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Entrevista a Davide Grasso, combatiente YPG

«Rojava, la flor del desierto»

Fuentes: Rebelión

Davide Grasso, militante y bloguero de 37 años, es un combatiente italiano que en 2016 se unió a las filas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) de los curdos en el norte di Siria. Lo hizo para luchar contra el Estado Islámico (EI-ISIS) y defender la revolución del confederalismo democrático que los curdos […]


Davide Grasso, militante y bloguero de 37 años, es un combatiente italiano que en 2016 se unió a las filas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) de los curdos en el norte di Siria. Lo hizo para luchar contra el Estado Islámico (EI-ISIS) y defender la revolución del confederalismo democrático que los curdos están llevando a cabo en los tres cantones que controlan en la frontera con Turquía ( Kobane , Jazira e Afrin). Abdullah Öcalan, líder turco del Partido de los Trabajadores Curdos (PKK) en prisión desde 1999, formuló en 2005 este modelo político que se basa en la autonomía, el respeto intercultural, el laicismo y el derecho a la autodefensa de las comunidades y que, explica en su libro «Confederalismo democrático» ( link ), es «abierto hacia otros grupos y facciones políticas» además de ser flexible, multicultural, antimonopolístico y basado en el consenso».

«Durante su cautiverio en la isla de İmralı, Öcalan ahondó en el estudio del pensamiento libertario, ecologista y comunal, confrontándose con en especial con las teorías del anárquico americano Murray Bookchin (1921 – 2006) . De allí derivó un «giro» teórico en el movimiento, que hoy ya no aspira a construir un estado-nación curdo, sino a ampliar zonas de autonomía y autogobierno. El nombre dado a este enfoque es «confederalismo democrático». Los primeros, importantes, experimentos en este sentido no se están dando en el Kurdistán turco sino en el siriano, en Rojava (que en curdo significa Oeste)» (fuente: storify.com   Wu Ming Foundation ).

Tras la liberación de Kobane del ISIS el 26 de enero de 2015, en el contexto de la devastación de la guerra siriana, el experimento revolucionario curdo en el norte de Siria es una «flor en el desierto» que creó un imaginario potente y empujó a muchos extranjeros e sostenerlo con las armas. De regreso a su natal Turín, Davide traza un balance de su experiencia personal y de la situación político-social en el tablero sirio ( Syria Live Map link ).

Fabrizio Lorusso – ¿Cuál es tu historia? ¿Qué hacías antes de ir a Siria?

Davide Grasso – Nunca tuve un solo trabajo, fui antes estudiante y luego doctorando. Trabajé con cooperativas de publicidad y sociales, y asimismo con colaboraciones part-time con la universidad. Antes de partir era operador social en Turín con los sin techo y los con capacidades diferentes, desde que regresé a Italia en estos meses me he dedicado básicamente a informar sobre lo que pasa en Oriente Medio.

– ¿Y como militante?

– Siempre me he interesado en cuestiones sociales y políticas. EN Italia participé en movimientos estudiantiles como la Onda Anómala, al movimiento No-Tav [contra la destrucción de las montañas de la italiana Val de Susa para dar paso al tren Tav o Alta Velocidad] y sobre Medio Oriente en la universidad me comprometí a menudo en actividades para ahondar en la cuestión palestina o en seminarios contra la guerra en Irak y Afganistán, entonces siempre actué en este sentido.

– ¿Cómo nació la experiencia en Siria?

