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Rastros de mentiras

Fuentes: Rebelión

Sí, «Rastros de mentiras» es el título de una novela brasileña que desde hace algún tiempo se transmite por la televisión cubana y que goza de la preferencia de la mayoría de la población de la mayor de las Antillas. En la telenovela, por cierto, pululan personajes negativos, ambiciosos, corruptos y asesinos, muy similares a […]

Sí, «Rastros de mentiras» es el título de una novela brasileña que desde hace algún tiempo se transmite por la televisión cubana y que goza de la preferencia de la mayoría de la población de la mayor de las Antillas.

En la telenovela, por cierto, pululan personajes negativos, ambiciosos, corruptos y asesinos, muy similares a quienes en la vida real estuvieron presentes en un auditorio de la ciudad de Miami, en la Florida, para hacerle la corte al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su intervención pública anticubana del pasado viernes.

Sin embargo, a diferencia de la producción de ficción brasileña, con un elenco de excelentes actores y actrices, en el nuevo culebrón de Miami contra Cuba la actuación de sus protagonistas, encabezados por Trump, sobresalió por su ridiculez y mediocridad.

Fue un verdadero circo, eso sí, con criminales, mafiosos y hasta terroristas reales de origen cubanoamericano, todos paralizados en los tiempos de la denominada Guerra Fría de la pasada centuria, y quienes siempre han querido convertir a la nación caribeña en una colonia de Washington.

Los bufones de Trump aplaudieron cuantas falsedades, distorsiones de la historia y hasta amenazas contra Cuba lanzó el actual inquilino de la Casa Blanca en un discurso populista y retorico que sin duda le prepararon pésimos asesores, entre ellos su excontrincante republicano a la presidencia de Estados Unidos Marco Rubio, devenido ahora en su cercano amiguete.

Los presentes en ese circo romano de la Florida, que se paraban una y otra vez para rendir pleitesía al Emperador, se empujaron incluso intentando figurar lo más cercano posible al controvertido mandatario norteamericano ante las cámaras fotográficas y de televisión.

El espectáculo no pudo ser más deprimente, claro, a tono con sus actores, muy diferentes a los de la novela brasileña «Rastros de mentiras».

Lo que realmente escenificaron Trump y sus secuaces en el enclave miamense podríamos entonces titularlo: «Rastrojos de mentiras». ¿No creen?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.