Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales.
Mientras Israel y sus defensores promueven un marco despolitizado de mejoras económicas para los palestinos bajo la ocupación, un nuevo documento de la ONU es de lectura obligada. El mes pasado el Equipo de la ONU en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) publicó un informe de 180 páginas sobre «el estado de desarrollo en Palestina cuando la ocupación israelí entra en su año 50″. [El informe] » Leave No One Behind: A Perspective on Vulnerability and Structural Disadvantage in Palestine» [No dejar a nadie atrás: una perspectiva sobre la vulnerabilidad y la desventaja estructural en Palestina] se centra en particular «en los grupos de palestinos más vulnerables y desfavorecidos y en las limitaciones a las que se enfrentan» y «analiza los factores que llevan a esta vulnerabilidad».
La conclusión principal del informe es categórica y un toque de atención para todas aquellas personas que todavía creen que es posible promover el «desarrollo» palestino sin abordar la actual ocupación colonial de Israel.
«Cualquier discusión sobre el desarrollo en Palestina debe empezar con el hecho de que la limitación mayor y más visible al desarrollo palestino en la ocupación», afirma el informe. Para la mayoría de los palestinos, continúa, «prácticamente no hay ninguna esfera de la vida que no toque la ocupación». El informe añade además que «las herramientas para cambiar radicalmente esta vulnerabilidad fundamental no están en manos de los palestinos que hacen las políticas de desarrollo ni del Grupo de Desarrollo de la ONU». Esto se debe a que «solo se puede acabar con esta vulnerabilidad acabando con la ocupación militar de Palestina» o «a corto plazo, mitigando sus medidas más perniciosas». En otras palabras, «el desarrollo (y la ayuda humanitaria) solo puede mitigar los efectos de la ocupación».
El informe afirma que la ocupación israelí «tiene impacto sobre el movimiento de personas y mercancías, fragmenta el territorio geográfica y sociopolíticamente, estanca el crecimiento económico y restringe el uso palestino de recursos críticos, como la tierra, el agua y los minerales». Y añade que «con los mismos instrumentos pone obstáculos para que la Autoridad Palestina (AP) elabore políticas, su gobernanza y preste de servicios».
Los políticos y diplomáticos deberían conocer este conciso y elocuente resumen. La conclusión es clara: sin voluntad política de presionar a Israel para que acabe su ocupación entregar ayuda monetaria a la AP o para proyectos de desarrollo en los TPO es igual que tirar dinero a un pozo sin fondo.
El informe aborda una serie de formas específicas que tiene la ocupación israelí de tierras palestinas de obstaculiza el desarrollo, de las cuales lo que sigue no es sino una muestra.
En primer lugar, están las restricciones israelíes al movimiento de personas y mercancías que «se implementa por medio de un complejo sistema de checkpoints, permisos, bloqueos militares de carreteras, colonias, carreteras circunvalación [de las colonias], regímenes legales paralelos y el Muro [de Separación]». Estas restricciones «han fragmentado el paisaje palestino» y «han creado comunidades aisladas, han minado la cohesión social, roto una identidad común y reducido la actividad económica dentro y entre las fracturadas poblaciones palestinas del territorio».
Las restricciones al movimiento de mercancías, por ejemplo, «perjudican gravemente a la economía palestina y su potencial de crecimiento» y contribuyen a limitar «la capacidad de funcionamiento del sector privado, por no hablar de su capacidad para prosperar y generar empleo».
El informe señala que cuando Israel impuso en los TPO su régimen de comercio exterior y fiscal «se permitía el flujo de mano de obra y de productos palestinos a Israel bajo restricciones no recíprocas» y las importaciones a los TPO «estaban sujetas a las estructuras y cuotas arancelarias israelíes». A consecuencia de ello «los productores palestinos vieron cómo se cortaban progresivamente sus relaciones con su socios comerciales tradicionales y tuvieron que reorientar el comercio hacia la economía israelí». Con el tiempo «los exportadores palestinos perdieron gran parte de su ventaja competitiva, mientras que los productos israelíes disfrutaban de un acceso sin obstáculos a los mercados palestinos».
En segundo lugar, además de controles discriminatorios del movimiento y de las trabas comerciales, la colonización israelí de los recursos naturales obstaculiza aún más el desarrollo palestino.
Según el informe, «las colonias, zonas militares y reservas naturales israelíes, y el Muro [de Separación] constituyen el 44 % de toda Cisjordania, incluido el 70 % de la llamada ‘Zona C’, en el 30 % de la cual «la construcción está fuertemente restringida». Esto se debe a que el régimen de planificación de Israel en la Zona C y en el ocupado Jerusalén Oriental es «discriminatorio y restrictivo», afirma el informe, y contrariamente al derecho internacional humanitario, «no está ideado para beneficiar a la población protegida».
El sector agrícola está limitado por «restricciones a los recursos esenciales de la tierra y del agua» , mientras que de forma similar el sector industrial «está profundamente afectado por las limitaciones a la tierra disponible y por las posibilidades limitadas de abrir canteras y extraer minerales».
Además de la colonización de la tierra, «Israel controla todos los recursos compartidos de agua superficial y subterránea», utiliza el 85 % de estos y deja solo el 15 % para uso palestino. «Las restricciones relacionadas con el agua afectan a los medios de vida de las comunidades al aumentar la pobreza e incrementar aún más la vulnerabilidad».
En tercer lugar, fundamental desde el punto de vista de cómo la comunidad internacional se ha comprometido hasta la fecha con esta cuestión, incluso «los intentos palestinos de superar estos muchos obstáculos al desarrollo están igualmente circunscritos por la ocupación». Así, por ejemplo, «el gobierno palestino no tiene control de sus fronteras (tierra, mar o aire) ni de sus ingresos aduaneros». Carece de «acceso y de prerrogativa política sobre la Zona C», el 60 % de Cisjordania, y su «espacio fiscal» también está sujeto a restricciones (por ejemplo, Israel controla los impuestos y los ingresos).
Al mismo tiempo, la fragmentación territorial de los TPO provocada por Israel tiene un impacto negativo sobre «la gobernanza local palestina», lo que obstaculiza «el imperio de la ley, el mantenimiento de la seguridad y el funcionamiento de los servicios de justicia por parte del Estado palestino». Así, la AP es «un gobierno que no controla sus fronteras ni sus ingresos ni su política monetaria ni tiene acceso a gran parte de sus recursos naturales».
Este nuevo informe de la ONU no ha provocado ningún titular, pero su contenido merece llegar a una audiencia más amplia, especialmente entre los políticos y diplomáticos internacionales. Documenta al detalle cómo la «ocupación [israelí] se traduce en unas limitadas oportunidades de desarrollo para todos los palestinos de todos los sectores de la vida» y «en cada rincón» de los TPO.
La conclusión es clara: «Acabar con la ocupación es […] la prioridad fundamental de desarrollo». Y cualquier persona que promueva el desarrollo económico palestino sin situar como prioridad fundamental el fin de la colonización y ocupación israelíes actúa o bien de forma ignorante o de mala fe.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.