fuentes: Monitor de Oriente

La orden de Donald Trump de prohibir la entrada a refugiados y musulmanes de siete nacionalidades diferentes ha provocado una reacción sin precedentes. Multitud de personas llegaron a los aeropuertos internacionales de JFK y Dulles el sábado. La Asociación de Taxistas de Nueva York protestó durante una hora por la orden de Trump, de lo […]

La orden de Donald Trump de prohibir la entrada a refugiados y musulmanes de siete nacionalidades diferentes ha provocado una reacción sin precedentes. Multitud de personas llegaron a los aeropuertos internacionales de JFK y Dulles el sábado. La Asociación de Taxistas de Nueva York protestó durante una hora por la orden de Trump, de lo que se intentó aprovechar Uber bajando su precio, lo que provocó que se lanzase una campaña para borrar la aplicación de Uber.

Se organizaron manifestaciones en Atlanta, Baltimore, Boston, Chicago, Dallas, Detroit, San Francisco, Nueva York y Washington. Theresa May, la primera ministra británica, apenas tuvo tiempo de deshacer sus maletas de su viaje a Washington antes de descubrir que su nueva «relación especial» con Trump se había convertido en una responsabilidad política interna.

La tarde del lunes, 26.000 manifestantes se reunieron frente a Downing Street. Una petición que busca cancelar la visita de Trump a Reino Unido ya cuenta con 1 millón de firmas.

No se han visto escenas como esta desde la invasión de Irak, en 2003. Y han pasado muchas cosas en Oriente Medio desde entonces; la guerra en Gaza, la intervención libia, la masacre de los manifestantes de Raba, El Cairo y la caída de Alepo. Ninguno de estos grandes eventos ha provocado nada parecido a esta indignación en masa.

La indignación moral de Occidente

El tema no se engendra por sí mismo: la indignación no está generada por un debate político acerca de la mejor manera de evitar atentados por parte del Estado Islámico (ISIS) en suelo occidental. Cualquiera con una pizca de conocimiento acerca del ISIS diría que la orden de Trump deja la puerta abierta a los países de los que salen la mayoría de sus militantes extranjeros.

La rabia tampoco proviene principalmente de la comunidad musulmana o de las franjas del discurso político. Proviene de grandes políticos, académicos, jueces, actores, cantantes. La indignación es profunda y generalizada. Es, ante todo, un estallido moral causado por el asalto que Trump está haciendo a los valores liberales que millones de americanos y europeos creen que sus países representan. Trump está intentando volver atrás en el tiempo, pero van a mostrar resistencia. Miles de personas cantaron el tema de Woodie Guthrie, This Land is Your Land.

Al percibir esto, la canciller alemana Angela Merkel usó su primer contacto telefónico con el nuevo presidente de EEUU para hablarle de lo que supone haber firmado en la Convención de Ginebra.

Por una vez, una sola vez, una figura sustancial de la opinión pública occidental, tantas veces acusada de hipócrita en el mundo árabe, está actuando como lo que se supone que es, como una fuerza que cree que el comportamiento de su nación debería basarse en sus valores.

El silencio ensordecedor de Arabia Saudí

¿Cómo han reaccionado los líderes del mundo árabe ante estas medidas de Trump? Teniendo en cuenta la reacción de Merkel, ¿cómo de indignado estará el rey saudí Salman, quien se considera a sí mismo el líder del Mundo Musulmán?

¿Qué tiene que decirle a Trump el guardián de los «Lugares Sabrados» acerca de la orden de su orden sobre los musulmanes, o acerca de las distinciones que ha señalado el presidente entre musulmanes y cristianos en los países árabes?

No es que Salman tuviese problemas a la hora de acceder al presidente. Los dos hombres hablaron durante más de una hora. Conversaron sobre Irán, zonas seguras en Siria y coordinación de la seguridad.

Pero Reuters ha informado de que una importante fuente saudí «no tenía nada que decir» acerca de lo que dijeron ambos acerca de la orden de Trump de no permitir la entrada de refugiados a Estados Unidos durante 4 meses, y la prohibición de desplazamiento a los viajeros de Siria y otros seis países musulmanes.

