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Rojava, entre la espada y la pared

Fuentes: NPA

La decisión brutal de retirar las tropas estadounidenses de Siria, anunciada por Donald Trump, ha sacudido el establishment político-militar en Estados Unidos, y provocado la dimisión del secretario de Estado para la Defensa, Jim Mattis, y la del jefe de Estado mayor del Pentágono, Kevin Sweeney. Oficialmente, la razón planteada es el ultraje que supone […]

La decisión brutal de retirar las tropas estadounidenses de Siria, anunciada por Donald Trump, ha sacudido el establishment político-militar en Estados Unidos, y provocado la dimisión del secretario de Estado para la Defensa, Jim Mattis, y la del jefe de Estado mayor del Pentágono, Kevin Sweeney.

Oficialmente, la razón planteada es el ultraje que supone el abandono de las FDS (Fuerzas Democráticas Sirias) y de las YPG/YPJ, que asumen desde hace años la batalla contra el EI (Organización del Ejército Islámico), así como la luz verde dada al presidente turco Erdogan «para que acabe con los terroristas del EI» invadiendo el norte de Siria.

Por supuesto, nadie se engaña sobre las motivaciones reales del presidente turco Racep Tyyip Erdogan, que sueña con aplastar el proyecto de Rojava. Pero este abandono en regla de los kurdos, aliados de los EEUU sobre el terreno, no debe ocultar otra inquietud, la del abandono de la región a Rusia, lo que disgusta enormemente a quienes han dimitido, pero también a Irán, abriendo de hecho la vía al famoso «creciente chiíta» de Teherán a Beirut pasando por Bagdad.

Luego, Trump y su administración han retrocedido un poco, retrasando la salida de las tropas unos meses, pero el peligro sigue siendo inminente.

El precedente de Afrin

El gobierno turco, por su parte, debe negociar con un intenso trabajo de presión por parte de los EE UU, con declaraciones como la del influyente senador republicano Lindsey Gram que se indigna de que «los kurdos vayan a ser masacrados».

Este peligro bien real no es algo inesperado para la Federación Democrática del Norte de Siria. Las amenazas de Erdogan, las conversaciones y demás cumbres en Estambul o Moscú, en las que Turquía era invitada pero nunca una representación de las y los kurdos, habían llevado a estos últimos a buscar una recuperación del diálogo con el régimen. Por supuesto, las negociaciones naufragaron sobre la cuestión de la autonomía de las regiones, un concepto inaceptable para el régimen de Assad y para la ideología nacionalista árabe en general, pero se pudo encontrar un acuerdo sobre la protección del territorio, tomando posición el ejército sirio alrededor de Membij, primer objetivo designado por Erdogan.

En enero de 2018, Turquía invadía Afrin, cantón de la Federación Democrática del Norte de Siria, situado al noroeste del país y separado de los demás cantones por una región controlada por las brigadas yihadistas e incluso por el ejército turco, que ha colonizado varias localidades fronterizas como Jarablus. Confrontadas a los bombardeos intensivos de los F16 turcos y sin armamento que les permitiera resistir, las FDS demandaron ayuda all régimen. Éste condicionó su ayuda al previo desarme de la FDS, lo que esta rechazó. Entonces, Assad entregó Afrin a la ocupación turca, provocando un éxodo masivo de la población mayoritariamente kurda. Ankara ha instalado allí a numerosos yihadistas evacuados de otras regiones de Siria, que desde entonces hacen reinar el terror en la población que no ha podido o querido huir.

Programada invasión turca

El mismo escenario se habría reproducido en Membij, una ciudad emblemática del vivir conjuntamente, de mayoría árabe, donde kurdos, árabes, turkmenos y otras etnias viven en buena entente.

Pero esta vez, el ejército sirio tomó posiciones en la periferia de la ciudad, dejando el control militar a la FDS a la que no exigió el desarme.

La presencia militar de algunas centenares de fuerzas especiales estadounidenses, y también francesas, es igualmente un freno a la programada invasión turca. Mientras esa presencia sea efectiva, Erdogan no podrá dar la orden de atacar la ciudad y su región.

Por su parte, Trump ha pasado de una orden de retirada inmediata a una posición mucho más matizada, hablando de una retirada «cuando la región esté segurizada». En su última visita a las tropas estacionadas en Irak, ha negado incluso sus declaraciones anteriores, afirmando que no había dicho nunca que el EI estuviera definitivamente vencido. Difícil por tanto prever nada en absoluto, dados los cambios de humor y los imprevisibles giros del personaje.

La única certeza sigue siendo que Rojava, un proyecto único en la región y fuera de ella, multicultural, feminista y profundamente democrático, corre el riesgo de ser aplastado bajo las bombas turcas a más o menos corto plazo.

Fuente original: https://npa2009.org/actualite/international/rojava-entre-le-marteau-et-lenclume

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur