«La noche del sábado fue bombardeada la mezquita de Alkenz, frente al Hospital de Shyfa, el más importante de la Franja de Gaza. Dos médicos que esperaban en un taxi para regresar a su casa después de estar atendiendo a los heridos de los ataques murieron en el acto. Cuando amanece el tercer día […]
«La noche del sábado fue bombardeada la mezquita de Alkenz, frente al Hospital de Shyfa, el más importante de la Franja de Gaza. Dos médicos que esperaban en un taxi para regresar a su casa después de estar atendiendo a los heridos de los ataques murieron en el acto.
Cuando amanece el tercer día de la agresión israelí contra la Franja de Gaza podemos contar más de 300 muertos y más de 1.400 heridos, cifras que aumentan a cada minuto.
He pasado la noche en el Hospital Al Hawda financiado por la cooperación española en el campo de Jabalia. Desde la azotea he sido testigo de cómo los aviones F-16 bombardeaban la Universidad Islámica. Desde el mar -con al menos 14 detonaciones continuadas- atacaban el puerto de la ciudad y el campo de refugiados de la playa, el Gaza Beach Refugee Camp.
Sin apenas tiempo para reubicarnos, la Mezquita de Emad Akal, a menos de 700 metros del Hospital, ha sido reducida a escombros por dos helicópteros Apache, mientras observábamos la impotencia de los médicos y los equipos de emergencia, totalmente desbordados por el flujo de heridos que llegan a unos hospitales salturados de pacientes que yacen por los suelos en mantas y colchones y rodeados de charcos de sangre.
No tienen capacidad para atenderlos. La Franja de Gaza lleva bloqueda más de dos años y los hospitales no disponen de los medicamentos necesarios para responder a un flujo de más de 1.300 heridos en menos de 48 horas.
Con la primera luz del día, a las cinco y media de la mañana, he podido comprobar cómo la casa de la familia Balusha contigua a la mezquita había sido derribada por la onda expansiva. Cinco de las seis hijas de la familia han muerto. En Rafah, al sur de la Franja, otros tres niños han muerto mientras dormían.
Los palestinos que se agolpan en la calle me arrastran al interior de sus casas y me muestran cómo los pedazos de piedra y cemento que vuelan desde los edificios bombardeados se convierten en metralla asesina que atraviesa las frágiles ventanas y tejados de uralita de los campos de refugiados sólo puedo describir la situación como de terror absoluto.
Seguros en ningún lugar
Ninguno de nosotros (los ocho europeos que permanecen en la Franja) tiene dónde guarecerse. Jadar Washam, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos, junto al que me encuentro en estos momentos, afirma que «ni siquiera nuestra oficina es segura, hemos tenido que abandonarla a toda prisa ya que el ejército israelí está haciendo llamadas telefónicas aleatorias a teléfonos fijos y móviles pidiendo a todo el mundo que abandone sus casassi están cerca de edificios de la administración».
El doctor Washam tiene constancia de 32 niños muertos desde el ppio de los ataques mientras la radio de la ONU en la Franja acaba de hacer oficial la cifra de 51 víctimas exclusivamente civiles. No alcanzo a comprender la diferencia entre miembros de la policía y víctimas civiles.
Si consideramos a los miembros de la policía funcionarios de las fuerzas de seguridad del Estado y descartamos que sean miembros de la milicia de Hamás, no creo que Israel haya asesinado a más de una docena de líderes del movimiento islamista.
La situación es tensa, las bombas continúan. Todo el mundo no hace más que esperar la entrada por tierra del ejército israelí. Los palestinos comienzan a adoptar una cierta agresividad ya que no comprenden el objetivo del atque. Es imposible creer que tenga como objetivo al gobierno de Hamás en la Franja ya que toda la Franja está siendo atacada. Continúan sonando las sirenas e incrementtándose el número de personas que llegan a los hospitales.»
Una conversación con detonaciones de fondo
Alberto Arce tiene 32 años y se dedica a hacer documentales. Se encontraba en la Franja de Gaza haciendo un documental cuando le ha sorprendido el ataque israelí. Mientras habla con RTVE.es desde el Hotel Marna House de fondo se escuchan las detonaciones. «Escuchamos los F-16 y helicóptero Apache y nunca pasan más de 15 minutos entre una y otra detonación», afirma.
Arce afirma que es el único español que se encuentra en la Franja, donde no se puede ni entrar ni salir y asegura que la Diplomacia española aún no se ha puesto en contacto con él, aunque sí tienen su número de teléfono, afirma. «Sómos ocho extranjeros, sin contar el personal de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados».
Alberto cuenta a RTVE.es que entre los ocho extranjeros que permanecen en la Franja están en contacto telefónico cada diez minutos, «para hacer recuento de las víctimas y de los impactos de las bombas en infraestructuras civiles». Arce sostiene que aunque fuera posible salir de Gaza, no lo haría. «Queremos con nuestro testimonio denunciar la política israelí que impide que los medios de comunicación europeos puedan contrarrestar los datos del parte de guerra israelí que son los únicos que está recibiendo la prensa», sostiene.