– En realidad nació ya en 2014, cuando supe de los hechos de Sinjar [4/8/2014, ISIS mata a miles de yezidas, comunidad religiosa de lengua curda en Irak, link p. 3-4 ] de la cual ahora recordamos el tercer aniversario. Mientras que la información oficial deba cierta versión, descubrí gracias al sitio de que soy redactor, Infoaut, y a la página del colectivo Wu Ming, que quien estaba tratando de resistir a estas masacres del EI no era la facción curda de los peshmergas [militares curdos-iraquís pro-EEUU] sostenida por el gobierno italiano. Era, en cambio, la facción de izquierda que el gobierno consideraba terrorista. Entonces empecé a seguir más de cerca lo que pasaba en Siria e Irak, pues retomé un interés, también por la emergencia del ISIS, que había dejado caer años antes sobre esa región. Todo fue creciendo: hubo matanzas del gobierno turco en Cizre [contra los curdos], de las que supe en septiembre de 2015, y, por tanto, como ya terminaba mi contrato laboral, usé la liquidación para ir a Turquía y visitar. Allí conocí a varios chicos que combatían, unos de los cuales morirían poco después. Entonces, de vuelta a Italia, ya estaba muy propenso a regresar y los atentados del Bataclan en París [13/11/2015] fueron decisivos. Me di cuenta de que ya esta organización [ISIS, DAESH o Stato Islamico] estaba literalmente buscando calle por calle a aquellos como yo, como nosotros, o sea cierto tipo de jóvenes europeos, con cierto estilo de vida, y entonces pensé que era necesario volver allí para hacer contrainformación y combatir, si hubiese hallado el valor.

– ¿Cómo llegaste a los curdos sirios?

– Fui a Irak primero. Armé un reportaje, luego hubo una autofinanciación con conciertos en Italia en otoño de 2015. En febrero de 2016 partí, primero a Palestina, luego a Irak, pasando por Jordania. De estos lugares conté lo que vi, hice entrevistas pero la meta final era el norte de Siria. Pero allí ya los peshmergas iraquís, como pasa ahora, no permitían a los periodistas ingresar a Siria, y es algo muy grave. Una vulneración grave del derecho internacional a la información. Entonces tuve que entrar con artimañas y, ya dentro del país, toma contacto con la sociedad civil, las instituciones y los centros de medios de Rojava. Así nació el contacto, no tenía nada antes de llegar.

– ¿Cuándo ingresaste a Siria y cuánto te quedaste?

– Me quedé siete meses, de principios de marzo a finales de octubre.

– ¿Tenías pensado combatir desde un principio?

– Tenía la intención, mas no estaba seguro de que encontraría el coraje. Creía que era justo que alguien, quien por una casualidad no estaba en el Bataclan o en otros sitios atacados en París, o sea en lugares que conozco, como muchos de nosotros, y no se había encontrado allí desarmado, en el suelo, trucidado por estos individuos, habría tenido que ir allá directamente a tomar las armas. Sobre todo para no delegar a nuestros gobiernos la tarea de hacerlo, especialmente al de Francia, en este caso, porque quien conozca un poco el mundo actual sabe que nuestros gobiernos son los primeros responsables de esta situación y no pueden sino empeorarla con sus políticas e intereses. Por eso tenía la intención pero hasta el último momento estuve dudando, porque entrar en la guerra civil siria como combatiente, sin experiencia militar y habiendo sido siempre un civil, es una acción de la que no es fácil volver atrás. La decisión definitiva se tomó cuando estaba en Siria.

– ¿Cómo fue este paso y con quién te relacionaste?

– Conocí a personas diversas. Habitantes de Rojava, curdos y árabes, que viven las condiciones de la guerra y de la revolución, cada quien a su modo. Conocí a militantes políticos curdos y activistas internacionales, sobre todo europeos, que estaba allí para conocer esta revolución y apoyarla. Fueron determinantes por su ejemplo y asimismo conocí a combatientes internacionales de las YPG que eran muy jóvenes y no politizados, más bien conducían una vida completamente apolítica en sus países y habían venido a arriesgarlo todo por indignación por lo que pasaba en un país lejano del suyo. Ante todo esto es difícil no tomar las armas a tu vez.

– ¿Cómo te uniste a las YPG?

– Hubo un entrenamiento de varias semanas en las que recibí muchas clases de lengua curda, de ideología confederal, o sea de la forma de socialismo que llevan a cabo las YPG, y también de historia de Oriente Medio y Kurdistán. Luego la formación técnica para el uso de las armas, algo de táctica. Hay que considerar que la guerra civil en Siria es un evento totalmente trágico y caótico por lo que estas milicias no tienen la posibilidad de cargarse con un tipo de formación como la de ejércitos regulares.

– ¿Qué armas tenían?

