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Sandeces de juez

Fuentes: Rebelión

En una larga excursión de trabajo, guiado por mano experta, durante seis meses he recorrido los recovecos del largo periodo tenebroso de la Edad Media, que se prolonga a lo largo de mil años. Descubrir sus huellas en nuestros días no es tarea difícil. Hay instituciones que en el 2008 todavía guardan su néctar de […]

En una larga excursión de trabajo, guiado por mano experta, durante seis meses he recorrido los recovecos del largo periodo tenebroso de la Edad Media, que se prolonga a lo largo de mil años. Descubrir sus huellas en nuestros días no es tarea difícil. Hay instituciones que en el 2008 todavía guardan su néctar de polilla, sus instrumentos de intimidación y tortura, su «vas a saber quien soy yo» a punta de pistola tipo Roberto García Calvo, su calavera en la vida de las gentes. Son los representantes de lo abominable, propagadores de la sumisión, enemigos de la libertad, de la rebelión, de los derechos del hombre. Pare ellos la persona sigue siendo un esclavo, más si es pobre o crítico. Hablar de la Edad Media es, sobre todo, hablar de la Iglesia católica, apostólica y romana, hablar de guerras, de condenas, de esclavitud, de santa Inquisición, de autocracia divina, de jueces… Es hablar del poder institucional y del sometimiento y postración de las gentes, en especial de homosexuales e insumisos a ese poder omnímodo. Todos ellos sufrieron cárcel, condena, excomunión, tortura, fueron desposeídos de sus bienes… ¿No les suena esa melodía?

Fernando de Orbaneja en La Iglesia no posee la verdad narra que conoció el caso de un sacerdote que ponía como penitencia, a uno arar un campo suyo, a otro segarlo etc., con unos cuantos pecadores cultivaba sus tierras sin gastar un duro. Ocurrió en aquel largo periodo tan presente hoy en muchos organismos: se construyeron catedrales, se labraron campos, florecieron conventos, se fue a la guerra, se hicieron cruzadas, se robó, ya entonces acumularon fortunas familias de muchos mangantes actuales, conocidos luego como casas reales, nobles, barones, condes y duques; se saqueó y asesinó a gentes con el objeto de extender el poder de papas y emperadores. Se descuartizaron entre sí algunos para disfrute y goce de los representantes divinos, para carcajada de dioses. Se quemó al rebelde con la excusa de salvar su alma cuando la realidad era que se eliminaba al enemigo y al rebelde para adquirir y conservar el poder. Que razón tenía José Bergamín al escribir: «¿A quién quieres engañar cuando dices que es mentira lo que sabes que es verdad?»

La doctrina del pecado «fue un instrumento de poder de la Iglesia, que perseguía la opresión, la manipulación y el engaño del pueblo; fundamental para la Iglesia fue el mantener la conciencia de pecado, el crear conflictos de conciencia, el fomentar el sentimiento de culpabilidad agudizando la angustia, la ansiedad, la histeria y hasta la esquizofrenia». Muchas prohibiciones multiplicaban el sentimiento de culpa y conseguían la dependencia del creyente. La Iglesia predicaba «la cualidad de las personas lesionadas cuenta en la gravedad de un pecado». Es decir, que hay clases hasta para pecar. No era lo mismo perjudicar a un donnadie que a un poderoso. No era lo mismo violar a una pobre mujer que a la mujer de un banquero. Había pecados que clamaban al cielo y otros que, por lo visto, no clamaban a ninguna parte, y si lo hacían nadie les escuchaba. ¿Están tan seguros que esto ocurrió sólo entonces? La ertzaintza apresó ayer al, dicen, autor de la agresión de antesdeayer al concejal Bixen Itxaso en Pasaia en su guerra contra el alcalde de ANV, pero jueces, fiscales y autoridades guardan un escrupuloso silencio y se inhiben ante la macarrada, los golpes y humillaciones de militares y guardias civiles, funcionarios del estado, en las Bardenas de Navarra contra manifestantes, opositores al polígono militar y de guerra. Su verdadero enemigo sigue siendo el insumiso y rebelde al poder institucional.

