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Sectarismo y micro fracción

Fuentes: Progreso Semanal

«La Seriedad de un partido revolucionario se mide por la actitud ante sus propios errores» Así comenzó Fidel Castro su comparecencia ante la televisión nacional el 26 de marzo de 1962 para informar a la población de la existencia de una corriente sectaria en el interior de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, embrión del partido que […]

«La Seriedad de un partido revolucionario se mide por la actitud ante sus propios errores»

Así comenzó Fidel Castro su comparecencia ante la televisión nacional el 26 de marzo de 1962 para informar a la población de la existencia de una corriente sectaria en el interior de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, embrión del partido que la Revolución quería para si. Fue la primera vez que le escuché citar a Lenin.

Habían transcurrido tres años del triunfo y mediante la ley de reforma agraria y las nacionalizaciones, la Revolución había cruzado un Rubicón histórico y contaba entre sus experiencias los sabotajes contrarrevolucionarios, la lucha contra las bandas de alzados, los efectos del bloqueo norteamericano y la victoria en bahía de Cochinos. El peligro que en aquel momento surgió provenía de las filas propias y de donde menos cabía esperarse: del partido que nacía de la unión de las fuerzas revolucionarias.

Con extraordinaria lucidez, Fidel Castro condujo la Revolución como un esfuerzo plural en el cual encontraron cabida todos los hombres y mujeres dispuestos a luchar contra la dictadura y por la causa popular. Ese espíritu, se trasladó a las estructuras gubernamentales y políticas que surgían en el proceso de convertir al movimiento revolucionario en el poder.

Decenas de escritos, discursos y testimonios recogen los esfuerzos realizados por Fidel para sumar y para evitar que se desgajaran de la Revolución elementos que aun siendo menos consecuentes podían contribuir a la marcha del proceso. Ese acento unitario, desde los primeros días fue asumido por los principales líderes y comandantes revolucionarios, especialmente por Raúl y Che Guevara, cuyos aportes a esa obra fueron y son decisivos.

Guiados sobre todo por confusiones y ambiciones personales, unos pocos elementos del antiguo partido marxista cubano, actuando de modo individual, intentaron aprovechar los espacios abiertos por la integración unitaria de las organizaciones que habían participado en la lucha contra la tiranía para introducir en el partido que se fundaba, una corriente sectaria que amenazó con la unidad y la cohesión de las filas revolucionarias. Al denunciar el hecho y mencionar a su principal promotor, Aníbal Escalante, Fidel consideró aquellas desviaciones como un fenómeno natural, incluso probablemente inevitable.

El trauma fue superado con altura y generosidad y sobre todo con la comprensión de la dirección del antiguo partido marxista y de sus abnegados militantes que asumieron correctamente la crítica  a su antiguo dirigente.

No obstante, cuatro años después, ocurrió un rebrote, esta vez asumiendo la forma de una «micro fracción» formada por varias docenas de personas que asumían posiciones de ultra izquierda y realizaban proselitismo en el seno de instituciones estatales y en el Partido. Como agravante figuró el hecho de que ese grupo, en el cual aparecían mezclados elementos mencionados durante la crítica al sectarismo, tenían comunicación con funcionarios de la embajada soviética. En 1968 Raúl Castro informó al pleno del Comité Central y los implicados fueron juzgados por los tribunales ordinarios.

Aunque, según Fidel, aquel grupo  «…Como fuerza política carecía de significación; como intención política, sus actos eran de carácter grave; y como corriente dentro del movimiento revolucionario, una corriente francamente reformista, reaccionaria y conservadora…»

Los que desde el extranjero, amigos o enemigos critican a la Revolución Cubana por disponer de un solo partido, con frecuencia ignoran que ese Partido, como toda obra humana hecho de luces y sombras, es resultado genuino de la Revolución e hijo de un proceso político extraordinariamente complejo y fecundo, basado en la búsqueda de la unidad dentro de los principios.

Ese Partido que pasó por diferentes etapas y venció dificultades inmensas, llega al momento actual en busca de recursos para perfeccionar su labor, de lo cual formará parte la próxima Conferencia anunciada el pasado primero de agosto por el presidente cubano Raúl Castro.

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