Conocemos o percibimos el ente israelí en tanto en cuanto nos asalta diariamente con su sistema de terror. El ente israelí se concreta en sus hechos: ocupación de Palestina, leyes racistas, expulsión de sus habitantes, envenenamiento y destrucción de las fuentes de agua y las tierras de cultivo, destrucción de viviendas y poblaciones enteras, muros […]
Conocemos o percibimos el ente israelí en tanto en cuanto nos asalta diariamente con su sistema de terror.
El ente israelí se concreta en sus hechos: ocupación de Palestina, leyes racistas, expulsión de sus habitantes, envenenamiento y destrucción de las fuentes de agua y las tierras de cultivo, destrucción de viviendas y poblaciones enteras, muros de aislamiento, bloqueo por tierra, por mar y por aire, encarcelamiento de quienes se resisten a la expulsión por medio de la palabra o de la acción, y el empleo de la tortura como norma: todo ello aprobado en sus reuniones de gobierno para establecerlo contra del pueblo palestino. Otro asunto espantoso es que ninguna potencia occidental se presta de escudo para que el ente israelí pague por sus crímenes o para que como colonialista se atenga a los Derechos Humanos… como si el colonialista en su condición pudiese hacerlo. Pero estas afirmaciones tienen también sus grandes esquinas: hoy a nivel internacional encontramos movimientos sociales y políticos contra la ocupación sionista, fuerzas que explican el por qué de tantos incumplimientos del Derecho Internacional a consecuencia de lo cual empiezan a moverse algunos gobiernos en la dirección de las sanciones a aplicar ante el desprestigio que supone su relación con el sionismo: el ente israelí encuentra dificultades en el exterior de Palestina.
También en lo que se refiere al interior del país el sionismo en su aplicación de una política de tierra quemada ha hecho saltar las contradicciones: después de casi 70 años buena parte de la población traída bajo promesas de entregársele el paraiso y no encontrar lo que se le vendió, se marcha a su tierra de origen; el resultado también es decepcionante al encontrar otra gran mentira, Palestina está poblada, existe población y se les resiste. El resultado descubre a numerosos judíos el verdadero carácter colonial del sistema, reflejado en la represión, la inseguridad social, el racismo, también para los mismos judios con características raciales no occidentales, el clasismo, con el que el sionismo explota a sus mismos emigrantes, la deformación humana introducida que supone el desprecio y la criminalidad hacia el pueblo palestino, la creación de un ejército con ideario amoral, antipalestino y al margen del Derecho Internacional, la difusión delirante, en y desde toda la organización ocupante de Palestina y los lobbys exteriores, de su supremacía por decirse elegidos por Dios… los problemas externos e internos hacen que el sionismo se resienta y se deje ver como la nueva imagen del fascismo.
Todo contradice a semejantes elementos: han engañado tanto a los mismos judíos, aprovechándose de los crímenes nazis, propagando la idea de la necesidad de crear una patria para ellos exclusivamente, democrática, respetuosa, humana y pacífica, que ahora se encuentran en una escapada hacia adelante realizando los mayores crímenes contra la humanidad. El sionismo y los sionistas se inscribe y se inscriben en la historia con la mancha que se hacen ellos mismos.
El ente israelí se hace concreto y reconocible por terrible, por sus hechos. Se define en el desprecio de todo acuerdo de respeto a nivel mundial, regional y en la mismísima Palestina. Cuando a nivel regional y a nivel mundial el ente israelí está tan puesto en cuestión, no puede más que, si quiere llamarse Estado, llamarse Estado terrorista israelí, o de Israel.
Algún ejemplo cotidiano, veamos tan sólo los cinco días de diciembre que llegan al 24, el día de Navidad y el mes que se nos ofrece para la paz, y después piensen si el ente israelí es un «país» y «normal»:
Día 19 de diciembre: la aviación del ente israelí lleva a cabo un acto terrorista internacional, cruza la frontera con Siria y bombardea la capital de dicho país asesinando a Samir Kuntar, dirigente de Hezbola.
Día 20 de diciembre: ataque del ejército sionista al campo de refugiados palestinos de Qalandia, arrasando lo que encuentra a su paso, con robo de comercios incluido.
Día 21 de diciembre: el ejército sionista derriba viviendas de familias palestinas en Tamra para expulsar a sus habitantes y quedarse con el territorio.
Día 22 de diciembre: la aviación israelí rocía de pesticidas tóxicos los campos agrícolas de Gaza, destruyendo la cosecha de verduras que debía ser recogida, con lo que al bloqueo por tierra, mar y aire y la destrucción tras la guerra de los 51 días se hace mucho más trágico para la población que allí resiste.
Día 23 de diciembre: la Audiencia Nacional española, debido a las presiones del ente israelí y de EEUU cancela la ficha policial de Netanyahu, que iba a ser detenido si pisaba suelo español para juzgarle por crímenes contra la humanidad por el asalto del ejército sionista en aguas internacionales del barco Mavi Mármara, en el que asesinó a 9 internacionalistas solidarios.
Día 24 de diciembre, día de Navidad: El ejército sionista secuestra a 24 pescadores palestinos de Gaza dentro de las aguas territoriales de Gaza.
Ese mismo día que se asocia a la paz, un general retirado del ejército israelí se suma a «Rompiendo el silencio», organización que recoge testimonios de militares israelíes sobre violaciones de derechos humanos contra el pueblo palestino.
También el 24 de diciembre ese ejército asesina a 4 jóvenes palestinos.
Hemos mencionado aquí tan sólo cinco días. Podrían seguirse enumerando uno tras otro hasta llegar al día en que estamos y conoceríamos otros tantos crímenes del colonialismo sionista. Ahora las preguntas: ¿qué es Israel?, ¿pretendiendo denominarse «Estado», es normal»?, ¿cómo se califica a la organización que invade, emplea el terror para expulsar a la población del país invadido, demuele de pueblos y ciudades… y hace que su historia sea el ejemplo paradigmático del colonialismo de hoy, el cemento que sostiene más firmemente la historia del crimen contemporáneo contra los pueblos?; ¿cómo llamamos a semejante organización?.
Tras la descolonización del siglo XX, terminada la Segunda Guerra Mundial, la ONU acordó favorecer la creación del Estado Palestino, el único país con el que el mundo de la descolonización occidental no había cumplido dejando que fuese libre. Y no cumpliría, Occidente, perdedor de las guerras coloniales, ayudó a recolonizar Palestina con base en un plan geoestratégico de nueva conquista que, como vemos con las guerras que impone en Oriente Medio, es altísimamente peligroso para el mundo en general. Para ello emplea como punta de lanza criminal al ente sionista, el mismo que se debate en medio de fuertes contradicciones internas y externas.
Sostener y aumentar la ayuda al pueblo palestino y a su resistencia es favorecer la conciencia mundial, incluyendo aquí a la población judía de buena voluntad, y es favorecer la mejor salida al conflicto mundial que el sionismo y el imperio encienden en Oriente Medio.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», «Dietario de crisis» y «Gaza 51 días.»
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.