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Represión en Turquía, contra el silencio de sí misma

Fuentes: Rebelión

Las protestas de civiles desatadas desde hace once días en el barrio Taksim de Estambul, son las más grandes, violentas y heterogéneas -en cuanto a público- desde la llegada al gobierno hace una década del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, de la mano del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Partidos de izquierda, de derecha, islamistas, […]

Las protestas de civiles desatadas desde hace once días en el barrio Taksim de Estambul, son las más grandes, violentas y heterogéneas -en cuanto a público- desde la llegada al gobierno hace una década del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, de la mano del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Partidos de izquierda, de derecha, islamistas, moderados, nacionalistas kurdos, independientes, anarquistas… Todos contra las políticas del primer ministro.

Hasta el momento, la represión policial cuenta con 10 muertos [7 son policías, ver aparte], 2 mil detenidos y 1500 heridos en protestas que se extendieron por 90 ciudades incluyendo la capital Ankara.

Detrás de las revueltas hay varios puntos a destacar. Uno de los principales es el dilema existente desde el siglo XIX entre quienes están a favor de un estado islámico como lo era el imperio otomano, o quienes defienden el sistema actual de república laica.

Suicidio de policías

Un policía resultó muerto días pasados mientras perseguía a manifestantes, no por los enfrentamientos sino por caerse al vacío. Ante este hecho el primer ministro turco Erdogan declaró ayer en el aeropuerto de Adana que «atacan a mi policía, odian a mi policía.» Erdogan olvidó leer las declaraciones del sindicato policial, vertidas ayer mismo, en las que lamentaban la muerte de policías por las malas condiciones en la ardua tarea de reprimir.

Efectivamente, la policía mediante un comunicado declaró estar exhausta. Llevan todo este tiempo sin poder regresar a sus casas, teniendo que dormir sobre cartones o sobre sus propios escudos.

«Se han suicidado seis de nuestros agentes», declaró Faruk Sezer, presidente del sindicato policial Emniyet-Sen. Según el sindicalista, policías de varios puntos del país fueron conducidos a reforzar la seguridad a Estambul, Ankara, Adana y otros centros de protestas. Aseguró que los agentes cumplen jornadas de hasta 120 horas seguidas, durmiendo y alimentándose de manera negativa.

Comienzo poco a poco, Parque Gezi

Todo pareció comenzar el pasado viernes 31 de mayo, cuando un centenar de personas se congregó en el Parque Gezi, del barrio Taksim, de la ciudad turca de Estambul, a protestar contra la tala de árboles. El objetivo era erigir un centro comercial en el lugar. El emprendimiento inmobiliario eliminaría así uno de los pocos centros verdes de Taksim. El barrio, ubicado en la zona europea de la ciudad, carece de parques a pesar de su modernidad. Durante el día, el monumento a la República erigido en honor a Mustafá Kemal, es admirado por turistas de todo el mundo que por la noche invade los locales nocturnos. Entre otros atractivos, todavía hoy se difunde por algunas empresas de turismo el Centro Cultural Atatürk, un espacio de arte que supo ser anfitrión de óperas, conciertos sinfónicos, de jazz, baile, etcétera. Los argentinos y latinoamericanos, pueden sentir orgullo y nostalgia ya que allí, hace 21 años, fue sede del primer concierto del guitarrista Ricardo Moyano quien logró amalgamar el sentimiento de la música latina con la turca. A pesar de las oficinas de turismo, el Centro Cultural está cerrado desde hace tres años con la idea de reconstruir una mezquita de la época otomana, la cual formaría parte del negocio inmobiliario antes citado, y continuaría con la discusión abierta acerca de proseguir con los postulados republicanos laicos o volver a la época del imperio regido por las leyes islámicas.

Represión continua

Volviendo al comienzo. La policía reprimió la protesta con gases lacrimógenos, balas de goma y agua lanzada por carros hidrantes. La protesta creció. Un día después, sábado 1 de junio, miles de personas acudieron a manifestarse en distintos puntos del país. La represión no bajó su tenor y los detenidos alcanzaron los 934 en 90 manifestaciones paralelas, según palabras del propio ministro del Interior, Muammer Güler. Ante la cantidad de arrestados y la saturación de los lugares de reclusión, la solución fue alojarlos en centros deportivos.

Mientras tanto, el primer ministro se paseaba por países amigos del Magreb como Marruecos, donde en las últimas elecciones ganó un aliado de su ideología, Abdelilah Benkirane. El líder del Partido Justicia y Desarrollo impuso la ideología de los Hermanos Musulmanes en las urnas marroquís. Así mismo, Erdogan pasó por Túnez, otro de los países que vio renacer la ideología islámica a la luz de la Hermandad, una lógica del islam ligada al pensamiento pro imperio otomano de Erdogan, enfrentada al chiismo gobernante en Irán, Irak y Siria.