En otras palabras: Salman no dijo nada. Puede que se haya mordido la lengua por miedo a lo que pueda a hacer este loco en la Casa Blanca. Seguramente eso fue lo que provocó que se despidiese al mejor analista extranjero de Arabia Saudí, Jamal Khashoggi (algo similar a lo que pasó con el académico emiratí Abdulkhaleq Abdullah). ¿O es que Salman está tan desesperado por contar la protección de EE.UU. que está a dispuesto a cualquier cosa para llevarse bien con Trump?

Pero el silencio de Salman no es uno de sus lapsos de memoria. A Mahmoud Abbas, el presidente palestino, también se le ha dicho que no hable del incómodo tema de la propuesta de Trump de mover la embajada estadounidense a Jerusalén, ya sea en la Liga Árabe o en la Organización de Cooperación Islámica.

Según Arabi 21, a Abbas le ha sido asegurado que la embajada estadounidense sólo será desplazada a Jerusalén oriental. Entonces, no pasa nada. No está claro quién le ha asegurado esto a Abbas – pero el mensaje de sus hermanos árabes está claro. Si asoma la cabeza, no le darán su apoyo.

La política corta de miras de Erdogan

Los líderes del mundo árabe están cayendo rápidamente en manos de Trump y, por desgracia, también Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía. Erdogan elogió a Trump por «poner en su lugar» a un periodista de la CNN cuando el presidente estadounidense se negó a responder a la pregunta de Jim Acosta, después de que la cadena de noticias publicara un reportaje acerca de los intentos de Rusia de comprometerse con el nuevo inquilino de la Oficina Oval.

Las trifulcas de Erdogan con los medios de comunicación internacionales vienen de antaño. Los ha acusado de publicar información falsa acerca de las protestas de Gezi Park en 2013. Sin embargo, su recuerdo de la CNN no se remonta tan atrás. CNN Turquía emitió la petición de Erdogan vía iPhone a los turcos para mantenerse firmes ante el golpe de Estado de julio del año pasado. Probablemente, esa emisión salvó su vida. Erdogan parece haberse olvidado de eso.

Es una política increíblemente corta de miras. El gobierno más derechista de la historia de Israel utilizará a Trump como la oportunidad de oro para conseguir sus objetivos: dejar aún más huella en Cisjordania y continuar su campaña contra los ciudadanos no judíos de Israel. Y lo hará sabiendo no sólo que Washington no ofrecerá ninguna resistencia, sino que también le apoyará activamente.

La reacción frente a Trump representa una oportunidad sin precedentes para el mundo árabe. Ha provocado una violenta reacción en defensa de los refugiados de países musulmanes, a quienes les niegan el acceso a universidades, ONGs, fundaciones y grupos de los que dependen las élites árabes.

El debate sobre la islamofobia se extiende

Trump ha llevado la islamofobia al centro del debate político global. De pronto, los carteles dictan: «Todos somos musulmanes». Trump ha contaminado a sus partidarios más prominentes, como el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu; y, en el proceso, ha alienado a los judíos liberales. Incluso ha despertado el doloroso recuerdo de los judíos llegados a américa desde Rusia y Europa del Este. Está haciendo algo que no ha conseguido ningún conflicto en Oriente Medio: agitar la conciencia de Occidente.

Llegados a este punto, los líderes árabes se alejan, consumidos por sus cálculos sobre cómo conservar sus regímenes corruptos. Los países musulmanes deberían ser los primeros en defender Palestina. Sin embargo, dan a entender que no les preocupa. En Trump ven un hombre que, por primera vez en la historia de EE.UU. tras la guerra, está abandonando el título de líder del mundo libre. En cambio, Trump se ve a sí mismo como el líder del «mundo civilizado», un concepto que excluye específicamente a los musulmanes.

El peor momento para la paz en Estados Unidos también es el peor momento para los líderes árabes. Como Trump, ellos también saben que necesitan la credibilidad que ahora están desperdiciando al no defender lo que es correcto, al contrario que los miles de personas corrientes que luchan por los derechos humanos en las calles de Londres, Washington o Nueva York.

Debería darles vergüenza. Merecen el destino que les espera, cuando los pueblos del mundo árabe finalmente tengan la oportunidad de librarse de sus dictadores.

Fuente original: http://www.monitordeoriente.com/20170202-quien-habla-por-los-musulmanes-saudis-turcos-o-alemanes/