– Los detalles no se pueden dar por razones militares, pero se puede decir que el problema de las milicias curdas y de las fuerzas democráticas sirias es que, principalmente al 99%, tienen armas ligeras y no es un misterio. De hecho la gran mayoría de los combatientes tiene en su poder un Kalashnikov y por suerte no me pareció que hubiese carencia de municiones, porque creo que al menos en eso, la coalición y Estados Unidos, han dado contribuciones, y también Rusia aportó algo. Tan solo municiones, pero respecto de las armas, éstas son ligeras, viejas, desde luego rebasadas en un contexto general. Aun así, en Siria no lo son porque la mayoría de los choques armados en Siria, si no se involucra el ejército regular, son con armas automáticas, como las de fabricación soviética, metrallas tipo Pkm y Pks, la Dushka o Dshk,y Ak-47.

– Hablas de Revolución. ¿Por qué?

– EN la Siria septentrional y en general en todo el país, desde 2011 hay una revolución siria que se desarrolló en dos tendencias contrapuestas. A una le fue muy mal, porque tomó una evolución islamista, y otra en cambio tomó un rumbo bueno, pues tiene una dirección socialista ilustrada y feminista. Ésta es la revolución confederal que echó raíces inicialmente en territorios curdos y ahora en todo el norte de Siria, sobre todo en zonas árabes o cristianas. En cambio la islamista se ha roto en troncones: ISIS a lo largo del Éufrates e islamistas distintos de ISIS en la provincia de Idlib. Entonces la revolución siria evolucionó en dos revoluciones que se combaten entre sí y ambas luchan también contra el régimen de Bashar al-Assad.

– ¿Qué misiones cubriste?

– Al inicio estaba en el frente de Ain Issa que, entonces, era el de Raqqa, mientras que hoy este frente, por suerte, está dentro de la misma Raqqa porque penetró hasta dentro de la ciudad, pero hace un año estaba a 63 km de ella. Allí estaba la ciudad de Ain Issa y mi unidad, nuestra misión era proteger el cantón de Kobane del EI, mientras al mismo tiempo se daba la ofensiva en el norte de Aleppo por parte de las fuerzas sirias democráticas, al oeste del Éufrates, en donde se estaban ganando todas las campañas cerca de Mambij: había que ir a liberarlas para cortar las últimas rutas de comunicación entre Raqqa y Turquía, o sea con el mundo externo. Al inicio no estuve en esta ofensiva, defendía el cantón de Kobane, más bien, pero en junio mi unidad fue enviada a Mambij y en julio combatimos en esta operación para liberar la ciudad.

– ¿Había otros extranjeros e italianos?

– Había muchos cuando yo estuve, pero no italianos. Era el solo. Se sabía que hubo más antes, en especial yo preguntaba por Karim Franceschi porque había leído su libro. Pero en ese momento no había más. Muchos foráneos venían de Europa, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia, los Balcanes. Conocí también a un chico chileno y sé que hubo otros sudamericanos en las YPG.

– ¿Te identificas con la definición de foreign fighter?

– Actualmente hay expresiones sobre las que no se puede contestar sólo «sí» o «no». Me definiría foreign fighter, aunque el uso mediático cambió su significado respeto del originario, pues lo asociaron unilateralmente a los foráneos que luchan con ISIS, pero en el sentido originario es la mejor expresión que se pueda imaginar. Entonces, según su traducción de «combatiente foráneo» es hasta tautológico el hecho de que yo fui algo así. Y además creo que la contradicción en el uso mediático de la expresión se ve en el hecho de que yo y otros internacionales que combatimos en Mumbaj, cortando el paso entre ISIS y Turquía, anulamos definitivamente el flujo de foreign fighters de ISIS en Siria que antes era grande. Desde que se liberó la ciudad se liberó hace un año las llegadas son casi cero. Entonces, foreign fighters sí, pero depende de que lado estén.

– ¿E «internacionalistas»?

– Bueno, desde luego. Si por una lado en las YPG coloquialmente se dice que somos internacionalistas, es cierto también que la teoría política de las Unidades en realidad habla más de «universalismo» y no de internacionalismo. ¿Por qué? Un razonamiento sofisticado, quizá, pero importante por el cual la era del internacionalismo, con el Estado-nación como referencia incluso para los socialistas, se acabó y el internacionalismo era la solidaridad del siglo pasado. En cambio las YPG prefieren «universalismo» porque hoy estamos en una realidad global en que todo el mundo es una metrópolis, es decir, hay aún más internacionalismo que antes.

