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Reseña del libro: Fidel Castro. Antología Mínima

Fuentes: Rebelión

Editado por David Deutschmann y Deborah Shnookal. México: Ocean Sur, 2008. Presentada en el Club de Periodistas de México, en ocasión del 82 aniversario del Comandante, el miércoles 13 de agosto de 2008.

Los editores David Deutschmann y Deborah Shnookal, de Ocean Sur, hermana de Ocean Press, publicaron recientemente bajo el titulo de Fidel Castro. Antología Mínima, un excelente libro que reúne veintiocho discursos e intervenciones de Fidel Castro, organizados en 20 capítulos y un epilogo, precedidos por una breve nota biográfica, un prefacio de los propios editores, una útil cronología y una introducción con lo que fue un emotivo e improvisado discurso de Felipe Pérez Roque en La Habana, en noviembre del 2006, con motivo del cumpleaños número 80 del Comandante en Jefe.

Ha sido un extraordinario reto para los editores escoger entre los más de cinco mil discursos durante un periodo de 48 años, además de incontables entrevistas y declaraciones políticas del más importante revolucionario latinoamericano contemporáneo, tal vez el estadista más experimentado del siglo XX y, sin duda, uno de los más grandes oradores de la historia: Fidel Castro. Los materiales escogidos representan el pensamiento político de Fidel y reflejan el proceso de la historia reciente de Cuba, que es la de una revolución que el próximo 1 de enero del 2009, cumple sus primeros 50 años.

En unas notas autobiográficas, sin publicar, expreso el significado para nuestra generación de la revolución cubana, sus líderes y en particular, Fidel:

«La preparatoria número siete que fundó nuestra generación, se encontraba en pleno centro histórico de la Ciudad de México, en la calle de Licenciado Primo de Verdad, apenas a unos metros del ala norte del Palacio Nacional. Era un hervidero de actividades políticas y culturales marcadas por la clara hegemonía de la ideología proveniente de la izquierda marxista entre estudiantes y profesores, y por un acontecimiento que estremeció de una manera u otra a todos los latinoamericanos: el triunfo de la Revolución cubana el primero día del año de 1959. Las figuras de los jóvenes dirigentes del Movimiento 26 de Julio, del Che y Fidel, principalmente, su radicalismo armado, su desenfado y originalidad en formas discursivas e indumentarias y su rápido accionar a favor del pueblo y en contra del imperialismo estadounidense, impactaron nuestra imaginación y estimularon las esperanzas del triunfo del socialismo en el resto de América Latina. Recuerdo todavía, sería a mediados de 1960, un documental en película de ocho milímetros exhibido en una de las aulas llenas de estudiantes de la preparatoria, en el que aparecía Fidel Castro en La Habana pronunciando un discurso en una Plaza de la Revolución a reventar, con su voz de menos a más, sus movimientos de manos circulares para mayor énfasis, «democracia es ésta que le da el fusil a los obreros, que le da el fusil a los campesinos, que le da el fusil a las mujeres, que le da el fusil a los estudiantes, y esto sólo lo puede hacer un gobierno verdaderamente democrático». Era una lógica demoledora, contundente, directa, para quienes cada vez que salíamos a la calle a defender esa revolución o a exigir la libertad de los presos políticos, recibíamos una dosis de democracia «a la mexicana» del heroico cuerpo de granaderos en forma de gases y garrotazos.»

Fidel se constituyó para nosotros, desde entonces, en un guía. Pero no a la manera del «Gran Timonel», o de los dirigentes religiosamente venerados de Corea del Norte, si no como un pedagogo de la revolución triunfante, del antiimperialismo, de la soberanía recobrada frente a Estados Unidos, del rescate de una nación desde lo popular, del internacionalismo congruente. Con toda propiedad, los editores escogieron como epígrafe del libro una cita extraída de la obra del Che, EL SOCIALISMO Y EL HOMBRE EN CUBA, en la que comenta:

«Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo sólo puede apreciarse viéndole actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el dialogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria.»

Una de las mejores y emotivas semblanzas de Fidel fue la intervención de Felipe Pérez Roque, el joven ministro de relaciones Exteriores de Cuba, durante la sesión plenaria del Coloquio internacional Memoria y futuro: Cuba y Fidel, que sirve -como dije- de introducción a la antología. Recordaran que el contexto en el que se realizó esta reunión fue la súbita e incierta enfermedad del Comandante.