Dicen que la aprobación o no del Estatut de Cataluña puede perfectamente pender de la muerte del juez Roberto García Calvo, uno de los jueces fascistas del tribunal constitucional y estrecho colaborador de la dictadura, tan loado por la magistratura y la derecha cavernícola y tan denostado por tantos que padecieron su inhumanidad.

«También los tan celebrados Padres de la Iglesia no pasaron de ser, en su mayoría, unos perfectos parásitos de la sociedad, cuando no unos auténticos indeseables, que se pasaron la vida imaginando y discutiendo todas las mentiras y tonterías que se les ocurrían. Basta recordar que en la Edad Media mantuvieron «doctas reuniones», a la par que «profundas y documentadas polémicas», sobre un asunto, por lo visto, importantísimo y fundamental para la humanidad: ¿Cuánto arcángeles podrían caber en la punta d un alfiler?»

Efrén, Juan Crisóstomo, Jerónimo, Ambrosio, Hilario de Pitiers etc se caracterizaron por su feroz antisemitismo. Gregorio destruye el paganismo armenio y funda un patriarcado hereditario para que heredaran los suyos naturalmente. Fírmico Materno predica el saqueo y la matanza contra los herejes y paganos. Atanasio falsifica todo lo que puede y persigue a muerte a los arrianos. Ambrosio impulsa la aniquilación de los godos y del cristianismo arriano. A Agustín se le puede considerar como el primer teórico de la Inquisición; predica la guerra justa, la guerra santa y determinadas guerras de agresión. Dámaso fue un papa asesino. Cirilo fue el iniciador de la primera «solución final», que también supieron desarrollar los nazis. El papa León I predica su propia preeminencia mientras exige humildad a los legos, prohíbe que «un vil esclavo» puede ser sacerdote; atribuye al emperador la «infalibilidad en cuestiones de fe y de moral», y persigue encarnizadamente a los no cristianos, mientras predica el amor a los enemigos.

Dice una coplilla gallego-leonesa:
El señor don Juan de Robles
con caridad sin igual
construyó este hospital
y además hizo los pobres

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande Marlasca -por citar tan sólo a uno de los muchos santos inquisidores de nuestro tiempo- ordenó la retirada de la placa y el monolito que rinden homenaje desde el año 1982 a José Aristimuño, «Pana», en Hernani. Si la alcaldesa, Marian Beitilarrangoitia (ANV), no procede en tal sentido le advierte que podría «entenderse como indicio racional de criminalidad». Al señor Grande Marlasca le bastaría dar una vuelta ligera por pueblos y ciudades del estado español para ver a matones españoles alzados en estatuas como Franco, Pizarro, Mola o Queipo de Llano, calles dedicadas a asesinos en masa; a santos criminales como Isidoro de Sevilla o Santiago Matamoros sobre peanas de iglesias o si, como presumo, es perezoso le bastaría transitar meramente por los pasillos de su audiencia nacional y observar a jueces, funcionarios y sentencias, que son exaltación del terrorismo y colaboración pura y dura con la tortura. Le bastaría acercarse a cárceles y ver a presos políticos vascos, enfermos graves, penar en situación inhumana, pasear por plazas de villas, pueblos e iglesias y observar la exaltación de la muerte y la guerra por parte de la mayoría de los héroes españoles. Sin ir más lejos, ¿a qué espera para enjuiciar al ex presidente Aznar por crímenes de guerra en Irak y engañar al pueblo español? Tenía razón el pirata capturado por Alejandro Magno, que cuenta san Agustín: «Cuando se mata en masa se es un héroe, cuando se mata a pequeña escala se es un asesino. La cantidad dignifica».

Repasando la Edad Media y viendo lo masacrados que fueron los homosexuales en un principio me alegré de que un homosexual declarado fuera elegido juez, pero si, ya muy pronto, Grande Marlasca ha demostrado como juez imparcialidad e incompetencia tampoco como homosexual aprueba su humanidad. O en frase del cardenal Veuillot: «Os pido libertad en nombre de vuestros principios y os la niego en nombre de los míos». ¡Sandeces de juez!