– ¿Por tu experiencia contra el EI, qué puedes decir del mito de su imbatibilidad?

– En el terreno debo decir, sin hacer propaganda, que sinceramente he visto la imbatibilidad de las YPG, mientras que de ISIS vi que fueron derrotados cuando yo estuve allí el verano pasado. Fue pesado, pero deja te explico. Me lo confirmaron también unos combatientes americanos que habían tenido una larga experiencia en su ejército, habían combatido en Irak y decían que, comparando la lucha contra ISIS y otras fases muy cruentes de la guerra iraquí y de este tipo de conflictos, el ISIS es una fuerza militarmente muy competente y organizada, en la que hay mentes estratégicas bastante avanzadas según estándares contemporáneos. Su estrategia es causar el mayor número de bajas en el enemigo con el menor costo de vidas en sus propias filas. Entonces usan básicamente minas, trampas explosivas, francotiradores y tienen una ideología religiosa que atrae a cientos en sus filas que esperan morir lo antes posible porque están convencidos de que comerán con Dios o tendrán quién sabe a cuántas vírgenes. El EI puede hacer uso casi continuo de personas que se hacen explotar, de camiones y autobombas manejadas a toda velocidad contra el enemigo. Esto es una ventaja, pero el mito que crearon los medios es totalmente equivocado como muchas cosas mediáticas por el estilo. Es un fenómeno analizable con sus límites y potencialidades. Hay desde luego mucho de ISIS que se suicidan, pero hace falta decir que, por ejemplo en nuestro frente de Ain Issa, hubo ataques a veces que eran suicidas desde la perspectiva de quienes los hacían pero también del punto de vista militar. Porque si uno manda hasta 30 milicianos a un ataque del todo esporádico sin ningún significado en la economía de la guerra, en que todos los 30 son asesinados y muere sólo uno de las YPG, es claro que estas personas estaban en una lista de ‘aspirantes mártires’, que a lo mejor estarán saturadas de demandas, y quieren ir… Pero militarmente es una locura. Hay aspectos incluso contradictorios que en conjunto crean la imagen de una fuerza que, como todas, tiene sus defectos y virtudes desde una perspectiva militar.

– ¿Es tan difícil derrotar a ISIS?

– Es difícil pero no militarmente sino políticamente. Militarmente el territorio que había conquistado entre Siria e Irak está casi acabado. Entonces en tres años, que es un tiempo bastante corto respecto de lo que fue la ocupación de Irak o la misma guerra civil siria, este fenómeno a nivel militar ha sido reprimido. Pero lo que es difícil es el aspecto político. Primero, muchos de estos ralentizan las operaciones militares porque, quieras o no, y cada vez menos con el paso del tiempo, en muchos conflictos hay una referencia mínima a unas reglas de guerra, a un derecho internacional y convenciones. Esto el ISIS no lo reconoce de ninguna manera porque estas normas son producto de una soberanía popular o liberal que para ellos es pecado, pues la única ley que existe para ellos es la de Dios. Por consiguiente no respetan ninguna ética de guerra y usan a los civiles como escudos humanos. A lo mejor se podría acusar a cualquier fuerza partisana de esconderse en la población, pero una cosa es confundirse en la población y otra es convertir a la gente en carne de cañón a propósito, pues en ISIS prevalece una lógica del «mientras peor, mejor».

Entonces ésta es la primera dificultad política. La vi con mis ojos, cuando tratábamos de avanzar dentro de una ciudad en que el EI impedía a los civiles abandonar sus casas. Significa que hay que ralentizar las operaciones para poder rodear los edificios quirúrgicamente, protegerlos para que salgan los civiles, y luego acorralar a los milicianos en donde estén. Bajo el punto de vista de la guerra aérea es una complicación enorme, ya que de todos modos se pide siempre la evacuación de civiles cuando se sabe que inicia una operación aérea y, si una entidad como el EI no lo hace, se pueden imaginar las consecuencias pero también la ralentización de las operaciones.

