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La ética de Anasagasti

Recordando…

Fuentes: Rebelión

Dice entre otras cosas el señor Anasagasti, senador del PNV, en el periódico El Correo español (28, mayo, 2008): «Bien es verdad que allí (Escocia) no tienen esta violencia animal de unos salvajes que diciéndose universitarios rompen el Rectorado, o que maten a guardias civiles, inmigrantes o antiguos concejales. O que manchen casas del pueblo, […]

Dice entre otras cosas el señor Anasagasti, senador del PNV, en el periódico El Correo español (28, mayo, 2008):

«Bien es verdad que allí (Escocia) no tienen esta violencia animal de unos salvajes que diciéndose universitarios rompen el Rectorado, o que maten a guardias civiles, inmigrantes o antiguos concejales. O que manchen casas del pueblo, pongan bombas en El Marítimo y batzokis, o vociferen amenazas como las del tipejo detenido en Burdeos que dicen es el jefe de ETA. Desde luego, con capucha y remitiendo comunicados parecen algo. Viéndoles en su miserable condición humana parece mentira que personas como Otegi, Permach o Rufi Etxeberria estén bajo las órdenes de semejantes acémilas. Pero así es.

No entiendo por tanto que el Partido Comunista de las Tierras Vascas se atreva a ponerle condiciones al lehendakari cuando fue la propia ETA quien declarara la iniciativa del lehendakari como ‘propuesta fraude’, aunque ahora apunten que quieren saber el tipo de pregunta y el objetivo de la misma. Y se dirijan a un PNV que está presentando mociones éticas para hacer a ANV lo que ellos hacen.

No gastaría un segundo con gentes a las que la muerte de un ser humano les deja indiferentes. No aceptaría ni los buenos días de seres para los que el chantaje, la extorsión, la destrucción de un Rectorado, el tiro en la nuca y el coche bomba es parte de un conflicto que ellos alimentan con su cobardía. El PNV en toda su historia prefirió sufrir las consecuencias de la persecución a claudicar en sus principios éticos».

Parecida argumentación y lenguaje encontramos en inquisidores de la Edad Media de la talla de Bernardo de Claraval, basura de humanidad para la gente de su tiempo. Demagogia barata y rastrera. Y en un momento del artículo pregunta: » ¿En dónde queda la credibilidad de un PSE, que dice una cosa en Euzkadi pero hace la contraria en Madrid?»

Nos recuerda Pascual Serrano en Rebelión que Xabier Arzalluz se manifiesta en su libro a Javier Ortiz sobre Hugo Chávez y el intento de golpe de Estado del siguiente modo: «En abril del 2002 se produjo en Venezuela el aparatoso y fracasado intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez. Un intento que fue seguido con abierta complicidad por el Gobierno de Aznar y por algún consorcio mediático español con intereses en la zona». Y comenta: Efectivamente fue así, pero no dijo nada de eso el Partido Nacionalista Vasco en aquellas fechas, ni se publicó nada ni existe ningún comunicado de prensa en el archivo de su página web.

Y dice también Arzalluz: «Pero llega Chávez -porque el pueblo le dio su voto-, utiliza los beneficios del petróleo para reequilibrar algo el reparto de la riqueza, y se le echan encima como fieras, todos en tropel. Ésas son cosas que hace falta estar ciego para no verlas. Y yo no estoy ciego».

Algunos de esos que se echan encima como fieras dicen lo siguiente:

«Y en eso llega democráticamente Chávez al poder dedicándose a cambiar el nombre del país por República Bolivariana de Venezuela, derogar una Constitución consensuada y aprobar otra bastante pintoresca, mientras se dedicaba a crear odio entre clases sociales e insultar a todo el mundo, hacer amistad con Sadam Hussein y Castro, pero como el chorro de petróleo seguía fluyendo, hacer toda clase de demagogia habida y por haber en nombre de los descamisados a los que engañaba con posturas paternalistas tras discursos incendiarios, chabacanos e impropios del líder de un país serio hasta el punto que sus compañeros de armas del golpe del 92, junto a algunos oligarcas, le dieron a él otro golpe de estado que también fracasó. Chávez volvió al Palacio de Miraflores para, con la experiencia de lo ocurrido, militarizar al país y cesar, como Robespierre y en programas de televisión a casi todos los empleados de la industria petrolera, ridiculizar a sus opositores y ponerse al país por montera». Es lo que escribía el senador de su partido Iñaki Anasagasti el domingo 22 de agosto del 2004 en el diario Deia.

Claro está, no en balde el Sr. Anasagasti apoyó presuroso el golpe llevado a cabo contra un gobierno legítimo en Venezuela, a pesar de la cantidad de muertos y sufrimiento que nos enseña la historia reciente han provocado los putsch en Sudamérica. El Sr. Anasagasti, en su lenguaje, hace serias incursiones en la Edad Media y con sus hechos se asemeja en demasía, a veces, a militares golpistas. El antes parlamentario y ahora senador, Sr. Anasagasti, respecto a la democracia y al respeto de las gentes me recuerda la postura del otrora consejero de cultura del Gobierno Vasco y portavoz del Gobierno, Joseba Arregi, respecto al nacionalismo vasco. Diría tal para cual. Por otra parte creo -si no me equivoco- que el Partido Nacionalista Vasco, al que representa el Sr. Anasagasti, tres han sido las guerras que ha condenado desde su fundación, aprobando las demás: La de Cuba, la de Maruecos y la última de Irak, pero sí la primera. Es, por lo visto, su ética de siempre.