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Reclamo social se anima en debates

Fuentes: IPS

Cual caja de Pandora, los debates populares impulsados por el presidente en funciones de Cuba, Raúl Castro, dejaron al descubierto un rosario de problemas que agobian la vida diaria de los isleños, quienes ahora esperan ver propuestas de solución en la agenda oficial de corto y mediano plazo. Las discusiones, centradas en el crítico discurso […]

Cual caja de Pandora, los debates populares impulsados por el presidente en funciones de Cuba, Raúl Castro, dejaron al descubierto un rosario de problemas que agobian la vida diaria de los isleños, quienes ahora esperan ver propuestas de solución en la agenda oficial de corto y mediano plazo.

Las discusiones, centradas en el crítico discurso de Castro del 26 de julio, comenzaron en agosto en los núcleos de base del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), para luego extenderse a centros de trabajo y a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en todo el país.

«Se supone que en esta primera quincena de octubre se realizan las últimas asambleas. Luego se procesará el resultado», dijo una fuente conocedora del tema. Los planteamientos de cada reunión debieron ser recogidos en un acta, que, unida a las demás, resumirá las preocupaciones y expectativas de la sociedad sobre su realidad actual. Según testimonios de participantes en las asambleas, sin acceso a la prensa extranjera acreditada, no hubo temas tabú, aunque el acento mayor estuvo en el bajo poder adquisitivo de los salarios, el déficit de viviendas y de transporte público, la carestía de los alimentos necesarios para completar la canasta básica y otros asuntos económicos.

«En mi escuela hablamos de esos problemas, pero también se hicieron propuestas para buscar mejorías en la calidad de la educación. Estas reuniones no eran sólo para quejarse, sino también para generar iniciativas», contó a IPS la subdirectora de un centro de enseñanza primaria, que pidió no ser identificada.

Otros testigos afirmaron que en los encuentros también se reflejaron inconformidades por las restricciones para viajar al exterior y al trabajo por cuenta propia, así como las limitaciones de la propiedad individual. «Soy dueño de una casa y un auto, pero sólo en los papeles, porque si quisiera venderlos, no puedo», se quejó un arquitecto jubilado.

En el folleto guía para las asambleas se recomendó «propiciar un debate profundo en un ambiente de profunda libertad y sinceridad acerca de los temas centrales» tratados en la celebración del Día de la Rebeldía Nacional por Raúl Castro, quien reemplaza provisionalmente a su hermano Fidel Castro, alejado del gobierno por enfermedad desde el 31 de julio de 2006.

En ese discurso, el gobernante interino reconoció las carencias y dificultades de la vida cotidiana en Cuba, aunque descartó soluciones a corto plazo y advirtió que cualquier incremento salarial o disminución de los precios requiere elevar la producción «para que sea real». Asimismo, consideró necesario «transformar concepciones y métodos que fueron apropiados en su momento, pero han sido ya superados por la propia vida» y luego habló de «introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios» para hacer producir más la tierra y estimular convenientemente el trabajo agrícola.

Para Rafael Hernández, politólogo y director de la revista teórica Temas, quienquiera que suceda a Fidel Castro, quien durante todos estos años contó con una especie de «consenso instantáneo», deberá desarrollar «políticas populares que la gente apoye y surjan de abajo».

En esa medida, concuerda con quienes piensan que el resultado de este debate permitirá conocer qué pide y quiere la sociedad cubana para, desde ahí, elaborar un programa de consenso, que pueda contar con el respaldo mayoritario de la población, 70 por ciento de la cual nació después de 1959, cuando comenzó el proceso revolucionario.

Otros analistas conceden especial relevancia al conocimiento que se deriva de los debates. «La falta de información de los problemas reales del país puede un día convertirse en error estratégico de graves consecuencias», comentó un investigador, para quien es igualmente «estratégico» mejorar las condiciones de vida de las personas.

«Un proyecto de justicia social es sostenible y puede reproducirse de manera ampliada a partir de que cree también un soporte económico», comentó, al respecto, el sociólogo Aurelio Alonso, en un simposio «sobre la transición socialista en Cuba» publicado en la última edición de Temas.

«La suficiencia económica es imprescindible», insistió Alonso, en tanto para Carlos Lage Codorniú, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), un tema que no debe esperar y atañe a la mayoría de los cubanos apunta a que el impacto de la recuperación económica se exprese en la vida material de las familias.

En su opinión, «en los años de crisis (la década del 90) había un sentido de resistencia y se comprendían las carencias», pero en la actualidad «se ven llegar los recursos» y es más difícil que «todo el mundo se identifique con su lógica de distribución, que no es igual en todos los sectores».

Pero las soluciones no parecen estar a la vuelta de la esquina, aclaró, el pasado lunes, el ministro de la Informática y las Comunicaciones, Ramiro Valdés, en el acto conmemorativo del 40 aniversario del asesinato en Bolivia del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara, cuyos restos descansan en un mausoleo levantado en Santa Clara, a 268 kilómetros de La Habana.

Valdés, uno de los tres veteranos de la guerrilla comandada por Castro que conserva el rango simbólico de comandante de la Revolución, advirtió que los problemas se resuelven con ideas, organización y conciencia,»pero también con recursos».

«Todo no se podrá hacer de una vez. Todas las necesidades que se planteen no podrán ser resueltas de forma inmediata o simultánea», advirtió Valdés, tras señalar que el gobierno espera que los debates ayuden a «romper con la inercia, el dogmatismo y el estilo burocrático» y a liberar «donde estén trabadas» las fuerzas productivas.

Del lado opositor, Manuel Cuesta, portavoz de la coalición de corte moderado Arco Progresista, cree que el proceso de discusiones ha actuado, por una parte, como «catarsis social», pero también ha creado «un ambiente en el que la gente comenzó a sentir que su opinión va a ser escuchada».

«Creo que eso es positivo, como también es positivo que el gobierno «tome el pulso a la ciudadanía», estimó.