Otra dificultad política es que el problema de hecho no es sólo de Irak o Siria, sino del mundo entero: hay desequilibrios de riqueza, poder, hegemonía cultural en el mundo y hay pobreza en muchos sentidos, por lo que hay millones de personas, sobre todo en África y Asia, que necesitan una lógica, una ideología de rescate y, a veces, de venganza y expresión de rabia. Por tanto, lamentablemente, ISIS es realmente una insurrección global que llena el vacío del fin de los comunismos, los socialismos, y, entonces, hasta que no se hayan eliminado las contradicciones sociales o no se cree una alternativa política a este tipo de insurgencias, una alternativa en que haya una insurrección racional y no irracionalista, se podrá derrotar militarmente pero regresará bajo formas cada vez peores.

– Recientemente han aumentado las invasiones del ejército turco a cantones curdos. ¿Qué papel juega Turquía en la frontera siria?

– Cuando estaba en Kobane, en septiembre de 2016, fue en efecto uno de los momentos peores porque Turquía intervenía con el pretexto de construir un largo muro entre la Siria revolucionaria del norte y sus territorios, que realmente en mayoría son de comunidades que tendrían su autonomía, entre los cuales están los curdos. Con esta excusa hacía provocaciones en la periferia de Kobane, justo en la frontera, con carros armados. Provocó nueve días de rebeliones en la población de Kobane que costaron dos muertos y muchos heridos. Ahora en agosto hubo otro intento que por suerte duró sólo una noche en que los carros turcos de nuevo cruzaron la frontera cerca de Kobane ocupando dos aldeas y fueron repelidos por las YPG. Mas Kobane, por su valor simbólico, padeció menos por parte de Turquía, pues hay otras, como Tel Abyad, que es ametrallada cada 10 minutos a diario desde hace año y medio, y a veces hay fuego de mortero, y de esta manera Turquía ataca otras ciudades como Tel Abyad (Gire Spi para los curdos), Qamisho, Amude, Serekani (Ras al-Ayn para los árabes), incluso con lanzamientos de cohetes. El caso más grave es Afrin, el cantón revolucionario aislado, ya que está separado geográficamente de Kobane y confina con Turquía o con partes de Siria controladas por islamistas. Afrin sufre la agresión peor. Sin cese Turquía lo bombardea desde hace tres meses, por lo que ya hay centenares de víctimas civiles y de las fuerzas de seguridad en el total silencio internacional. Erdogan [presidente turco] amenaza con invadir completamente este cantón porque quisiera entrar en Siria y encara a la izquierda curda también allí y no sólo en su país. Pero eso es difícil.

Ya lo intentó en Irak recientemente y casi no se supo: en julio Turquía trató de invadir a gran escala en la sierra iraquí en donde está el PKK y tuvo que recular después de decenas de muertos en sus filas. El problema para ellos es que los EUA protegen el Rojava y, de modo mucho más ambiguo, también Rusia, la cual tiende a no autorizar estas intervenciones turcas. Es el único motivo por el cual aún no ha habido un baño de sangre porque el gobierno es extremista del punto de vista político y el clima en la sociedad turca degeneró mucho, entonces siempre se está barajando la opción de una invasión.

– ¿Por qué llaman Kobane «la flor del desierto»?

– En la contemporaneidad todo parece tornarse peor. Un país como México lo sabe bien, así como Siria y Turquía, pero también Europa, en donde el sentido común parece moverse hacia posiciones más reaccionarias. En el mundo prevalecen concepciones más retrógradas, identitarias, con los nacionalismos y fanatismos sectarios y religiosos. De todos modos el poder, con todo esto, se queda firme en las manos de una minoría riquísima, en detrimento de la gran mayoría. Entonces, sorprendió a todos que haya surgido una revolución, en la que el poder concretamente en una región lo toma una fuerza con dinámicas totalmente opuestas que son cosmopolitas, de igualdad social, de respeto recíproco, de tolerancia religiosa y de centralidad de la mujer en un área en que las mujeres padecen más el patriarcado. Nadie lo esperaba y es una puesta en jaque del dogma según el cual en este siglo las revoluciones ya no son posibles. Por eso se usa esa expresión.

