Recomiendo:
0

Sobre la central nuclear de Garoña

¿Quién manda realmente en el gobierno de España?

Fuentes: Rebelión

En 1971, cuando se inauguró la central burgalesa, la Confederación Hidrográfica del Ebro [CHE] ya advirtió a sus gestores la imposibilidad de garantizar, sin riesgos, durante cien días anuales los 25.000 libros de agua por segundo que necesita y consume la nuclear de Santa María de Garoña para enfriar el núcleo del reactor. En total, […]

En 1971, cuando se inauguró la central burgalesa, la Confederación Hidrográfica del Ebro [CHE] ya advirtió a sus gestores la imposibilidad de garantizar, sin riesgos, durante cien días anuales los 25.000 libros de agua por segundo que necesita y consume la nuclear de Santa María de Garoña para enfriar el núcleo del reactor. En total, aproximadamente, unos 211.500 millones de litros de agua anuales. En sus más de 40 años de vida, más de 8 billones de litros extraídos del Ebro.

En 2009 [1], a principios de junio, el Consejo de Seguridad Nuclear, un organismo público teóricamente encargado de evitar fallos en el parque nuclear español, controlar a sus gestores privados, sancionar si es necesario y garantizar la seguridad de las centrales pensando ante todo en la ciudadanía y no en los negocios, consideró seguro el funcionamiento de la central burgalesa. Dieron, sabido es, el visto bueno para la prórroga de su actividad. Hasta 2019: ni más ni menos. Rozando las bodas de plata o de otro, no sé bien. Nuclenor – Endesa e Iberdrola- más felices que un bonano juguetón. Agotaron las existencias de cava y champagne.

Tres semanas después del dictamen del CSN, el 1 de julio, la secretaría de Estado de Cambio Climático, que depende de Medio Ambiente, alertó que el caudal del Ebro, el alimento esencial de la central para refrigerar el reactor como hemos visto, podría disminuir hasta un 18% durante el período 2011-2040. Los informes del Ministerio pedían «una modificación del actual sistema de refrigeración» de la central si se prorrogaba su actividad, como así ocurrió finalmente, más allá de 2009. Los informes de la secretaría de Estado de Cambio Climático y de la Confederación Hidrográfica del Ebro, recuerda Manuel Ansede, advertían de que la refrigeración del reactor se enfrentaba «al riesgo de carecer de garantías ante épocas de sequía». Ambos organismos recordaban que, de hecho, la central ya tuvo que parar su actividad en julio de 2006. La razón: falta de caudal en el río.

A pesar de ello, o acaso por ello, el Ministerio de Industria dirigido por el señor Sebastián, la arista más pro-nuclear del Gobierno español, no envió, porque no le vino en gana, al CSN los informes de Medio Ambiente, de sus colegas políticos de gobierno. Un día después, sólo un día después, el Consejo de Ministros anunció una prórroga, no la última forzosamente, para la planta atómica. Hasta 2013. ¿Y por qué el pro-nuclear Ministerio de Industria no envió los informes? Pues, en primer lugar, porque, no es ninguno infundio ni ninguna acusación injustificada, son pro-nucleares y sirven a quien sirven por convicción o por razones muy otras, y porque, además, no consideraron que plantease «un riesgo para la seguridad de la central», según reciente comentario de portavoz del Ministerio. ¿Y por qué no era un riesgo para la seguridad de la central? No comment.

¿Y el sector atómico, incluidos sus representantes más fieles, como el muy amigo del átomo el señor Duran i Lleida? Inmóvil el ademán, con el piñón fijo como Parménides: interpretan, señala Manuel Ansede, los informes de Medio Ambiente como «una maniobra del Gobierno para justificar el cierre de Garoña». ¡Maniobra del Gobierno! Como el hormigón o el acero que deben proteger el núcleo de los reactores.

En frente tienen su aliado: el criterio pronuclear del ministro de Industria, Miguel Sebastián, que, desde luego, tampoco se ha movido un milímetro después de lo sucedido en Fukushima. El dogmatismo y los intereses en el puesto de mando; el tiempo lo cura todo, ya habitará el olvido, suelen pensar.

De hecho, en términos similares se opera en la Unión Europea. El gran científico catalán Eduard Rodríguez Farré ha comentado que las cartas industriales y ambientales se juegan muy desigualmente en instancias europeas: ellos, los ambientalistas, elaboran informes documentados y argumentados, y los industriales, sus directores generales y sus intereses, toman decisiones. Lo primero son opiniones; lo segundo, tomas responsables de posición. Con sus propias palabras: «[…] Pero una cosa que es necesario decir y que es políticamente muy incorrecta es la siguiente: las direcciones de Medio Ambiente en Europa y en otros lugares son meros floreros. La gran potencia, el gran poder que hay en la Unión Europea, es, no nos engañemos, la dirección de Industria» [2].

Por detrás, como finalmente vio con riesgo para su propia vida aquel inicialmente entusiasta pero no cegado ingeniero nuclear inolvidablemente interpretado por Jack Lemmon en la muy recomendable «El síndrome de China» de James Bridges [3], una película de 1978 realizada durante la presidencia de Carter que debería ser hoy de visión casi obligatoria en Universidades e institutos, por detrás, decía, está la potente, irresponsable e insaciable mano de la industria privada núcleo-eléctrica y de sus externalidades, poderosas industrias manufactureras que, como las de la película, realizaran diversas tareas no siempre controladas y tienen sus propios cuerpos de seguridad.

Notas:

[1] Tomo la información de: Manuel Ansede, «Industria no envió al CSN los informes del agua de Garoña» http://www.publico.es/ciencias/370183/industria-no-envio-al-csn-los-informes-del-agua-de-garona

[2] E. Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, La ciencia en el ágora Seis conversaciones político-científicas sobre almacenes temporales centralizados, las bombillas de larga duración, la homeopatía, el SIDA y su negación, las vacunas y la hecatombe nuclear de Fukushima , El Viejo Topo, Barcelona (en prensa).

[3] La película de la Columbia Pictures Industria fue producida por un joven Michael Douglas que interpreta también un papel de realizador rebelde en el film.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.