En esta alocución de Felipe, de una emoción visible a duras penas contenida, «torrente de sentimientos» afirmó el orador, identificó catorce o quince cualidades de Fidel, que después del bregar y el magisterio en estos casi 50 años, han terminado siendo cualidades de la Revolución y del pueblo cubano: 1.- su concepto de la unidad como precondición del triunfo, «desde su modestia, desde su capacidad de escuchar a los otros, desde su capacidad de convencer, persuadir y no imponer o dictar la construcción de la unidad». 2. La ética como razón de Estado, que no asume la idea de que el fin justifica los medios, que no acepta que los revolucionarios torturen o asesinen, que los guerrilleros confisquen a los campesinos, que no imita los métodos de los enemigos. 3.- El desprendimiento por las cosas materiales, por los homenajes, por las vanidades; el desprendimiento de la solidaridad entregada como deber y no como arma de influencia política o instrumento del interés. 4.- La coherencia en los principios y los principios por encima de los intereses. 5.- El ejemplo personal; no pedir a la gente lo que no se esta dispuesto a hacer antes. 6.- Asumir las responsabilidades con derecho a más sacrificios y restricciones, y no a prebendas y canonjías. 7.- La verdad como arma y condición para ser respetado. 8.- La sensibilidad de sentir por los otros: de sentir como propio el dolor o la angustia de otros; o que le hace exclamar a Fidel molesto con Felipe– que le había aconsejado no recibir a Trudeau, por ser un ex primer ministro– ¡»No me interesan los cargos, sino los hombres. Es más, me interesan más los hombres cuando no están en los cargos»¡ 9.- La modestia, la ausencia de vanidad como aspiración de los revolucionarios. Refiere Felipe que Fidel nunca ha dicho «No, esta persona no esta a mi nivel para discutir conmigo.» 10.- El afán de leer, de estudiar, de aprender. 11.-El rigor personal, el deber con sus responsabilidades, de que las cosas salgan bien porque es el compromiso con el pueblo, con la causa que estamos defendiendo. 12.- La derrota no es tal hasta que no es aceptada; de que siempre existe la posibilidad de revertir una derrota. 13.- La aspiración a la justicia para todos, sin fronteras, como causa universal. 14.- La fuerza de las ideas, la convicción de que una idea justa puede más que un ejército. 15.- Nunca dejar de sentirse un ser humano capaz de ponerse en el lugar de otro, comprender por lo que pasan los demás. Y Felipe anoto la última de las cualidades de Fidel: 16.- «la ausencia total de odio hacia cualquier persona.» Odio profundo hacia la injusticia, la explotación, la discriminación racial pero no hacia las personas, aun si son o han sido sus enemigos.

El libro recoge discurso memorables, que muchos de nosotros recordamos, como el celebre alegato denominado: «La historia me absolverá», la autodefensa de Fidel que sirvió como programa del movimiento revolucionario cubano.

 

«Señores magistrados: ¿Dónde están nuestros compañeros detenidos los días 26, 27, 28 y 29 de julio, que se sabe pasaban de sesenta en la zona de santiago de Cuba? Solamente tres y las dos muchachas han comparecido;… ¿Dónde están nuestros compañeros heridos? Solamente cinco han aparecido: el resto los asesinaron también. Las cifras son irrebatibles. Por aquí, en cambio, han desfilado veinte militares que fueron prisioneros nuestros y que según sus propias palabras no recibieron ni una ofensa. Por aquí ha desfilado treinta heridos del Ejército, muchos de ellos en combates callejeros, y ninguno fue rematado.»

El discurso al triunfo de la revolución el 2 de enero de 1959.

Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: «toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como lo hemos estado haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre.»

La famosa intervención de Fidel ante la Asamblea General de la ONU, el 26 de septiembre de 1960.

«Nadie se engañe, que con engaños no hacemos más que el ridículo; nadie se engañe, allí había una colonia, donde el que mandaba era el embajador de Estados Unidos. No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza esta el orgullo de poder decir ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo.

El trascendente discurso en que se rindieron honores fúnebres a los caídos luchando contra la invasión mercenaria de Playa Girón y en el que se proclama el carácter socialista de la revolución cubana.

Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes Y por esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida.»

