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Reflexiones sobre Ahed Tamimi, símbolo de la resistencia palestina y de la lucha de la mujer en las sociedades oprimidas

Fuentes: Rebelión

(Antes de empezar con «reflexiones» veamos una entrevista realizada a Ahed Tamimi en Ramala, capital de la Cisjordania ocupada, por Hispantv). Muchas veces se ha criticado por qué se informa sólo de Ahed Tamimi (la adolescente palestina que pasó ocho meses en prisión por abofetear a un soldado israelí) y no de los miles de […]

(Antes de empezar con «reflexiones» veamos una entrevista realizada a Ahed Tamimi en Ramala, capital de la Cisjordania ocupada, por Hispantv).

Muchas veces se ha criticado por qué se informa sólo de Ahed Tamimi (la adolescente palestina que pasó ocho meses en prisión por abofetear a un soldado israelí) y no de los miles de presos y presas palestinas, muchos de ellos menores, que viven hacinados en las malditas cárceles sionistas.

Tal vez la respuesta sea que Ahed Tamimi (de 17 años) representa a millones de palestinos, al igual que el Ché Guevara personificaba la lucha de «los nadies», igual que Nelson Mandela encarnaba a todos los negros que durante siglos vivieron en la esclavitud o el apartheid.

Son muchas las voces que piden que se hable de todos los presos políticos palestinos, caso por caso. Eso encierra un grave peligro, ya que cuando «se machaca con miríadas de nombres», el «consumidor de noticias» acaba empachado, con las neuronas saturadas de información, y pasa -por una cuestión de salud mental- a leer artículos «comestibles y entretenidos».

Escribir sobre Ahed Tamimi no significa que todos los encarcelados vivan en el olvido. Están muy presentes, sobretodo en la memoria del pueblo palestino y en las personas que, de verdad, sienten cariño por esas gentes y se solidarizan con su causa.

El hecho de que la prensa extranjera ponga su énfasis en Ahed Tamimi e «ignore a los demás presos» ha sido criticado, incluso, por la madre de la adolescente, Nariman Tamimi, quien fue encarcelada junto a su hija y pasó su respectivo calvario en prisión.

Nariman, en declaraciones a la prensa, dijo que «los periodistas extranjeros sólo hablan de Ahed Tamimi porque son «racistas», porque la chica es rubia y tiene los ojos azules. Porque su aspecto físico se parece al de las europeas y los informadores foráneos se sienten identificados con ella (…). Yo también estaba en la cárcel y me ignoraban», enfatizó.

Ahed Tamimi, con la enorme humildad que le caracteriza, «en respuesta a esa afirmación» explicó a los medios locales (sin ánimo alguno de polemizar con su madre, a la que admira profundamente) que «ella no es importante, pero agradece a la prensa internacional la cobertura que ha hecho de su caso porque eso -arguye- hace que no caiga en el olvido la lucha del pueblo palestino por recuperar lo que es suyo».

Cuando escribimos sobre Ahed, lo hacemos también por todos los que están tras las rejas. Estamos recordando que el Estado de Israel se levantó sobre territorios ocupados, sobre pueblos y ciudades que eran palestinos.

Siempre que estalla una revolución hablamos de un líder o de un grupo reducido de personas, aunque detrás haya millones. Cuando hablamos de la esclavitud en Roma, nos gusta hablar de Espartaco. A millones de esclavos desorganizados, sin «cabecillas», no les teme ningún poder.

A millones de palestinos con una bandera de horizontes (con un hombre o mujer al frente que, por azar o destino, se convierte en «mito y camino») se les teme, y con razón, porque los «que de todo han sido despojados» mutan en gigantes.

¡Cuidado! lo anterior no quiere decir -salvo maravillosas excepciones- que los periodistas que trabajan para los grandes medios de comunicación (que no son más que la voz del amo) cuando escriben sobre Ahed Tamimi muestran asimismo «su solidaridad» con las injusticias que padece el pueblo palestino. Un número nada despreciable de ellos al tiempo que echa flores a la adolescente le acusa subrepticiamente de «terrorista» y apoya a «las víctimas del holocausto», que han recibido luz verde para exterminar a sus vecinos.

El Estado de Israel, que debería coexistir en igualdad de condiciones con sus hermanos y vecinos palestinos (los antiguos filisteos de la Biblia), está repitiendo algunos de los métodos que utilizaba el gran monstruo de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de eso, Tel Aviv se lava las manos con la connivencia de EEUU y la Unión Europea.

El «pueblo elegido por Dios» cree que Israel es un trozo de Europa que se separó accidentalmente del viejo continente. Y el combate que enfrentó a David (elegido por Jehová) con Goliat, el gigante filisteo (palestino), se repite a través de los milenios. La gran diferencia es que ahora el ogro ha cambiado de bando. El cíclope lleva la capa del capitán América y su antagonista es una adolescente que acaba de cumplir 17 años y que sueña con abrir los ojos a los que se quedaron ciegos con el deslumbrar del becerro de oro.

Blog del autor: http://www.nilo-homerico.es/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.