– Confederalismo democrático, autonomía, interculturalidad son palabras de la revolución curda. ¿Buscan la independencia de Siria?

– Primero te digo que hay división entre una izquierda curda y una derecha. La derecha nacionalista quiere efectivamente un Estado curdo con territorios de Irak, Siria, Turquía e Irán. La izquierda curda, con fuerzas de autodefensas como las YPG y las YPJ (Unidad de Protección de las Mujeres) o el partido PKK, no quieren eso porque están convencidos de que es necesaria una revolución que vaya más allá del capitalismo, de que esto no es posible a través del «Estado», que el Estado es negativo en sí y es contradictorio pedir tener uno. Por tanto tienden a desarrollar formas de autonomía que son también sociales, con la transformación de las relaciones sociales y de género, dentro de los Estados en que se encuentran, para poder influir en las poblaciones no curdas y trascender la «dimensión curda» de la revolución. Esto ya pasa en Siria.

Cabe decir que, respecto de la derecha curda, que adverso por muchas razones, un curdo que hoy en día quisiese un Estado curdo, que no es por lo que fui a luchar, no pueden ser condenados porque Kurdistán geográficamente existe. Por ejemplo, estados como Siria o Irak fueron creados por las potencias coloniales sin ningún respeto por la geografía social del ex Imperio Otomán, entonces digo esto para los que apuntan el dedo contra los curdos u otros pueblos, como los amazigh [bérberos] de Marruecos y demás, que quieren autonomía o independencia: no creo se les pueda negar en todo caso.

– ¿Cómo funciona la Constitución que los curdos promulgaron en Siria?

– Se dice comúnmente Constitución, en realidad se llama Carta del Contrato Social porque justamente no se prefigura la creación de un Estado. Sin duda es un texto muy avanzado bajo todos los aspectos. Hay que considerar el proceso material de esta revolución. La meta es una forma de comunismo y de extinción del Estado que llamamos confederalismo democrático porque para ellos la democracia es comunista sin Estado, o bien, no es nada. Y es confederal porque se funda en la autonomía de todas las comunidades que debe federarse voluntariamente y no por imposición desde arriba.

Por eso apuntan a esto, pero están conscientes de que no se puede alcanzar de un día para otro, por lo que han forjado el concepto de autonomía democrática, que es el modo en que el movimiento del confederalismo democrático se concilia cada vez con el Estado existente. Por ejemplo estos cantones y los consejos cantonales, que mantienen la separación de los poderes y, de alguna manera, se parecen a un Estado, son la autonomía democrática, es decir, son una propuesta para Siria, para un arreglo institucional que ponga fin a la guerra y, sin embargo, no borre la revolución.

Éste es el sentido de las instituciones creadas que no son el «confederalismo democrático», sino la «autonomía democrática», porque el confederalismo del norte de Siria es el representado por las comunas, las comunas agrícolas y económicas, por las ciudadanas, por el contrapoder ejercido también militarmente por estas instituciones, por las cooperativas, por la nueva relación que hay entre mujeres y sociedad. Ésta es la revolución. No puede encontrar un desenlace definitivo, por eso ellos, sin querer reproducir el modelo bolchevique que finalmente fracasó, no conciben la «toma del poder» como «creación de un Estado socialista» que después se extingue. Son parte, en cambio, de un movimiento que, cada vez, crea instituciones para conciliarse con el Estado en que surgió y, luego, para cuestionarlo siempre y seguir con el proceso.

– Hablar de autonomía en México remite a los zapatista y al EZLN, que han mostrado simpatía por la revolución de Rojava.

– Sé que en general el zapatismo y Chiapas son vistos como referencia en Rojava y en todo Kurdistán porque el movimiento curdo inició su transformación teórica en los años 2000, cuando ya hacía varios años que en México había habido una discusión y elaboración de una perspectiva. Además en muchos casos en México se había logrado resultados concretos. Allá vi es una referencia. Te cuento un poco más como «chisme» que por vías absolutamente extraoficiales, algo casuales o coloquiales, circuló el rumor de que hubo varios intentos de comunicación y de crear una relación más concreta pero cayeron en el vacío. En tono de broma, alguien allá me quiso explicar que tal vez fue porque en Rojava, así como Chiapas, quién sabe cuánto tiempo pasa antes de que se lea un mail y hay ritmos de vida diferentes de lo que acostumbran en Europa… Pero si estas relaciones aumentaran, creo sería positivo. Cuando hace unos meses se armó en Hamburgo la conferencia internacional organizada por el Rojava, hubo una mesa redonda sobre México y los cárteles de la droga porque sí hay una atención especial sobre América Latina, Centroamérica y México.