Las palabras a los intelectuales el 30 de junio de 1961, cuando Fidel expreso: «dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada.» La segunda declaración de La Habana, del 4 de febrero de 1962, que escuchábamos en sigilo, en la que se afirma el derecho de los pueblos de América a la soberanía y la independencia.

«Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su Revolución, respondemos, las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos. Lo que Cuba puede dar a los pueblos, y ha dado ya, es su ejemplo»

El discurso ante la crisis de octubre, cuando muchos mexicanos, al igual que cuando Playa Girón, hicimos colas para alistarnos para defender a Cuba: en esa ocasión Fidel afirmó: «Poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar ¡y no serán desmantelados jamás ¡

Las palabras pronunciadas en torno a la carta de despedida del Che:

«Los que hablan de los revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta carta el ejemplo de todo sentimiento, de toda la sensibilidad, de toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario»

Sobre la revolución latinoamericana:

«Hay veces que los documentos políticos llamados marxistas dan la impresión de que se va a un archivo y se pide un modelo; modelo 14, modelo 13, modelo 12, todos iguales, con la misma palabrería, que lógicamente es un lenguaje incapaz de expresar situaciones reales. Y muchas veces los documentos están divorciados de la vida. Y a mucha gente le dicen que es esto el marxismo…»

Aquellas dramáticas palabras en las que se reconoce con dolor la muerte del Che en Bolivia.

«Che llevó a su más alta expresión el estoicismo revolucionario, el espíritu de sacrificio revolucionario, la combatividad del revolucionario, el espíritu de trabajo del revolucionario y Che llevó las ideas del marxismo leninismo a su expresión más fresca, más pura, más revolucionaria»

Quien no recuerda la pieza oratoria pronunciada en el Estadio Nacional de Santiago, en Chile, a un año del gobierno de la Unidad Popular, en el que Fidel advierte proféticamente sobre los peligros del fascismo. No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal, más antiparlamentario y más represivo y más violento y más criminal que el fascismo.

Sobre el proceso de rectificación de errores:

Esta lucha va ser larga, y no va a ser de un quinquenio, toda la vida tenemos que estar luchando contra esta tendencia, porque siempre hay dos bandos, lo dijo Martí: los que construyen y los que destruyen…los inconscientes, los indolentes, los irresponsables.

Sobre el internacionalismo cubano y el derrumbe del campo socialista:

«Nunca hemos aspirado a que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanqui lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la ultima gota de sangre este baluarte».

Sobre la llegada a Cuba de los restos del Che:

Más se admirara su valentía personal e integridad revolucionaria mientras más cobardes, oportunistas y traidores pueda haber sobre la tierra; más su voluntad de acero mientras más débiles sean otros para cumplir el deber; más su sentido del honor y la dignidad mientras más personas carezcan de un mínimo de pundonor humano; mas su fe en el hombre mientras más escépticos; más su optimismo mientras más pesimistas; más su audacia mientras más vacilantes; más su austeridad, su espíritu de estudio y de trabajo, mientras más holgazanes despilfarren en lujos y ocios el producto del trabajo de los demás.

Sobre la batalla de las ideas: Hoy más que nunca hay que levantar esa bandera de que patria es humanidad, concientes de que podemos salvarnos si la humanidad se salva

Sobre la respuesta a la declaración de Estados Unidos de «guerra contra el terrorismo»:

«Cuba, con la moral que le otorga haber sido el páis que más ataques terroristas ha recibido durante más tiempo, cuyo pueblo no tiembla ante nada, ni hay amenaza o poder en el mundo capaz de intimidarlo, proclama que esta en contra el terrorismo y está contra la guerra.»

 

La lectura de este libro es volver a vivir lo vivido. Para quienes hemos acompañado a Fidel y a su pueblo por estos 50 años de revolución, en la solidaridad, en la fraternidad, en las luchas paralelas por transformar nuestras propias realidades; en las represiones y en las victorias, en las duras y en las maduras, Cuba será por siempre un referente de digna resistencia y de luchas memorables, y Fidel es y será el dirigente que ha estado a la altura de su pueblo y su revolución.

Texto relacionado:

Discurso pronunciado por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, en la sesión plenaria del Coloquio Internacional Memoria y Futuro: Cuba y Fidel

«Fidel es todo hombre y mujer que en el mundo esté dispuesto a luchar y luche porque un mundo mejor sea posible»

Felipe Pérez Roque
05-12-2006