El silencio de la prensa

La prensa turca tuvo un papel importante en estas jornadas ya que evitó informar sobre los hechos en las primeras horas de la represión. La propia BBC Mundo publicó una nota en español sobre este silencio. Luego de informar que el canal Star TV mostraba el concurso de Miss Turquía y que la CNN Turca mostraba un documental sobre pingüinos, agregó: «indignadas, cientos de personas se reunieron frente al canal progubernamental Haber Turk TV en Estambul el domingo (2 de junio), mientras que otras 2.000 acudieron a la puerta de la emisora NTV el lunes para protestar por su nula cobertura de los disturbios.»

La emisión del documental sobre pingüinos por parte de CNN Turk, convirtió a esos animales en el símbolo de algunos manifestantes, ya que se trató de demostrar su rechazo a la nula cobertura de la represión. Lo curioso es que ese canal de televisión pertenece al grupo mediático Dogan, de oposición al gobierno de Erdogan. En 2009, la empresa recibió una abultada multa de 382 millones de euros acusada de fraude. La acusación tuvo más relación con diferencias políticas que con una certeza jurídica. Sin embargo hoy la relación prensa-gobierno pareciera tener otra actitud frente a las noticias vinculadas al ejecutivo.

Las razones de los silencios son principalmente económicas, aunque algunas rayan con una voluntad ideológica. Efectivamente, las principales cadenas informativas pertenecen a los mismos dueños de empresas constructoras o bancos, quienes, casualmente, están haciendo abultados negocios con el gobierno de Erdogan, que se caracteriza por la construcción de edificios, carreteras, mezquitas, centros comerciales, puentes y otros edificios cuestionados por sus niveles de corrupción y amiguismo a la hora de sellar esos acuerdos comerciales.

Caminar entre prohibiciones

Velo: en febrero de 2008, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan eliminó la prohibición al velo, o shal, en las universidades. El veto formaba parte del laicisimo entablado por el fundador de la República Mustafá Kemal «Atatürk». El gobierno islámico sostuvo su retórica legislativa en que la mayoría de las mujeres son musulmanas y usan el velo, olvidándose de que el estado es laico y no debe promover las prácticas religiosas. La discusión entre nacionalistas y musulmanes que comenzó a mediados del siglo XIX y terminó por derrumbar al Imperio Otomano, se reavivó. Unas cien mil personas marcharon en Estambul al día siguiente del levantamiento de la prohibición del velo en defensa de una práctica laica suscrita por el «padre» de la patria Atatürk en consonancia con una mundo occidental europeo.

Partidos políticos: en la última década, la justicia turca prohibió dos partidos políticos kurdos que habían sido fundados uno sobre la prohibición del otro. La última clausura fue hacia el Partido de la Sociedad Democrática (DTP) encarcelando en distintas razias consecutivas a 9 alcaldes kurdos, 200 miembros y prohibiéndole la actividad política a su co-presidente Ahmed Türk. Por otro lado, el Partido Comunista de Turquía es víctima de constantes ataques. En la represión desatada esta semana, dos locales fueron víctimas de embestidas policiales en las que regalaron balas de goma a paredes vacías.

Impuestos: en octubre de 2012, se dio a conocer que Turquía poseía el precio de gasolina más caro del mundo, con un costo de 2,08 Euros el litro. El alto costo se debe en parte por la falta de crudo en el país (los únicos yacimientos están en la región kurda) pero, fundamentalmente, a que Turquía no logra recaudar impuestos, por lo que se dedica a grabarlos de manera desmesurada en productos como el alcohol, el tabaco y el combustible. En ese sentido, al precio descomedido de la gasolina se suma el del Raki, o anís, bebida producida en Turquía, siendo su costo el segundo más caro después de Inglaterra, donde es una bebida importada. Los altos costos en la recaudación de impuestos indirectos abre el debate ya que promueve la economía informal, típica en la región, pero conmina a pagar altos costos al pueblo consumidor. Siguiendo esta práctica durante el mismo año 2012 se conoció que los impuestos a la telefonía móvil en Turquía fueron de un 30% más altos que la media mundial.

