Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Dos Toyota Land Cruiser abarrotados con quince fornidos pistoleros ataviados de verdugos y ropas negras surgieron de la nada. Tras ellos, el vasto desierto. Se acercaron a un grupo de soldados apiñados alrededor de una humilde comida mientras se disponían a romper su ayuno del Ramadán. Los pistoleros abrieron fuego sin dar a los soldados la posibilidad de responder con sus armas.
No es la escena inicial de una película de acción de Hollywood. La masacre tuvo lugar realmente en un puesto militar egipcio en el norte del Sinaí el pasado 5 de agosto. Una testigo, Eissa Mohamed Salama, contó la escena antes descrita en una declaración hecha a Associated Press (AP; 8 de agosto). Los pistoleros estaban bien adiestrados. Su confianza manifiesta solo se puede explicar por el hecho de que «un militante sacó una cámara y filmó los cuerpos de los soldados».
Esto desconcierta inmediatamente. ¿Por qué querrían los militantes enmascarados documentar los crímenes si estaban a punto de embarcarse en lo que se puede considerar una misión suicida en Israel? «Los pistoleros se acercaron entonces a la frontera israelí» con dos vehículos, uno de ellos un vehículo blindado de transporte de personal egipcio robado, según se ha informado. Citando a altos cargos egipcios, la BBC informó de que uno de los vehículos «exploró en la frontera», mientras que el otro atravesó la frontera israelí y «entró unos dos kilómetros en Israel antes de que las fuerzas aéreas israelíes lo inutilizaran» (BBC News Online, 7 de agosto). Según el informe de la BBC que cita fuentes israelíes, en total había unos 35 pistoleros, todos vestidos con el atuendo tradicional beduino.
Su misión en Israel era suicida ya que, a diferencia de en el Sinaí, no tenía a donde huir. Pero, ¿quién se iba a embarcar en una misión tan compleja desde el punto de vista logístico, a documentarla con una cámara y no asumir entonces la responsabilidad de la misión? Este ataque descarado parecía tener poca sabiduría militar, pero poseía una siniestra lógica política.
Solo 48 horas antes del ataque, los medios de comunicación rebosaban de noticias sobre la vuelta de la electricidad a Gaza. Los empobrecidos generadores de la Franja llevan unos seis años sin funcionar a plena capacidad, desde que Hamas resultó elegida. El bloqueo israelí y las guerras subsiguientes han matado y herido a miles de personas, pero no han logrado quebrar la voluntad política de Gaza. Para los gazatíes la palabra clave para su supervivencia ante el bloqueo israelí era «Egipto».
La revolución egipcia del 25 de enero de 2011 tuvo multitud de significados para todos los sectores de la sociedad egipcia y para Oriente Próximo en general. Para los palestinos de Gaza presagiaba la posibilidad de una cuerda de salvamento. Los casi mil túneles cavados para ayudar a la supervivencia de Gaza no serían nada en comparación con una contundente decisión egipcia de acabar con el bloqueo abriendo el paso de Rafah.
De hecho, una decisión por etapas estaba teniendo lugar. Hamas, que gobierna Gaza, era una rama de los Hermanos Musulmanes, que ahora es la fuerza política dirigente del país y, a pesar de la obstinación militar, ha logrado lograr también al presidencia del país.
A finales de julio se reunió en El Cairo una delegación de alto nivel. Parecían haber llegado a un final todas las tensiones e inquietudes de los últimos 16 meses cuando el presidente de Hamas Khaled Mashaal, su segundo Musa Abu Marzouq y otros miembros del politburo del grupo se reunieron con el presidente Mohammed Morsi. La agencia oficial de noticias egipcia informó de las declaraciones de Morsi de apoyo total «a la lucha de la nación palestina por lograr sus legítimos derechos». Según Reuters, la prioridad principal de Morsi era lograr la unidad «entre Hamas y Fatah, suministrar carburante y electricidad a Gaza, y suavizar las restricciones en el paso fronterizo entre Gaza y Egipto».
