Desde sus orígenes en la Revolución Francesa, la izquierda se define como una opción por lxs pobres, por lxs oprimidxs, por lxs despreciadxs y humilladxs. Esta opción tan sólo puede ser hoy, en la presente coyuntura, una opción por lxs palestinxs. Estar con ellxs es la única forma en que uno puede ser verdaderamente de izquierda en relación con lo que sucede en la Franja de Gaza.
Comunistas, anarquistas, antirracistas, feministas comunitarias, defensorxs del territorio y muchxs otrxs alzan de pronto la misma bandera palestina. Es muy significativo que esta bandera, como la roja del pasado, consiga realizar el milagro de unir a la izquierda consecuente. La misma bandera está sirviendo también para desenmascarar a la izquierda inconsecuente, la farsante, la indiferente hoy ante la carnicería en Gaza como ayer ante la persecución de los judíos en Europa.
Lxs indiferentes son lxs mismxs de siempre. Deslindándose de ellxs, los antifascistas reaparecen bajo la forma de lxs antisionistas. Unxs y otrxs luchan contra la infame ley de los más fuertes que se arrogan el privilegio de robar, segregar y exterminar a pueblos enteros, ignorando sus razones y sus derechos.
En el último mes, según un informe de la ONU, el Ejército Israelí ha matado al menos a 10000 palestinos, la mayoría civiles, entre ellos más de 4000 niños y casi 3000 mujeres. «En promedio, un niño muere y dos resultan heridos cada 10 minutos», ha informado la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA). Otra vez deben morir muchxs palestinxs inocentes por cada israelí muerto.
Son demasiados ojos y dientes palestinos por cada ojo y diente israelí. No es ninguna ley del talión, sino el poder arbitrario del color de la piel y en especial del dinero y derivativamente de la influencia política. Es todo esto lo que se expresa en los abismalmente diferentes precios de la vida humana mercantilizada en el mercado mundial capitalista. Ser anticapitalista es también hoy estar con lxs palestinxs.
La gran culpa de lxs palestinxs es desafiar al capital que está del lado de sus enemigxs, pero lo cierto es que tienen derechos adquiridos sobre las tierras en la que habitan desde tiempos inmemoriales y que les han sido arrebatadas. Lxs palestinxs tienen también razones de sobra para permanecer en esas tierras. De cualquier modo, aun cuando no tuvieran derechos ni razones, de cualquier modo tendríamos que apoyarlxs y darles nuestra fuerza porque la necesitan para sobrevivir, porque son lxs débiles de este conflicto, porque somos de izquierda y nuestra opción es por lxs débiles amenazados por los fuertes.
Lxs palestinos son hoy lo que ayer eran lxs judíos. Ambos han sido víctimas del antisemitismo occidental que fue antes contra los judíos para ser ahora principalmente contra los palestinos y otros musulmanes. La islamofobia es la actual modalidad histórica del antisemitismo, del supremacismo blanco y del racismo europeo en general.
Hay que entender que la raza es algo simbólico y no sólo real, biológico, fenotípico. Esto es cierto en especial cuando se trata de pueblos tan híbridos como los de Palestina e Israel. Tras haber sido semitas, los israelíes han pasado a ser lxs arixs que se lanzan, como lxs nazis, contra sus víctimas semitas que son lxs palestinxs.
Gaza es un ghetto como el de Varsovia destruido por unas órdenes de Hitler que no difieren mucho de las de Netanyahu. Como en la Segunda Guerra Mundial, hay campos de concentración que ahora son de refugiados y se vuelven de exterminio. Hay también muros y alambradas como en Auschwitz.
Israel realiza también un apartheid como el de Sudáfrica. Tanto el gobierno blanco sudafricano como el estadounidense y ahora el israelí son prolongaciones, tentáculos de una misma entidad europea moderna judeocristiana que ha colonizado, saqueado y aniquilado todo lo que no es ella. Oponerse a ella en Israel es hacer justicia no sólo a los palestinos, sino a los africanxs esclavizadxs, a los indígenas americanxs y a todxs lxs demás que han estado en la posición que ahora ocupan lxs palestinxs.
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