Libros: en enero de este año se anunció que Turquía levantaba la prohibición a libros que habían sido censurados décadas atrás. La noticia de apertura sin embargo dejaba de lado las publicaciones tendientes a tratarse, entre otros temas, del genocidio armenio. Ante este abandono en la legalización de la literatura, el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica (CNA) enfatizó que esperaba no sea «otra maniobra más para aparentar procesos de democratización en Turquía». La organización armenia sustenta su preocupación en dos hechos sucedidos en los últimos años contra miembros de su comunidad. Uno es el asesinato el 19 de enero de 2007 a manos de nacionalistas turcos del periodista armenio-turco Hrant Dink. El otro corresponde a las sanciones recibidas por Ragip Zarakolu, según el artículo 301 de la constitución turca, por su militancia a favor de los Derechos Humanos y el reconocimiento del genocidio armenio.

Alcohol: a fines de junio se aprobó la ley para restringir el consumo de alcohol. La ley establece que no se permite su venta después de las 22 horas. Además, quedó prohibida la difusión pública y los envases deben anunciar lo pernicioso de su consumo. La medida produjo desconcierto en los sectores dedicados al turismo, los cuales abundan en las grandes ciudades como Estambul, Efes, Ankara, Izmir. La polémica más aguda, sin embargo, se debe a que la norma prohíbe la venta total de alcohol a cien metros de una mezquita o local educativo. En un país donde proliferan las casas religiosas, este punto es considerado un posible veto definitivo a la venta de alcohol. La nueva ley se suma a una serie de elementos restrictivos como el aumento de los impuestos que, en los diez años de Edogan en el poder, fueron de 346% contra el 132% del resto de los productos.

Presos, desapariciones y fosas comunes: durante el año 2012 y hasta la actualidad Turquía goza con el ejemplo mundial de lucha contra la libertad de expresión. El año pasado encarceló a 732 periodistas, batiendo el récord planetario de trabajadores de la prensa presos. Al día de hoy 66 periodistas continúan detenidos a la espera de juicio. Además de la prensa, Turquía viene sosteniendo una especial atención al encarcelamiento de personas del pueblo kurdo. Según la Asociación de Derechos Humanos IHD, hay 12 mil presos y presas kurdas de las cuales 600 son menores de dieciséis años. Desde que la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) comenzó la lucha armada con fines independentistas en 1984, desde el gobierno turco se prepararon matanzas de civiles que apoyaban tal lucha. Entre 1993 y 1995 fueron asesinados 17 mil civiles al tiempo que 3 mil pueblos kurdos fueron destruidos y sus poblaciones obligadas a desplazarse a centros urbanos. Además IHD calcula que hay 300 fosas comunes. Hace veinte años que el PKK viene sosteniendo el pedido de paz. Para ello hizo varios altos fuego unilaterales. Incluso declaró abandonar su lucha independentista a favor de una paz sostenida en el respeto de la diversidad de pueblos y sus creencias religiosas que cohabitan en esa parte del mundo.

Pueblos: según la constitución turca, el único pueblo que habita su territorio es el turco. Esto supone la anulación por omisión de otros pueblos como el Laz, el Armenio, el Surianí, el Arameo, el Árabe, el Kurdo, etc. Desde hace varios años, el movimiento kurdo exige un cambio de la constitución que apunte al reconocimiento de todos los pueblos, sus lenguas, sus tradiciones, su historia. Finalmente, el año pasado se comenzó a discutir la reforma. En línea con las discusiones, el presidente turco Abdullah Gül manifestó que «la nueva constitución debe proteger a todas las culturas que hay en Turquía». Al mismo tiempo, y en consonancia con el dilema República-Imperio agregó en relación al segundo que «ese imperio [otomano] se conocía como estado turco. Sin embargo, nadie decía que todos los ciudadanos otomanos fueran turcos.»

Misiles Patriot y atentado en Reyhanli

El pasado enero un centenar de personas se congregó en la base militar de Incirlik, sur de Turquía, para protestar por la llegada de los misiles Patriot. El 20% de los manifestantes fueron detenidos. Las 6 baterías de misiles que irían a llegar fueron pedidas a la OTAN por el gobierno turco a fin de repeler ataques aéreos por parte de Siria. La llegada de los misiles y el millar de militares que llegarían provenientes de los Estados Unidos de Norteamérica, Holanda y Alemania para su puesta en funcionamiento, fue resistida tanto por la izquierda turca enfrentada a la idea de guerra con su vecino país, como por la derecha nacionalista que se rehúsa a recibir militares extranjeros.