Superpongan esta escena (en la que finalmente se había logrado un hito histórico) con la foto de la Agencia France-Presse del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, de pie triunfales al lado de un vehículo egipcio quemado que, según se informaba, había sido robado por los pistoleros del Sinaí. El mensaje es que solo Israel es serio acerca de luchar contra el terrorismo. El artículo del diario israelí Haaretz que acompañaba la foto empezaba con esta revelación: «Israel compartió parte de la información de inteligencia que había recibido con el ejército egipcio antes del incidente, pero no hay pruebas de que Egipto actuara conforme a la información». La finalidad de esto era humillar aún más al ejército egipcio.
Naturalmente, Israel acusó a Gaza, aunque no hubiera pruebas materiales para respaldar estas acusaciones. Algunos medios egipcios se abalanzaron sobre esta oportunidad de culpar a Gaza también por los problemas de seguridad de Egipto en el Sinaí. El más grave de ellos se silenció completamente cuando el 18 de agosto de 2011 Israel asesinó a seis soldados egipcios en el Sinaí.
Israel llevó a cabo entonces una serie de ataques aéreos contra Gaza, que mataron e hirieron a muchas personas, al tiempo que afirmaba que los ataques contra los civiles israelíes provenía de Gaza, Más tarde los medios israelíes descartaron la relación por ser poco sólida. Por supuesto, no hubo disculpas por las muertes de Gaza y la AP, Reuters y otras agencias siguen culpando a los palestinos del ataque cerca de Eilat el año pasado. Las facciones palestinas optaron entonces por no continuar la espiral para ahorrar a Egipto un conflicto con Israel durante una transición extremadamente delicada.
Nada de todo esto parece relevante ahora. Egipto se afana por destruir los túneles siguiendo con los esfuerzos financiados por Estados Unidos hace años. También ha cerrado el paso fronterizo entre Gaza y Egipto, e Israel le está «permitiendo» utilizar helicópteros de ataque en el Sinaí para dar caza a terroristas esquivos. En unos días se multiplicaron las desgracias de Gaza y una vez más los palestinos están abogando por su causa.
Por supuesto, los altos cargos y analistas israelíes están llenos de precaución. La oportunidad es simplemente demasiado grande para no aprovecharla completamente. Al comentar desde OnIslam basado en Egipto, Abdelrahman Rashdan escribió que de acuerdo con el escenario de la inteligencia israelí, «operativos iraníes, palestinos, egipcios y de al Qaeda se desplazaron todos ellos desde Líbano para atacar Egipto e Israel, y defender Siria».
En los medios dominantes occidentales pocos se han preguntado a quién beneficia todo esto: aislar una vez más a Gaza, destruir los túneles, romper las relaciones egipcio-palestinas, implicar al ejército egipcio en una pesadilla de seguridad en el Sinaí y mucho más.
La página web de los Hermanos Musulmanes tenía una respuesta. Sugería que «se puede atribuir el incidente al Mossad». Es cierto que algunos medios occidentales informaron de esta declaración pero sin seriedad ni análisis alguno. La BBC incluso ofreció su propio contexto: «Las teorías conspirativas son populares en todo el mundo árabe» y acababa la discusión con el rechazo israelí de la acusación tachándola de «estupidez». Caso cerrado, aunque no debería estarlo.
Antes de embarcarse en una búsqueda inútil en el Sinai, habría que plantear una serie de preguntas urgentes y contestarlas. Las acciones al azar solo harán que las cosas sean peores para Egipto, Palestina y la durante mucho tiempo desatendida población beduina del Sinaí.
Ramzy Baroud ( www.ramzybaroud.net ) es un periodista que publica sus artículos en diversos medios internacionales. Es editor de PalestineChronicle.com. Su último libro es My father was a freedom fighter: Gaza’s untold story (Pluto Press, Londres), disponible en Amazon.com.
Fuente original: http://palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=19480