– ¿Qué anécdotas negativas o positivas puedes compartir?

– Son muchas. Una decepción por ejemplo. Conocía a una chica curda que me caía muy bien, quedé en contacto con ella. Luego fui a verla con su familia para una festividad musulmana en septiembre y, hablando con ellos, descubrí que apoyaba a los nacionalistas curdos, de la derecha, y, entonces, se abandonó a comentarios absolutamente inaceptables sobre los árabes. Y sobre todo acerca de compañeros curdos y Öcalan. Fue algo feo para mí y no había yo entendido sus ideas al respecto, pero describe bien lo que pasa en Rojava. Hay mucha gente que está en la sobra, a lo mejor, o en silencio, pero trabaja contra la revolución, trata de sabotearla o debilitar la motivación porque tienen ideas islamistas o nacionalistas. Entonces en realidad la revolución, como siempre en la historia, es llevada a cabo por personas determinadas y apasionadas que tienen que tener en cuenta un contexto difícil.

Una experiencia positiva fue con otra persona que conocí, un chico de Raqqa, árabe. Él decidió voluntariamente dejar su ciudad. Era un obrero de taller, tendría 15 años, y, mientras trabajaba un día, se le acercó un miliciano, de los que se creen dueños de muchas aldeas en Siria, quien le dijo que le enseñara como rezaba. Y él rezó pero el otro le dijo que era un falso, un pagano, por rezar en el modo equivocado. El chico le contestó que estaba en su tierra y que no tenía por qué ser molestado por alguien que ni era de allá. Entonces, decidió salir y migrar al norte. Finalmente entró en las YPG porque vio a los curdos como gente que se portaba de la manera opuesta a lo que vivía en su ciudad. Fue uno de los primeros árabes que entraron en una fuerza que era curda al 100% en un inicio. Lo conocí, un tiempo después de que esto había pasado, y estuvimos en la misma Unidad.

Es una persona impresionante. Su proyecto es participar en la liberación de Rojava, que luego debe ser de toda Siria. Quiere luchar también en Turquía, Irán e Irak. «Luego podremos ir a Palestina para liberarla y así Líbano», dice siempre. Y si hubiese habido necesidad en Italia, también allí iría. Es casi analfabeta, no ha visto nada más allá de Raqqa, Kobane y poco más, pero tiene una visión genuina y voluntad. Habla en tiempo presente, aunque lamentablemente no puedo estar seguro de que siga vivo, porque lo dejé en Siria en septiembre y allí la esperanza de vida es bastante breve. Combatí a su lado, como combatiente es indescriptible. Ciertas escenas, para un occidental como yo, sólo podían recordar las películas, por el modo como combatía. Proletario, no educado en la escuela, ha tenido una vida con posibilidades limitadas en las experiencias, pero es un revolucionario de los más altos niveles que se puedan imaginar en la historia. Sé que así como él hay miles en el norte de Siria y esto tiene un valor inestimable. Su nombre de combate es Zagros Raqqa. Nadie en Rojava puede usar su nombre real.

– ¿Cuál era el tuyo

– Tiresh Gabar.

– ¿Cómo se articulan las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) con las YPG?

– Mi unidad era mixta, por lo que había tanto YPJ que YPG. La mayoría es así. Como en todo lo que atañe a las mujeres en la revolución, entonces también las comunas y los congresos de las mujeres, tienen siempre su propia autonomía. Tienen cadenas de mando, de coordinación y de decisión autónomas, así que, como en cualquier comuna o asamblea de barrio, siempre se reúne a parte la comuna de las mujeres. Así nuestra unidad por ejemplo era única, pero las mujeres realizaban sus seminarios y reuniones antes de llegar a las nuestras, por lo que hay una forma de autonomía de las mujeres que no es un separatismo, sino un sistema inteligente y equilibrado. Me parece que logre conciliar bien la cuestión de la liberación femenil con la de la liberación de todos. Por supuesto dándole prioridad a la liberación femenil la cual se ve ya en esta autonomía y en su ideología que consiste en reconocer a las mujeres el papel de vanguardia política en la revolución mundial.