El 11 de mayo dos coches bomba estallaron en la ciudad de Reyhanli, provincia de Hatay dejando 48 muertos y 100 heridos. La justicia turca no dudó en acusar a los mukbarats, servicios secretos sirios. Inmediatamente después de esa acusación sin pruebas firmes, la misma justicia decretó el cierre de «todas las informaciones relacionadas con la investigación del atentado» . Esto se debió a que los mismos habitantes de Reyhanli habrían acusado a miembros del rebelde Ejército Sirio Libre, apoyado por Turquía, de perpetrar el atentado. De esta manera las acusaciones de que las explosiones en Reyhanli fueron orquestadas por el gobierno de Siria resultan sospechosas. En la provincia de Hatay, donde se halla esa ciudad, se extienden campamentos de refugiados sirios que están a favor de los rebeldes; sin embargo, en el atentado solo tres de los 48 muertos son de ese país. La población de la provincia es reticente a los refugiados ya que los sirios se consideran invitados de Erdogan.

De amigos y ex amigos

Algo parece indicar que las palabras y deseos de Erdogan volcadas sobre algunos de sus ex aliados políticos se les están volviendo en contra.

Cuando estalló la revuelta en Libia, el primer ministro turco le ofreció refugio a su aliado presidente libio Gaddafi. Un año antes, Erdogan había recibido de manos de aquel el Premio del Comité Nacional Gaddafi para los Derechos Humanos en Trípoli, capital de Libia. El tiempo pasa y Erdogan devolvería el gesto diciéndole a su colega: «lo que necesita ocurrir en este momento es la inmediata renuncia del poder por parte de Muamar el Gadafi, que preside el gobierno en Trípoli.»

El mismo gesto de arrojo tuvo con el presidente sirio Bachar al Assad, cuando, luego de varios años de amistad económica, lo invitó igualmente a renunciar. «No importa lo fuerte que intentes aferrarte al poder con tus tanques y tus armas, llegará un día y tú te marcharás porque ninguna autoridad mundial ha durado para siempre.»

En cuanto a las protestas que piden por su renuncia, Erdogan decidió mostrar sus músculos políticos en televisión en el día de ayer diciendo: «no rendiremos cuentas ante grupos marginales, sino ante la nación»; y aclaró: «la nación nos condujo al poder y es ella la única que nos sacará.»

Lo interesante de los discursos televisados del primer ministro es que trató a los manifestantes de «terroristas» y «vándalos» acusando las revueltas de estar organizadas tanto desde el interior como el exterior del país. Es el mismo discurso que hay contra él, ya que es en la propia capital turca desde donde se dirigen las políticas que pretenden voltear al gobierno sirio, alojando a la oposición a quien brindan alojamiento, dinero y logística para luchar contra Bachar al Assad. Es precisamente a través de Turquía por donde penetran algunos grupos armados a Siria con la finalidad de derrocar a su presidente.

Silencio

Para terminar con los huecos de silencios que necesitan las contradicciones políticas para subsistir, el gobierno turco había abandonado sus relaciones diplomáticas con Israel a partir del ataque de su fuerza aérea en el barco humanitario de bandera turca Mavi Mármara que se dirigía con medicinas a la Franja de Gaza, Palestina. En el ataque murieron 9 turcos. Enfadado, Erdogan atestó contra el gobierno de Benjamin Netanyahu, olvidándose de que parte de los aviones no tripulados que usa el ejército turco fueron provistos por Israel. Uno de estos drones pasó información «errada» a la aviación turca, la cual bombardeó a un grupo de contrabandistas kurdos en la localidad de Roboski en diciembre de 2011, asesinando a 34 personas.

Una lectura es que el barco turco pareció formar parte de una vindicación de ese gobierno sobre la soberanía del pueblo palestino sobre sus tierras. Otra lectura sería que Turquía pretendía sentar posición en la región y en una zona palestina donde gobierna el grupo musulmán Hamás, que ha revertido su apoyo al gobierno de Siria. En relación a esto estaría el pedido del presidente de los EE.UU Barak Obama a Netanyahu en su última visita a Tel Aviv en marzo pasado. Luego del pedido de disculpas del gobierno israelí y la aceptación por parte del gobierno turco, la Casa Blanca emitió un comunicado diciendo: «valoramos profundamente las relaciones entre Turquía e Israel, le damos mucha importancia a la restauración de esos lazos para promover la paz y la seguridad en la región».

Efectivamente, la región mantendría la seguridad a partir de que Israel y Turquía forman un muro de contención y eventualmente un aplastamiento militar sobre Siria. A esto bien se suma la cierta calma que existe hoy entre Israel y Hamás.

Ahora, el silencio abre un nueva burbuja de aire. Las protestas que comenzaron en Egipto y se expandieron por Túnez, Libia, Jordania, Marruecos, Israel, Siria llegaron a las calles de Turquía y están lejos de querer irse sin llevarse al primer ministro a cuestas.

Turquía lucha contra el silencio que se impuso a sí misma.

Blog del autor: www.yakurdistan.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.