El ex capitán de la Fuerza Aérea Israelí Yonatan Shapira, otrora ferviente sionista y quien perdió a varios familiares en el Holocausto, es hoy tildado de psicópata y criticado por muchos compatriotas debido a su oposición a la ocupación de los territorios palestinos. Shapira, de 38 años, fue despedido de su trabajo, insultado en público […]
El ex capitán de la Fuerza Aérea Israelí Yonatan Shapira, otrora ferviente sionista y quien perdió a varios familiares en el Holocausto, es hoy tildado de psicópata y criticado por muchos compatriotas debido a su oposición a la ocupación de los territorios palestinos.
Shapira, de 38 años, fue despedido de su trabajo, insultado en público y hasta amenazado de muerte en la sección cartas a los lectores de periódicos. Lo han llamado traidor, lo acusaron de agredir a oficiales de las fuerzas de seguridad y fue interrogado por funcionarios de la agencia de inteligencia interior, Shabak.
Israel suele ser muy criticado por el tratamiento cruel contra los palestinos y el racismo inherente de su sociedad, pero hay un creciente grupo de ciudadanos que debe pagar un alto precio por defender los derechos humanos y criticar la política del gobierno.
Shapira ocupó las portadas de varios periódicos internacionales por integrar la tripulación de «Irene», un barco de la organización Judíos por la Justicia que en septiembre intentó romper el bloqueo contra el territorio palestino de Gaza y interceptado por comandos israelíes.
Había numerosos israelíes y varios sobrevivientes del Holocausto en el barco.
«Los oficiales separaron a mi hermano menor Itimar y a mí del resto de los pasajeros. Era obvio que me buscaban. Me dieron dos electrochoques en el hombro y uno cerca del corazón tras sacarme el chaleco salvavidas para facilitar la maniobra», dijo a IPS.
Tras confiscar los equipos de filmación, los pasajeros fueron llevados a una comisaría de Ashdod, donde los interrogaron. A Shapira lo acusaron de atacar a un oficial, pese a que los testimonios de los testigos niegan esa versión.
Es la segunda vez que lo acusan de lo mismo. A principios de este año fue agredido por soldados israelíes durante una protesta contra la confiscación de tierras en la aldea palestina de Nabi Saleh, cerca de la ciudad cisjordana de Ramalah. Las imágenes de vídeo prueban que no fue así.
Lo que más enfadó a la seguridad de Israel fue lo que se conoce como la Carta de los Pilotos, de 2003. Entonces, Shapira era capitán de la Fuerza Aérea en este país, que idolatra a su ejército.
La carta escrita por Shapira fue suscrita por otros 30 pilotos.
«Los abajo firmantes no estamos dispuestos a seguir formando parte de ataques indiscriminados contra los palestinos en los territorios ocupados. Declaramos nuestro rechazo a participar en lo que creemos son actividades ilegales e inmorales», reza la misiva.
«Escuché muchas historias de brutalidad y asesinatos innecesarios. Pero lo que realmente llevó el asunto a casa fueron los comentarios del entonces comandante Dan Halutz sobre el bombardeo indiscriminado de un edificio en un barrio densamente poblado de la ciudad de Gaza en 2002», recordó Shapira.
En el atentado con bomba contra la residencia de Saleh Shehade, un comandante de Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica), murieron 15 personas, entre ellas muchos niños y niñas, y 150 más quedaron heridas.
«Lo que hubiera sentido cuando el avión lanzó la bomba fue un ligero temblor del aparato», respondió Halutz, al ser consultado por sus sentimientos respecto de la muerte de tantos civiles.
Tres meses después de la Carta de los Pilotos, el hermano mayor de Shapira, Zhoar, quien perteneció a la unidad de elite Sayaret Matkal, firmó la Carta de los Comandos, que dice más o menos lo mismo.
El hermano menor Itimar fue detenido por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) por negarse a ir al frente en 2006, cuando la guerra contra Líbano.
«Nuestra opinión cambió de forma drástica durante la segunda Intifada Palestina, que estalló en 2000, cuando fuimos testigos de actos criminales y de maniobras de encubrimiento de las fuerzas armadas. Mi madre se volvió una activista política. Ahora pasa mucho tiempo en Cisjordania», relató Shapira a IPS.
La familia de Shapira se distanció de sus raíces sionistas.
«Mi padre fue comandante de escuadrón de las FDI y formó parte de las guerras de 1967 y 1982. Yo solía lamentarme de no haber nacido antes para haber participado en la guerra de Independencia en 1948», apuntó.
«Ahora creo que Israel es un estado racista que ataca a los palestinos en los territorios ocupados y discrimina a los árabes israelíes. Con mis amigos llegamos a la conclusión de que la única forma de salvar a este país de sí mismo es apoyando la campaña internacional Boicot, Desinversión y Sanciones», añadió.
«El actual gobierno es el más extremista y derechista que haya tenido Israel en toda su historia. Ya no basta con tratar de cambiarlo desde adentro. Hay que presionarlo como se hizo con el régimen sudafricano del apartheid», remarcó.
La tendencia derechista de Israel en los últimos años obedece, según él, a la dificultad de presentarse como víctima del conflicto con los palestinos, sostuvo.
«Israel fue creado sobre la base de su condición de víctima y siguió empleando esa carta como herramienta política frente a las críticas, pero éstas arrecian», indicó. El estado judío «tiene dos opciones: admitir las injusticias cometidas contra los palestinos y asumir su responsabilidad o seguir haciendo el papel de víctima y consolidar su comportamiento racista», añadió.