– ¿Cómo es la relación con los moradores?

– Siempre es diferente, según la población local. Hay personas que apoyan y otras que adversan. Hay quien adversa de modo «dialogante» y otros que quieren oponerse con las armas o apoyan fuerzas externas. Entonces la relación con los locales es la que tendría cualquier entidad que gobierna un territorio en el medio de una guerra civil y de una revolución. Además hay muchas fuerzas que bien lograron transformarla en una guerra sectaria, racial y lingüística, y justo son estos crímenes que producen rencor y no sé cuándo podrán aliviarse. Entonces, por ejemplo, si, en calidad de YPG, caminamos por las calles de Kobane o Qamishli, la población te ama enormemente. Para los combatientes internacionales hay una forma de veneración por parte de los civiles. Mientras que, en cambio, en una ciudad como Tel Abyad, yo fui a un mercado para acompañar a un compañero con el médico con el uniforme militar y allí la sensación es la que puede sentir un policía al cruzar un barrio hostil de Palermo, más o menos. No es gradita su presencia porque allá hay una mayoría árabe y, en su interior, hay una mayoría de sostenedores de ISIS y una minoría de simpatizantes de la revolución, pues yo digo que esa ciudad, como otras, necesita desarrollar, sobre todo entre los jóvenes y las mujeres, una conciencia política.

– ¿Piensas volver?

– Sí, claro, lo pensé. No creo posible para mí nunca regresar en Rojava.

– ¿Qué enseñanzas trajiste de vuelta a Italia?

– Son dos. La primera es que existe una brecha, y ya lo sabía, entre Occidente y Medio Oriente, o quizás entre Occidente y el resto del mundo. Y es tan terrible que no se puede imaginar o describir, y lamentablemente ni es suficiente que uno vaya a combatir allí para llenarla. Es una brecha entre quien lo tiene todo y quien no tiene nada, entre quien está bien y quien sufre. Es la conciencia de la gravedad de esta situación que adquiere sobre todo quien ve ciertas situaciones de guerra. Otra es que la revolución es justa y necesaria, pero cuando se dice «revolución» hay que estar conscientes del peso de esta palabra en cuanto a los sufrimientos, las tragedias y el dolor que provoca porque una revolución es, de todos modos, un cambio de la sociedad que no ocurre pacíficamente, pese a ser necesario. Y entonces no hay que usar este término con ligereza. No hay que imaginar simplemente que es «algo bello». Aquellos que piensan así es mejor que dejen la política y hagan otra cosa. Sería útil que hubiera personas que se dieran cuenta de qué feo puede ser tener que hacer una revolución, pero que siguieran pensando que es necesario.

Para cerrar quisiera denunciar que hay dos personas, una pareja de República Checa, en una prisión turca: ella se llama Marketa, él Miroslav. Fueron a Siria, Iraq y Turquía varias veces por razones humanitarias y acaban de ser condenados en Turquía a 6 años y 3 meses de cárcel, acusados injustamente de haber estado en las YPG e YPJ. Es escandaloso. Marketa es una amiga, la conozco, y jamás ha sido parte de YPJ, son acusaciones falsas. Es el enésimo crimen de Turquía, no dejemos solas a estas personas que encaran un destino muy duro.

– ¿Cómo acercarse a lo que pasa con los curdos en Siria?

– Te puedes informar en varias páginas web, y donar a la Mezzaluna Rosa Curda de Livorno. Y se puede ir a Rojava para llevar solidaridad activa, aun sin combatir. Lo más importante es la ayuda sanitaria y educativa. Pese a las dificultades, si más jóvenes fueran a Oriente Medio, la brecha de que hablaba empezaría a restringirse. Primero digo que es mejor ir allá y, si no se puede, entonces está bien informarse y donar. Son estas tres cosas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.