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Si el Rey quiere corona, que venga a «la Pompeu»

Fuentes: L Accent

El pasado 29 de abril, pocos días después de manifestarnos en Alacant para conmemorar la derrota de Almansa, los descendientes de los borbones, y el Estado que representan, sufrían un nuevo estremecimiento en su «tranquila» y pulcra vida: el Claustro, máximo órgano representativo de la comunidad universitaria, de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona se […]

El pasado 29 de abril, pocos días después de manifestarnos en Alacant para conmemorar la derrota de Almansa, los descendientes de los borbones, y el Estado que representan, sufrían un nuevo estremecimiento en su «tranquila» y pulcra vida: el Claustro, máximo órgano representativo de la comunidad universitaria, de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona se posicionaba contrario a invitar nunca jamás la monarquía española al recinto universitario. Este nuevo paso adelante en la deslegitimación de la institución autoritaria española, heredera del franquismo, era fruto, especialmente, de dos cosas. Por un lado, del debate reabierto en los últimos meses, gracias en buena parte a la izquierda independentista, sobre qué representa y quien es realmente Juan Carlos de Borbón. Por otro lado, el uso que ha hecho el SEPC de mecanismos existentes legitimados socialmente para lograr esta histórica decisión. Y es que, tras mucho tiempo en el cual los y las estudiantes hemos estado, y continuamos estando, sometidos a la implementación de procesos plenamente antidemocráticos de transformación de nuestro entorno (el ejemplo evidente es el Plan Bolonia), teníamos la sensación de que, al fin, hacíamos un paso, aunque simbólico, hacia la construcción de una realidad nueva. Era el gusto de una primera victoria.

Aun así, la democracia y los discursos formales de la participación desaparecen cuando verdaderamente azotas un golpe a una de las piezas claves del mecanismo institucional del Estado español o francés. Tras el alboroto por la quema de fotografías del rey, las alarmas de la caverna volvían a sonar. Los móviles de los dirigentes universitarios sacaban humo, las presiones, los empresarios, los comentarios, las discusiones que se sentían dentro y fuera de la universidad giraban alrededor del tema… Una vez más, la izquierda independentista había atacado los fundamentos de la monarquía y también los de las universidades actuales, y las cosas no se podían quedar así. Enseguida el rectorado aseguró que no estaba obligado por la decisión y que, por lo tanto, la buena imagen de la marca empresarial de la UPF pasaba por encima de la democracia interna. A pesar de esta presunta «chulería», el rectorado de la UPF no estaba para nada tranquilo, y jugó una última carta: llamó a todos los decanos, directores de centro,… y les «pidió» que pusieran a última hora y sin hacer ruido, un punto del orden del día del Consejo de Gobierno (órgano más elevado que el Claustro dónde el equipo de dirección tiene casi mayoría absoluta por ley) para aprobar una moción con un contenido antagónico a la propuesta del SEPC aprobada por el Claustro. Cómo podéis ver, los grandes teóricos y estudiosos del país utilizando el juego sucio. ¿El porqué? Sencillo: las migajas de un pastel.

Desde el SEPC, sin embargo, tenemos las cosas claras. Estos acontecimientos han sido una nueva victoria de los estudiantes, de la comunidad universitaria y de la izquierda independentista, así como un avance, pequeño pero simbólico, hacia la caída de la monarquía española. Es pues, un ejemplo más que nuestra es fuerza creciente. Por cierto, que nadie dude que si el monarca español quiere pisar la UPF, se encontrará con la oposición de buena parte de la comunidad universitaria, que saldrá a defender las decisiones democráticas internas así como a denunciar el españolismo, el autoritarismo y la figura patriarcal que representa Juan Carlos de Borbón. Estáis invitadas e invitados.

Lluc Salellas i Vilar. Portavoz del Sindicat d´Estudiants de los Països Catalans (SEPC)